𝟐𝟐.

❝*²². ¿ᵉⁿᵗᵒⁿᶜᵉˢ ˢᵒⁱˢ ⁿᵒᵛⁱᵒˢ ᵒ ᵠᵘᵉ́?

𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂
𝟑𝟏/𝟏𝟎/𝟐𝟐


AÍDA

Me digné a irme a casa cuando sentí mis pies agonizar con un dolor insoportable y punzante. El alcohol ya había hecho su claro efecto y no estaba en conscientes condiciones.

Menos mal que tenía a Pablo, que había sido mi acompañante para esta fiesta de Halloween. Pablo, al ser futbolista, tenía que mantener sus cuidados. Uno de ellos es no beber, como claro es. Aunque recuerdo perfectamente la vez que se tuvo que quedar en mi casa de lo borracho que se puso, pero me prometió que fue la única y la última vez.

Gracias a su estado consciente, pudo acompañarme a mi casa. Que por cierto, ya no le faltaba nada de muebles. Lo último que me llegó fue la mesilla de noche de mi cuarto, haciendo que no faltará nada más.

Creo que la que más me echa en falta desde mi independencia es Marlie, que desde el móvil de mi querida madre me envía mensajes diariamente recordándome lo mucho que me echa de menos. Qué decir, tengo que admitir que algunas lagrimillas se me escaparon al ver sus mensajes.

Al llegar a casa, en brazos de Pablo, fuimos hacia el cuarto. Sentía mi cuerpo algo dormido y pesado, así que me aferré al castaño todo lo que pude.

—Con cuidado... —murmuró, acostándome en mi cama matrimonial.

—Qué majo eres, Gavira. ¡Guapo! —le dije, riendo con notoria borrachera.

—Tú sí que eres guapa, rizos. Anda, descansa. Que mañana te vas a enterar de la resaca que vas a tener.

Asentí lentamente, cerrando los ojos. Después sentí cómo me arropó, haciendo que mi cuerpo frío entratara en calor. Se acostó a mi lado y me abrazó, haciendo que yo cayera en un profundo sueño.

———♡———

Desperté con un terrible dolor de cabeza. La luz que se colaba por la ventana no hacía más que cagarme, haciendo que escondiera mi cabeza debajo de la almohada.

Después de un rato recapacitando, decidí luchar contra mi tremenda resaca y levantarme.

Al hacerlo encontré un papel, una nota. Frunciendo el ceño, la cogí y empecé a leer.

"Me tuve que ir a entrenar, rizos. Te he dejado una pastilla en la mesilla de noche por si te duele la cabeza. Nos vemos luego.

Atte: Gavira."

Sonreí instantáneamente al terminar de leerla: creo que esto me acaba de hacer el día.

No iba a tirar la nota, así que la guarde en una cajita de la mesilla.

Después de tomarme la pastilla —que como dijo, estaba en la mesilla—, entré a la ducha dándome un lavado rápido.

Al salir y vestirme llamé a Ali: tenía que contarle muchas cosas.

—Hola —me saludó mi amiga alargando la «a» al coger la llamada—. ¿Qué pasa?

—Hola. Nada, es que te tengo que contar muchas cosas...

—¡Es Pablo! ¡Madre mía!

Solté una carcajada al ver cómo descifraba las cosas tan rápido.

—Sí, es él. —le di la razón.

—Cuenta.

—Te lo voy a contar pero en persona. Ven a mi casa.

—Voy corriendo.

Y sin más, colgó. No pude evitar echarme unas cuantas risas, Ali era de lo que no hay.

No pasó mucho tiempo cuando el timbre sonó, rápidamente abrí la puerta.

—Vine tan rápido como pude. —aseguró, sonriendo.

Reí.

—Ya veo. Pasa.

Ella me hizo caso y entró cerrando la puerta.

—¿Cómo está tu abuela, por cierto? —le pregunté, dirigiéndonos al salón.

—Bien, no había sido para tanto. Lo que pasa es que mi madre lo exagera todo. Hierba mala nunca muere fue lo que me dijo mi abuela al yo hablar con ella ayer. —me contó.

Solté una carcajada sin descuido.

—Tu abuela es mi idola, en serio. —le aseguré.

—Como para no serlo.

Ambas nos sentamos en el sofá.

—Vayamos a lo interesante, mi querida Aída. Suéltamelo todo.

—Tuve sexo con Pablo antes de ayer —solté sin más, admirando su reacción.

Ella soltó un sonoro chillido.

—¡QUÉ! ¡Dios, Dios, Dios...! —exclamó, eufórica—. ¡Qué feliz!

Yo no pude hacer otra cosa que reír.

—Más detalles, por favor. —me pidió.

—Pues después de que te fueras por lo de tu abuela, vino a mi casa. Ahí fue cuando me soltó todo. —empecé a contar.

—¿Qué te dijo? —preguntó, impaciente.

—Me dijo de que al inicio pensaba que solo le atraía porque no le daba mi atención, pero que ahora sabía que quería más que eso —hice una pausa—, que quiere ser mío.

Ali soltó un chillido de una verdadera fan girl.

¡Dios, lo sabía! Solo bastaba con ver cómo te miraba, tía. Dios, qué bien. —habló, emocionada.

—Después lo besé y pues de ahí surgió.

—¿Y cómo fue el polvo? —preguntó, descaradamente.

Reí.

—Bien —hice una pausa—. Fantástico. —confesé.

—¡Yo lo sabía! Que ibais a acabar juntos. ¡Lo sabía!

—Sí, al final te tengo que dar la razón. —sentencié.

—¿Y ha pasado algo más?

—Bueno, ayer fuimos a una fiesta de Halloween los dos. Me trajo a casa porque estaba bastante borracha y se quedó a dormir. De hecho, me dejó una notita esta mañana. —le conté.

—Enseña, enseña. —pidió, sonriente.

Rápidamente, me dirigí hacia mi cuerto y saqué la notita. Ya de vuelta al salón, se la di para que la leyera.

—Ay, ¡qué mono! —dijo, devolviéndome la nota.

Sonreí, mordiendome el labio.

Sí que lo era.

—¿Entonces sois novios o qué? —me preguntó mi amiga sin más.

—Todavía no me lo ha pedido, ni yo a él. —le expliqué.

—Pues ya verás, lo vais a llegar a ser. Hazme caso.

—Después de todo, creo que sí que voy a tener que hacerte caso con tus predicciones.

Y con eso ambas empezamos a reír.

Holaaa. Aquí nuevo capítulo ¡Hasta mañana!

Atte: Ari la anónima ( )

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