𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗫𝗫𝗜𝗫. ❝ENEMY❞



➜ ᎒ ☈ ❁ ⸙͎۪۫ ⊰ CAPITULO XXIX.
❝ENEMIGO❞




La brisa era incesante y el calor del piso también. Tiamut estaba por despertar y era hora de comenzar con su plan, del cual no están del todo seguros pero es la única opción que tienen si quieren lograrlo.

— Haz lo tuyo, dios — le dice la castaña al telepata, quien le sonríe.

Activa su pulsera, pronto no sienten sus pies en el suelo y las conexiones aparecen dándole el poder supremo al controlador. La lava en el volcán cesa, indicando que está logrando dormir a Tiamut, mientras que Ikaris se da cuenta de lo que pasa y no tarda mucho en llegar.

Le dispara a Druig por las espaldas haciéndolo caer y antes de que se acerque, Aleska lo ataca cayendo al suelo.

— Quise hacer esto durante muchísimo tiempo — habla al traidor, este se levanta usando sus ojos láser, pero para su mala suerte, ella mueve sus manos enterrándolo en la tierra, ahogándolo.

— ¡Aleska! — le grita Sersi asustada. Y lo entiende, sabe que lo ama pero ¿lo ama tanto como para dejarlo vivir a pesar de todo lo que hizo?

— Los cobardes merecen morir.

Ikaris le dispara en la cabeza al verla distraída. Cae al suelo.

— Tal vez no tengo el suficiente poder para asesinarte, Aleska — le dispara en la cabeza para que no pueda levantarse, dejándole un daño severo que la dejó desorientada. Se gira caminando al otro lado. — pero a él sí.

Toma a Druig del cuello y lo lanza dándole con su rayo. Makkari grita con miedo, lo cual hizo que Aleska recobrara la consciencia en un segundo. Ikaris entierra al telepata entre rocas y tierra sin parar de apuntarle con sus poderes y al terminar, destruye el domo. La velocista lleva a sus compañeras lejos y recoge a los demás del transporte. El traidor vuelve.

— Druig murió.

Esa simple oración y el dolor en su corazón hizo que Aleska muriera por dentro. Sintiendo que había perdido parte de sí misma. La agonía llegó a su mente y cayó de rodillas llorando descontroladamente. El suelo empezó a temblar, el volcán volvió a encenderse mientras llovían rocas.

— ¡Aleska, para, por favor! — le pide Phastos cubriéndose del fuego.

El cielo se nubló indicando que habría una tormenta eléctrica.

— Aleska, escúchame — le habla Thena agachándose a su lado con rapidez — él no habría querido esto, ya para, es peor.

— Phastos, debo detener esto — habla Sersi decidida — mantengan distraído a Ikaris, iré a arreglarlo— va hacia el volcán.

— Puedes matar a Ikaris si quieres pero ya deja de hacer todo esto — Le ordena la peliblanca notando cómo del suelo se forman grietas gigantes.

— No voy a matarlo — murmura. Las venas de su rostro se iluminan en morado, apretando sus puños — voy a descuartizarlo.

Vuela buscando a Ikaris, donde lo halla peleando con Makkari dejándola herida. Aterriza a su frente.

— Vas a sentir lo que yo sentí.

El cielo se vuelve más oscuro y pequeñas gotas caen, los rayos persiguen a Ikaris, quien vuela intentando esquivarlos. Sin embargo, uno estampa directamente a él tirándolo al suelo. Aleska lo alza en el aire golpeándolo contra una roca.

Dispara bolas de fuego a sus ojos dejándolo sin vista y lo agarra por el cuello, mirándolo con todo la tristeza y el desprecio del mundo.

— Morirás no siendo sólo un cobarde, si no también un asesino.

Forma una rayo de su tamaño en su mano e iba a apuñarlo pero Phastos la empuja con sus poderes hacia él.

— Aleska, no lo hagas — la detiene, ella hace caso omiso e intenta acercarse nuevamente pero la aleja otra vez — ¡sé que te duele pero piensa en la familia!

— ¿Familia? de la familia ya no queda nada y no hará ninguna diferencia si lo dejo vivir— ríe sarcástica con dolor — mató a Druig...

Al pensar en eso, volvió a recaer. Cada vez que esa frase pasaba por su cabeza, no hacía más que debilitarse. Pero no. Debía asesinarlo. Mostrarle que nadie tomaría a un dios en juego.

Antes de que volviese donde Ikaris, el desviante de la villa apareció.

— ¿Por qué ayudas a Ikaris?

No responde y muestra el guante de Gilgamesh en su brazo.

— Thena, está tratando de provocarte.

Makkari lo rodea con su velocidad. Aleska aprovecha que todos están distraídos y vuelve con Ikaris. Crea arena movediza bajo sus pies e intenta volar, pero lo absorbe dejando medio cuerpo enterrado. El desviante la tira lejos e intenta absorber sus poderes, pero Thena le dispara dejándolo en el interior de una cueva para después ir allá a cumplir su objetivo.

— ¿Dónde está Sersi?

— Siempre la has subestimado— responde Phastos, él vuela — No ¡no te irás!

Retiene a Ikaris con sus artefactos.

— ¡No sé qué pienses pero para mí esto es muy satisfactorio!

— ¡Déjame ir Phastos, no puede hacerlo!

— Quise cortarte las alas durante muchísimo tiempo, Ikaris.

Aleska mira hacia el mar, donde se ve la cabeza de Tiamut saliendo del agua. Va hacia el jefe y se agacha a su frente.

— Puede que Druig te haya odiado, pero no más de lo que yo te odio a tí — afirma. Usa fuego quemando sus párpados y este grita — ¿Qué se siente perder algo tan importante para tí, Ikaris? tal vez puedas describirlo mejor que yo.

— No eres una diosa, sólo tienes esa creencia.

— Estás muy equivocado. Lo soy— ladea su cabeza — y eso me hace mejor que tú.

Saca el rayo dispuesta a darle en la cabeza, pero se detiene en seco al ver a Druig en su lugar. Sus manos temblaron y soltó el arma al suelo dando unos cuantos pasos atrás.

— Druig... — sonríe mientras las lágrimas bajan por sus mejillas.

— Vamos, libérame, muñeca.

Su expresión cambia de repente al escuchar la última palabra. Aquella que sabía muy bien de dónde venía.

— Él nunca me llama así— le lanza el rayo y mueve sus dedos quemando sus ojos, él grita de dolor. Ella le da una sonrisa dolorosa — y siempre usa el "mi"

Ikaris se libera de las riendas haciendo una pequeña explosión y se va volando para buscar a Sersi.

¿No vas a ir por él? — le pregunta Makkari al verla ahí parada sin hacer nada.

— Druig amaba la manera en que buscaba justicia, pero jamás quiso que fuese una asesina — responde firme.

— Va a matar a Sersi.

— No lo hará ¿Saben por qué? — niega, se da la vuelta mirándolos — porque la quiere, y sólo un monstruo le haría daño a la persona que más ama.

Y tal como dijo Aleska, Ikaris no lo hizo. Prefirió dejarla hacerlo que matarla. Los Eternos se elevan en el aire realizando la conexión una vez más, la cual ayuda a Sersi con Tiamut, convirtiéndolo en piedra y deteniendo el surgimiento.

— ¿Cómo lo hiciste? — cuestiona el inventor a la líder.

— Al tocar la palma de Tiamut sentí su energía llegando a mí, uniéndose con nosotros en la Unimente.

— Siempre me pregunté cómo habíamos logrado sobrevivir en los otros planetas... Nos conectamos con el celestial mientras surgía.

Nos volvimos uno... Hasta Ikaris y Sprite, todo gracias a Tiamut.

Aleska se aleja del grupo observando el atardecer púrpura en el cielo y al titan blanco. Una hermosa escena, en un momento horrible. Baja su mirada con melancolía recordando la última vez que admiró aquel regalo del mundo.《 Ahora estoy viendo uno, pero sin tí

Una flor florece a su lado. Frunce su ceño mirando a la izquierda. El aire regresa a sus pulmones al ver a Druig viniendo desde lejos con una sonrisa brillante. Makkari, igual de afectuosa, le había dado un abrazo. La diosa va hacia allá con rapidez y lo rodea en sus brazos cerrando sus ojos con fuerza. Queriendo jamás apartarse de nuevo. Miles de emociones fluyeron por su alma.

— Druig... — susurra tomándolo de las mejillas, al ver que se encuentra bien, le sonríe triste. Él deja un beso en la palma de su mano presionando sus frentes.

— Estoy bien, mi rayito — murmura con dulzura — estamos bien.

Deja otro beso en su mejilla con afecto y sonriendo para tranquilizarla.





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