𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗫𝗫. ❝WITH LOVE, DRUIG❞
➜ ᎒ ☈ ❁ ⸙͎۪۫ ⊰ CAPITULO XX.
❝CON AMOR, DRUIG❞
— ¿Por qué siempre debes tener algo qué masticar contigo? — pregunta Aleska confusa al ver que Druig saca de su pantalón una bolsa de nueces— no entiendo cómo no engordas.
— Digamos que controlar mentes es un ejercicio muy cansado y eso hace que mantenga mi esbelta figura—ella ríe.
Druig pensó que tener una cita con Alesk sería buena idea, aunque no sea bueno con ello, un pequeño detalle la alegraría ya que últimamente la nota distraída. Además de que desde hace días no se toman tiempo para ellos. Se sientan en un tronco caído, siendo aún de día, ya casi anochece.
— Como veo que te encanta ingerir alimentos, te he traído muchas cosas que pueden gustarte — la diosa deja caer su bolso lleno de comida — mantenerte lleno es mi prioridad.
— ¿Acaso vaciaste medio cultivo? es demasiado para mí... Mejor, no debo compartirlo — lo atrae hacia él rebuscando, ella ríe.
— Por Zeus, Druig, te dije que comieras pero no cada cinco minutos.
— Tómalo así; por cada cosa que coma, significa la cantidad de amor que tengo para tí sola, mi rayito.
— ¿Y cuánto es?
— Billones de células de amor — mueve sus manos al frente tratando de ilustrar
Aleska baja su mirada sonriendo. Druig deja un beso en su mejilla y continúa con su búsqueda.
— ¿Por qué no comes algo? — interroga el telapata con la boca llena.
— No, gracias, prefiero la comida dulce como... Un delicioso pastel de arándanos con queso.
— Esa fruta es difícil de conseguir por aquí. Prefiero la comida salada. — la diosa hace una mueca desanimada. Se acostumbró a comer casi todos los días una deliciosa tarta, ya que en Babilonia los arándanos se encontraban en exceso.
El sol no demora mucho en esconderse ayudando a que el cielo se ponga de color naranja. Aleska usa sus poderes cambiando el color a morado.
— ¿Puedes crear atardeceres? — asiente — Guau, es muy lindo.
— Los atardeceres simbolizan momentos de reflexión que nos invitan a pensar en lo que hicimos en el día o si son nuestros últimos minutos de vida, contemplar todo lo que vivimos — cuenta. Alarga las mangas de su suéter ya que empieza a hacer frío — antes los miraba porque extraña estar en casa.
— ¿Y ahora?
Lo mira fijamente — siento que estoy donde debo estar, con quien debo estar.
Druig sonríe sin mostrar sus dientes y se acuesta en sus piernas boca arriba. Aleska acaricia su cabello con suavidad.
— ¿Tú qué sientes cuando los miras? — cuestiona con curiosidad. Druig piensa un poco antes de responder.
— Tranquilidad— contesta, espera unos segundos antes de seguir — emoción, felicidad, alegría, ternura, amor, cali...
— Druig, en serio — lo detiene al notar que lo dice por ella.
— Ay, mi rayito, para mí tú eres lo único que veo. Te miro todos los días y no me aburres, eres hermosa y elegante, tan bella como un atardecer. Jamás terminaría de describirte — rueda sus ojos graciosa ante lo cursi que es — aveces pienso que de verdad me odias.
— Tonto.
Le da un golpe en el hombro con mucha fuerza, el ríe sentándose otra vez y se queja al final por el dolor.
— Ya que no quieres que continúe ¿Por qué mejor no hacemos otra cosa?
— Tengo sueño— murmura mirando a otro lado.
— ¿Segura? — la toma del mentón haciendo que lo vea a la cara. Él señala nuevamente sus labios — vamos, dame un beso, uno pequeñito, mi amor.
— No.
— ¿Sabes? me da curiosidad, eres demasiado firme con tus ideales ¿los chicos te invitan a salir? me imagino que debe ser difícil que obtengan al menos una respuesta— cuestiona con interés.
— Sí lo hacen, sólo no voy— sonríe egocéntrica. Druig ríe, su parte favorita del día es cuando Aleska saca su lado dios siendo superior. La expresión seria de su novia lo hace callarse — ¿de qué te ríes, idiota?
— No te enojes ¿Quién eres y dónde dejaste a mi Aleska que es un rayito de sol conmigo? — entrelaza su mano y mueve su cabeza — holaaa ¿mi cielito morado? ¿Estás ahí?
Ríe levemente. Se ponen de pie y Aleska se acerca, pasando sus manos por sus hombros.
— De repente quiero que hagas otra cosa — susurra mirándolo con unos ojos de cachorro para nada angelicales
— Mmm ¿Qué tienes en mente? — rodea su cintura con fuerza, ella alza sus hombros.
— Nada que te entusiasme.
Le da una sonrisa burlona alejándolo y camina yéndose. Druig toma rápido la mochila de comida siguiéndola. La manera en la que lo incita es demasiado psicótica, es tan grande su fuerza de voluntad que es capaz de reprimirse y no mostrar ni una sola emoción sexual con él. Raro, pero muy tentador.
— Ven aquí — murmura tomándola del brazo, pegándola a su cuerpo. Da una mirada a su alrededor viendo que no queda casi nadie en la villa — ¿a dónde vas?
— A mi cabaña — responde tranquila, él arruga sus cejas
— Múdate conmigo ¿sí? — pide, la diosa pone los ojos en blanco suspirando— mantendremos las cortinas cerradas para que nadie nos vea, lo prometo.
— ¿Y para qué quieres que esté contigo, uhm?
— Mi rayito, eres mi solecito, te necesito a mi lado a todas horas — finge un puchero triste— ¿Qué dices, mi hermosa, preciosa, increíble, fascinante y bellísima diosa?
Aleska sonríe levemente— está bien, lo pensaré... pero con varias condiciones.
Druig se aleja de ella alzando sus manos en señal de rendición. La chica camina en dirección a la cabaña del castaño y pasa como si fuese su casa, él se queda observando qué hace. Ponerlo a prueba será su primer paso si quiere que esté allí con él.
— Odio ver comida tirada, me da asco — habla para después verlo recoger con rapidez el desastre en el suelo. Mira la casa con detenimiento — tampoco me gustan las sábanas hechas una bola en la cama ¿has oído decir alguna vez que si vives en desorden, te da incomodidad?
— ¿Por eso es que tu casa parece lamida por una vaca? — alza una ceja.
— ¿Quieres que me vaya?
Druig se calla y procede a organizar la cama sin reproches. Aleska sonríe levemente con orgullo y se acerca a la entrada.
— Limpia tus zapatos antes de entrar con el tapete, llenas la cabaña de tierra y habrá que limpiar más — añade alzando una de las botas con solo dos dedos.
— ¿Mi novia se mudó conmigo o contraté a una mujer para que me diga qué hacer con el aseo? —susurra con gracia.
— Bien, entonces me voy.
Druig abre sus ojos asustado al notar que la escuchó y corre cerrándole la puerta antes de que la abra por completo.
— Ay, mi amor, no lo decía en serio— Aleska se cruza de brazos sin una pizca de burla— hice todo lo que me pediste ¿ya podemos dormir?
— Sí.
La diosa se dirige a la cama, donde se quita los zapatos y se recuesta dándole la espalda. Druig sonríe contento como un niño y se acerca a ella.
— Aleja tus manos de mí, no me gusta que me abracen por la noche— le niega antes de que la toque.
El telepata hace una expresión desanimada, aún así se queda pegado a ella. Las yemas de sus dedos acarician sus brazos y su silueta, lo cual hace que su piel se erize.
— ¿Tampoco un besito de buenas noches?
Aleska rueda sus ojos moviéndose para quedar boca arriba, gira su cabeza al costado mirándolo.
— ¿Me vas a dejar descansar? no es la primera vez que dormimos juntos, Druig, no seas chillón.
— No, pero quiero aprovechar cada segundo contigo — le da un pequeño beso en la mejilla— mis dedos no se quedan quietos cuando estás cerca.
— Eso sonó raro.
El telepata suelta una risita y acaricia su abdomen bajo su blusa. Ella remueve sus pies.
— ¿Sabes? estoy tan cansada que quiero gritar — Aleska le señala abajo con sus ojos mientras acaricia su brazo para que baje a su punto débil. Muerde su labio con fuerza.
— Te dejo dormir, debes estar muy cansada — sonríe con dulzura sin entender su indirecta.
Ella lo mira con seriedad y golpea su brazo para que la deje y se gira nuevamente a dormir con enojo. Druig alza sus hombros dándose cuenta que es muy bipolar y se dispone a dormir también.
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