𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗫𝗜. ❝MEMORIES❞

➜ ᎒ ☈ ❁ ⸙͎۪۫ ⊰ CAPITULO XI.
❝MEMORIAS❞






Aleska siempre pensó que las historia que le contaba su madre las pocas veces que se veían eran mitos. ¿Quién creería cosas tan absurdas como el amor? Sí. Ella. No sólo porque su progenitora es experta en ello, sino que heredó algunas de sus habilidades ocultas lo que le permite diferenciar entre el afecto amistoso y lo que es estar enamorado.

Pero no. Aleska no está enamorada. Mucho menos de Druig.

Deja sus cultivos al lado de la tierra completamente fuera de ese mundo. Su cabeza está llena de preguntas, dudas e inquietudes sobre la leyenda del alma. No sabe demasiado sobre ello y la curiosidad la mata. Da un vistazo detrás suya viendo a Druig distraído con varios hombres, aprovecha el momento para desaparecer a su cabaña y empezar a recoger sus cosas.

Una pequeña visita al mundo exterior no puede salir mal ¿verdad?

Sabe que la matará cuando se entere, pero Aleska no es una persona que se deje llevar por lo que digan otras, es un alma libre, le gusta vivir a su manera y se siente cómoda con ello, pero si Druig llega a saber lo más probable es que no acabe bien.

Echa llave a todas sus puertas y ventanas para dejar a Area a salvo mientras no está. El ave capta su atención con su silbido.

— Lo siento, no puedes venir conmigo— le niega de inmediato sabiendo lo que quiere — hazme un favor; si Druig entra, atácalo y... Si es alguien más también.

Vuela alejándose de los bosques con rapidez. Area es un animal confiable y segura al obedecer a su ama, por lo que jamás dudará en atacar cuando ella se vea en peligro. Las aves trueno son los más leales con sus dueños.

Aterriza entre la multitud de personas y observa a su alrededor, mirando los hermosos rascacielos y decoraciones de la calle, todo muy moderno. La gente con muy buenas vestimentas, para nada parecidas a las de ella, se mira a sí misma y continúa su camino sin más.

Se detiene de repente cuando sus ojos captan maniquís con una increíble ropa, muy creativa y con excelentes acabados. Entra a la tienda y se mete en el vidrio mirando más de cerca.

— ¡Hey! ¿Qué haces allí? — pregunta un hombre al verla. Se va de inmediato con rapidez. No debe llamar demasiado la atención.

A su lado pasa una pareja feliz, vestidos en conjunto, frunce su ceño extrañada por ese detalle. Está segura de que Phastos no ha diseñado nada de esas cosas. Una pequeña sonrisa aparece en su rostro al recordarlo.

— ¿Sabe dónde puedo encontrar información sobre algunos temas? — cuestiona hacia una mujer moribunda.

— ¡Dios está por venir!

— Eh... ¿Habla de Zeus? porque lo conozco, no creo que quiera bajar...

— ¡El fin del mundo está cerca!

La señora tira una botella de vidrio pero antes de que se rompa, Aleska la agarra con ayuda del viento regresándosela.

— ¡El diablo ya llegó, ayuda! — exclama huyendo de ella.

— ¡No, espere! No soy... ahg. — rueda sus ojos acercándose a otro grupo— ¿Dónde puedo hallar libros?

— Oh, en la biblioteca, a unas tres cuadras de aquí.

Asiente y se va a la dirección la cual señalaron. Cruza la esquina encontrando un gigantesco establecimiento de color blanco, pasa a recepción y se aproxima a la mesa.

— Busco libros sobre leyendas de Afrodita.

— Pasillo 23.

Vuela hacia las estanterías, la mujer se queda en shock mirándola buscar entre las lecturas. Aleska halla su libro y lo abre leyéndolo (estando aún flotando). Su objetivo es saber más sobre lo que pasó ayer entre ella y Druig. Al ver que se encuentra todo en orden, se va volando fuera de la biblioteca.

— ¡Oye, debes pagar eso!

Aleska llegó a la villa en la noche, todos dormían y quizás Druig no se había dado cuenta de que se fue. Pasa a su cabaña sin problemas y se queda en su lugar al ver al jefe parado en medio de la sala con una cara de pocos amigos.

— Debemos hablar, Aleska.

— ¿Sobre qué? — murmura escondiendo el libro detrás suya.

— Vamos al lugar de reuniones, aquí estamos muy cerca de las otras cabañas y pueden escucharnos.

Muerde su labio angustiosa y deja tirada su mochila de lana para ir detrás de él. Cierra las puertas gigantes del lugar.

— Si te ordeno algo, debes cumplirlo— comienza a hablar molesto — ¿a dónde carajos te metiste en todo el día?

— Sólo fuí a dar un vistazo a la ciudad, es muy linda, por cierto. No entiendo por qué no nos dejas ir allá. — contesta igual de seria.

— ¿Acaso no sabes lo preocupado que estaba por tí? ¡no puedes desaparecer así como si nada! Te he dicho que por nada del mundo cruces el límite y nunca me haces caso.

— Lo lamento si te molesto, pero tengo cosas que hacer en vez de perder mi tiempo aquí — da media vuelta.

— Regresa aquí— le habla con mano dura.

Aleska aprieta su mandíbula y vuelve a mirarlo — ¿Y qué quieres? ¿Que me quede en esta estúpida aldea por más de diez mil años? no soporto estar lejos de la realidad

— Ese mundo no es una realidad, Aleska, es lo que construyen para luego destruirse.

— Puedo ir y venir sin problemas...

— ¿Y si descubren de dónde vienes? O peor, lo que eres. Jugarían contigo como un experimento. Por favor deja de ser tan terca y obedece. Puedo quitarte a Area si quisiera como castigo.

Frunce su ceño molestándose — Sólo salí un momento, ni siquiera me fui tanto tiempo. ¡Por Zeus! Ya estoy harta de que quieras crear este lugar tan perfecto controlando a todos. Si de verdad quieres hacerles un favor a todos entonces libéralos.

— Sé lo que hay allá afuera.

— Pues te equivocas. No hay guerras ni violencia ahora, sólo libertad y es lo que tú no le estás dando a esta gente.

— Entonces vete si tanto te gusta estar con ellos. Olvídate de mí y vuelve a ser la misma persona egoísta que eras antes.

Baja su mirada tratando de calmarse.

— Puede que sepas mucho sobre las emociones humanas pero no tienes ni idea de lo que significa cuidar de alguien— Aleska no dice nada, sin embargo, no niega en su interior que esa oración le dolió bastante— Ah, y hazme un favor, cuando hagas una acción mínimamente importante por salvar a una persona, ni siquiera me avises. Probablemente en ese tiempo ya esté de buenas con Ikaris y haya dejado de estar enamorado de tí.

Iba a hablar pero él la mira con un semblante completamente serio que la hace callarse.

— En unas situaciones somos amigos pero en ésta soy el jefe de la aldea y te digo qué hacer porque eres una habitante más. Quizás pienses que estoy siendo malo pero lo hago por tu bienestar; si vuelves a cruzar el límite, te irás y no volverás a poner un pie en esta villa.

Se va cerrando la entrada de un puertazo. Eso la sobresaltó. Cada palabra que salió de la boca de Druig se sintió como una estaca directa al corazón y, a pesar de haberlo hecho y peleado con él después, siente que su culpa es más grande que su orgullo.




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