Capítulo 93.


Sábado en la tarde y toda la familia estaba reunida compartiendo una hermosa merienda. La mesa era lo suficientemente grande como para que todos entraran en ella, además, había dos invitadas especiales. Hoy Camila había llegado para conocer el hijo de su primo. Jungkook estaba acostado recibiendo algo de sol en su cuerpo, lentes de sol sobre sus ojos y sonriendo al saber que Jimin iba a regañarlo cuando lo viera.

Era un día soleado y aburrido, no podían culparlo.

—Aba...—decía el cachorro a su lado. Mordiéndose la manita y viendo al alfa fijamente. —Brrr...—hizo el sonido con su boca, logrando que saliva saliera de ésta.

Jeon alzó los lentes para verlo.

—¿Tren?

—Brrrrr...

—¿Carro?

—Brrrrr...

—¿Jimin?

Jung dejó salir una risita y movió sus piernitas con energía. Jungkook miró a lo lejos como el pelirubio hablaba con su prima. Miró al cachorro y luego a Jimin.

—Llámalo tú si quieres, estoy tomando el sol.

—¡Ahh! —gritó sonoramente y el alfa lo miró.

—¿Me acabas de gritar cachorro? ¿Quieres que te acuse con tu padre?

—Brrrr...

—Ahora verás maleducado de...

—¿Por qué no te has alistado? Ya casi está toda la comida lista...

Jungkook se detuvo de tomar a su hijo para darle nalgadas en su gordo trasero y se dio la vuelta. El omega lo veía con reprobación; unos momentos más tarde se encontraba cargando a Jung con una sonrisa. Jungkook se puso de pie y buscó el abrazo de Jimin. Dio un ligero respingo cuando la mano del pelirubio tomó una de sus nalgas.

—¿Por qué mejor no nos vamos arriba y hacemos algo más divertido? —dijo haciendo un puchero en un intento fallido de verse adorable.

—Porque no vamos a dejar a tu familia sola cuando quieren conocer a nuestro hijo. Eso es de mala educación.

—Pero Minnie...

—¡Aba...! —gritó Jung haciendo que cuatro ojos terminaran en él. Jimin sonrió y mordió su mejilla, logrando que el niño tomara su cabello entre sus deditos y lo jalara con fuerza.

—Ya lo dijiste, punto. —dijo el omega viendo a Jungkook. —Me pregunto a quién habrá salido tan brusco cuando juega. —espetó irónico haciendo una mueca.

—A mí no me veas. —Jimin alzó una ceja, luego subió un poco su camisa para dejar a la vista el camino de chupetes y mordidas que Jungkook había dejado impresas.

—¿Crees que tus mordidas no duelen? —dijo fingiendo estar enojado.

—Pero mis lamidas te gustan. —sonrió y se agachó para cargar a Jimin junto a Jung en sus brazos y caminar descalzo hasta la casa. Jimin aferró al cachorrito a su pecho, agradeciendo al cielo que no cayeran.

Una vez que llegaron, Camila sonrió al ver a su primo entrar por la puerta que llevaba al patio trasero. Brincó a la espalda de Jungkook muerta de risa y casi cayendo al suelo junto al alfa.

—¡Perra! —dijo Jungkook feliz.

—¡Zorro! —ella dijo divertida.

Jeon la abrazó y luego saludó a Lauren que estaba sentada en uno de los sofás con el teléfono.

—Date prisa maldito, quiero conocer a ese cachorro.

—Es gordo y hermoso. —dijo con orgullo. —Y perfecto, no hay cachorro más hermoso que el mío.

—Bájate de esa nube, que eso no lo cree ni el papa. —murmuró ganándose una mala mirada. —La mía será más linda, tonto.

—Pfff, si sale a Lauren sí. —Camila le golpeó el pecho indignada.

El alfa sonrió antes de subir las gradas, frunciendo el ceño al ver uno de los gemelitos gateando en pleno pasillo. Se acercó a él y lo recogió del suelo, viendo que comía una galleta.

Negó y lo cargó a la habitación, colocándolo en la cama. Ese era el bebe de Ho Seok, ahora estaba viendo las dos enormes letras en el techo de la habitación de Jungkook. Esas las que habían puesto ya casi hace un año.

Se alistó con molestia, no se iba a poner nada formal porque era burla. Así que decidió sólo colocarse un pantalón, dejarse las sandalias puestas, sin camisa y con el cabello arreglado. Salió cargando a el bebe de su primo en sus brazos y bajó para ver a todos hablando animadamente afuera. Pero no veía a Jimin por ningún lado. Su alfa le decía que lo buscara, así que no tardó en hacerlo. Sus piernas se movían solas por la casa, tratando de seguir el olor a aire de bosque fresco tan característico del omega.

En el caminó se encontró con Ho Seok, se veía agitado y preocupado. El alivio invadió las facciones del alfa cuando vio a su hijo en los brazos de su primo. Corrió hasta donde Jungkook y le quitó al bebe, posando su enorme mano en la cabecita del retoño.

—Malos padres y Jung Ho Seok. —dijo irritado. —¿Haz visto a mi marido?

—Yo seré mal padre pero tú, eres el alfa más descuidado.

Se fue caminando indignadamente y Jungkook continuó hacia afuera. Miró la entrada, donde estaba la fuente, nada. Los guardias no lo habían visto, tampoco las empleadas. Se frotó el cabello con nervios y luego iba ir hacia el patio trasero a preguntar dónde demonios estaba Jimin. Sólo que cuando pasó por una pequeña puerta, vio que afuera había un camino de pisadas. Salió de la casa y caminó. 

Vaya, había dejado de venir por este lugar desde que era un niño, era un pequeño espacio adornado de plantas, estrecho para dejar pasar a una persona a la vez y con las plantas bien crecidas, ya que llegaban a sus muslos. Siguió caminando, apartando una que otra hoja en el camino, hasta que llegó al final sólo para ver como su omega estaba de pie, abrazando a Jung como si su vida dependiera de ello. La cabecita del cachorro estaba escondida en el cuello del pelirubio, por lo que apenas se le veían sus cabellos, en comparación de la cabellera de Jimin.

Los brazos flexionados del omega, sujetando a su hijo como si ese fuera su mundo, el alfa podía ver desde donde estaba parado el amor que le tenía el pelirubio a ese pequeño. Y eso le aceleró el corazón, porque Park ya no era ese chico con miedo de todo, había superado su vida pasada, ahora era un adulto, con una familia hermosa que lo amaba y rico en todos los sentidos. El viento chocaba contra las hojas y los cuerpos de los tres, haciendo caer éstas y permitiéndole al alfa presenciar un momento que se le iba a quedar siempre en el corazón.

—Te amo, Jeon Jung. —fue lo que los oídos de Jeon escucharon, provocando tantas sensaciones en su cuerpo que no entendía cómo era posible.

Jimin besó la cabecita del bebé una vez más y se dio la vuelta, viendo a su alfa con una sonrisa y condenadas lágrimas rebeldes bajando sobre sus mejillas. Se acercó a él y lo abrazó, dándole las gracias por cada cosa que le había dado, vivido y compartido a su lado. Su hijo era lo más preciado que alguna vez en la vida pudo tener, cargarlo en su vientre por meses fue la experiencia más hermosa que pudo pasar y ser el omega de Jungkook fue lo más importante que alguna vez podrá recordar.

Ellos eran... eran un amor puro y sincero.

Minutos más tarde terminaron reunidos junto a la familia. Las chicas conocieron al amado cachorrito, una de las muchas personas de las que Jung iba a conocer. Entonces la tarde se pasó en eso, una típica reunión familiar, kilos de comida y cálidas charlas al azar. Jimin sonreía animadamente cuando hablaba, ya no se quedaba callado, no. Ahora él era parte de todo, ahora él era un papel importante en la familia. Ahora era un Jeon.



♦♦♦



—No... papi se va a enojar si...—el semejante pedo que se tiró el cachorro hizo que el alfa se jalara los cabellos. —Te haces encima.

Nam Joon respiró profundamente antes de llevar a su hijo a su cuarto. Hace un mes para ser exactos, le había comprado una hermosa casa a Yoon Gi, una donde hubiera espacio, pudieran salir a jugar al patio y disfrutar de una piscina. Claro que, tuvo que recibir a su suegra, cosa que no le molestaba, de cierto modo lo ponía feliz que estuviera con ellos, porque la Señora Min le daba ese toque maternal que todo hogar necesita.

Además cocinaba exquisito y le cambiaba los pañales a Seung

La pestilencia invadió las fosas nasales del alfa, quien miró reprobatorio a su hijo antes de quitarle el pijama y abrirle el pañal. No sin antes ponerse una mascarilla en la nariz.

—Bueno, por eso soy alfa. ¡No sirvo para esto! —se quejó sin saber qué carajos hacer al ver a su hijo esperando ser cambiado. —Entonces... le quito el pañal y luego lo limpio. Oh, la crema, sí, la crema.

Tomó el tarro entre sus dedos y lo abrió. Casi se muere cuando limpió todo rastro de material fecal de su hijo y botó el pañal a la basura como si fuera un desecho tóxico.

—Necesito que mi omega llegue pronto. —murmuró saliendo del cuarto del bebé, dando gracias al cielo cuando escuchó la puerta siendo abierta.

Suga sonrió, amaba ser recibido por los dos amores de su vida. Abrazó al alfa y besó la mejilla de su hijo con amor.

—¿Lo cambiaste? —preguntó divertido. Nam Joon rodó los ojos y se lo dio, buscando sus labios. No había que ser tonto para notar lo profundamente enamorado que estaba ese alfa del omega. Y, a la fecha de hoy, no era nada comparado por lo que estaba dispuesto a amarlo.




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