Capítulo 88.


Tae Hyung estaba mirando a Ho Seok con atención desde la puerta. El alfa estaba sentado en una silla mecedora con dos cachorros en los regazos y un libro entre sus manos, hablando en voz alta, les estaba contando un lindo cuento a sus niños. El omega estaba con una estúpida sonrisa de enamorado mientras escuchaba con atención al rizado. Su voz, la manera en la que a veces ponía mucha entonación para contar con más detalle la historia y ver a sus dos retoños viendo a su papi como si fuera un bicho raro, le aceleraba el corazón.

Sus tres razones de sonreír estaban ahí, en el cuarto de la casa donde habían dos cunas, decorado con muñecos para los niños. Uno de los gemelos tenía los ojos azules y otro verdes. Por eso la mitad del cuarto estaba de azul, mientras que la otra parte estaba de verde. Jung se levantó con ambos en brazos y los llevó a la cuna. Entonces Tae Hyung entró para ayudarle a colocar a uno de los pequeños en sus brazos y comenzar a mecerlo para dormirlo. El alfa hizo lo mismo.

Comenzaron a cantarles una canción a sus gemelos hasta que cayeron dormidos. Tae miraba a Ho Seok con un brillo en sus ojos, se acercó hasta su alfa aún con el pequeño en brazos para unir sus labios. El mayor sonrió y le correspondió con cariño, haciendo sonar un chazquido cuando se separaron, el alfa saboreando el sabor que quedaba en sus labios. El menor había tomado leche de fresa. Colocó a su retoño en la cuna al mismo tiempo que el omega acostaba al otro. Ho Seok se acercó para abrazarlo en el marco de la puerta viendo a los dos cachorros con una sonrisa, Tae Hyung lo abrazaba por la cintura.

—Se parece a ti...—dijo el omega con una sonrisa, pues el pequeño tenía los ojos verdes como el alfa, Seok le sonrió y lo besó una vez más. —Quizás salga alfa...

—Probablemente. —dijo tomando a su omega y haciendo que le rodeara la cintura con las piernas. Tae Hyung se dejó cargar como un bebé; cuidar de sus hijos lo tenía agotado.



♦♦♦



Jimin miraba con atención su estómago. Enorme, redondo, con la perfecta circunferencia del embarazo. Jungkook no dejaba de abrazarlo, las enormes manos del alfa lo tomaban con tanta posesividad y cariño que era imposible no sonreír. Tenía a su omega gordo y adorable, ¿cómo no abrazarlo todo el día? Jeon pasó su nariz por el vientre del omega como si fuera un cachorro jugando.

Estaban en la piscina de la mansión, merendando y disfrutando del sol un buen rato. Jimin tenía traje de baño, sin camisa. Jungkook sólo tenía un bóxer negro que le remarcaba toda la anatomía gracias al agua que tenía goteando por estar nadando. Jimin sonrió y bebió de su bebida con una sonrisa al sentir las cosquillas que le provocaba el alfa.

—Estás tan gordo y adorable. —sonrió el mayor, sus ojos nunca brillaron tanto como lo hacían al ver el hermoso vientre de su chico. —Y es mío.

—Tuyo. —dijo con una sonrisa, Jungkook pasó sus manos por toda la barriga del omega. Se relamió los labios al ver el sonrojo de Jimin antes de posarlos lentamente sobre la superficie dura.

Jimin se terminó la bebida en todo el rato que el alfa repartió besos por toda su anatomía. Le dolía un poco pero no era nada a lo que ya estaba acostumbrado. Había pasado noches enteras sin dormir por la falta de aire, pensaba que iba a morir en medio de la noche así que no pegaba ojo en toda la madrugada por el miedo. Jeon a veces se quedaba dormido en la empresa por cuidarlo, todo el día pensando en el pelirubio, dejándolo al cuidado de Maggie. Para Chung Hee y Sun Hee era divertido ver como su hijo presumía con orgullo las ojeras que tenía por cuidar a sus dos bebés. Al final del día siempre tenían su espacio para ellos. Sin embargo, pocas veces lo habían disfrutado en estos meses.

Soportaba los dolores de Jimin, sus antojos, sus cambios de hormonas, sus mordidas en su cuerpo, sus ganas de tener intimidad. Incluso era raro que a veces el mismo alfa sintiera una que otra necesidad de comer algo fuera de lo normal. Vainicas, siempre odió las vainicas y ayer por la noche su boca babeaba por probar unas. Jungkook sintió que fue como una burla a su persona.

El alfa se acostó a la altura del estómago de Jimin cuando éste se dio la vuelta buscando una posición más cómoda. Quedando frente a la barriga del omega y con sus labios a la altura del ombligo. Jimin acariciaba perezosamente los mechones rubios de su alfa, sintiendo un sueño abrumador atacarlo, normalmente le sucedía luego del almuerzo.

—Ay pero quien está grande ya. —dijo Jungkook con amor, sus manos no se podían quedar quietas cuando tenía a su cachorrito cerca. —Papi Jungkook tiene ojeras por tu culpa, pillo. —acusó divertido. —Además de que Jimin está esperando algún...—un ligero movimiento lo hizo callarse, un movimiento que ambos sintieron perfectamente.

Su bebé acababa de dar el primer movimiento.

Jungkook abría la boca tratando de decir algo, pero sólo salían balbuceos sin sentido. Cuando pudo reaccionar, fue cuando sintió el segundo movimiento, sonrió enormemente y conectó ojos con Jimin. El omega sonreía al mismo tiempo que hacía una mueca de dolor. Su bebé estaba moviéndose, reconociendo la voz de su papá.

—No amor, sigue, aquí estamos...—volvió a hablar cuando los movimientos cesaron. —Cachorrito...

El alfa colocó la mejilla en el estómago del pelirubio sólo para sentir la piel bajo la suya levantarse y moverse, sin saber si fue un piecito o una manita la que se movió. Jeon se sintió estúpido cuando quiso llorar de la emoción. Jimin le secó sus lágrimas derramadas.

—Ya te reconoce. —sonrió el pelirubio. Jungkook asintió sorbiendo su nariz.

—Sabe que soy yo... sabe que es mi hijo...—dijo con una sonrisa de felicidad.

Jeon se levantó sin retirar su mano del vientre del omega para poder unir sus labios. Jimin lo abrazó acariciando su espalda. Jungkook lo atrajo para que quedara sobre su cuerpo. Park cruzó cada parte de la cadera del alfa con sus piernas y acarició el pecho del mayor, viendo el hermoso brillo en los ojos de éste.

—Vamos a ser tan felices. —dijo el alfa viendo a Jimin como si fuera su mundo, como si fuera la única cosa en el universo a la cual apreciar. Él lo amaba más que nada en este mundo.

—Lo seremos. —aseguró con una sonrisa. Se dejó caer cómodamente en el cuerpo mayor.

Pasaron la tarde jugando, luego subieron arriba para compartir un buen baño. Jungkook cargó a Jimin todo el camino, sacando fuerza de donde no supo dónde para poder llevarlo hasta arriba. El pelirubio venía mordiendo el hombro del alfa con sus dientes, dejando que la saliva se escurriera en su piel y gruñendo levemente cuando tomaba una porción de piel de Jeon. Jungkook sólo se divertía escuchándolo. Su cachorro amaba marcarlo.

Cuando llegaron arriba, Jimin dejó de morder la piel de Jungkook, dejando su saliva en el hombro y parte de su cuello. Se puso de pie perdiendo el equilibro ligeramente. El alfa lo sostuvo y se dio la vuelta para buscar sus labios. Jimin sonrió, luego lo abrazó con fuerza. Buscó el elástico del bóxer del mayor para bajarlo, arrodillándose en el suelo para quitárselo. Jeon alzó los pies para sacarse la prenda; el aliento se le fue de la boca cuando su omega le besó los muslos y luego la cadera, donde estaba el tatuaje favorito del pelirubio.

—Amor...—dijo cuando los dedos de Jimin comenzaron a trazar líneas en su abdomen.

—Te amo mucho Jungkook. —dijo con una sonrisa. —No tienes idea cuánto, eres mi alfa, sólo mío. —besó los carnosos labios del alfa.

—Tú eres mi omega, de nadie más, mi pelirubio hermoso. Mi futuro esposo, el que lleva a mi hijo en su interior. —mordió levemente el lóbulo del oído del omega. —Mi omega.

Entraron al agua del jacuzzi. Jimin puso burbujas en el agua mientras que Jungkook hacía sus necesidades biológicas. El omega sonrió y entró al agua. Como la primera vez donde ellos tuvieron su cita y se conocieron por primera vez en la intimidad. Gracias a que la tina era muy grande, había pequeños espacios donde las personas podían sentarse, acostarse igual, pero Jimin estaba sentado. Pronto se le unió el alfa, sentándose en el fondo de la tina, con el agua hasta su pecho y la cabeza en las piernas abiertas del pelirubio.

—Estuve pensando...—dijo Jungkook, cerró los ojos y disfrutó del agua caliente de la tina y el cuerpo de su hombre como almohada. —Que pronto todo está listo para nuestra boda. Sólo faltan los invitados. —sonrió al sentir los labios de Jimin sobre los suyos.

—Es tu decisión. Los únicos que pido de mi parte son a Yoon Gi, la Señora Min y Nam Joon. —dijo tomando agua en su mano y dejándola derramar en el pelo del mayor.

—Incluso tuve la idea de decirle al estúpido de Jin. —Jeon se preparó para lo peor, incluso esperó que el cuerpo del omega se tensara, pero no fue así.

—Me vale, el que se va a casar contigo soy yo. —se encogió de hombros. —Dile si quieres.

—No me esperaba eso. —admitió con asombro. —Le diré, que lleve a su omega también.

—Tú sigues siendo mío. —Jimin pasó ambas manos por todo el cuerpo del mayor, sacándole una sonrisa. —Nada de alfas tontos.

—Jamás estaría con Jin, ni en un millón de años. —sonrió disfrutando de esas manos sobre su piernas y partes nobles. —Te amo Jimin, desde el primer momento amor. Desde el día que llegaste hasta la actualidad.

Las mejillas del menor se coloraron y besó repetidas veces los labios del alfa. Jimin acarició sus pectorales y lo abrazó a como pudo. Jungkook era todo lo que él pedía en la vida. Alguien que lo ame, lo cuide o lo cele. Que lo proteja de todos los que le quieran hacer daño. Alguien que lo viera como si fuera la luz que hay que seguir en medio de la oscuridad. Su amor era como ver el sol enamorándose de la luna. Una perfección tan hermosa y encantadora. Tan diferentes pero tan compatibles. Dos polos opuestos, almas gemelas, tal para cual, como quisieran llamarles. Ellos eran compañeros de vida, y eso estaba bien. Porque eran felices.



♦♦♦



El día era soleado, el viento corría de forma fresca. Los cabellos de Min Ho se movían rebeldes, como si estuviera usando una peluca. Sonrió y miró la manta sobre sus manos. Se volteó para ver a su alfa con el canasto en su mano y el cachorrito sobre sus hombros, jugando con el pelo del alfa, Jin terminando de bajar la pequeña colina.

Iban a tener un picnic.

Min Ho estiró la manta con una sonrisa mientras que el alfa lo veía con una sonrisa. El bebe venía riéndose solito, haciendo que sus padres sonrieran enormemente. El omega terminó de acomodar la manta sobre el pasto y se dejó caer al suelo. Estiró sus manos para que el mayor le pasara su cachorrito. Jin se lo dio con cuidado, después puso la canasta a un lado para que él pudiera sentarse.

No había nadie más que ellos. Estaban en pleno otoño, por lo cual las hojas de los árboles cambiaban de color a un rojo tinto. El día no estaba caliente, sólo fresco. Min Ho sonrió y le limpió la comisura de los labios a su bebito con un pañuelo para quitarle los restos de saliva. Qué asco.

Jin sonrió al verlos y sacó unas frutas de la canasta. Tanto el alfa como el omega y su pequeño, estaban descalzos, ubicados en medio de dos árboles, con el suficiente espacio para jugar y sin la molestia de que las hojas cayeran sobre ellos. Los dedos del castaño fueron a la boca del pelinegro para darle de comer una uva. Min Ho la comió con una sonrisa, colocando a su hijo en la manta. El cachorrito veía todo con atención, con curiosidad.

—Este sería un lugar ideal para hacerte el amor. —Jin lo atrajo a su cuerpo para abrazarlo. Min rodó los ojos divertido, el comentario le hubiera molestado si no fuera porque estaba de acuerdo con el alfa.

La tarde perfecta, el canto de las aves, rodeados de naturaleza. ¿Por qué esconderse en un cuarto cuando pueden disfrutar de hacer algo especial rodeado de la belleza que la naturaleza les regalaba? El omega besó la mejilla de Jin y se acomodó en su pecho, viendo con atención como el pequeño reía al ver las hojas caer. Suspiró.

—Se parece a ti. —murmuró sin despegar el ojo del pequeño. —Curioso, berrinchudo y terco. —dijo gracioso escuchando el gruñido del alfa.

—Y tiene tus ojos, tu cabello. —susurró el mayor acariciando el vientre del omega, donde estaba su cesárea. —Mi hijo es tan hermoso como mi omega.

—Yo siento que va a ser un alfa. —se terminó de acostar en el pecho del castaño, viendo a su pequeño jugar con las frutas al final de sus pies, Jin movía los de él ligeramente.

—Me agrada la idea. Sinceramente quiero un alfa, pero independientemente de lo que sea, voy a amarlo. —el alfa aspiró el profundo olor a lavanda y flores del omega.

Unas palabras como esas eran las que el pequeño buscaba; que le diera seguridad y confianza. Ladeó la cabeza al mismo tiempo que el alfa, sincronizados, sólo para buscar los labios del otro. El beso era lento, tierno, dulce y cariñoso. Jin lo besaba con una delicadeza que enloquecía. El omega movía sus labios tímidamente conforme el alfa tomaba el mando de la situación.

—Ho te amo...—dijo con la voz aterciopelada. Suave como la arena y sincero desde el corazón.

—Yo también lo hago Jin, desde el primer día. —dijo con un suspiro. —Te he amado desde siempre.

—Lamento todo el pasado, pero no me dejes, quiero que seas mi presente y mi futuro, junto a mi hijo. —sonrió al ver al cachorrito comer una banana, riendo al ver a sus padres abrazados. —Lo mejor que me han pasado.

—Tú cumpliste uno de mis sueños. —admitió algo avergonzado. —Un hijo tuyo, lo que anhelaba.

—¿Qué dices sobre tener unos cuantos más? —dijo coqueto. —Depende de ti, pequeño.

—¿Cuántos tienes en mente? —sonrió oliendo el cuello del alfa.

—Yo pensaba algo como todo un equipo de fútbol. —sonrió y volvió a unir sus labios.

Así quedaron, comiendo un poco, jugando con su bebe, besándose, disfrutando su tarde entre ellos. Quién sabe si el tiempo les iba a reparar el amado equipo de fútbol que Jin deseaba. Ese día justo antes de irse, el mayor recibió una llamada de Jungkook.



♦♦♦



—¡Ahí no! ¡A la derecha¡ ¡No tu derecha alfa tonto, a mí derecha! —decía la omega dándole instrucciones a Nam Joon.

—¡No me grite! ¡Su derecha es mi derecha! —decía enojado tratando de no caerse desde la escalera.

—¡Y tu madre es la mía! —gritó de vuelta.

Yoon Gi veía con miedo como su alfa se movía con cuidado para no caerse. El alfa estaba tratando de poner los adornos navideños. Pero su suegra lo puso a trabajar su día libre haciendo que lavara el techo y las paredes para poder decorar la casa. Min se tapaba los ojos con cada paso que daba el mayor. La distancia era considerable y podía... no quería ni imaginarse ni qué podría pasar.

—Si se mata yo misma te consigo otro. —dijo su madre pellizcando su mejilla.

—Se mata y quedo viudo. —se mordió las uñas. —Alfa cuidado...—murmuró con miedo.

Nam Joon terminó de poner la última luz color verde. Se limpió el sudor y miró hacia abajo para ver a su omega y alzar el pulgar con una sonrisa. Comenzó a bajar. Yoon Gi no abandonaba el miedo, su alfa estaba sin camisa y descalzo, podía resbalarse y caer. Se acercó para afirmar la escalera y que el mayor terminara de bajar. Una vez con sus pies en tierra, Yoon Gi no dudó en abrazarlo. Una distancia considerable separando sus cuerpos por el vientre del menor.

—Tienes que dejar de preocuparte amor, le puede hacer malo a nuestro cachorrito. —acarició el cabello del omega. —Te amo bebé.

—L-Lo siento... es sólo que... ya sabes...—balbuceaba tallándose las lágrimas que amenazaban con salir, un omega embarazado era el doble de sensible que una omega, al menos eso sentía Nam Joon.

—Ya amor, ya estoy aquí. No llores. —sonrió abrazando a su omega. —Te amo mucho, demasiado.

—¿A los dos? —sorbió su nariz.

—A los dos, incluso a mi odiosa suegra, pero los amo. —dijo con una sonrisa y besó los labios de Yoon Gi antes de cargarlo al estilo nupcial dentro de la casa.

Qué lindo es el amor.


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