Capítulo 85.


Jungkook lo tomó con cuidado y lo codujo hasta la salida bajo la mirada preocupada de los chicos. Jimin hace rato había comenzado a llorar, haciendo que el alfa del pelinegro gimiera de dolor por sólo verlo en ese estado. Subieron al auto y Jeon arrancó sin perder tiempo. Las calles por suerte estaban sin mucho tránsito. Iba camino directo al hospital privado, así que tenía que conducir al menos unos diez minutos más y a una velocidad alta.

Jimin sentía pequeños calambres en sus costillas además de como si una pequeña bomba estuviera en su interior creciendo, bueno, así era. Pero era raro sentir algo que no puedes controlar. Miró con una mueca de dolor a su alfa y se tomó el vientre, acariciándolo con el pulgar como solía hacerlo cuando le daban dolores y lograba relajarse.

—Respira mi rey, vamos, los dos. Uno...—Jungkook dio una profunda inhalación. Jimin hizo lo mismo, colocando su mano en el muslo del alfa. El pelinegro exhaló y Jimin le siguió.

Lo hicieron varias veces, siendo conscientes de cuanto lo necesitaban ambos. Lograron calmarse y los dolores del omega fueron cesando un poco, fue más el pánico del momento que el dolor que estaba sintiendo cuando dejaron la mansión. Jimin dejó de llorar y Jungkook pudo sentir como su alfa se calmaba. Aunque los dolores no abandonaron el cuerpo del pequeño, su corazón se había calmado.

—Tranquilo mi rey, todo está bien, no pasa nada. —el alfa quiso tragarse sus propias palabras. —Nuestro cachorrito sólo está jugando, luego lo voy a regañar. Sólo... sé fuerte...—dijo viéndolo a los ojos, tratando de tranquilizar a su omega.

—S-Sí... yo puedo... es sólo que duele...—susurró con cierta pena, no quería alarmar a Jungkook, menos que éste volviera a perder el control.

Llegaron al hospital entre varios quejidos por parte del menor. Jungkook entró exigiendo un doctor de inmediato, pero desgraciadamente tuvo que esperar a ver si había disponibles. La diferencia de los hospitales públicos era que sí se preocupaban por los pacientes la mayoría del tiempo, los privados usualmente eran los doctores los que decidían su horario. Jeon se hizo una nota mental para no volver por ahí y seguir llevando a Jimin a uno donde lo que importaba era la calidad y no el dinero. 

Diez minutos de pura tortura y la misma doctora que los atendió la última vez salió por un cuarto. Jungkook la miró irritado y cargó a Jimin hasta la habitación de emergencia. El alfa colocó al omega en la camilla y besó su frente para tranquilizarlo. La omega ya tenía puesto el artefacto que le facilitaba oír el corazón del pelirubio.

Lo colocó en el estómago de Jimin y la mueca que hizo provocó que el alfa gruñera en odio.

—Dime qué sientes Jimin. —dijo sacando la carpeta con el nombre del omega.

—Dolor... me falta el aire, me siento débil... siento...

—Como si una bomba crece. —terminó de completar. —Súbete la camisa.

Como siempre, el alfa tomó la delantera y con mucho cuidado lo subió, pensando que si tocaba el estómago de Jimin, éste iba a gritar del dolor. Vio con horror como la doctora esparcía el líquido similar a lubricante en el vientre del pelirubio y colocó el sensor, esperando la imagen en la máquina. 

El trataba de ser cuidadoso y llegaba ella y actuaba como una bruta. Gruñó en advertencia como un animal vigilando a sus cachorros cuando Jimin tomó su mano y la apretó con fuerza, dejando en claro que le estaba doliendo el tacto.

—Deja de gruñirme, lo hago porque tengo que hacerlo. —dijo viendo por fin la imagen.

El pequeño estaba más grande y al parecer se había acomodado en las costillas del omega. Necesitaba volver a su posición normal si querían que Jimin dejara de sentir dolor, pero tardaría un poco en hacerlo. Lo único que podía recetarle ahora era anestesia hasta que pasara.

—Jimin, tu niño se acomodó en una posición muy comprometedora, no puedo hacer nada más que darte analgésicos y medicinas. Hay varias pastillas que ayudan en el dolor y evitan que te sientas mal. Te las voy a dar y verás que en menos de lo que piensas vas a poder disfrutar del embarazo. —sonrió y tomó una aguja luego de preparar la anestesia.

En cuestión de segundos, la doctora había puesto la aguja dentro de la vena del omega. La sustancia tardó unos minutos en hacer efecto, efectivamente el cuerpo del pelirubio se relajó y sintió como el dolor iba disminuyendo; pudiendo regular la respiración y que el cuerpo de Jungkook se relajara.

La doctora veía mal al alfa, le había avisado lo que ese embarazo significaba. Al parecer decidieron tener el bebé, apostaba que todo fue a petición de Jimin. Suspiró y le sonrió al pelirubio, era tierno verlo. 

Como Jeon también le caía mal, le pidió las medicinas necesarias para poder cuidar a Jimin y salir de ahí. Cargó al pelirubio como si de una muñeca de porcelana se tratase; abrazándolo por la cintura y con su omega rodeándolo con sus piernas, recostando su mejilla en el hombro del alfa. Jungkook no se molestó ni siquiera en dar las gracias por el mal servicio. Sólo se fue caminando con su pequeño hasta el auto.

El silencio del pelinegro estaba poniendo nervioso a Jimin, el mayor no desprendía ninguna feromona que pudiera ayudar al pequeño a deducir cómo estaba. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el alfa carraspeó su garganta. Jimin bajó la mirada apenado.

—Yo...—habló Jungkook.

—Entiendo si lo odias...—dijo Jimin afligido, sus ojos comenzaron a picar.

—¿Qué? No, no mi amor... yo... quería decirte antes de todo esto... que vi una iglesia es linda... por si quieres ir a verla...—murmuró con la mirada gacha.

Jimin se acercó a él. Puso a Jungkook de espalda contra el auto y se acercó poco a poco, con algo de timidez, a la boca de su alfa para unir sus labios en un beso tímido. No era capaz de imaginarse lo mal que Jungkook la estaba pasando y lo mucho que se esforzaba para esconderlo. 

Mierda, sí que estaban peor de lo que pensaban. Jeon le acarició la mejilla sin dejar de besarlo con cariño, atrayéndolo por la cintura y sintiendo los brazos de Jimin enrollarse en su cuello.

—Deja de preocuparte... voy a estar bien. —dijo el omega en medio del beso, sintiendo el aliento del alfa colarse por su boca y ayudando a evitar el frío de la noche.

—Yo sólo... quiero poder llamarte Jeon Jimin...—dijo con un suspiro cansado.

—Lo harás Jungkook, no te aflijas. —dio otro pequeño beso en sus labios. —Te amo.

—Yo más amor. —lo abrazó fuertemente, suspirando el olor de Jimin, más suave, más delicado. Cualquier alfa que lo oliera detenidamente se daría cuenta de su embarazo. —Vamos a casa.

Jimin asintió y a como pudo caminó. La anestesia le había quitado el dolor y adormecido un poco su cuerpo, lo que le provocaba que sus piernas tambalearan.

Luego de quince minutos de viaje, bajaron del auto. Ho Seok y Tae Hyung se habían decidido a quedarse sólo para ver cómo seguía el omega. Una vez que lo vieron mejor, toda la familia se relajó. Sun Hee miraba con lástima y preocupación al omega y a su hijo. Chung Hee se acercó a ella y le frotó el hombro con su mano. Ella lo abrazó, viendo como una lágrima silenciosa bajaba por la mejilla de su hijo hasta desaparecer en su ropa.



♦♦♦



Humillación era todo lo que el omega sentía. Min Ho estaba siendo embestido lentamente como un muñeco sin vida mientras veía a su niño dormir en la cuna a una distancia de la cama, sus ojos llenos de lágrimas fijos en su hijo. Ignoraba los gruñidos de placer del alfa y los labios de Jin marcando su cuello. 

Él simplemente era un cuerpo sin nada de emociones. El alfa subió una de las piernas del omega a su hombro y besó la planta del pie ajeno sin dejar de embestir. Segunda noche que el castaño lo chantajeaba con su cachorrito por otra ronda de sexo.

El pequeño estaba cansado, hace unos días cuando Jin y él volvieron a tener intimidad lo había dejado mal. Ese día el alfa se había excedido un poco al penetrarlo como solía hacer en el pasado, ignorando los quejidos de dolor del omega y la petición de hacerlo con cuidado. Recibir el espeso semen de Jin fue como si le vertieran un poco de agua caliente en su interior, le había dolido más que nada. Luego de eso tuvo una pelea con el castaño por haberse encerrado dos días en la noche con su hijo y no dejar que el pelirrojo se acercara a dormir con ellos. Y ahora, Jin había aprovechado un descuido para quitárselo y volver a tener una oportunidad de tener relaciones.

Así que no le quedó de otra que volver a mandar su dignidad a la mierda y abrir las piernas para su alfa. Jin era enorme, por el alfa, ese hombre tenía tremenda longitud, que Min Ho a veces odiaba eso, el alfa no consideraba el hecho de lastimarlo a la hora de tener sexo, sólo procuraba enterrar su pene hasta que no se viera nada que no fueran sus bolas. En efecto, él lo sabía, pero con su pensamiento machista, pensaba que el omega lo disfrutaba más que nada.

El único que disfrutaba era él. Min Ho sólo esperaba el momento en el que terminara, su cuerpo ya valía mierda. Los últimos tres días de la cuarentena se fueron a la mierda porque su desquiciado alfa lo había vuelto a reclamar. Al menos no fue tanto el dolor, pues Jin no descargaba el nudo dentro. Lo que hacía era tener sexo hasta correrse y salir a tiempo.

Lo peor es que las paredes del omega lo estaban volviendo loco, Min Ho luego de la cesárea y el tiempo sin sexo se había vuelto tan estrecho, que el alfa sólo podía pensar en estar en su interior todo el maldito tiempo. El pelirrojo cerró los ojos al sentir el aumento de las embestidas.

—Te amo...—escuchó de la boca del hombre al que amaba. Esa asquerosa sensación de engaño y traición le llegaron a la garganta como si fueran arcadas.

Sonrió sin ganas antes de responder.

—Bien por ti. —dijo sin abrir los ojos para ver la reacción del alfa, no fue necesario, Jin detuvo sus movimientos.

—¿Por qué andas molesto? —dijo serio, empezando a desatar feromonas de enojo. Min Ho se encogió de hombros, como si el miedo que le tenía al alfa hubiese pasado a otra vida.

—No sé qué clase de alfa usa en contra a su propio hijo para obtener lo que quiere. —dijo sin una pizca de nervios. —Eres el peor engendro que ha pisado esta tierra, y yo tuve la hermosa desgracia de enamorarme de ti. —sintió como el cuerpo del alfa se tensaba.

Las palabras se enredaron en la boca del alfa por la sorpresa. Jin veía el recorrido de lágrimas de su omega y la respiración tan serena que tenía bajo su cuerpo.

—¿Cómo te atreves a...? —dijo pero pronto fue interrumpido.

—¿Hablarte así? Vamos. —rió sarcástico. —Estoy cansado por llevar un hijo dentro por meses, tengo veintiséis centímetros de carne dentro destruyendo mi sistema, un alfa que piensa con las bolas y una vida de porquería. ¿Y te vas a quejar de tu mierda? —al fin lo vio a los ojos. —Pensé que eras alfa por algo.

—Basta. —ordenó. —Si me sigues hablando así, no voy a responder por mis actos. —dijo amenazante.

—Y si sigues siendo el mismo imbécil del pasado. —entrecerró los ojos con odio. —No dudaré en pagar un abogado. Termina ya, ¿quieres? No me siento bien para que hoy decidas que no eres precoz. —gruñó desviando la mirada hacia donde estaba su pequeño durmiendo.

Jin gruñó fuertemente y dio cinco estocadas desmedidas para correrse dentro de Min y salir sin ningún cuidado, aún con su semen goteando. Se puso de pie, sus feromonas de enojo llenando toda la habitación. Caminó desnudo a la puerta y salió dando un azote.

Min Ho se permitió llorar, expulsando todo el semen que podía a través de su entrada. Se puso de pie y fue a la orilla de la cuna de su precioso bebe, acariciando la mejilla del cachorrito. Besó la frente del niño y dejó salir un sollozo.

—Te dije que te iba a proteger de todo. —sorbió su nariz y respiró profundamente calmándose un poco. —Y eso voy a hacer.


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