Capítulo 83.
Comieron mucho pastel mientras que jugaban. Jungkook le embarraba la nariz a su chico con el lustre mientras que Jimin lo ensuciaba cuando podía para terminar riéndose a carcajadas. Ahora el mayor tenía pastel por todo su torso y rostro, el omega reía al ver la nariz del alfa con un copete blanco. Él sólo tenía el rostro cubierto y un poco los brazos.
Era un copito de nieve.
Jungkook tomó otro poco de pastel y lo embarró en la boca de Jimin aprovechando que estaba distraído. Luego el alfa lo tomó de la cintura, conectando sus labios con los del omega. Jimin le rodeó el cuello con sus manos, sin importar que llenara de miel la espalda del pelinegro. El beso era inocente, con amor, cargado de cariño, demostraban lo que sentían con sólo hacer presionar esas puertas con las ajenas.
La ducha fue todo lo que necesitaban; un baño caliente lleno de vapor, el cuerpo del otro y una linda sesión de besos. El alfa no dejaba de soltar feromonas de felicidad. Las cosas iban circulando bien, no dejaban de sonreír, tanto que les dolían las mejillas pero era algo inevitable. Estaban en la tina, Jungkook acostado sobre el pecho del omega mientras se dejaba bañar. Hacer el amor había pasado a segundo plano, ahora importaban más sus caricias que el placer.
—¿Dónde quieres que nos casemos? —dijo dándose la vuelta para abrazar al pelirubio por la cintura, el agua cubriendo la mayoría de su cuerpo.
—No sé, en la iglesia más cercana. —sonrió, acariciando la mejilla del alfa. —Uhm... alfa... ¿permiten el matrimonio entre hombres? —dijo con cautela.
No es que la homosexualidad no estuviera aceptada en la sociedad, pues muchos alfas encontraban sus almas gemelas junto a otros hombres. El problema era ya pasarlo a un rango más alto como presentarse en una iglesia y declarar el santo matrimonio. Muchas personas continuaban negándose. Jimin lo sabía muy bien, por eso estaba preguntando.
—Hay siempre excepciones, nosotros vamos a casarnos, sí o sí. Nadie me va a quitar el privilegio de llamarte con mi apellido y ponerte el anillo de matrimonio.
—Nadie...—repitió con una sonrisa. —Te amo.
—Yo también. Espero que hayas pasado tu cumpleaños bien. —besó castamente sus labios. —El primero de muchos.
—Lo hice. —asegura. —Estuve contigo, me cumpliste mi sueño, me hiciste el amor, me diste regalos. —suspiró. —Aun cuando no te puedo dar nada, siempre me das lo mejor.
—Sólo pido al cielo tenerte a mi lado cada día. —dijo apenado por tener que confesar eso en voz alta. —Pido despertar contigo a mi lado y saber que vas a estar ahí siempre.
—Lo estaré... así como tú siempre haz estado para mí.
Amor, amor y más amor. Eso era lo que desprendían de sus cuerpos, cada uno de sus poros liberaba ese olor a prado lleno de rosas. Joder, su amor era tan inocente y puro. Ambos adoptaban una personalidad tan diferente a la que estaban acostumbrados que se sorprendían por el efecto que lograba tener uno sobre el otro. Dicen que la persona que amas te hace sacar tus mejores virtudes, ese lado dulce que tomo el mundo tiene escondido, para mostrarles a todos que alguien tiene poder sobre ti. Y si Jungkook había desperdiciado su vida cometiendo error tras error, definitivamente hubiera pedido un Jimin desde que tiene memoria.
Cuando salieron de la ducha se fueron a la cama luego de secarse. Ambos sonrieron, el brillo que tanto los caracterizaba brillando en esos cuatro ojos tan hermosos. Habían pasado mucho bajo el sol, ahora era tiempo de descansar, pero el alfa tenía otros planes.
Era tiempo de atender a su cachorrito.
Se acostó a la altura del vientre de Jimin y comenzó con sus habituales besos sobre la piel tersa del omega. Park sonrió y colocó sus brazos tras su nuca y flexionó su pierna izquierda, dejando al alfa metido entre ellas.
—Hola mi príncipe. —dejó otro beso en su ombligo. —Te haz portado bien mi niño, por eso te voy a contar un cuento para dormir...—colocó su oreja sobre el abdomen del menor, como si fuera a escuchar algo.
Jimin no quería decirle a Jungkook que sí había sentido un poco mal en la tarde. Cuando estaban jugando en la playa, se empezó a marear aun estando sentado y comenzó a tener dificultad para respirar. Sólo que lo disimuló muy bien.
—Había una vez... un alfa muy malo. —dijo el mayor viendo el pequeño bulto en el estómago de su chico. —Le gustaba tener el control de todo y salir de fiesta en fiesta...—Jimin ponía atención cuidadosamente. —Creía que la vida era fácil con sólo tener dinero... le gustaba salir con los que pensaba que eran sus amigos, tomar y tener noches de sexo. —suspiró. —Hasta que un día, la mamá del alfa le dijo que tenía que casarse para poder heredar una empresa. —sonrió con amor al recordar cómo inició todo. —Le dijo que tenía que traer a un omega, porque a ese alfa no le gustaban las mujeres...—dijo dando un pequeño lametón al estómago del rubio.
Jimin sólo podía imaginar todo lo que Jungkook estaba diciendo como si fuera una película en su cabeza. Le hubiera encantado conocer al alfa desde el principio.
—Un día... conoció un hermoso omega...—dijo sin dejar de mostrar lo encariñado que estaba con su hijo. —Se enamoró en el instante. Tanto, que supo que era el indicado. El pequeño era pelirubio y tenía unos ojos preciosos, el alfa estaba más que enamorado, pues siempre había querido un guapo rubio, que lo hiciera perderse en sus ojos. —le dio una rápida mirada a Jimin para ver el sonrojo del omega. —Pasaron por muchas cosas... pero nunca dejaron de amarse... hasta que su amor dio como resultado a un hermoso cachorro. —sonrió. —Ellos son muy felices, se aman tanto que llega a ser doloroso, ellos sólo esperan que su bebé nazca, esperan que la vida los siga tratando bien y que el pequeño esté pronto con ellos.
Todo quedó en silencio, ninguno se atrevía a hablar. Las palabras no eran necesarias. No era fácil tener ese pensamiento donde algún día Jimin daría luz y con ello su vida. El alfa se sentía como si estuviese muriendo poco a poco por un dolor que no era en su cuerpo, si no en su corazón.
—Feliz cumpleaños número diecinueve, amor. —se acercó a los labios ajenos con cierta timidez, uniéndolos con cariño.
Para Jimin fue el mejor cumpleaños, y eso que aún no llegaban a casa.
♦♦♦
Jin estaba sentado sobre el sofá. Un pequeño bebito durmiendo en su pecho mientras que el alfa estaba revisando el teléfono. No se separaba por nada del mundo de su hijo, lo había celado hasta con el propio Min Ho. Su pecho desnudo estaba caliente por la temperatura que su niño le trasmitía. En la televisión pasaban las noticias pero él no podía nada de atención.
Sonrió al ver a Min Ho con las cajas de pizza sobre la mano. Su estómago gruñó y se enderezó sobre el sofá, colocando a su cachorrito con mucho cuidado y se puso de pie para ir a abrazar al omega. Min Ho puso las cajas en la mesa, luego se volteó para que el castaño lo sorprendiera con un beso en sus labios. Min Ho sonrió, lo rodeó por el cuello, colocó sus manos en el cabello del alfa y lo acarició con amor.
—Quiero comerte. —dijo al romper el beso. El menor sonrió y negó. —Min Ho han pasado tres semanas...—dijo haciendo un puchero.
—Jin, siento como si fuera ayer que lo parí, no puedo todavía. —dijo sincero. —Anda, comamos.
A veces le molestaba que el alfa le pasara pidiendo sexo, de seguro pensaba que ahora que no estaba embarazado podía volver a tenerlo dentro como solía hacerlo en el pasado. No, el pobre omega todavía sufría de calambres y dolores secundarios. Pero al parecer el mayor no lo entendía. Además de eso, Jin se molestaba por tener al pequeño. Lo miraba como perro enojado, y el omega odiaba que llegara hasta ese punto.
Tomaron asiento, el menor viendo desde la cocina a su pequeño. Jin se quedó callado y se sentó frente al chico. Llevó un pedazo de pizza a su boca con notable molestia, feromonas de enojo llegaron a la nariz del omega. Min Ho suspiró y se fue a comer en el sofá.
Pero no pudo moverse dos pasos antes de que la mano del alfa lo detuviera.
—Se come en la mesa. —dijo enojado. —Siéntate.
Los nervios comenzaron a atacar al omega. ¿Por qué Jin estaba enfadado? Quería mostrarse fuerte, pero su omega era el maldito problema, temblaba de miedo al verlo. Bajó la mirada con sumisión e intentó caminar hasta su hijo.
—Te di una orden. —dijo usando casi su voz de alfa. —¿O quieres retarme?
—¿P-Por qué estás m-molesto? —esa fea sensación de cuando te sientes como un estorbo en una casa de no es tuya se instaló en el pecho del omega. Min Ho no quería pelear, joder, llevaban meses sin hacerlo.
—Quiero que te sientes en este momento. —apretó los puños.
—P-Pero Jin, nuestro hijo, q-quiero estar con él...
—Isaac puede esperar. —dijo aún más enojado. —¡Siéntate!
El pequeño omega no pudo resistir el miedo cuando Jin usó su voz de alfa. Sus ojos comenzaron a picar y de pronto no tenía apetito. Dejó la pizza sobre la mesa y no le dirigió la mirada al alfa. No entendía el comportamiento de Jin y sinceramente estaba comenzando a temer por su hijo. Suspiró y jugó con sus manos nervioso.
—Hoy dormirás solo. —dijo desinteresadamente comiendo de su pizza y bebiendo del refresco. A Min Ho se le dispararon los nervios.
—¿P-Por qué? —dijo con miedo. No, él siempre dormía con su niño desde que había nacido hace tres semanas. Dormían los tres abrazados y acurrucados.
Jin se encogió de hombros.
—Porque me da la gana.
—No, Ji... no he dormido sin él desde que nació... no lo hagas...—lágrimas abundando en sus mejillas.
—Qué pena, hoy dormiré yo solo con mi hijo. —dijo poniéndose de pie y comenzando a caminar hacia donde estaba el pequeño.
—Te daré sexo...—tragó saliva sonoramente con desesperación, arrepintiéndose de lo que estaba diciendo. —Sólo... no me alejes de él...—pidió sollozando.
Jin ladeó la cabeza con una sonrisa. Maldita sea, no es que el menor no quisiera tener sexo, es que obligatoriamente no podía tenerlo, su cuerpo no estaba listo para una penetración, mucho menos para recibir el semen de un alfa. Min Ho no podía creer que tenía que llegar hasta este extremo. Pero Jin le había dado en su punto débil: el bebé.
—Ves como nos entendemos. —dijo con una sonrisa antes de caminar y tomar a Isaac en brazos y llevarlo a la habitación. El omega los seguía por detrás sin dejar de derramar lágrimas.
Ya una vez arriba, el alfa colocó a su hijo en la cuna, volteándose para ver el cuerpo pequeño del menor. Min Ho vio como el alfa se deshacía de su ropa con rapidez. Le dolía el pecho por lo que Kim le hizo, utilizar a su bebé en su contra. No era justo, el omega del chico se resintió y quiso salir corriendo al ver el pene del alfa listo para entrar.
Jin se sentó a la orilla de la cama y palmeó sus piernas, indicándole al omega que se sentara en ellas para comenzar la acción. Se acercó con inseguridad y sin dignidad. El alfa le quitó todo rastro de ropa, dejando su cuerpo a los ojos dilatados de éste.
—Con cuidado por favor...
—Como sea. —dijo atrayéndolo para capturar su pezón. Min Ho gimió de dolor cuando los dientes de Jin lo mordieron muy fuerte.
Suspiró tratando de no pensar ni sentir, como si quisiera dejar su mente en blanco. No mostrar sus sentimientos, ni lo dolido y decepcionado que estaba con su alfa. Sólo iba a pretender ser un muñeco sin vida, al fin y al cabo, eso se sentía junto a Jin. Lo odiaba, pero no le había quedado de otra más que aceptar.
Jin se posicionó entre sus piernas. Iba a ser una larga noche.
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