Capítulo 80.
La noche continuaba mientras que una pareja de chicos se besaban. La luz de la luna iluminaba la playa mientras que Jungkook mantenía el cuerpo del pelirubio abrazado. La espalda del omega pegaba en el pecho del alfa, el mayor no dejaba de acariciar el vientre de Jimin, como tratando de que el viento que recorría la zona no le pegara en el abdomen. Todo el cuerpo de Jimin estaba estirado a lo largo de la arena, metido entre las piernas del mayor, éstas rodeando cada lado de su cintura.
Sus labios se encontraban con necesidad mientras que sus cuerpos sentían el calor del otro. La lengua de Jungkook lamía y recorría la boca del omega con amor y deseo. Los labios de Jimin era la droga del alfa, el menor acariciaba los muslos del mayor mientras que su cuerpo se relajaba escuchando el sonido de las olas. Sus pieles haciendo contacto era el calor que se brindaban. Jimin rompió el beso sintiendo sus labios hinchados; tratando de recuperar el oxígeno. El aliento cálido del alfa entrando a su boca, sonrió cuando la lengua de Jungkook dio un lengüetazo a sus labios antes de recostarse completamente en su pecho.
—La luna es hermosa. —dijo Jimin viendo esos destellos que la enorme estrella soltaba y reflejaba en el mar. —Siempre me ha provocado paz.
—O quizás porque tu animal la reconoce. —dijo con una sonrisa.
Jimin volteó completamente su cuerpo de manera que el alfa ahora tenía sus manos tapando cada nalga de su omega. Volvieron a unir sus labios, como si los treinta minutos atrás no fueran suficiente. Jimin acarició el pecho del alfa antes de romper el beso y comenzar a besar su cuello. El alfa suspiró y ladeó la cabeza para darle más acceso. Quería sentir a Jimin, pero algo lo detenía, por alguna razón sentía que lo iba a lastimar y no quería eso.
Suspiró y buscó los labios de su chico otra vez. Poco a poco se olvidaban del frío; ahora su concentración eran los labios junto con las caricias del otro.
Un quejido de dolor salió de la boca del pelirubio cuando sintió una punzada en su vientre. Hizo una mueca apretando sus labios. Se llevó la mano al vientre bajo la mirada preocupada de su alfa.
—N-No es nada... no es nada... tranquilo...—dijo tomando la mano del jimin antes de que éste se pusiera de pie para ayudarlo. —Sólo fue algo de momento...
La indignación y enojo recorrieron el cuerpo del alfa, haciendo que sus puños se apretaran. ¿Cómo Jimin no podía entender el daño que el bebé le estaba provocando? La línea recta en sus labios le daba a entender al omega lo molesto que estaba, sin embargo Jungkook nunca apartó su toque, de lo contrario, acostó a Jimin sobre la arena y descendió sus labios hasta el vientre del omega para dejar besos en el lugar.
Jimin sintió una que otra mordida, no era dolorosa, pero tampoco era juguetona, supo que Jungkook le estaba reclamando a su hijo por medio de actos, estaba mordiendo su estómago mientras que veía su piel enojado. Los gruñidos que salían de las cuerdas vocales del mayor eran esos típicos de cuando un gran danés jugaba con sus cachorros, esos gruñidos molestos que demostraban la fuerza y autoridad que tenían.
Jimin sentía como las manos de Jungkook se aferraban a su cintura con fuerza, sin llegar a lastimarlo, pero quitándose el movimiento de su pecho hacia abajo. No le quedaba de otra que quedarse abierto de piernas para darle mejor comodidad a su alfa y desviar la mirada.
—Deja. —Jungkook dio un mordisco en su cadera. —De. —otro mordisco. —Dañar. —otro más. —A. —uno en su ombligo. —Papi. —gruñó. Jimin a veces sentía la presión de los dientes de Jeon en su vientre, otras le daban cosquillas.
—Jungkook no lo regañes...—dijo con un puchero.
—No he terminado aquí. —gruñó algo fuerte. —Mírame bien cachorrito. —colocó su dedo en el estómago de Jimin. —Te estoy vigilando. Te amo como a nada en este mundo, pero si escucho a papi quejarse otra vez, te castigaré. Sí, te dejaré sin tus dulces. ¿Me oyes? Absolutamente nada de chocolate, ajá, llora hermoso, llora, eso te pasará si Jimin se vuelve a quejar.
—Jungkook, ¿qué demonios te..? —los labios del alfa reclamaron los del pelirubio en un beso cargado de amor. Sólo Jimin entendía la preocupación que el pelinegro sentía con ese beso. Su alfa la estaba pasando muy mal.
—Te haría el amor, pero mis bolas están cubiertas de arena. —dijo Jungkook sacándole una sonrisa a Jimin. —Vamos adentro amor, cada vez se pone más frío.
Park asintió y se subió a la espalda del alfa para que lo cargara. Cualquiera que los viera pensaría que estaban locos al ver dos hombres desnudos, uno cargando a otro, bajo la luz de la luna y el canto del mar.
Para cuando fue la hora de dormir, usualmente era Jungkook el que usaba a Jimin como almohada, pero ahora el omega era quien tenía de almohada al alfa, quizás de cama también porque además de tener sus piernas entrelazadas, Jimin sacaba una mano por el cuerpo del mayor mientras que la otra estaba sobre su rostro.
El pelirubio no era un chico de roncar, pero ahora no paraba de hacerlo y en un volumen alto, el problema de Jimin era que Jungkook estaba roncando justamente en su oído. El alfa tenía los ojos rojos por no poder conciliar el sueño y porque cada que estaba a punto de dormirse, su omega le pegaba un golpe que lo despertaba de repente. Obviamente que era sin intención porque el menor dormía, pero el morocho sentía que iba a matar algo.
Pero sin duda amaba eso, amaba desvelarse para ser la comodidad de su omega. Amaba que Jimin se aferrara a su cuerpo aún dormido como si lo fuera a dejar. También verlo como se movía para buscar una posición más cómoda, incluso cuando quizás su chico estaba teniendo un sueño húmedo y se restregaba contra su entrepierna. Simplemente amaba todo lo que Jimin representaba. De seguro al creador se le regó el polvo de ternura cuando estaba haciendo al pelirubio. Por quincuagésima vez en la madrugada Jeon trató de conciliar el sueño. Abrazó a Jimin y besó su cabello antes de ladear la cabeza en la almohada y cerrar los ojos.
♦♦♦
Tae Hyung abrió sus ojos en medio de la oscuridad. Vio que apenas eran las tres treinta. Trató de moverse pero se paralizó al sentir mojado su lado de la cama. Frunció el ceño y encendió la lámpara solo para encontrarse con agua y sangre esparcida en las sábanas. Se cubrió la boca y se volteó donde su alfa.
—Ho Seok levántate...—un grito salió desde lo profundo de su garganta, su cuerpo estaba empezando a expulsar a los bebés y con ello empezando el proceso de parto.
El alfa abrió los ojos, lo primero que vio fue a Tae Hyung tomándose el vientre. Se alarmó en el momento donde lo escuchó sollozando. Se puso de pie caminando hasta Tae Hyung para ver el desastre que estaba en la cama y el suelo.
Había llegado la hora.
—¡AH! —volvió a gritar el omega al sentir otra punzada horrible atacarlo.
—Vamos Tae, trata de ponerte de pie...—dijo el alfa buscando desesperadamente un bóxer. Hoy era una de esas noches donde odiaba dormir desnudo.
—Ho Seok... d-duele...
—Lo sé bebé... aguanta un poco...—dijo colocándose una pantaloneta y una camisa. —Vamos mi amor...
Lo cargó con un esfuerzo sobrenatural. Tae estaba pesando el triple que alguna vez lo hizo. Daba gracias al cielo porque estuvo yendo al gimnasio a levantar pesas en el último mes, pero nada se comparaba al peso que ahora estaba alzando, además de improviso, seguía medio dormido.
Los sollozos de Tae Hyung sólo lo obligaban a apresurarse. Una vez que se subió al auto arrancó a toda velocidad. Pasó sus ojos por el vientre de Tae Hyung sin dejar de conducir como animal, ya entendía por qué el omega gritaba, las manitas y piecitos de sus hijos golpeaban el vientre del peliplata hasta tomar la forma perfecta. Estaban exigiendo salir pero todavía no llegaban.
Luego de minutos de agonía llegaron al hospital. Ho Seok cargó rápidamente a Tae Hyung y entró a las instalaciones gritando por un doctor. Kim ya no podía aguantar, el parto lo tomó de sorpresa y necesitaba una cesárea en este instante. Segundos que parecieron eternos para ambos un doctor se acercó con una camilla. Colocaron al omega dentro y se lo llevaron de prisa al primer cuarto libre. Ho Seok los seguía desde atrás con lágrimas de adrenalina en su rostro. Por poco se pelea con los enfermeros que le prohibieron entrar a acompañar a su chico dentro. Lo último que vio antes de que cerraran las puertas fue como colocaban una bata sobre el cuerpo del mas joven y acercaban a un bisturí a su vientre.
Los nervios lo carcomían, si no dejaba de comerse las uñas y tomarse los rizos, se lastimaría a sí mismo. Todo pasaba tan rápido que no podía procesar nada. Una duda colándose en su mente.
¿Por qué el cuerpo de Tae estaba inmóvil...?
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