Capítulo 58.
Dos días después.
Miedo. Eso fue todo lo que pudo sentir el omega cuando su jefe, un alfa muy respetado, se acercó a él. Min Ho se encogía en su lugar, ese alfa le había estado gritando y reclamándole que había dejado tareas incompletas. Que la culpa de cuando lo quemaron era sólo de él, prácticamente le había dicho que era un inútil que sólo causaba problemas en la cocina. Pero no le dijo nada acerca de lo que Tae Min le hizo, o le hace a los demás omegas; por supuesto que no, no era la primera vez que un empleado le venía a llorar diciendo que el chef abusaba de ellos tanto física como emocionalmente. ¿Y qué hacía el jefe? Nada, se sentaba en la silla a reírse de ellos y pasarse las acciones que el otro alfa hacía por el par de bolas que se escondían en su ropa. Min Ho, a pesar de que se lo dijo con lujo de detalle, no fue la excepción. Así que tras de las feas palabras que ese hombre le dijo, no le importó el daño que más de un empleado estaba recibiendo.
—Un error más y te vas. —amenazó volviendo a su asiento.
El omega sorbió sus mocos y lo miró.
—No será necesario...—dijo calmado. —Porque renuncio.
Se puso de pie para salir de ahí, caminó por la cocina para recoger sus pertenencias. Estaba harto de que lo trataran como un objeto, de que le recalcaran la escoria que era y que no le brindaran el respeto que merecía. A partir de ahora, jamás se dejaría pisotear por nadie más.
Tae Min lo vio con una sonrisa de burla cuando se metió entre la puerta y el menor para obstruirle el paso. ¿Había dicho que no se dejaría pisotear por nadie más? Bueno, luego de lidiar con este alfa. Los sucesos de hace dos días los recordaba como si hubiesen pasado hace unos minutos. La forma en la que lo había tomado y obligado a tragarse su pene, como le había follado la boca hasta casi ahogarlo e inclusive como se había corrido en su cara sin arrepentimiento alguno, le había instalado un temor por ese hombre. Suspiró tratando de ignorarlo y seguir su camino pero Tae Min lo tomó de la cintura.
—¿Dónde crees que vas? Es horario laboral. —dijo restregando su pene en el cuerpo del omega. Otra vez. —¿A caso estás tratando de escapar?
—Tae Min, déjame...—formuló con miedo.
—Sabes, tu boca ha sido lo mejor que he follado en mucho tiempo. —los empleados continuaban en su trabajo, ignorándolos por completo. —No quiero imaginar cómo sería hacerlo en tu trasero.
—Y-Ya basta. —pidió encogiéndose en su cuerpo, cosa que el alfa aprovechó para tomarlo y comenzar a guiarlo afuera del restaurante.
—Mmm. —sonrió posando sus manos en la cadera del chico, oliendo las feromonas que emanaba. —Me encantan cuando huelen a miedo...—sonrió el chico. —Son como pequeños conejos, reconociendo a su cazador...
—Por favor...—lloró con miedo cuando el alfa intentó aflojarle los pantalones. —No lo hagas... estoy esperando un hijo...
—Me vale mierda tu hijo. —gruñó. —Me voy a enterrar en ti hasta que sangres, hasta que me grites que pare.
Min Ho comenzó a removerse para quitárselo de encima. Sus ojos eran una cascada abundante. Estaba entrando en pánico, no quería poner a su hijo en peligro, necesitaba hacer algo pronto, pero Tae Min ejercía mucha fuerza en él, por lo que le costaba moverse, además de que le dolía.
—T-Tae Min por favor no...—rogó cuando visualizó la erección del alfa punzando en sus pantalones. —Mi hijo...
Sintió como despojaban sus pantalones de su cuerpo. Cerró los ojos esperando lo peor, pero de pronto las manos que lo manoseaban ya no estaban, el alfa que estaba a punto de abusar de él detuvo sus movimientos. Min Ho abrió los ojos solo para darse cuenta de que otro alfa estaba golpeando a Tae Min una y otra vez en el suelo. Ahogó un gritó de miedo al ver como el rostro del chef se desfiguraba por los golpes que estaba recibiendo en ese instante.
Y cuando logró reconocer esa cabellera castaña, esa fornida espalda, ese hombre al que tanto había y continuaba amando, ahí, dándole su merecido al imbécil que odiaba, le hizo removerse en un sentimiento que no podía creer lo que estaba viendo.
Su cuerpo comenzó a perder la razón y cerró los ojos cuando visualizó que Jin lo miraba con sus ojos rojos, para quedar inconsciente.
♦♦♦
—Vamos, sé que podemos hacerlo. —dijo Jeon dando una leve embestida al omega. —Tiene que salir un cachorro de esta.
Jimin se mordió el labio inferior cuando Jungkook se dio el gusto de enterrar por completo su miembro. Al menos era la tercera vez que hacían el amor en poco tiempo, el alfa no salía del pelirubio hasta vaciar su última gota de semen en el interior del chico. El pelinegro se acostó sobre el cuerpo de Jimin sin dejar de penetrarlo, pasó sus brazos por debajo de los hombros del omega para abrazarlo, el ojimiel llevó sus manos a la cabeza del alfa para acariciar su cabello. Jungkook gruñó cuando las paredes de Jimin se apretaron a su alrededor, el mayor mordió su labio sin perder contacto visual de la reacción del pelirubio al recibirlo.
—Eres hermoso mi Jiminnie...—gimió el mayor cuando el susodicho acarició sus pezones dorados. —Y eres mío...
Jimin asintió sin dudarlo, pronto se encontraba gimiendo conforme las estocadas que el alfa le daba, fuertes y profundas, Jungkook a veces tenía que bajar el ritmo ya que el sonido de sus cuerpos chocando se escuchaba mucho y pues, aunque ellos estuvieran en una habitación un tanto apartada, el otro día el pelinegro tuvo que aguantarse las quejas de su hermano, pues se había levantado en la madrugada para ir al baño y había escuchado la orquesta que se llevaba a cabo en el cuarto de los chicos, no cabe decir que terminó abrazando la almohada toda la madrugada sin cerrar los ojos por el trauma que le había quedado. A la mañana siguiente parecía un zombi y odiaba a su hermano.
Los labios del alfa encontraron los del omega para poder comenzar una danza con sus lenguas. Jimin pasó sus manos de la cabeza de Jeon para poder instalarse en sus mejillas, las cuales estaban con una barba de al menos tres días, lo que le provocaba ciertas cosquillas en las manos y en el cuello cuando Jungkook lo besaba ahí. Park rompió el beso sintiendo que el alfa bajaba la velocidad, sonrió al sentir las caricias de su hombre en la espalda, el aliento de Jungkook entrando en la boca del menor. Jimin acarició la nariz del alfa con la suya propia.
—Creo que con de alguna forma, nos hubiéramos conocido. —sonrió Jungkook.
—¿Ah sí? —Jimin no ocultó su bella sonrisa.
—No creo en el destino ni en las coincidencias, pero definitivamente nosotros estábamos destinados a estar juntos.
—¿Crees que somos almas gemelas? —Jimin lo estaba abrazando con cariño. Jungkook tomó su barbilla y lo hizo verlo a los ojos.
—No lo creo. —sonrió. —Sé que es así.
Sus labios volvieron a conocerse, sus bocas encajaban perfecto, al igual que sus cuerpos. Jungkook hizo un círculo con sus piernas, dejando a Jimin metido entre éstas, los brazos del mayor se aferraron a la espalda del omega conforme ellos continuaban fusionándose, el pelirubio amaba sentir las manos de su alfa acariciando su cuerpo porque podía sentir el amor que Jeon le tenía con un simple roce, al igual que el alfa, amaba las manos de su omega cuando le rascaba la cabeza, cuando le hacía mimos, cuando le demostraba cuanto lo amaba con un acto tan simple como acariciarle la mejilla. Por eso y por mucho más es que Jungkook amaba a Jimin.
Sólo ellos saben cuánto duraron haciendo el amor, las feromonas de felicidad de ambos eran su droga. Jimin atrajo al alfa una vez más para besarlo en los labios, delineando el inferior con su lengua, haciendo que Jungkook profundizara más. Jeon se quedó quieto y acarició el cuerpo del omega, desde sus piernas hasta sus mejillas. Jimin se sonrojó y lo miró a los ojos.
—Gracias Kookie...—dijo provocando otra oleada de sensaciones al alfa por el apodo.
—¿Por qué mi rey? —dijo con una sonrisa.
—Por escogerme entre muchos otros...—dijo bajito acelerando las palpitaciones del corazón del alfa. —No sería nada sin ti.
—Yo tampoco sería nada sin ti. —el alfa dio una última embestida. Las muy familiares tiras de semen cálido se colaron en el interior del omega mientras ellos compartían un hermoso beso. —Te amo Jimin.
♦♦♦
Poco a poco, los ojos del pelirrojo se fueron abriendo, notando que estaba en su cuarto. Frunció el ceño y miró alrededor, dándose cuenta de que la noche ya estaba ahí.
Se talló los ojos. ¿Había sido una pesadilla? ¿Todo lo que le pasó en el restaurante? No recuerda nada, pero sin duda esa sensación de pánico no se iba de su cuerpo. Menos cuando se dio cuenta de que la luz de la cocina estaba encendida y unos ruidos provenían de ésta. Se dirigió con pasos inseguros, llevándose la sorpresa de que estaba en bóxer, con una camisa floja y descalzo. Tomó la lámpara entre sus manos por seguridad, caminó lentamente y cuando estuvo cerca, un delicioso olor se coló por su nariz.
Olía a lasaña.
Sus piernas flaquearon, su boca se hizo agua con ese aroma, producto de su embarazo. Se acercó más para encontrarse con la figura de un castaño, al igual que él, en ropa interior, sólo que sin camisa. Jin se giró con la bandeja de vidrio que contenía la lasaña para darse cuenta de que Min Ho lo miraba en shock desde la entrada. Le regaló una sonrisa, notando que el omega lo veía como si fuera un fantasma en medio de la cocina, colocó la lasaña en la mesa, luego se deshizo de los guantes de cocina y se acercó a su chico.
Min Ho lo miraba sin creerlo, no podía procesar el hecho de que el alfa estuviera ahí, frente suyo, con una sonrisa apenada. Fue el abrazo de Kim que lo hizo reaccionar un poco, parpadeó unos segundos, sus manos se controlaban solas, por lo que fueron a parar al cuerpo del mayor, verificando que en serio no era producto de su imaginación. Su omega despertó en el instante, obligándolo a aspirar el aroma de Jin.
Kim lo sostenía entre sus brazos, tenía los ojos cerrados y la babilla reposando en la cabeza de Min, oliendo el aroma de su cabello, rodeándolo por los hombros, sonrió cuando el menor le devolvió el abrazo, las pequeñas manos que lo volvían loco le acarició su espalda una y otra vez. Una pequeña distancia entre sus cuerpos los separaba por la pancita abultada del omega.
—Ya te tengo...—murmuró el alfa. Oh, esa voz, volverla a escuchar desde hace mucho tiempo. Su parte animal lloró de felicidad.
Min Ho alzó la vista a su alfa con los ojos llorosos, notando que Jin también estaba llorando en silencio, todo este tiempo lo único que había anhelado era tener a su alfa con él y ahora lo había salvado de otro alfa. Abrazó más fuerte al castaño y lloró, por todo el desastre que era su vida. Se dejó cargar hasta el sofá, refugiándose en los brazos del alfa, aferrándose a su cuerpo, Jin, su alfa, estaba ahí con él.
—Shh... tranquilo pequeño... no llores...—dijo acariciando el cabello del omega. —Ya estoy aquí, ya te tengo...
Las lágrimas del menor caían una tras otra por el pecho del alfa. Jin tomó la barbilla del chico con sus dedos, lo miró a los ojos y poco a poco se fue acercando, con algo de timidez, para poder besarlo. Min Ho volvió a sentir su corazón palpitar.
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