Capítulo 41.


Las cosas estaban tensas entre Min Ho y Jin. El omega estaba recogiendo sus pertenencias mientras que lágrimas salían de sus hermosos ojos y se mordía el labio inferior para evitar que sus sollozos escaparan.

Lo había decidido, no se quedaría más al lado del alfa.

Aunque eso para su omega interior lo mataba lentamente, estaba tan feliz cuando Jin le dijo que iba a estar con él durante el embarazo y le dio una tarjeta de crédito para satisfacer todas las necesidades que tuviera. Las veces en las que el alfa le preguntaba cómo estaba, si necesitaba algo, si tenía un antojo para poder complacerlo, y cuando terminaban haciendo el amor en la oficina del mayor.

—¿Acaso soy un muñeco de trapo para ti? —murmuró con la voz quebrada.

No volvería, no entraría nunca más por las puertas de la empresa Kim & Asociados. Tampoco es que estuviera huyendo con el dinero que el alfa le había dado, es sólo que estaba tomando las medidas necesarias de precaución, no estaba dispuesto a tolerar más maltratos, ni mucho menos poner la vida de su bebé en riesgo.

Llevaba casi un mes y medio desde la vez que le dijo a Jin que sería padre. Un mes y medio que las cosas entre ellos estaban bien. Min Ho no entendía el porqué su alfa había llegado gritando cosas groseras, pero sin duda jamás se lograría borrar de la mente la manera de como llamó a su pequeño. Él o ella, cualquier ser vivo que estuviera creciendo en su pancita, merecía respeto y amor. Si Kim no estaba dispuesto a darlo, entonces se alejaría, por más que eso le doliera. Ahora ya no pensaba por sólo él, si no por su pequeño también.

Cuando estuvo afuera de la que era su oficina, cerró y se volteó para caminar hacia la salida. Su suerte era tan mala que vio a Jin hablando animadamente con otro empleado, cuando conectaron miradas el alfa paró de reír y se despidió del beta antes de comenzar a caminar hacia su omega.

Min Ho quiso ignorarlo pero el alfa se interpuso en su camino.

—Oye. —la voz del alfa se notaba entre confusa y casual. —Quisiera hablar contigo.

—¿Tardarás mucho? Quiero irme lo más pronto posible...—dijo apretando su bolso.

Jin frunció el ceño, entonces miró que el omega llevaba sus pertenencias, eso le pareció raro, sin embargo no dijo nada.

—Sí. Verás, quería disculparme contigo...—el alfa tomó la barbilla del menor para hacer que lo viera a los ojos, pero el pelirrojo se alejó de su tacto.

No iba a volver a caer. Su instinto omega rogando por aquel tacto, pero se lo prohibió a toda costa. Su mente solo procesaba los hechos sucedidos hace unas horas atrás.

—Bien. —se limitó a decir. Intentó retomar su camino pero el castaño no lo dejó.

—¿Bien? ¿A qué te refieres? —dijo con el ceño fruncido.

—A que no me interesan tus disculpas, ya quiero irme, suéltame por favor...—dijo con la voz apagada sin saber de dónde sacó el atrevimiento de hablarle así a su alfa.

—¿Qué mierda? —preguntó confuso. —¿Y dónde crees que vas?

Los ojos del omega comenzaron a aguarse.

—Donde sea mientras esté lejos de ti. —dijo apretando su bolso por si tenía que salir corriendo.

—¿Pero qué...?

—Ya no puedo Jin. —lo miró a los ojos cuando una lágrima se escapó por su ojos derecho. —Ya no puedo más, no puedo martillarme la cabeza pensando el día donde pierdas el control y me llegues a golpear. —lloró. —Te amo, pero cada vez te encargas de destrozar los pocos pedazos de corazón que me queda y la esperanza de que alguien me ame.

—No digas eso...

—Pensé que estábamos bien, pensé que las cosas comenzaban a funcionar, justo cuando creo que me empiezas a amar como yo lo hago, me traes de vuelta a la realidad de la peor manera. —tomó un profundo respiro. —Lo siento, pero luego de lo que me hiciste hoy, no puedo arriesgarme a que me culpes otra vez por algo que ni siquiera sé qué es para perder a mi bebé.

—Nuestro bebé...—dijo el alfa.

Min Ho se atrevió a reír con sarcasmo.

—Sí, se nota que lo amas. No volveré aquí, y quizás tú y yo no volveremos a vernos, pero ¿sabes algo? Yo seguiré amándote, y cuando vea el rostro de mi bebé serás en lo primero que piense.

—No puedes dejarme fuera de esto... ¡no puedes! —Jin alzó la voz y el omega retrocedió.

—¿Qué quieres que haga? Luego de hoy, me demostraste que no puedo seguir confiando en ti. —agua salada salía de los ojos del menor. Cada palabra que salía de su boca lo apuñalaba en el interior.

—Sabes... sabes que amo a Jungkook...—los balbuceos del mayor sorprendieron al omega, además, olía a nervios. Min Ho lo miró una última vez con dolor.

—Es por eso que te dejo, amas a alguien que no lo hace y no te fijas alrededor para notar como yo me parto el corazón por aguantarte. —y con eso, se fue de ahí.

Quizás hizo lo mejor. Se había enfrentado al alfa, y además de eso, lo había dejado. Su omega lloraba y él no se limitaba a mostrarlo, estaba roto, roto por un hombre que no sabía nada más que dañar.

No importaba, no iba a dejar que dañaran a su hijo.






♦♦♦






—¡Quítense estúpidas, ahí viene! —gritó Ailed.

Jimin venía saliendo del ascensor con Yoon Gi a su lado. Las chicas corrieron a verlo, casi tropezándose con sus tacones y tirando de el cabello la una de la otra para que pudieran pasar.

—¡Ven aquí! ¿Te hizo daño? —preguntó Yon alterada. Tomó las mejillas del omega y lo acercó a su rostro en busca de alguna lesión. —¡Estábamos cagadas de la preocupación!

—L-Lo siento...—dijo apenado por tener tantas miradas encima.

—Lo único que puedes sentir es el pene del Señor Jeon. —dijo Mariel. Todas la miraron mal. —¿Qué? ¿Es cierto, no?

Las mejillas del omega se encendieron. Joder, ¿acaso ellas se imaginaban a su alfa y a él follando todo el día? ¿Cómo podían ser tan dementes? Aun así, ellas le agradaban mucho.

—No me lastimó. —dijo bajito. —S-Sólo...

—Jimin. —mierda.

Todos se voltearon hacia donde la voz provino. Las chicas palidecieron cuando Jungkook estaba detrás de ellas más que enojado.

—A ustedes les falta el café y las galletas para poder terminar de chismear en paz. —dijo enojado. Las betas y omegas bajaron la mirada. —Lárguense a trabajar.

Asintieron con la cabeza gacha y cada quien se fue a su puesto de trabajo. Jimin lo miró nervioso.

—Vete a tu lugar. —le ordenó a Yoon Gi .

Unos segundos más tarde miró a Jimin y le dedicó una mirada de despedida y compasión. Se fue a su puesto, llevándose la sorpresa de otro escritorio dentro de su oficina. Frunció el ceño y miró hacia la puerta para encontrarse un lindo alfa.

—Ya te echaba de menos. —dijo Nam Joon. Y los ojos del omega brillaron.

Jungkook miraba a su omega enojado.

—A mi oficina, ahora. —ordenó bajo la mirada de sus empleados. El pelirubio comenzó a caminar hacia donde le indicaron.

Jungkook lo siguió pero antes de desaparecer de la planta tres se detuvo.

—No quiero que nadie se arrime a mi omega para saber sobre nuestra vida privada. —gruñó en advertencia. —Sí descubro que así es, dense por despedidos. —amenazó y se fue.

Llegó a su propia oficina, y miró como su omega lo esperaba en el sofá que tenía ahí con una mirada nerviosa.

—Tienes que aprender una lección Jimin. —dijo Jungkook. —Nunca reveles nuestra vida privada.

—Lo siento alfa...—dijo tímido.

—Un lo siento no te ayudará hoy. —susurró. El alfa se acercó a él. Se sentó en el sofá y miró al omega.

—Alfa yo...

—Haz sido un chico malo Jimin. —dijo coqueto. —Quítate los pantalones.

Park frunció el ceño.

—Quítatelos Jimin, o serán más azotes. —sonrió Jungkook.

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