Capítulo 34.
—Si, deme ese por favor. —dijo el alfa señalando un IPhone dorado. —¿Cuánto sería? —preguntó sacando su cartera.
—Dos mil euros. —dijo amable la omega vendedora, viendo con un brillo en los ojos al mayor.
Bueno, Jeon Jungkook no era un hombre que se viera por las calles siempre. Además, todos sabían que era un empresario muy conocido. Varias de sus fotos se veían en la cuidad sobre carteles o tiendas.
El alfa le tendió una tarjeta y le sonrió amable a la chica. Quería irse ya para dejar de sentir la mirada de la omega sobre él y ver a su chico. No se había quitado la confusión. ¿Jimin le había colgado al propio o fue un accidente?
Dio gracias al cielo cuando salió de la tienda. Apretó los botones de un llavero y escuchó como su carro abría la puerta. Quería ir a acurrucarse con Jimin. Quería besarlo, quería abrazarlo, sentir el cuerpo del menor dándole calor, sentir como el omega le trasmitía tanto cariño con solo una mirada. Quería muchas cosas. Y Park era la causa de ellas.
Condujo hasta su casa. Salió del auto una vez que llegó. Ahora que lo pensaba tenía un poco de hambre. Bostezó por el cansancio y entro a la sala donde las miradas de preocupación de sus padres y hermanas lo recibieron. Se veían dolidos, como la vez que su abuela murió. Era un aura incómoda. Frunció el ceño. Justo iba a preguntar qué pasaba pero su madre lo interrumpió.
—Jungkook, gracias al cielo que llegas. —habló Sun Hee. —Algo pasa con Jimin.
En ese momento el corazón del alfa comenzó a correr, sin poder creer que el latido aumentara exageradamente en cuestión de segundos. Tomó los hombros de su madre y la miró a los ojos.
—¿Qué sucede con Jimin? —dijo alarmado.
—No lo sabemos... Hee Sook dice que se encerró en la habitación toda la tarde y no deja de llorar...—dijo con tristeza. Cuando llegaron se llevaron la sorpresa del omega llorando, sus sollozos causaban un sentimiento nada agradable.
—Hablamos con Ji Hyun por si tenía algo que ver en eso, pero nos dijo que no tenía nada que ver con el. —esta vez habló Chung Hee.
—Hemos tratado con todo, pero no quiere abrirnos la puerta. —dijo la omega. — Jung Hyun está tratando de convencerlo.
Jungkook no dijo nada. Subió apresurado las gradas dirigiéndose a la habitación que compartía con el omega. Trotó para llegar más rápido y sus ámbares vieron la figura de su hermano dando leves golpecitos en la puerta.
—Jimin... ¿qué dices sobre... sobre jugar con los disfraces...? —dijo el chico. —Podemos... vestir a Jungkook de princesa, pero abre por favor...
El sollozó que escuchó el alfa lo hizo sentir una opresión en su pecho. Se acercó a su hermano y lo miró confundido.
—Ya he tratado de todo y no quiere abrir. —dijo cansado, sollozos se escuchaban del interior. —Tú eres su alfa, a ti sí te hará caso.
Jung Hyun se fue escaleras abajo con el resto de la familia. Jungkook tocó la puerta con delicadeza para no asustar a su omega.
—¿Jimin? ¿Estás ahí? Ábreme amor... soy yo, soy tu alfa. —dijo esperando una señal, pero sólo escuchaba más y más lamentos. —Jimin por favor bebe...
—Vete...—escuchó desde la voz que tanto amaba. —Vete alfa...
—Jimin ¿por qué...? —no pudo terminar la pregunta.
—¡Vete! ¡Tú me odias! —lloró con fuerza.
Jungkook apretó los puños. Se lo había advertido. Dio un puñetazo en la puerta completamente enojado.
—Me vas a abrir esta maldita puerta ahora mismo. —su voz de alfa salió tan dura que hubiera hecho temblar a cualquiera. —No me hagas entrar por mi cuenta, no quiero lastimarte.
Los sollozos del omega cesaron un poco pero no se detuvieron. El sonido del llavín abrirse hizo a Jungkook empujar la puerta, entró con fuego saliendo de sus ojos y cerró con llave.
Vio al omega en la cama, hecho bolita con una cobija cubriéndolo. La manta se alzaba y bajaba revelando la respiración irregulada del pelirubio. Quería saber qué mierdas estaba pasando.
El alfa del mayor estaba furioso. Estaba a nada de tomar a Jimin y darle unas fuertes nalgadas hasta dejarle el trasero rojo. Pero decidió controlarse, necesitaba saber cuál era el problema con su chico. Sí, estaba enojado, pero eso no quitaba que su instinto le obligara a estar preocupado.
Su omega estaba llorando. Y eso era una tortura para él.
—Jimin, dime qué pasa. ¿Qué tienes? —dijo el mayor acercándose a la cama.
El pequeño se encogió más en la cama. Jungkook suspiró y se deshizo de su ropa, metiéndose al lado del pelirubio. Sus manos fueron al cabello del omega y comenzó a acariciarlo.
—¿Qué sucede mi príncipe? —Jimin lo miró a los ojos, sus orbes estaban opacados y muy rojos. Jungkook se mordió el labio preocupado.
—No me amas... me... m-me odias...—susurró bajito. Jungkook sonrió, su omega sonaba tan tierno.
—Sabes que eso es mentira, yo te quiero mucho. —dijo el alfa tomando la cobija y metiéndose junto al cuerpo de su omega. Jimin lo abrazó fuertemente.
—No... tú me vas a odiar... yo lo sé...—dijo llorando en el cuello del alfa.
—Yo nunca te voy a odiar bebé, jamás. Eres mi tesoro, ¿por qué te odiaría? —las palabras del mayor de alguna manera fueron calmando a Jimin.
El omega alzó la cabeza y lo miró a los ojos.
—¿No lo haces? ¿No me odiarás nunca? —preguntó con esperanza en la voz.
—Jamás bebé. —besó su frente. —Yo te quiero y te deseo. —Jungkook se acurrucó mejor en Jimin, llevándose la sorpresa de que su chico estaba en bóxer.
—Alfa yo... no quiero que me odies...—lloró el chico.
—¿Por qué piensas qué lo haría? —dijo el alfa mirando los ojos imperfectos de el omega.
El silencio lo estaba consumiendo en desesperación, sólo esperaba que sus feromonas no se notaran.
—Y-Yo sólo...—balbuceó. —No quiero que lo hagas.
—Jamás lo haré. —aseguró.
—Alfa yo te amo...
La respiración del alfa se detuvo al mismo tiempo en el que su corazón comenzaba a trabajar con fuerza. Se hubiera esperado cualquier cosa, menos la confesión tan inesperada que el omega le hizo.
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