Capítulo 100.
La vida a veces es tan irónica que sólo logra dejar a las personas con cara de póker. Las personas cambian, el tiempo pasa y muchas cosas que jamás esperamos ocurren de la forma más inesperada. Jungkook y Jimin lo sabían muy bien, ellos más que nadie podían afirmarlo. Un omega con un comienzo triste y ahora con una vida feliz. Un alfa despreocupado de la vida sin saber qué demonios hacer y actualmente con su familia, cada vez creciendo más. Su futuro ya estaba escrito, su vida iba a ser prosperidad a partir de estos años.
Gracias al omega que ama.
Si Jimin nunca hubiera aparecido en su vida, no sabría valorar lo que tiene ahora. No sabría amar a su familia como lo hace ahora. Sin él pelirubio continuaría drogándose, follando con cualquier omega que se le cruzara en el camino, divirtiéndose en fiestas y sin saber tomar la responsabilidad como lo es manejar una empresa.
Oh Dios, tanto había hecho ese pequeño inconscientemente, que toda la familia Jeon siempre estaría profundamente agradecida por el cambio tan grande y necesario que Jimin hizo.
Malos momentos pasaron, muchas lágrimas se derramaron. Pelearon, se amaron, se enojaron y sonrieron. A pesar de todo ellos continuaban al lado del otro. Su amor era puro y radiante, era hermoso en todo el sentido de la palabra, los dos chicos estaban acostumbrados a escuchar por ahí un: "quisiera un amor como el de ellos".
Eso era lo que provocaban, ganas de tener a alguien con quien compartir los mejores momentos de sus vidas, como lo hicieron Jimin y Jungkook. Tener esa confianza de mostrar tus más raros y vergonzosos lados con alguien que los acepte.
Ellos se aceptaban sus errores sin importar qué.
Nueve meses después Jimin tuvo a su segundo hijo y su primogénito iba para el añito. El alfa no quiso admitir haber llorado al ver a su nuevo bebé, pero sólo Jimin sabe cuántas lágrimas derramó el día de su parto. El cachorrito había nacido en buen estado, así como el omega soportó el embarazo de nuevo. Bromeando con su alfa que debía acostumbrarse a eso de morir unos segundos cada nueve meses. Jeon sonrió y le besó los labios, mostrándole lo mucho que lo amaba con sólo un acto.
Más tarde con el tiempo ellos se independizaron de la mansión donde habían vivido muchas cosas. Jungkook compró una nueva sólo para su familia, prometiéndole al menor que la iban a llenar con sus cachorritos. Y eso que la mansión de ellos tenía treinta habitaciones, veinte baños, cuatro jacuzzis, siente balcones, tres piscinas, cuatro salas de juegos, algunas con mesas de billar para los adultos. Dos fuentes en cada uno de los jardines y un rancho en el cual se podían divertir sus futuros bebés.
Quizás sí había sido un poco exagerado en los gustos, pero el simple hecho de imaginarse a cada pequeñito disfrutando de la vida que podían ofrecerle le ensanchaba el corazón de una manera increíble.
Ahora ellos estaban cargando cada uno sus hijos, Jimin tenía a su nuevo bebé en brazos mientras que Jungkook gruñía porque su otro retoño quería morderle la nariz, sus dientitos estaban saliendo y le picaban las encías.
—Me muerdes y te muerdo. —amenazó el alfa viéndolo serio.
—Lo muerdes y te muerdo a ti. —dijo Jimin sonriendo, abrazando con amor a su pequeñito. Sintió la mano de su alfa atraerlo por la cintura y conducirlo hasta la enorme, pero enorme sala de estar.
—¿Eso es una amenaza? —ronroneó mordiendo al oído de Jimin, luego bajando su nariz por los hombros de éste para poder ver fijamente a su otro cachorro. Park lo acercó al rostro de Jungkook para ver cómo el pelinegro daba una profunda inhalación a la cabeza de él bebé y le dejaba un beso plantado en su frentecita. Y el menor le dio una cachetada a Jungkook.
—Tómatelo como quieras. —dijo divertido al ver como su hombre se sobaba la zona afectada y regañaba a su bebé mayor. —Y no regañes a tu hijo, estaba jugando.
Oh sí, Jungkook amaba lo sobreprotector que era el pelirubio con sus hijos. Un día iba a nalguear a su hijo por haber hecho un desastre con sus juguetes, jalarle el cabello, lanzarse un gas en su cara y vomitar su camisa favorita. Pero en ese momento llegó el omega y bueno... el que terminó nalgueado fue un alfa en vez de un cachorro.
—Te amo mi rey. —dijo en el oído del pequeño sintiendo como Jimin buscaba el calor de su pecho con su espalda.
—Yo más Jungkook , por todo lo que hemos vivido, no sabes el amor que te tengo. —suspiró. —Y-Yo... yo te amo tanto...
Pero las palabras no eran necesarias, el alfa podía sentirlo; sentía esa corriente invisible atravesarle el cuerpo como si fueran pequeñas hormigas correteando su organismo, un amor hermoso que quemaba su pecho de una manera placentera. El alfa amaba esos momentos donde su omega le traspasaba todas sus emociones.
Lo atrajo a su cuerpo, dejándolo cargar sus dos cachorros a Jimin. Los abrazó con fuerza, haciéndoles saber lo mucho que los amaba, recordándole esa vez con los gemelos de Taehyung, ahora su sueño era realidad, tenía a sus propios pequeños jugando junto su alma gemela. Jungkook sonrió y es escondió su sonrisa en la nuca del omega.
—Dos hijos y aún sigues conmigo...—mordisqueó el hombro del pelirubio.
—No te voy a dejar tan fácil, Jungkook. —sonrió viendo como su pequeño acariciaba la mejilla de su hermanito dormido. Su cachorrito sabía que tenía un nuevo hermano.
Una linda canción estaba sonando en la estéreo. En eso Jimin comenzó a cantarla, el alfa amaba la voz de su chico, era ronca y masculina a la hora de cantar, lo sabía porque el omega siempre les cantaba a sus retoños para dormirlos, o dormir a Jungkook cuando no podía. Le cantaba en el oído lindas canciones que lo relajaban
—Donde quiera que miro, estoy rodeado de su presencia... bebé puedo sentir tu resplandor, sabes que eres mi salvación...—dijo bajito. La voz de Jimin parecía tener un efecto mágico, sus bebés estaban durmiéndose. —Eres todo lo que necesito y más... está escrito en rostro, bebé puedo sentir tu resplandor... pidiendo que no se desvanezca...—y quizás Beyonce era una de las tantas artistas favoritas del omega.
—Una vez me dijeron que el amor era algo difícil de encontrar. Que el omega perfecto para mí estaba escondido en algún lugar. —dijo con amor. —Luego llegaste y me hiciste dudar. —besó su mejilla. —Jeon Jimin , no sabes lo que hiciste en mi vida.
—Hice en la tuya lo mismo que hiciste en la mía. —se recostó sobre el pecho del alfa, no se había dado cuenta del cansancio que tenía hasta que cerró los ojos. —Sólo me hiciste feliz, Jungkook. Y quiero que sepas que eso es suficiente, te amo.
—No, yo te amo a ti Jimin. —sonrió. —¿Eso está bien?
—Lo está amor. Te amo. —dijo con una sonrisa y unieron sus labios una vez más. Juntaron sus frentes y se dieron calor el resto de la noche al lado de sus cachorritos.
♦♦♦
Mientras tanto Ho Seok y Taehyung le enseñaban las primeras palabras a los gemelos. Taehyung estaba sentado en las piernas de Ho Seok, uno de ellos jugando con el cabello del alfa, el cual estaba un poco crecido, Y el otro mirando directamente la boca del omega, tratando de imitarlo.
Ho Seok sonreía con ver a su hijo. Uno era muy brusco cuando jugaba, en cambio el otro era más tranquilo y buscaba más el calor de Taehyung. El alfa acarició el cabello castaño del peliplata y lo atrajo a su pecho.
—¿Tienen hambre? —preguntó en un ronroneo. Taehyung asintió.
Besó sus labios nuevamente y metió su mano bajo la camisa del menor, acariciando su vientre. Taehyung hizo un movimiento provocador sobre su entrepierna.
—Hoy cocino yo. —el rizado besó muchas veces los labios del omega. —Fideos maruchan.
—Eres un...
—Te amo. —sonrió. Colocó a los retoños a un lado para poder levantarse. Kim se dio el lujo de verle el trasero cuando encendió la luz de la cocina. Luego retomó su vista en los bebés, quienes lo veían acusatorios.
—¿Qué? Ya sé que papi no tiene trasero, pero eso no me impide ver. Ustedes van a hacer lo mismo y... oh basta. Vamos digan: pa-pá. —dijo viéndolos a los ojos. Tener una familia fue como lo único que le faltaba a sus vidas. Ellos vivieron muy felices los próximos años.
♦♦♦
Jin y Min Ho se casaron con el tiempo y tuvieron al nuevo integrante de la familia. Una linda niña, una pequeña que Kim amaba. Su nombre era Sunny, el alfa juró amarla y protegerla de todos los alfas hediondos que se atrevieran a acercársele. Ellos estaban más unidos que antes, al menos Jin estaba conforme con sus dos hijos, por ahora. Además, el omega amaba ver como su alfa los mimaba a los tres cuando llegaba del trabajo, aunque estuviera cansado, tenía tiempo para sus pequeños. Min Ho había cumplido la edad de veinte años el mismo día del nacimiento de Sunny.
Kim dejó de ser un imbécil y ahora no trataba a su esposo con nada que no fuera amor y respeto. El alfa se había tatuado el nombre de sus hijos más las fechas de nacimiento.
También los había metido en el testamento tan pronto como pudo. Si alguien iba a heredar una de sus fortunas serían sus pequeños o su omega, confiaba en su omega para saber que haría lo correcto en cualquier emergencia.
Disfrutaban cada día juntos como si fuera el último, al menos Min Ho pudo tener su final feliz, ya no sufría ni lloraba. Ya no se preocupaba porque algún día le llegase a faltar algo a sus pequeños. Nada de penas ni tragedias. Sólo felicidad y amor, algo que le duraría siempre junto al hombre al que amaba.
♦♦♦
Entonces Yoon Gi miró a Nam Joon y le sonrió. El alfa estaba vistiendo a su hijo para poder salir de compras un rato. La pareja era feliz estando juntos. Se reunían una vez al mes con Jungkook y Jimin. El pelinegro le había aumentado el sueldo a ambos y pagado todas las deudas de la Señora Min usando la excusa de que era su regalo de navidad, pero la verdad era que quería agradecerle de cierta manera su ayuda por traerle al pelirubio a su vida.
—¿Suga? —la voz de Nam Joon lo sacó de sus pensamientos. Los ojos del omega se encontraron con los del alfa.
—Dime hermoso. —se acercó hasta el alto cuerpo del alfa.
—Verás yo...—sus mejillas estaban completamente teñidas. —E-Es que... quería... ya saber que nuestro hijo es muy lindo... y-yo...
—Otro niño amor. —sonrió abrazándolo. —Disfrutemos este y luego te complazco con los que quieras. No te voy a dar sólo uno, menos cuando mamá está esperando unos diez.
—Te amo tanto. —dijo besando la frente de sus hijos.
—Yo no. —dijo Min divertido. —Nunca peleamos y se me hace raro, eres un sumiso. —besó sus labios castamente provocando un chazquido.
—Odioso. —murmuró con amor. —Soy el alfa más dominante y recto que existe.
—Y yo soy una estrella porno gay. —dijo rodando los ojos. —Vamos, se hará tarde.
Salieron antes de que la tensión sexual entre ellos pasara a mayores. Hoy tenían que ir al supermercado.
Casualmente terminaron en el mismo donde se conocieron. La historia empezaba de nuevo, junto al fruto de su amor.
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