Dilema 26
La Madre Luna sollozaba.
Todos los músculos de su cuerpo se encontraban agarrotados, en tensión debido al esfuerzo que suponía luchar contra aquello que sus instintos suplicaban saciar. Era el lobo en su interior quien aullaba, agonizante, deseando que alguien los ayudara.
Alguien, quien fuera.
Girando la cabeza a ambos costados, Yoongi consiguió visualizar a varias figuras encapuchadas acercándose a él, una de ellas destacando debido al color rojo de su túnica, además de ello, era ésta misma la que cargaba con una vasija entre manos mientras los demás alzaban las suyas al cielo.
Obligándose a moverse en busca de ayuda, Yoongi no podía más que observar a varias de las figuras encapuchadas que alzaban los brazos mientras rezaban, caminando con parsimonia, solo una destacando debido al color carmesí de su túnica y por el hecho de que llevaba una extraña vasija entre manos, meciéndola como si se tratara de un bebé.
Cantaban, todos lo hacían, pronunciando palabras en un idioma que nunca había escuchado.
Mente y cuerpo se congelaron debido al terror intenso que lo inundó. Incapaz de moverse, no podía más que ser un espectador de cómo aquel anciano se acercaba hasta el bulto tendido en el suelo frente a él. Observándolo con atención, Min Yoongi ahogó un grito de horror al distinguir el cuerpo desnudo y sangrante que se encogía sobre sí mismo.
—Jeon Jungkook, has pecado, y el pueblo jamás te perdonará por ello —pronunció la silueta que destacaba—, nadie lo hará.
Debía moverse, levantarse e interponerse entre esa horda de lunáticos y el chico, su pequeño Beta, que temblaba de terror y frío. Con la desesperación cimentando el camino, no fue consciente del aullido que se abrió paso por su garganta, quemándola como el más fuerte de los licores. Cada hueso de su cuerpo se destrozó, resquebrajándose para amoldarse de nuevo. Yoongi percibió el dolor sordo en medio del torrente de emociones antes de saltar sobre Jungkook, protegiéndolo con su propio cuerpo.
Los ancianos retrocedieron unos pasos al verlo alzarse convertido en lobo, los ojos del Alfa buscando entre la multitud hasta encontrarse con los de aquella figura encapuchada: relucientes iris rosas. Gruñó al tiempo que un ventarrón se levantaba, azotando el manto del anciano con tanta fuerza que la capucha terminó por desistir, descubriendo un rostro conocido.
Mientras el terror se desvanecía de su mirada, el anciano luchó contra la fuerza del viento para acercarse hasta él, preparándose para soltar unas pocas palabras:
—Mi hijo será tuyo, solo si él decide serlo.
Dicho eso, alzó la vasija con ambas manos antes de lanzarla contra él.
¿Dónde podía estar Jungkook?
El chico despertó del golpe, sentándose en la orilla de la cama mientras el mundo se inclinaba ante sus ojos, aun sintiéndose martirizado por los acontecimientos de la pesadilla bastante particular que pasaría a formar parte del repertorio de sueños en que debía proteger a Jungkook de otros lobos.
Al tiempo que sus ojos se adaptaban a las espesas penumbras, Yoongi fue reconociendo los aromas que lo rodeaban, buscando el de Jungkook para calmarse un poco. Sus pies lo encaminaron hasta la puerta de la habitación mientras caía en cuenta de que ese no era el cuarto del chico Beta, tampoco se trataba de la casa de Karrell Bleacker (de ser así, habría encontrado su aroma desde el primer respiro.)
Giró la perilla de la puerta, que apenas emitió sonido alguno al ser empujada fuera del camino, abriendo paso a la brillante luz amarilla del foco a medio pasillo. Fue entonces que no le quedaron dudas de donde se encontraba.
—¿Cariño? —la dulce y conocida voz de su madre proviniendo del salón—. Kookie, no te preocupes, yo voy.
Con aquellas palabras no fue necesario que su madre hiciera el esfuerzo de subir las escaleras, siendo el detonante preciso para que el muchacho Alfa le ahorrara el viaje, saltándose algunos escalones en su desesperación por volver al lado del chico. Sus pies descalzos apenas notaron el frío de las baldosas, solo sabían que debían moverse hasta encontrarlo y así fue.
Lo primero que visualizó al situarse bajo el dintel de la puerta fueron un par de enormes ojos marrones, que brillaban de la más intensa felicidad. Su mirada bajó, deseando cerciorarse por completo del estado del chico. Una emoción abrumadora burbujeó dentro de su pecho al verlo sentado en el sofá de sus padres, rodeado por una manta amarilla mientras sostenía su taza favorita.
—Jungkook —murmuró, dejando escapar el aliento que retenía sin notarlo, alivio embargándolo completamente al tanto que recorría la poca distancia que los separaba.
—Hey, Yoongi, ¿cómo te sientes? —cuestionó el chico, sonriéndole de una forma que provocó estragos en su interior—. Perdón por dejarte solo unos minutos, bajé a cenar algo liviano con tu madre, pero ya voy de regreso a la habitación.
Esas últimas palabras lo inmovilizaron a menos de un palmo de distancia del sofá, deteniendo todo a su alrededor, su mente terminó por darles vuelta un par de veces antes de conseguir tomarles sentido. Un calor intenso le quemó las mejillas y gran parte del rostro al caer en cuenta de lo que había sucedido con él antes de ese momento.
—Ya no estoy en celo —dijo, bajando los ojos hasta sus pies descalzos.
La risa de una tercera persona brotó tan pronto esa afirmación fue pronunciada, llamando la atención de Yoongi cuando un suave brazo terminó por rodearle los hombros para envolverlo en un cómo abrazo.
—Me alegra escuchar eso, muchacho, ya era hora de que soltaras a este pobre niño —dijo su madre, riendo cerca de su oído.
Con la vergüenza rasguñándole el cuello, Yoongi no pudo más que encogerse entre los brazos de su madre, sintiendo que volvía a ser un crío de 6 años encaprichado con pasar una noche más en la casa de su mejor, Jung Hoseok. Ese recuerdo resplandeció en su mente unos pocos segundos antes de desvanecerse de nuevo, siendo su lobo el que lo regresaba a la realidad.
Se separó de su madre con intención de volver sobre sus pasos hasta la habitación, siendo una cálida mano la que lo detuvo, tomando la suya para entrelazar sus dedos y halar de él hasta caer sobre el sofá de dos plazas. Al segundo siguiente se encontró envuelto por la cálida manta amarilla, un par de brazos y piernas, que lo sostenían de forma juguetona.
—Bueno, me parece justo que los papeles se inviertan ahora, Kookie —se burló la madre, al tiempo que tomaba la taza vacía del nombrado para depositarla sobre la mesita de centro—. Yoongi, cariño, no puedo creer que la única forma para que vengas a visitarnos sea que entres en celo, eres un caso único en serio.
El muchacho Alfa intentó concentrarse en construir una disculpa sincera para su madre, pero resultaba un poco difícil con Jungkook respirando sobre su oreja, produciendo que pequeños escalofríos que recorrieran su espalda. Se tranquilizó a sí mismo diciendo que no era más que un efecto secundario del celo, o eso hasta que su lobo comenzó a agitarse.
Mío.
—Perdón, mamá, el trabajo y ser consejero de Hoseok no me dan descanso —mintió, sin saber qué más decir cuando una tormenta de pensamientos se desataba en su interior.
Mío
La barbilla de Jungkook se acomodó sobre su hombro, por lo que la piel de sus mejillas terminó por unirse, calor sobre más calor. Su cuerpo entero parecía estar en llamas.
Mío.
Nada en ese lugar le pertenecía, porque esa era la casa de sus padres y ese era el chico del que su mejor amigo y el novio de este se encontraban enamorados.
Mío.
Por más que el lobo continuara sollozando no podría hacer nada. Jungkook no era más que un gran amigo al que deseaba proteger. El chico era un alma pura, dulce, dañaba por imbéciles ignorantes.
Mío.
—¿En serio? Pero si Hoseok me pidió que hablara contigo para que fueras a verlo, porque al parecer no han tenido la primera reunión para que lo asesores con detalles del enlace.
—No se preocupe, Yoongi y yo hemos estado buscando varias cosas para Hobi, solo no hemos ido con él porque... El celo imprevisto nos atrasó la visita —se apresuró a excusar Jungkook, girando un poco su rostro para que el Alfa lo viera de reojo—. ¿Cierto, Yoongi?
Se encontraban demasiado cerca uno del otro, respirando el mismo aire. Si se movía unos pocos centímetros más, ellos...
—Cierto. Mamá, no te preocupes, no voy a dejar a Hoseok solo en esto —el Alfa pronunció las palabras sin problema, tanto él como su lobo siendo honestos con esa afirmación.
—Bien, Yoongi, me parece increíble que ayudes a nuestro Hobi en todo lo que puedas—dijo la mujer antes de desviar la mirada y tomar una bocanada de aire, extendiendo el silencio un par de segundos—. Lo mejor será que ambos vayan a acostarse, ¿sí? Ya por la mañana podremos conversar tranquilamente los cuatro durante el desayuno.
A pesar de encontrarse tan cómodo entre los brazos del Beta, Yoongi comprendió que si pasaba un minuto más así cometería una locura, por lo que no tardó en acatar la petición de su madre, separándose cuidadosamente de Jungkook antes de tenderle una mano para que este se levantara del sofá y lo acompañara escaleras arriba. Ambos le desearon una buena noche a la mujer mientras subían las escaleras con pereza.
No fue necesario que encendieran las luces del dormitorio luego de cerrar la puerta, cada uno parecía lo bastante acostumbrado al mismo para encontrar un pijama y colocárselo antes de turnarse para hacer uso del baño.
Cuando Yoongi volvió a ingresar a la recámara, Jungkook ya se encontraba envuelto entre las sábanas, girado hacia él. El Alfa ocupó el espacio correspondiente con cuidado de no despertar al chico que creía dormido, y recostado sobre su espalda observó a la oscuridad, intentando recordar qué demonios había pasado después de desmayarse en casa de Karrell.
La frustración incrementaba en su interior conforme notaba que una enorme laguna mental no le permitía acceder a los recuerdos del lobo, por lo que al cabo terminó girando sobre su costado para ver en dirección al chico.
Entonces se preguntó por qué él, precisamente él de entre todos sus amigos, se había quedado a su lado durante el celo y cuantos días había sido eso, ¿en qué día estaba viviendo?
—¿Qué sucedió durante el celo, Jungkook? —cuestionó el Alfa, colocando una mano sobre la mejilla del chico.
—Nada de lo que debas preocuparte —contestó medio dormido, acercándose a él lo suficiente para acurrucarse contra su pecho—. Duérmete, Yoongi —y su lobo no dudó en acatar las órdenes del chico, obligándolo cerrar los ojos y relajar la mente.
Min Yoongi se permitió dormir disfrutando de la paz que traía encontrarse cerca de Jeon Jungkook.
¡Hey, hey! Un Clearke aquí, muchos meses más tarde TuT perdón por eso.
A las personas que aún esperan y leen esta historia ¿Qué les pareció este Dilema? ¿Alguna teoría sobre qué pasó durante el celo? ¿Alguien esperaba conocer a los padres de Yoongi tan pronto? ¿Qué opinan del nuevo sueño?
Muchas gracias por leer ♥ han sido meses difíciles para mí, en verdad me tomó tiempo conseguir volver a escribir, solo espero que disfruten de este Dilema ♥
Cuídense mucho y espero subir el Dilema 27 pronto ♥
ΔClearke Al PoderΔ
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