La semana más agotadora

Advertencia: La siguiente lectura debo informarles que es para público adulto joven mayores de 18 años en adelante, contiene temas de sexo explícito y uso de parafilias en algunos capítulos de la historia, lenguaje vulgar y altisonante que podría considerarse ofensivo, relaciones con menor entre escenas BDSM. Se prohíbe que los adolescentes lean los siguientes capítulos. Fanfic de Gravity Falls únicamente de lectura erótica y smut explícito.

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La semana más agotadora

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"A veces el recuerdo es doloroso, que muchos quisiéramos olvidarlo y seguir en nuestro mundo seguro"

El sonido fuerte del tictac resonó por la habitación. Sus ojos se abrieron lentamente sintiendo la luz de la lámpara de pie y el aroma a cedro del bosque. Ella ladeo su rostro mirando a su alrededor y viendo que estaba en un sofá de terciopelo color gris claro. La habitación era de un color azul petróleo con un piso cubierto de tablas color ébano, tan oscuro que incluso se perdería con la escasa luz amarilla de la habitación, una ventana grande con cortinas grises.

La ventana estaba abierta dejando entrar el aire fresco de la noche, una suave brisa de verano.

« ¿Noche? »

Mabel se levantó de donde estaba recostada y froto sus ojos viendo el cielo nocturno apenas oscureciendo con un color violeta oscuro, dejando como un borrón el candilazo rosado y anaranjado del atardecer. Tenía miedo de mirar el reloj que resonaba en la habitación, pero una voz la hizo voltear a dirección de un sillón tipo de aspecto nórdico; mismo color gris claro con las patas metálicas de un negro mate, igual de bajo tamaño que el sofá donde estaba recostada hace un momento.

- - No te muevas rápido – Hablo un sujeto de cabellera Prusia. El mismo que la recibió este mañana. Se encontraba con un libro en la mano y dando una mirada severa a la menor. – Te golpeaste la cabeza.

- - ¿Me golpee la cabeza? – Tocando su cabeza y con sus manos inspeccionando cualquier lesión.

- - Te encontré y tuve que ponerte en el sillón – Comento mientras dejaba en la mesita de en medio un libro a medio terminar. – Avisare a la señora que usted a despertado.

- - ¡¿La señorita Areckva regreso?! – Llevo sus manos en señal de sorpresa y preocupación, antes de sentir la pena de haberse desmayado. – Oh no...

- - Ten calma. Ella regreso hace una hora – Comento sin tanta importancia a la situación. – Lleva un buen rato charlando con el señor Cipher.

- - El señor Cipher – Bajo la mirada cuando pequeñas imágenes venían a su mente, el recuerdo del almuerzo y la orden que recibió antes de dejarlo solo en la cocina. – Cierto... quede de limpiar la sala de la primera planta.

Vio que el sujeto iba retirarse cuando ella hablo una vez más.

- - Espere... - Llamando al sujeto.

- - ¿Qué sucede? No puedes esperar a que lleguen – Dando una mirada frívola. – Es como aquella vez, tú no podías levantarte, siempre rodeada de seguridad en esa prisión.

- - ¿Cómo...?

- - Tú familia fue avisada, arribarán en media hora – Camino saliendo de la habitación. – Espera aquí, ellos quieren hablar contigo. – Cerro lo puerta dejando sola a la chica.

Mabel sintió desagradable escalofrío de quedarse sola, ante la ansiedad de no saber ¿Qué clase de conversación tendría con la pareja de casados? Varios escenarios se imaginó y el posible anuncio de ser despedida le causo una tembladera interminable.

Su cuerpo tembló e intento calmar sus nervios. Ella cerró los ojos mientras suprimía un sollozo que intentaba brotar de sus labios rosados. De tan solo imaginarse la voz del señor Cipher diciendo que la encontró desmayada o ser un estorbo, le causo vergüenza y el miedo la invadió por completo.

Los pasos resonaron por el corredor oscuro de la mansión, no se veía quien venía o quien era que andaba por los pasillos. La puerta se abrió de golpe y Mabel alzo la mirada cuando visualizo a la mujer de ojos amatistas y cabellera rosada entrar con un semblante de preocupación a la habitación, haciendo resonar sus tacones provocando el sonido fuerte.

- - ¡Ouh! – Haciendo un mohín de lastima. – Mi querida petite – Se abalanzo sobre ella como cualquier madre queriendo proteger a su pequeño, después de un evento traumático. – ¡No me vuelvas asustar! – Acercándola a su abrazo protector cerca de su pecho. – Vine tan rápido cuando Kriptos y Bill te encontraron inconsciente en la habitación.

- - Señorita Pyronica – Hablo algo ahogada la menor por su asfixiante abrazo seductor. – N- No puedo respirar. – Menciono las mejillas levemente rojizas.

- - ¡Oh por Satán! – Soltando una risa. – Casi, casi hago que te envié arriba.

- - Yo... - Viendo que entraba también el rubio y la miraba con un semblante serio en su orbe ambarino. No parecía muy contento con la situación. Ella bajo la mirada y aclaro su voz para prepararse – Lo siento mucho señores... yo en realidad lo siento.

- - ¿Por qué te disculpas? – Anuncio molesto el mayor con los brazos cruzados interrumpiendo a la menor en medio de su disculpa. Sus pasos resonaron y caminaron llegando ante las dos mujeres. - ¿Qué acaso te pedimos que te arrodilles y te disculpes bajando la mirada?

- - Odio escuchar que alguien se disculpe cuando no ha sucedido un evento de ofensa – Regañando a la chica que temblaba por la vergüenza. – Es totalmente estúpido comenzar diciendo una disculpa, sin saber el motivo por el que hemos venido a tener presencia.

- - Y tal como te dije, no debes decir eso – Se giró la peli rosada encarando al rubio. – No puedes moderarte un poco.

- - Ese fue uno de los detonantes que hicieron que las otras perdieran su puesto – Comento Bill explicando uno de los motivos de despido. - Sí quieren dar una disculpa, será cuando sea su momento y haya faltado completamente el respeto.

Mabel sentía mucha vergüenza y miedo, tenía las ganas de llorar ante la presencia intimidante del rubio. Aun no entendía porque sentía esa sensación de temor y ansiedad, hizo un pequeño movimiento por reflejo. Como cuando sus tíos se molestaban con ella, se preparaba para alejarse y correr. Estaba dispuesta hacerlo cuando hablo una vez más el mayor.

- - Mabel – Llamando la atención de la castaña, al verla realizar ese movimiento. – Si estas dispuesta a correr u ocultarte sin saber los motivos de esta reunión. Pensare que no estas lista para enfrentarte a la situación y que huyes de los problemas.

- - Mas no permitiré que te ocultes – Pronuncio con una voz profunda que erizo la piel de la menor.

- - Pyronica.

- - ¿Sí? – Dando una mirada al rubio, notando sus intenciones.

- - Necesito hablar con ella, puede recibir a los Pines cuando lleguen.

La mujer hizo un gesto no tan convencida de no dejarlo estar a solas con la chica. Podía sentir la mano de la menor aferrarse a su mano, como buscando protección.

Pyronica solo podía pensar que su piel era lechosa tan suave y su mano tan pequeña y frágil. El miedo y su tristeza era algo excitante que jamás había probado teniéndola cerca. Empezaba poco a poco agradarle la presencia de la pequeña adolescente, esperaba que no lo arruinara y pudiera conservarla un poco más.

- - Estaré en el lobby. – Dando una mirada de reojo al sujeto, antes de embozar una pequeña sonrisa escondida en la comisura de sus labios. – Mabel.

Por un momento la castaña noto la mirada brillante de la peli rosada, sintió un pequeño calor en sus mejillas, pero su cuerpo temblaba tan malditamente.

Soltó su mano abandonando la habitación. Cada paso que resonaba podía escuchar el leve charco de sangre y el aroma a monóxido de carbono que desprendía solo después de causar un incendio, solo se presenciaba en la habitación aquella tensión entre su jefe y la traidora. La ilusión era lo suficientemente tentadora que no duraría por mucho.

La sangre en la habitación y las cenizas eran un buen ambiente, uno que ocultaba sus crímenes de su Raromagedón. La diablesa estaba tentada en espiarlos, pero Bill le dejo clara la advertencia. Quería algo privado con ella.

Cerró la puerta dejando que la conversación continuara.

Ambos quedaron a solas en la habitación, Mabel aún tenía baja la mirada y sus manos se aferraron al dobladillo de su suéter. Como el único consuelo para calmar su miedo. La sensación de ser regañada, no la había sentido desde la última vez que su padre la castigo por bajar sus notas y quedarse en casa de una amiga a tener una fiesta de pijamas sin su permiso.

Bill se quedó enfrente de la menor, su aura y apariencia formal y seria fue lo suficiente para tener a la castaña encogida sobre su asiento.

Escucho como suspiraba antes de volver a llamarla.

- - Mabel, vas a mantener la mirada lejos de mí.

La castaña aún no se encontraba lista para levantar la mirada, temía encontrar el rostro enfurecido del señor Cipher. Escucho como el sujeto se acercó resonando su calzado pulcro y brillante de sus zapatos oscuros, mas no significa que causaría un escandaló, el sujeto no hizo otra cosa se arrodillo ante ella quedando lo suficientemente a su altura de su rostro.

- - ¿Me tienes miedo, pequeña?

Mabel escucho su voz tener un rastro de serenidad y levemente calmada sin perder por completo su autoridad ante lo profundo de su entonación. Alzo la mirada viendo que el rubio mantenía esa expresión seria, pero lejos de la molestia o el enojo. Su orbe ambarino era tan claro y brillante entre ese rastro de sombra oscura, pudo apreciar la pupila de una forma elíptica como el de una serpiente, tan inhumana y misteriosa.

- - S-Señor Bill... - Sintiendo la mano enguantada del mayor tocar su rostro. Limpio el rastro de lágrimas que apenas amenazaban con salir y recorrer su mejilla sonrosada. - ¡Ahm! – Sintiendo sus dedos frotar sus mejillas.

- - No estoy molesto por completo – Menciono. – Solo odio escuchar que alguien se lamente o disculpe cuando no se ha visto el motivo.

- - Yo me desmaye... - Respondió como si eso justificara la razón de su lamentación.

- - A eso queríamos hablar, pero te adelantaste y empezaste a pedir disculpas y llorar de la nada.

- - Soy una llorona sin remedio – Dijo ella avergonzada intentando cubrirse con sus manos.

- - Espero no verte llorar cada vez que te lastimes o pienses que te voy a regañar, pequeña mocosa. – Frunció el ceño al ver a la castaña cubrirse, ocultando su hermoso rostro.

- - ¿Eh? – Escuchando las palabras de Bill. - ¿Cada vez que me lastime?

- - Hemos llegado al acuerdo de contratarte y tenerte aquí. – Mostrando una suave sonrisa cuando noto el rostro perplejo e inocente de la menor. – Nos has sorprendido cuando limpiaste la cocina y la sala de la primera planta. Nadie ha llegado tan lejos en su primer día.

- - Eso significa que... - Alzando más su mirada para verlo.

- - Mabel Pines – Tomando sus manos para dar una pequeña caricia sobre el dorso. – Aun tienes una promesa conmigo, me dijiste que ibas a preparar más de esa tostada dulce.

- - Oh, es cierto - Soltando una risa relajada ante la liberación de su ansiedad. – Sobre eso... puedo hacer más, y posiblemente puede probar algunas recetas que tengo.

- - Estaría bien – Embozando una sonrisa. Tendría a la Estrella fugaz en su momento, ambos en el calor del momento.

- - Ya que estamos en ambiente... - Murmuro notando que la chica perdía su miedo y mostraba su rostro, se acercó bastante sentándose a su lado. – No quiero verte llorar.

- - Yo no lo haré – Frotando sus manos para limpiar su rostro.

- - Sí, odiaría no poder ver esa sonrisa – Tocando su mejilla. – Me gusta esa sonrisa que pones.

- - Mabel – Viendo fijamente a la castaña. – Debemos formalizar esto.

- - ¿Señor Cipher? – Viendo lo cercano que estaba a su lado.

- - Dices que puedes venir en la tarde después del trabajo. Eso fue lo que escuche de Pyronica.

- - Sí – Asintiendo. – Como alrededor de las tres de la tarde.

- - ¿Qué hay de los fines de semana? – Pregunto. – ¿Puedo tenerte aquí?

- - ¡Puedo venir! – Sonando emocionada al ser contratada, hizo que Bill abriera su ojo grande de la impresión de tenerla cerca de su rostro. Aunque esa misma alegría se desvaneció del rostro de la gemela. – Pero...

- - ¿Pero? – Alzando una ceja como interrogante al ver a la chica colocar una expresión triste.

- - Solo hasta las seis de la tarde. – Comento.

- - Oh, ya veo – Colocando un semblante de afligido. – No puedo tenerte en la noche.

- - ¿Qué dijo?

- - Es una lástima no contar con tú presencia más allá de la siete.

- - Lo siento, pero si no estoy en casa. Mi tío Stan puede terminar incendiando la cena, y no me gusta que el tío Ford pida comida grasosa – Colocando una expresión molesta que hincho sus mejillas igual a las de una ardilla.

- - Así que Fez y Seis dedos son los dueños de tú tiempo. – Colocando una mirada que determinaba interés y cierto reflejo de celos. – Que molestia de esos sujetos. – Murmuro poco audible esto último. Apretó un puño conteniendo sus garras.

- - Señor Cipher, si no le molesta puedo hasta esa hora. Aunque claro no voy a poder llegar tan temprano. – Relajando un poco más su cuerpo al sentir que esa sensación de ansiedad desaparecía por completo. – Mi hermano suele que lo acompañe a realizar compras y ayudarlo en sus investigaciones cuando se puede.

- - El pago de tú trabajo y tú compañía es compensatorio. – Escuchando el compás de su corazón ir en altos latidos y su respiración ir en un ruyo cada vez que estaba más cerca la adolescente de su antebrazo. Como una calidez que no quiere romper y desea obtener más de su contacto.

"Si tan solo tuvieran un poco más de tiempo o la hubiera llevado a la punta de la mansión"

Bill tenía todo en juego con este movimiento, la ha calmado y ella ha estado entrando en confianza. No es fácil tenerla si, no obtiene su permiso para continuar. Ella necesita aceptar el trato, solo está a unos pasos de convencerla.

- - Igual Pyronica pidió ser más flexible contigo. Quiere evitar que yo te quiebre. – Viendo a la menor tener ese brillo en sus ojos. – O te lastime.

- - Lastimarme... usted no podría – Soltando una risa nerviosa. – Posiblemente tal vez no dormí muy bien la noche anterior por la emoción.

- - Mabel.

- - ¿Sí?

- - ¿Puedo disponer que nos ayudaras en nuestros objetivos?

- - ¡Por supuesto, yo puedo ayudarlos! – Mostrando nuevamente su sonrisa.

- - Es un trato – Extendiendo su mano. – Supongo que nos dejaras cuando obtengas lo que necesitas.

- - Ahem... Sí – Viendo con extrañez su mano. - ¿Ocurre algo?

- - Me gusta estrechar las manos para cerrar un trato. Soy alguien que hace formalmente esto en mi negocio. – Manteniendo la mira en ella. - ¿Es un trato chico?

"¡No aceptes, Bill hace malos tratos!"

Un recuerdo borroso venia de momentos al ver su mano extendida, las imágenes de una flama azul y una mano oscura con garras, las paredes oscuras de piedra con emboquillado neón, el ambiente oscuro y el vitral de un triángulo de un solo ojo. Una jaula triangular azul y las cadenas.

Mabel miro la mano del rubio antes de estrecharla.

- - ¿Qué sucede? – La menor titubeaba ante su propuesta. Por un momento supuso que recordaría esta acción, antes de sentir su mano estrecharse con la suya. – Es así como debes hacerlo. – Apretó suavemente su mano.

- - Solo hasta completar mi objetivo – Menciono ella. – Estaré con ustedes.

Bill embozo una sonrisa grande, dejando ver sus colmillos y evocar una llama azul entre sus manos, robándole un jadeo de sorpresa en la chica.

- - ¡Woow! – Sintiendo un pequeño golpeteo en su corazón, pensando que sería quemada, intento retroceder pero Bill la mantuvo fija evitando que rompieran el trato. Ella vio que la llama se desvaneció. - ¿Es real?

- - Tan real, pequeña – Entrelazando sus dedos con los de ella. – Espero tener más de ti.

- - Y espero probar más de esas tostadas dulces.

Mabel sentía sus mejillas enrojecer de calor, incluso el toque de él no fue tan incomodanté. El rubio se acercó a su coronilla y murmuro unas palabras audible a la menor, antes de que ella asintiera con una leve sonrisa.

- - Disculpa si te asuste – Dando una caricia cafuné a su cabello color chocolate. – Espero volver hablar y disfrutar de tú compañía, si no te molesta Mabel Pines.

- - ¡Sí! – Le devolvió la sonrisa.

La castaña estaba sonrojada, sentía su corazón latir de prisa y los malditos deseos, los malditos de deseos que miraban los labios del mayor y el impulso de ser besada, que le importara poco si estuviera casado o comprometido, por un momento deseo un beso. Pero no le podría hacer eso a la señorita Pyronica, cuando acabase el verano y juntara su dinero para el evento, se iría lo más lejos de ellos.

La pequeña Pines no sabía que había hecho un trato con el demonio, en aquella tarde de junio. Mientras un grupo escuchaba tras puerta cerrada el trato, las risas de los demonios fueron tan disimuladas evitando arruinar el encuentro entre el demonio de los sueños y el signo del zodiaco.

| ⊱★⊰ |

Ford y Stan llegaron a la mansión antes de ser recibidos por el grupo y su anfitriona. Esperaban pacientemente en la puerta, mientras que los señores Pines buscaban con la mirada a Mabel.

- - ¡¿Ella está bien?! – Pregunto Stan preocupado por la salud de su sobrina. – ¡¿Se lastimo?!

- - ¿Por favor díganos cuanto tiempo perdió el conocimiento? ¿Usaron la escala de Glasgow? – Tirando de sus mechones canosos. - ¿No tuvo un evento cerebro vascular?

- - ¡Tío Stan! ¡tío Ford! – Llamo la castaña corriendo hacía sus tíos mientras atrás de ella la seguía Bill.

- - ¡Calabaza! – Tomando a la chica entre sus brazos. - ¡Estás bien, que alivio!

- - Mabel, dime ¿te duele la cabeza? ¿Vomitaste? ¿Cuántos dedos ves? – Alzando su mano con un dedo abajo, el pulgar.

- - Yo te veo claramente los seis, Stanford Pines – Aviso su presencia el rubio ante el mayor de los gemelos.

- - Bill Cipher – Se acercó Ford lo suficiente para quedar frente a frente hacia el rubio.

Pyronica y el grupo mantenían la compostura, aunque sus garras aún permanecían retractiles, no podían bajar la guardia ni un solo momento. Solo esperaban a que esto funcionara.

- - ¡Ah... Amigo! - Ambos sujetos dieron un puño y dieron un par de palmadas en su hombro, como si fueran los mejores amigos del mundo. – Es un gusto verte de nuevo.

- - Lo mismo digo, Seis Dedos – Soltando una risa junto a su colega.

El grupo miro perplejo un par de segundos, aunque Pyronica embozo una risa triunfante y disimulada antes de dar una mirada Mabel, quien la menor aún conservaba el sonrojo en sus mejillas. Noto que el trato había sido un éxito, un paso más para la segunda venida de sus planes.

- - La tenemos – Dijo ella mientras caminaba hacia la pequeña adolescente. – Entonces te lo dijo.

- - Señorita Areckva. – Poniéndose nerviosa con su presencia. Aun recordaba la cercanía de Bill y como sus manos se tocaron.

- - Que gusto tenerte con nosotros, enserio es una suerte tenerte de nuestro lado. – Colocando una mano para acariciar su cabeza.

- - Ayudare en lo que sea.

- - Cuento contigo Mabel – Mostrando una sonrisa. – Estoy segura que tú compañía será grato.

- - ¿De qué hablan? – Pregunto Stan.

- - Mabel nos ayudara con nuestro problema de limpieza jeje – Guiñando un ojo al mayor. – Solo se la robaremos, jeje.

- - Oh, enserio – Sonrojándose de sus mejillas. – Ella es excelente limpiando. Pero de robar, no pueden tenerla por mucho, ya que es nuestra preciada sobrina.

- - Lo sabemos – Dijo Pyronica con una mirada que no admitiría que le quitaran lo que consiguió. – Sera nuestra en su momento. – Menciono dejando a Stan confundido.

- - Una disculpa si se espantaron, pero la pequeña mortal no le paso de más – Dijo Bill. – Puede que se haya sentido agotada, no la culpo la mansión es un terrible desastre de cenizas tras el apocalipsis.

- - A todos nos afectó – Aclaro Ford. – Aun no me libro de los mapaches radiactivos y los daños en la cabaña.

- - Todo estará en su orden en su debido momento – Comento. – Volverá a ser como era antes. – Volteando a ver a Mabel. – Ella estará aquí cuando suceda.

- - Bueno pues... sí Mabel está de acuerdo en esto... - Viendo a su sobrina asentir. – Supongo que no hay problema con tener dos trabajos.

- - Cuidaremos bien de ella.

- - Aunque recuerda Mabel, llegar a la hora acordada. – Menciono Pyronica.

- - Sí.

- - Casi todas las chicas faltaban y eso afectaba en su trabajo – Sonando autoritaria. – Te quiero temprano los días que acordaste.

Por un momento sintió la castaña un escalofrió en su cuerpo y la sensación fría en sus palabras. El trato podrá haber quedado, pero recordaba que tanto Bill como Pyronica tienen la decisión de dar o quitar su puesto.

| ⊱★⊰ |

Mabel esa noche no podía dormir. Estaba dando vueltas en la cama y aun sentía el calor en su mano derecha, la sensación del guante y la cercanía de Bill Cipher. Su corazón latía como un martillo fuerte y en el mismo punto. Dio una breve mirada a través de su manta a su hermano gemelo y procuro que siguiera dormido.

Por un momento estuvo contenta, ya que no tendría que batallar para conseguir otro empleo que no fuera de su agrado. Tal vez en dos semanas tendría los suficientes para los eventos que se acercaría.

| ⊱★⊰ |

- - ¿Cómo te fue ayer? – Pregunto Wendy mientras tomaba un poco de refresco Pitt Cola de la máquina expendedora. - ¿Fueron rudos contigo? ¿Te obligaron a usar un vestido y limpiar la chimenea y el sótano?

- - ¡No! – Exclamo con las mejillas rojas. - Ayer... se portaron bien e incluso me presentaron unas áreas de la casa – Soplando su flequillo mientras terminaba de peinar un mechón de su cabello. – El lugar es enorme... algo confundible al entrar.

- - ¿Enserio? – Abriendo sus ojos. – Pero su casa luce como si fuera una mansión minimalista y algo rara.

- - Supongo, pero es asombrosa por dentro – Menciono emocionada. – Solo que si es un desastre de ceniza, hojas de libros y hollín.

- - ¿Cómo si hubiera sido quemada?

- - Algo así.

Las campanillas de la tienda anunciaron la entrada de varios clientes a la tienda de regalos, Wendy se preparó para atenderlos y vigilar que no robaran o perdieran el tiempo tocando los artículos. Mabel vio entre el grupo de turistas a Sandra Jiménez y su hija Tambry, al parecer estaban en una salida.

La morena se escabullo para salir de la multitud y se acercó con Wendy y Mabel.

- - ¡Que hay chicas! – Sonando algo rápida de sus palabras.

- - Déjame adivinar, tú madre te quito el celular – Cruzándose de brazos y dando una mirada divertida a su mejor amiga. - Y no puedes aguantar 30 minutos.

- - 10 minutos perra – Comento la mujer mientras jugaba la correa de su suéter. – Sigue molesta porque aplique para la Universidad de California de Los Ángeles.

- - ¿Quieres separarte tan pronto del nido?

- - Algo así – Dando un codazo a su amiga. – Serán mis mejores años de libertad y la oportunidad de independizarme.

- - Ustedes pronto se irán a la universidad, que emoción – Sonando entusiasmada la castaña. - ¿tú que elegiste Wendy?

- - Mmm... como es mi último año, estado estudiando un poco para entrar a la costa oeste o Portland. – Acomodando un mechón pelirrojo de su rostro. – Hable con Stan y me dio oportunidad de acabar mis estudios y acomodar mi horario, pero una vez iniciando las clases dejare de trabajar aquí.

- - Oh, entiendo es mucho trabajo.

- - Oye pequeña, ya conseguiste trabajo de verano. – Mirando a la chica con una sonrisa de oreja a oreja.

- - Sí, estoy ayudando en la cafetería de Linda Susan en las mañanas de martes a viernes – Soltó un leve tarareo antes de mencionar su otro trabajo. – También ayudo en la mansión Cipher-Areckva.

- - ¿Cipher-Areckva? – Dijo Tambry sintiendo un escalofrió. - ¿Por qué ahí?

- - Bueno... un día estaba trabajando cuando la señorita Pyronica se acercó conmigo y me ofreció ayudarle limpiar su mansión a cambio de un buen pago.

- - No es algo genial, si logra conseguir un poco más de dinero a completar para ir al festival Woodstick – Aunque la expresión de su amiga no era de la que aprobara esta situación.

- - Escúchame bien Mabel – Tomando sus hombros para acercarla a ella para que escuchara. – Ellos no son una pareja normal. Incluso no sabría decir si son pareja.

- - ¿A qué te refieres?

- - A los pocos días que trabaje en ese lugar, en ningún momento vi al señor Cipher estar con la Señorita Areckva. – Menciono. – Incluso esa mujer no tolera que lleguen a la hora o flojeen al trabajar. El señor Cipher siempre está de mal humor y odia que lo molesten mientras está ocupado en su lectura.

- - ¿El señor Cipher se molesta? – Recordando que en ningún momento lo vio colocar una mala expresión, a excepción de cuando ella se disculpó.

- - Dudo que estén casados – Dijo Tambry. – Lo admito, una vez intente acercarme a él.

- - ¡Tambry! ¿Y qué sucedió? - Sin creer que la chica le hubiera coqueteado al rubio, sabiendo que tiene novio.

- - Se molestó conmigo y recuerdo que me empujo lejos – Comento. – Pyronica llego y reviso el lugar si había trabajado en limpiar. Siempre se quejaba porque dejaba sucio, nunca la entendí en ese punto. – Sonando pensativa. – Tal vez supo que yo me quise pasar de lista con su esposo.

- - Eres todo un caso – Dijo Wendy dando una mirada desaprobatoria a su amiga. – De milagro Robbie nunca se enteró.

- - Era un tiempo que casi rompíamos. Solo porque se molestó que no iría a la misma universidad que él.

Wendy vio el rostro preocupante de su amiga, desde anoche la había diferente, pensando que hubiera recibido un regaño por parte de los señores.

- - ¿Hoy qué harás?

- - Eh... yo, iré por la tarde un rato. Solo prometí estar hasta las seis.

- - Tengo un tiempo en mi comida. – Atendiendo rápido a un cliente para cobrarle. – Puedo darte un aventón en mi bicicleta.

- - Muchas gracias Wendy.

- - ¡Tambry Jimenez! – Se acercó la madre de la morena con varias camisetas. – Te dije que no te alejaras demasiado, ayúdame escoger un regalo para tus primos.

- - Me voy chicas, nos vemos en la piscina.

Wendy se volteó para quedar de acuerdo con la gemela Pines.

- - Supongo que tienes cosas que hacer antes de ir – La castaña asintió antes de que la dejaría ir. – Nos vemos en el porche.

| ⊱★⊰ |

Esa misma tarde la castaña había llegado a tiempo a la mansión, Wendy le deseo buena suerte y que tuviera su teléfono a mano, viendo a su amiga entrar y despedirse. La pelirroja pudo notar oculto entre las sombras a dos sujetos que estaban vigilando la entrada.

- - Señorita – Hablo el sujeto mientras apagaba su cigarrillo. – ¿Tiene la hora?

- - Son casi 10 minutos antes de las tres de la tarde. – Comento la mujer antes de montar su bicicleta.

- - Gracias – Comento Amorfa. – Justo a tiempo, esa chica cumple su promesa.

Wendy se extrañó ante esa frase, más no quiso indagar y regresar a la cabaña antes de que terminara la hora de su receso.

Antes de que Mabel pudiera tocar la puerta fue recibida por otros tres sujetos de traje; se acercaron acorralando un momento a la menor y dejándola contra la pared.

- - El tiempo es injusto, te han dejado de escasa estatura pequeña humana – Dijo un sujeto de cabello anaranjado atado en un coleta larga y de mirada rojiza, media alrededor de 5'9 pies, su piel era bronceada. Su traje llevaba un pisador de corbata en forma de una flama. – Eres tan pequeña, no aguantarías nada – Tomando su brazo y tirando hacia arriba de su cabeza. – Pero puedo verlo, el cuerpo es fácil de manipularlo.

- - Pero sigue siendo la misma – Hablo el chico de cabello cenizo y oscuro con las puntas de un verde viejo, con la mirada carbón de sus ojos grises a excepción de su ojo izquierdo que tenía la imagen de un ocho en forma de bola de billar. Media alrededor de 6'4 pies más alto que su otros dos compañeros – Su aroma y su esencia, son similares a las de Pino.

- - Tienes razón – Aclaro el otro sujeto de cabello rosa claro y piel pálida, sus ojos estaban en completa ceguera y la comisura de su boca estaba cubierta de cicatriz hipertrófica, como si hubiera intentado desgarrara su abertura y ampliar su boca dejando las líneas mal cicatrizadas. Su estatura era casi similar a la de ella, solo con la variante de 6 cm de más. – Recuerdo haberme quedado con ganas de devorar.

Ella se sintió amenazada por los sujetos. Una voz llamo al grupo apartándose lejos de la chica, como si hubieran tirado de las correas de sus cuellos. Su brazo se sintió liberado antes de cubrir y sobarse del dolor.

- - ¿Qué carajos están haciéndole? – Menciono enfurecido el rubio ante sus subordinados.

- - Señor Bill – Llamo el sujeto acercándose al rubio. – No nos ha presentado a ella, huele igual al chico.

- - Dientes – Musito el pelirrojo. – Señor Bill, concuerdo con mi compañero. ¿Por qué no presentarnos a la señorita humana? Dos años no fue el plazo que se nos dio.

- - Quizás es el juguete del señor Bill – Aclaro Keyhole en respuesta a la mirada amenazante del demonio. – El tiempo señor es muy justo, y si no hay resultados un problema se vendría.

- - Están muy desobedientes el día de hoy – Colocando una tétrica sonrisa.

- - No lo estaríamos si nos hubiera avisado su llegada – Aclaro Dientes retando a su jefe. – Claro solicitan su presencia, si sabe a lo que me refiero.

Pyronica se acercó notando la tensión entre los aliados, era de esperarse que atacarían o harían un pequeño motín en la dimensión.

- - No tendré piedad con ustedes. – Comento enfurecido.

- - Lo esperamos, jefe – Aclaro con una sonrisa el pelirrojo mientras caminaba rumbo a los jardines con los demás. – No tarde con su mascota.

Mabel no sabía que decir, todo fue una impresión de un momento. Bill se acercó a ella antes de ver que apenas tenía una quemadura en su brazo.

- - Una disculpa – Se arrodillo ante ella e intento tocarla pero ella por reflejo alejo su brazo. – Entiendo, nuestra tarde ha sido arruinada.

- - Perdón no fue mi intención – Viendo que el rubio había querido examinar su brazo.

- - Pyronica – Llamo el mayor levantándose y dirigiéndose a la peli rosada que se encontraba atrás de la puerta. – Haz compañía a Mabel, la tarde es suya.

- - No me gusto que la lastimara – Frunciendo el ceño. – Haz que pague.

- - Es nuestra... - Menciono la mujer dando una leve mordida en su labio inferior.

- - Es nuestra Estrella fugaz – Musito Bill cerca del rostro de la mujer y dando una mirada seria. – No piedad a los aliados.

- - Que sufran su castigo.

En cambio Mabel no pudo evitar sonrojarse al ver la escena, nunca los había visto tan cercanos, parecían la pareja perfecta; belleza, altura y clase. Bill era muy atractivo llevando ese traje casual y que marcaba su figura, su parche triangular alineado perfectamente y el ámbar perfecto de su orbe derecho. Mientras que Pyronica lucía un hermoso vestido blanco perla, con el tiro corto y escotado en forma de corazón, con su collar de oro y un blazer rosa claro. Sus tacones rosa con la punta cerrada eran los que mostraban sus torneadas piernas. Su cabello corto y fucsia ondeándose sobre el viento del verano.

Por un momento se imaginó a sus jefes en una situación intima en donde estuvieran dándose muchos besos y estuvieran abrazados, tal vez diciéndose palabras amorosas.

Una envidia y una palpitación en su corazón tenían la castaña a ver a la pareja junto. La pareja alzo la mirada y vieron directamente a la joven antes de colocar una expresión confusa a la pequeña que portaba las mejillas rojas.

- - ¿Te encuentras bien? – Pregunto Pyronica viendo a la chica cubrir sus mejillas con su suéter.

- - ¡Estoy bien, solo es el sol! – Sonando apenada y avergonzada de su voz la chica.

- - Mabel – Llamo Bill a la chica al leer un poco su pensamiento y ver lo que pensaba esa chiquilla acerca de ellos. – No te quedes mucho pensando, puedo ver tus deseos.

- - ¿Cómo? Yo no estoy pensando – Ruborizándose ante su comentario.

- - Oh, ya veo – Soltando una risa divertida la peli rosa al tirar un pellizco a la mejilla de Bill. – También te pondrás celoso porque la tendré para mí toda la tarde.

Pyronica camino animada y abrazo tiernamente a la castaña atrayéndola a su cuerpo.

- - Descuida querido, la cuidare bien – Colocando varios besos en la mejilla de la castaña, que solo provocaban que se sonrojara. – Ella estará conmigo.

- - Señorita... - Estaba terriblemente sonrojada, la sensación de sus labios cubriendo su rostro solo provocaban un calor y cosquilleo en su cuerpo.

Bill coloco una expresión de pocos amigos a la diablesa, malditos celos, ella podía tocarla sin problema alguno. Más no se quedaría con las ganas, dos pueden jugar al mismo juego.

- - Es una lástima no quedarme a que ella me prepare dulces – Comento viendo ahora los celos de su compañera. – En verdad deseaba conversar contigo.

- - Señor Cipher...

El rubio se inclinó cerca de su rostro y beso su mejilla casi de la comisura de sus labios. La menor no sabía que hacer al tener a Pyronica abrazándola y reteniéndola y a Bill besando su mejilla. Hacía un calor y su rostro se ruborizo a no poder más. La peli rosa deposito un beso en su cuello y el rubio al ver ese gesto quiso hacerlo, coloco un beso más sobre su quijada antes de abandonar su rostro. Al igual que Pyronica.

- - Nos veremos Mabel. – Dijo cerca de su rostro.

Por un momento la gemela Pines se sintió como si estuviera despidiendo a su esposo para ir a trabajar, y se quedara con su amante, prometiendo que en la tarde se reunirían.

Por otro lado Bill se había quedado con las ganas de continuar y morderla, mientras que Pyronica se encontraba lo bastante excitada para continuar. Ambos demonios le urgía un tiempo a solas con Mabel Pines.

- - ¿Entramos? – Sugirió la peli rosa al ver a la chica asentir. – Ya que el celoso estará ocupado, que dices de ayudarme a limpiar arribar.

Kryptos quien solo vio a par entrar a la mansión, no pudo evitar ver a su jefe enfurecido y con una terrible excitación que ni la niña Pines pudo notar.

- - Estos dos son el mismísimo diablo. – Sabiendo que esta tarde Pyronica jugaría con la gemela Pines.

| ⊱★⊰ |

Mabel había acabado casi por ese día de limpiar la estancia que se encontraba en el segundo piso. Ella noto en el enorme vitral como casi la luz del atardecer iluminaba el lugar. Pyronica se encontraba maquillando y arreglando su cabello mientras conversaba con la castaña.

Parecían casi mejores amigas, ya que cada tema de conversación terminaba con algún gusto. Desde sabores, dulces y tono de labiales que usarían en una ocasión especial, hasta terminar de hablar del gusto de chicos.

- - Mabs – Llamo en un tono animado la peli rosa. - ¿Puedo llamarte Mabs?

- - Sí, señorita.

- - Oh por Satán, no me digas señorita – Soltando una suave carcajada. – Ayer hable con Bill de cómo nos sigues diciendo señorita Pyronica y señor Cipher. ¿Y sabes que sucedió?

- - ¿Qué sucedió?

- - Él celoso se puso molesto de que solo a él le dices por su apellido, Cipher – Aclaro. – Esta tan empeñado en que lo llames por su nombre, yo le dije que no podía obligarte.

- - Siento que agarre mucha confianza si le digo por su nombre.

- - Que lastima, porque yo no aguantaría decirle señor Cipher en el momento del orgasmo – Menciono viendo a la menor colorearse.

- - ¿Disculpa?

- - Sí, es tan tedioso decir "señor Cipher" si durante un orgasmo casi no alcanzas las palabras y solo hay puros gemidos. – Viendo a la menor acallarse un momento. – Mabel... ¿has tenido relaciones?

- - ¡Y-Yo no! – Exclamo en alto y nerviosa. – No tengo a alguien o un novio...

- - ¿Sabes que es el sexo? – Viéndola asentir.

- - Tuvimos un par de clases en los primeros años de secundaria. – Sentándose un momento en el sofá junto a Pyronica.

- - ¿Y te has tocado?

- - ¿Tocarme? – Viendo sus manos un momento mientras jugaba con el trapo. – Jamás lo he hecho... bueno... solo una vez.

- - Una vez – Dijo intrigada la peli rosa acercándose a su lado. - ¿Cómo se sintió?

- - Bueno... yo una vez estaba agripada y mis amigas me trajeron lectura, una novela llamada hombre lobo adolescente sin camisa. – Menciono avergonzada de mencionar el libro de su amiga Grenda. – Hay una escena en la que el chico llamado Mike, está en el establo de los caballos con su novia Verónica.

- - La escena la describen que Mike confiesa a Verónica sobre sus deseos y habla sobre su secreto de ser... un licántropo. – Viendo la mirada atenta de la peli rosa. – Ellos terminan besándose y ganándose sus impulsos, tanto que terminan dando caricias y en un momento a otro tienen relaciones sobre el pajal.

- - Oh, siempre he pensado que esos hombres lobos son algo salvajes – Recordando a los licántropos de la dimensión de la pesadilla.

- - Lo curioso es que decía en el libro, que él la anudaba. – Comento Mabel con las mejillas teñidas de un rojo cereza. – Yo al principio no sabía que significaba, no le preste importancia. Me imagine el pene de un chico normal, pequeño y suave creo.

- - Jajaja es enserio – Tirándose entre las almohadas del sofá. – Eso piensas de los penes.

- - No todos tienen el mismo tamaño – Sonando curiosa. – En el libro que leí puede medir 12 cm.

- - Jajaja – La mujer se agarró de su estómago imaginando a sus compañeros tener un miembro de ese tamaño. – Si fuera así, nos habríamos muerto las súcubos.

- - ¿Súcubos?

- - Oye, Mabel una pregunta y no nada incomoda – Viendo a la chica atenta a lo que diría. – Piensas que Bill la tiene pequeña o grande.

- - ¡Señorita Pyronica! – Exclamo roja del rostro.

- - A no, dijimos que me llamarías por mi nombre – Colocando un dedo sobre su pecho. – Anda dime Pyronica o Pyro de cariño. Dilo o le diré a Bill que no trabajaras más aquí.

- - Pyronica. – Temiendo que cumpliera su palabra.

- - Entonces... el pene de Bill es grande o chico.

- - Yo.... Diría normal.

La mujer soltó otra risotada tan fuerte al imaginarse la expresión que pondría el rubio.

- - Estas en lo correcto Mabel – Menciono la mujer con una sonrisa maliciosa. – Cuando está en reposo, pero no puedo decir que su tamaño lastimaría.

- - El gusta de hacerlo – Acorralando a la menor. – Me pregunto... si tendrá control cuando...

Su rostro se inclinó a la de la menor y beso sus labios tiernamente. Ella abrió los ojos de la impresión, jamás pensó que la dueña la besaría. Sus labios eran tan suaves y su labial era terciopelada, el contacto era lento y caliente. Presiono un poco más escuchando un pequeño gemido en la chica, la cual su lengua empujo y chupo la suya antes de rozar sus labios y fundirse en un peso profundo.

Sus manos se entrelazaron y sus cuerpos se tocaron. Toda la sensación era nueva para la castaña. En cambio para la súcubo, besar a la adolescente era un manjar al saborear su labios dulces y disfrutar su aroma juvenil.

Su mano abandono la de la chica y tentó su muslo con sumo cuidado con sus uñas, adentro acariciando la cara interna de su muslo hasta ascender y tocar su ingle.

Sus dedos frotaron contra su braga de algodón y sintió los muslos de ella aprisionar su muñeca.

- - Dime... te tocaste de esta forma – Recorriendo sus dedos de arriba hacia abajo, presionando sus pliegues y pellizcando su clítoris.

- - S-Sí... - Menciono la castaña absorta de sus besos.

- - Debió sentir bien. – Colocando un casto beso sobre sus labios.

Deslizo sus dedos fuera de su falda y se levantó antes de ver a la adolescente recostada en el sofá con el rostro sonrojado.

- - Los celos lo carcomerán – Soltando una suave risa. – Tienes que prestarme esa lectura, pequeña.

Ayudo a la chica levantarse y dejar que acomodara su ropa, antes de notar que la herida de la Pines seguía en su brazo.

- - Oye, hay que curar eso – Ladeando el rostro al olvidarse por completo de su lesión. – Iré por el botiquín, no me gustaría verte lesiona, si no soy yo o Bill quien lo provoca.

- - Estaré bien, no es tan grave.

- - No – Sonando autoritaria. – Acepta la ayuda, pequeña.

- - De acuerdo – Sintiendo sus mejillas calentarse.

La mujer abandono el lugar dejando a la joven recostarse en el respaldo y mirar su lesión. Aun sentía el calor de sus labios y la forma en que la toco. Su perfume maduro y florar, era tan exquisito y su voz la hacían actuar como una persona seria y carismática.

Por un momento pensó en que Bill por eso eligió a ella, era muy atractiva y con tan solo un beso hasta hacia dudar si estaba bien haber dejado que continuara.

Pyronica regreso con solo una venda, gasa y desinfectante. Miro por un momento a la dulce chica verla pensativa y llena de dudas en su mente.

- - ¡Perdón! – Sentándose a su lado. – Solo encontré esto, pero descuida estarás bien que no dejara ni una marca.

- - Muchas gracias – Siendo curada por la peli rosada.

- - Mabel...

- - ¿Sí? – Viendo el semblante serio de la mujer.

- - ¿Qué piensas de Bill y yo? – Limpiando el área de la herida con una gasa para empapar otra con un ungüento de plata frío.

- - Hacen una bonita pareja, son como marido y mujer de una revista de hogar. – Comento con una sonrisa. – Se cuidan uno del otro, a pesar de que tienen problemas en cocinar.

- - Ah, entonces Bill te conto – Sonando apenada mientras tomaba el vendaje y apretaba el brazo de la chica sin llegar a cortar la circulación. – Mabel... y si te dijera que no somos nada. Yo no soy el interés de Bill – Respondió. – No le gusto.

- - ¡No diga eso! – Tomando sus manos. – Usted es una mujer maravillosa y bella, estoy segura que Bill no se lo ha dicho. Es muy atractiva Py, incluso me gustaría un día verme así de elegante y con una belleza que podría cautivar a cualquier hombre o mujer.

El súcubo se sorprendió que la chica le dijera todo eso, haciendo que su pecho se hinchara de orgullo y un calor en sus mejillas se instalará. Ahora entendía por el su jefe iba detrás de ella, no solo porque era familiar de Seis Dedos o fuera parte del circuló del zodiaco. Mabel tiene todo ese caos y esa atracción que quisiera devorar.

- - Que tonterías mi pequeña – Dando una caricia en el rostro de la chica. – No necesitas más belleza. – Colocando un beso en su mejilla. – Tú eres perfecta para nosotros...

- - Escuche que le hiciste a Bill unas tostadas dulces – Embozando una sonrisa seductora de sus labios rojos. - ¿Qué me puedes hacerme a mí?

| ⊱★⊰ |

La chica corría por el sendero del bosque algo agitada y con el corazón latiendo, una sonrisa nerviosa se instaló en su rostro. Puesto que cuando termino de preparar unos waffles a la señorita Pyronica, esta no dejaba de robarle la fruta y jugar con la miel. Más cuando llego el rubio y se acercó detrás suyo susurrando bajo "¿Qué había preparado para la cena?" la pareja la habían aprisionado contra la mesada de la cocina. Una enfrente jugueteando con la fruta y el otro apoyado contra su espalda mientras le quitaba un bocado que había cortado de su waffle, relamiéndose los labios y emitiendo un sonido de gusto.

Mabel se excusó de lo tarde que era y que regresaría posiblemente mañana en la tarde, no sin antes ser retenida por la pareja quien beso sus mejillas y pidió que regresara pronto.

- - ¡¿Qué rayos sucede con ellos?! – Menciono sonrojada a más no poder.

En cambio Pyronica y Bill se encontraban terminando su cena y con la sensación de excitación en sus cuerpos. El demonio soltó una risa llamando la atención de la mujer, quien arqueo una ceja al ver su apariencia desaliñada y el terrible manchón de sangre en su camisa.

- - ¿Qué le divierte?

- - Ella no se incomodó al ver la sangre, solo estaba concentrada en lo que hiciste esta tarde – Dando una mirada frívola a la súcubo. – Que maldita envidia.

- - Sabe deliciosa – Aclaro. – La próxima tal vez no me contenga.

- - Yo tampoco – Menciono. - ¿Cuántas veces escapara?

- - Lo siento, señor Bill – Comiendo el último pedazo de Waffle. – Ella me preparo esto.

- - No me molesta – Llevándose el tenedor a la boca. – La próxima yo robare más de ella.

- - Espero que hayas curado su lesión.

- - Y tú hayas castigado a los bastardos.

| ⊱★⊰ |

Los siguientes días Pyronica dejo a la castaña a solas con Bill y Kriptos, lo cual era una bendición ya que tendría a otra persona más en la casa. La castaña siempre había cuidado la distancia entre el rubio y ella. Nunca quedándose mucho tiempo en la habitación y dándose un tiempo para su receso para comer y conversar.

Este día resulto diferente, llego de la cafetería y fue directamente con la mansión solo que noto que Pyronica salía apurada junto con Kryptos.

- - Mabel, regresare cuando acabe este negocio. – Dijo la peli rosada. – Así que espérame, no te vayas aun.

- - De acuerdo. – Viendo al sujeto entrar al vehículo.

- - Creo que la conversación quedara en otro día, señorita Pines – Despidiéndose de la castaña. – Le encargo al señor Bill.

La joven entro a paso cauteloso por la entrada de la mansión, nunca le había tocado guiarse sola hasta dentro. Siempre Kriptos estaba guiándola o manteniendo su distancia. La puerta se cerró y apenas las luce iluminaban el pasillo, Bill bajaba por las escaleras antes de mostrar una sonrisa.

- - Mabel – Llamo a la gemela sobresaltándola. – Antes de empezar, ¿no te gustaría comer?

- - Creo que estoy seguro, que no has probado bocado desde tú último receso.

- - No... - Viendo al mayor acercarse a unos cuantos pasos quedando enfrente de ella. - ¿Usted señor Cipher?

- - Ya somos dos – Quitándose el saco de su traje. – Llegue apenas de unos negocios.

- - Debe estar cansado.

- - Nos merecemos un descanso – Tomando su mano. – Ven.

- - Supongo que quiero regresar un favor de la primera vez que nos conocimos.

Entraron a la cocina y se acercaron a la barra, la sentó en una silla y le acerco un plato con un sándwich sencillo.

- - He preparado un emparedado – Sonando orgulloso de su creación.

- - ¿Puedo?

- - Adelante.

Mabel dio una mordida antes de sentir la envoltura del queso y sabor del jamón fuerte y jugoso. Levanto la tapa del pan, en vez de haber carne fría encontró una carne lamida cruda y rojiza tan fresca, claro el queso como descubrió estaba en la bolsita de celofán.

- - ¿Y bien?

- - Definitivamente debe alejarse de la cocina. – No podía creer que el sujeto fuera bueno en lo trabajara, tuviera un excelente físico pero un asco para cocinar, era peor que su tío Ford y Dipper juntos. - ¿De dónde saco esta carne?

- - No te gustara saber.

- - Gustos de ricos, también mi amiga Pacifica tenía ese problema. – Contando la anécdota de cómo una vez la Noroeste intento darles de comer un jamón serrano y agua de manantial importada. – Siempre decía que probáramos cortes y agua importada con muchos sellos de seguridad.

- - ¿Qué sugieres?

- - Tiene mermelada y crema de cacahuate. – Mostrando una mirada determinada. – Y pan.

Bill solo alzo una ceja y fue en busca de los ingredientes, vio con atención lo que hacía; untar con un cuchillo una hogaza de pan con mantequilla y el otro lado mermelada de fresa. Los junto sellándolo y los corto a la mitad dejando dos triángulos.

- - Pruebe. – Indicándole que tomara uno.

Dio un mordisco degustando la mermelada y la crema de cacahuate, salado y dulce una combinación nueva y deliciosa. Aunque calentaba su boca ante un cosquilleo.

- - Me gusta – Menciono comiéndolo animadamente.

- - Mi madre suele prepararnos a Dipper y a mi después de llegar cansados de la escuela – Tomando su sándwich, aunque noto que le faltaba algo de color. Se levantó y busco su mochila antes de escuchar al chico detrás de ella.

- - Otra vez ocultándolo – Viendo que traía en su mano brillantina comestible.

- - Bueno... no pensé que iba querer.

- - Sabes que quiero, me gusta hace que deje de verse algo simple y convertirlo en algo sorpréndete.

- - Supongo que no puedo negarle gustos. – Colocando brillantina a su sándwich.

- - He visto que prestas atención a Kryptos y a Pyronica. – Tomando asiento. – De que conversación se refería Kryptos.

- - Sobre mascotas, tengo un cerdito – Menciono. – Se llama Pato y es como un hijo para mí.

- - ¿Un hijo?

- - Sí – Continuo. – Pato lo cuido mucho, ahora que no estuve hace tiempo en Gravity Falls ha engordado tanto, supongo que mi tío Stan lo estuvo alimentando con cortezas de pizza. Lo tuve una temporada en mi casa, pero por cuestiones de la escuela tuvo que regresar al pueblo.

- - Kryptos menciono que tenían a Xanthar como mascota, pero que ha sido difícil alimentarlo. – Recordando la veterinaria del pueblo. – Tal vez podría conseguir alimento si lo lleva al centro.

- - No creo – Dijo Bill colocando un semblante en su mirada de tan solo imaginarse a la criatura que media aproximadamente en su forma verdadera 20 metros – Dudo que se comportara rodeado de tanto mortal.

- - Debe ser un perro enorme.

- - Entonces de eso se trataba, mascotas – Las palabras de Lava y Dientes, solo le hacían hervir tras comparar a la chica como un simple entretenimiento.

Mabel quiso hacer otro sándwich, pero en un movimiento distraído se cortó el dedo. Las gotas de sangre emanaron de su dedo. Un sonido de dolor exclamo, cuando sintió la mano del rubio sujetar su lesión y lamio la herida.

- - ¡Ah! – Sintiendo su lengua lamer el corte.

- - Es un corte significante – Besando la punta de su dedo índice. – Más cuidado.

- - Lo siento, tendré cuidado – Busco un curita en su mochila para cubrir el corte.

- - Señor Bill... ¿usted en que habitación estará?

- - Hoy quiero la biblioteca de la planta baja. – Viendo a la chica levantarse y tomar sus utensilios.- necesito obtener una información.

- - De acuerdo.

- - Mabel – Viendo a la chica detenerse. – También quiero hablar contigo, a solas.

La castaña asintió levemente, se retiró llevando los artículos de limpieza. Cuando salió de la cocina noto que el pasillo se había hecho un poco alargado y parecía haber habitaciones de más al fondo. Bill camino hacia ella para guiarla a la biblioteca.

- - Es por aquí – Mostrando la habitación en tono rojizo con estantes repletos de libros en desorden y algunos apilados en el suelo. – Un desastre, pero se ha intentado acomodar.

- - No tanto como el laboratorio del tío Ford.

- - Mmm... Seis dedos tiene un laboratorio.

- - Algo así – Se pellizco al mencionar tontamente el lugar de trabajo de su tío. – Puedo arreglarlo.

- - Me parece bien, aunque te molestare cada vez que termine de leer ciertos libros.

- - Lo que ocupe de su tiempo.

- - Siéntete la libertad de ver uno de tú interés.

- - Muchas gracias.

| ⊱★⊰ |

Solo faltaba una hora para que dieran las cuatro de la tarde y llegara la señorita de la residencia. Mabel terminaba de acomodar los libros de regreso al estante, había perdido un poco de tiempo en leer los títulos y admirar su portada, tan elaborada y su textura lisa casi como nuevo. Entre barrer el hollín y el polvo de las habitaciones, biblioteca resulto tener más escombros y polvo. Era increíble la cantidad de ceniza que recolecto en tan solo una semana. Era como si nunca hubieran limpiado la mansión en años o meses.

Pero por más que revisaba los lugares, lo extraño es que no había daño alguno o señales de destrucción.

- - Supongo que han de haber contratado un arquitecto. – Tomando otra pila de libros.

Sus manos eran un terrible desastre de suciedad y curitas tras levantar escombros de madera y loza. Aunque la peli rosada siempre decía que todo fue culpa del apocalipsis. Aprovecho para salir un rato de la habitación y lavar sus manos. Parecía como si la mansión supiera a qué lugar iría, porque encontró rápidamente el baño de visitas.

Regreso a la biblioteca viendo con un rostro de suficiencia lo ordenado del piso y algunos estantes.

Noto que aún seguía el rubio sentado en el sillón a punto de terminar su lectura y anotar unas cuantas cosas en su libreta, se apeno al darse cuenta de que todo el rato la podía a ver visto solo dando vagas miradas a los libros o terminando de acomodar el desastre de pilas de libro que dejo en el suelo, mientras indagaban en la biblioteca.

Su pequeño descanso para tomar el almuerzo ha pasado más de tres horas de la última vez que hablaron. Aunque por un momento se sintió aliviada y sin su tonto corazón latiendo con fuerza después del incidente en la cocina al ver que él quiso preparar un sándwich. Agradecía su atención, pero Bill Cipher era intimidante cuando quedaban a solas o se acababa la conversación y solo quedaba el contacto.

- - No seas tonta – Musito suavemente de sus labios al imaginarse tontamente a Bill robándole un beso, como lo hizo Pyronica hace unos días. – Simplemente beso mi dedo.

No es que el sujeto se haya quejado en esta última semana, pero ya llevaba un buen tiempo limpiando la mansión, más esta vez pudo avanzar y llegar a la biblioteca y la sala de abajo, si no se apuraba hacer la limpieza la paga seria mínima o la despedirían como dijo Tambry, y con ello no podría ir a la piscina ni mucho menos obtener un traje de baño nuevo. Necesitaba moverse rápido y no estar perdiendo el tiempo.

Aun se preguntaba cuando seria el día que cobraría. Olvido ese pequeño detalle, el pago.

Escucho a Bill cerrar la tapa del libro y tomar otro, pero notando su presencia cuando alzo la mirada una fracción de segundos. Se ruborizo al pensar que otra vez estaba flojeando en horas de trabajo.

Se apuró a recoger seis y siete libro para subir la escalerilla con algo de dificultad siempre cuidando de no caerse con todo y estante. Dio una breve mirada al rubio antes de ver como el orbe amarillo de este se contraía dejando la pupila elíptica en una delgada línea oscura. Mabel sintió un breve escalofrío y su sangre helarse, tal vez su mente le obligaba a ver otras cosas e imaginarse que el señor Cipher era una persona muy rara y extraña. Pero por un momento le pareció ver su mirada brillar y un aura oscura a su alrededor.

Había muchas cosas en lo que hacía, y dudaba si se le permitiera una conversación más con él. Debía tener cuidado de no molestarlo, a lo que dijo su amiga Tambry es que odia que le interrumpan su lectura.

Un movimiento en falso y la joven castaña se trastabillo con el cuarto escalón doblando su pie al apoyarlo contra el escalón de apoyo, cayendo de la escalerilla aterrizando en la pila de libros. La menor se quejó antes de soltar un pequeño alarido en su voz y sobarse su pie izquierdo.

- - ¡Ouch! Que dolor – Frotando entre el talón y el empeine. – Que tonta fui. – Quiso reprimir un sollozo de sus avellanados ojos, pero el dolor la mataba un momento. – Duele...

- - ¿Te encuentras bien? – Hablo el rubio viendo desde su altura a la menor sonrosarse de sus mejillas y mirarlo de forma atónita. – Fuiste algo descuidada pequeña, alguien normal no tomaría una pila de más de cinco libros.

- - Más que descuidada, torpe – Soltando un bufido de arrepentimiento. – Debí aferrarme bien a la escalerilla o dejar los libros encima e irlos acomodando de uno a uno. Antes de bajar de forma imprudente.

- - Posiblemente, pero eso hubiera sido más grave en la siguiente línea de tiempo.

- - ¿Cómo? – Pregunto Mabel confundida en lo que dijo.

- - Es preferible que ocurra esto, a caer de una peor forma – Hincándose a su lado para ver la hinchazón en su tobillo. – Está inflamado es un esguince muscular... pero se compondrá si desinflamamos la zona y te pongo un ungüento tópico de tipo analgésico. – Menciono de forma tranquila. – Los humanos lo hacen, curar lesiones como esta. – Embozando una sonrisa llena de interese. – Ven – Colocando una mano en su cintura, pero fue detenido por el toque de la menor que lo aparto de su cercanía.

- - ¡No se preocupe! – Sonando nerviosa y con el rostro ruborizado. – Puedo levantarme y seguirlo, solo muéstreme donde lo tiene. – Hizo un esfuerzo en levantarse, pero al apoyar su pie solo provoco que tropezara y se aferrada al estante de libros. - ¡Auch!

- - Esa lesión no te dejara avanzar, Mabel – Sonriendo al ver que la chica no tenía más opción que dejar que la llevara cargando. – Acepta esta ayuda que ofrezco y déjame llevarte a curar ese tobillo, pequeña mocosa.

- - D-De acuerdo...

La adolescente seguía apoyada al estante antes de ver que la figura masculina y alta del rubio cubría su persona. Sus mejillas se ruborizaron por la cercanía del hombre, su corazón latía con fuerza por cada segundo que estaba cerca de este sujeto tan atractivo. Su aroma era como la aguja de un pino, enmaderado y fresco. Sacudió su rostro para eliminar cualquier rastro de señal de enamoramiento.

"Mabel contrólate por favor, él es un hombre comprometido o posiblemente casado. No es tú amor de verano, ya no eres una chiquilla enamoradiza."

- - ¿Dónde es? – Pregunto la menor bajando la mirada. Antes de ver las manos oscuras del rubio posarse una debajo de su muslo y la otra atrás de su cintura baja. - ¡Ahh! – Soltó un grito de sorpresa siendo levantada a su altura en un estilo marital, teniendo cerca su rostro y pudiendo apreciar el parche en su ojo izquierdo.

- - El ungüento está en el baño – Menciono. – Tranquila necesito que estés en lugar cómodo para colocar el medicamento.

- - Señor Cipher... - Dijo ruborizada la menor con las manos cubriendo su rostro. – No es necesario que me cargue, soy pesada.

- - No eres ninguna molestia Mabel. – Susurro cerca de su rostro. – Y no eres nada pesada.

Inmediatamente salieron de la biblioteca y la llevo a la estancia de arriba, subiendo las escaleras a cada paso y con sumo cuidado. Aquel lugar que estuvo una vez con Pyronica en su llegada. Fue recostándola en un sofá decorativo cerca del ventanal triangular. Mabel no quería que la pusiera en el sofá que acomodo, pero visto las circunstancias no podía moverse mucho para protestar.

- - Espera aquí un momento.

La castaña sentía latir su corazón con tanta fuerza y rapidez, sentía que se saldría hasta que noto que su piel estaba más ruborizada y caliente de lo normal. Tomo varias respiraciones y dio una mirada a la habitación en donde estaba, seguía muy limpia como la había dejado hace tres días no había rastros de haberla utilizado o realizado alguna actividad. Dio una mirada melancólica al ventanal y se dio cuenta que seguían las flores que coloco en el jarrón, levemente marchitas y no cambiadas por la señora de la casa.

Se preguntó si en algún momento entraron a esta habitación, lo había acomodado perfecto para crear un ambiente romántico en su encuentro con Cipher y Areckva. Pero aún había sin haber una chispa en ellos, lejos de un toque en sus manos.

- - Estarán peleados – Haciendo un leve puchero en sus mejillas.

Mientras tanto estaba el rubio revisando el botiquín del baño de su habitación antes de ver que la caja estaba vacía, cerro la tapadera nuevamente antes de dar pequeños toques en sus dedos y chasquearlos. Nuevamente abrió la tapadera de la caja y revelo el material de curación para un humano, se llevó la cajita y camino por el pasillo hasta llegar a la estancia.

Vio a la joven de cabellos castaños dando breves miradas de forma inocente por la habitación, estando curiosa en examinar el lugar sin darse cuenta de que él era un depredador acechando a las sombras.

Dio una mirada rápida en el atuendo que portaba la menor; un suéter holgado de color lila pastel con el dibujo de bordado de un clavel y la condenada falda corta de color azul claro que hacían resaltar esas calcetas blancas y altas que se aferraban a sus piernas lechosas y esbeltas de señorita, su cabello cayendo como una cascada sedosa de un delicioso aroma frutal, que invitaba jalarla enterrar sus garras y apretar sus hebras en el momento del acto.

El acto cuando la tuviera debajo de él con su cuerpo transpirando en sudor por el calor del momento, gimiendo dulcemente y gritando su nombre de forma caliente.

"¿Y por qué no?"

Bill Cipher aguardo el momento para que ella tomara confianza y pudiera estar a solas. Sus secuaces no vendrían en una hora más y Pyronica le importaba poco esta situación. Devorar un pequeño bocado y disfrutar del placer que se había negado.

Se acercó a paso cauteloso y pidió su atención viendo a la pequeña acomodarse en el sofá y dar el suficiente espacio para que se sentara.

- - ¿Has perdido el pie? – Sonando burlón.

- - ¿Qué?

- - Que si perdiste el pie – Enseñando la cajita. – Me tarde un poco.

- - Estoy bien, no es tan malo. – Sonando apenada. – La circulación sigue perfecta.

Mabel pidió el ungüento extendiendo sus manos, pero el mayor no se lo permitió. Hizo como que se lo pasara pero termino en su mano. Mientras le hacía una seña de acercarse.

- - Ven aquí.

Ella dudaba en acercarse, estos últimos días Bill estaba actuando extraño con ella. De una manera que coqueteaba y los roces fueran un poco más pronunciados, entre conversaciones casuales y los almuerzos que han tenido durante sus visitas en la mañana. Temía que arruinara la relación entre Pyronica y Bill. Hoy fue un día libre en su trabajo en la cafetería y aprovecho para venir a completar un poco su paga.

Pero nuevamente su imaginación jugaba mucho con el escenario y los dos solos.

- - Mabel, ven – Llamándola nuevamente, para verla bajar la mirada.

- - ¿No aceptas ayuda? – Se acercó a su lado asustándola y viéndola retroceder contra el respaldo del sofá. – Bien, voy a ti. – Sujetando su pierna con suma delicadeza sin lastimar tiro ella. – Es una lesión difícil de alcanzar, no podrás hacerlo sola.

- - Pero señor Cipher... no debe hacer eso, soy una sirvienta temporal. – Sonrojándose la menor. – Fue mi error caerme.

- - Y debo cuidar de que no te lesiones – Retirando el tenis de la chica al ver que se ponía roja de las mejillas. – En un futuro tendrás cuidado con los accidentes, para evitar este tipo de lesiones.

- - S-Sí... - Sonando su voz avergonzada.

- - Mabel... no me gustaría verte lesionada, ni que le suceda algo a esta piel. – Sus dedos tocaron el borde de su calceta y retiraron la prenda con delicadeza robando un suspiro a la adolescente. – Aun no... si no soy yo, quien lo lesione.

- - Señor Cipher... - Sintiendo la mano del rubio tocar su lesión junto con la crema del ungüento y provocar un quejido de dolor en ella. - ¡Ay!... eso duele.

- - Esto requerida de reposo – Menciono. – Posiblemente dos semanas, sin levantarte en una cama.

- - ¡¿Reposo?! – Sonando alterada de tan solo imaginarse tiempo perdido, no pago y sin dinero suficiente para la piscina. – Por favor... yo no estorbare y ni me quejare, solo... permítame seguir trabajando.

- - No puedes trabajar con una lesión, necesitamos que estés en movimiento para tener en orden este lugar. – Dijo en tono serio. – Tenerte en esta condición solo serás un mero estorbo como humano.

- - Vaya palabras de consuelo, viniendo de un sujeto que no conocía la tostada con mermelada hace unos días – Se quejó la castaña cruzando los brazos mientras hacia un pequeño mohín con sus labios rosados. – Solo era necesario decir, no requerimos tus servicios por el momento Mabel, gracias por trabajar con nosotros.

- - Jajaja – Soltó una risa estruendosa el rubio por ver tal acto de reprimenda en ella. – Y te agradezco por iluminarme y no morir de hambre. – Untando el ungüento. – Tampoco estoy corriéndote pequeña. – Dando un apretón en su pie. – Reposar estos días no es malo, luego pagaras esto en tu siguiente trabajo pero conmigo.

- - ¿Eh?

- - Qué más da – Saco una pequeña pastilla y la coloco entre medio de sus labios. Atrajo el rostro de la menor apretando el índice y pulgas sobre sus mejillas y obligándola abrir su boca. La beso cerrando un brecha entre los dos.

Mabel sintió la pastilla caer en su garganta y tragarla antes de separarse y mirar al rubio relamerse sus labios.

- - Un analgésico – Tocando sus labios.

- - ¡¿Por qué me beso?! – Exclamo sonrojada y con su corazón latiendo deprisa.

- - Mabel – Apretando el tobillo adolorido de la menor. - Quiero ofrecerte un trato.

- - Ocupas el dinero, tienes planes en este verano y no eres la primera chica que entra a esta residencia e intenta ganar un poco. Los humanos como tú tienen un propósito este periodo de asueto en su mera prisión académica. – Dando una caricia antes de aplicar un poco más del contenido del ungüento en su pie, dando un masaje en el musculo adolorido. – Pyronica me tiene prohibido acercarme a los empleados, según ella tengo una mala actitud hacia ellos. – Dando unos cuantos apretones en el tendón, robando un suspiro de dolor en la menor. – Más no para hacer un inocente trato con ellos.

- - ¿Trato? ¿Qué clase de trato? – Pregunto la castaña.

- - Estuve esperando... - Sujetando su pierna.

- - ¿Quieres hacer uno conmigo Mabel? A nadie más se lo he pedido – Suavizando la zona consiguiendo que la menor sintiera un alivio en el musculo adolorido antes de seguir masajeando su talón. – Lo que pido es que obedezcas como buena chica, solo mis órdenes.

- - ¿Ordenes? – Pregunto la chica.

- - Aparte de la limpieza en este lugar, quiero que tú pases tiempo conmigo... una chica de compañía. Suena bien y sería buena paga extra lo que dé.

- - Quiere compañía – Notando que el rubio tomaba un vendaje de 5 cm de anchura y empezaba a vendar de la punta de su empeine hasta arriba del talón en forma de zigzag. - ¿Qué clase de compañía?

- - Solo estar conmigo hasta que quede satisfecho – Dijo sin tantos titubeos ni tabúes en sus palabras. – Estoy un buen rato en abstinencia, me vendría bien un poco de placer de disfrutar tú compañía.

- - ¿Mi compañía? – Soltando una risa la castaña antes de sentir el toque de la mano del hombre acariciar su pierna dar un breve masaje en su piel. – Señor Cipher... está bromeando conmigo. parecería que está pidiéndome que yo este con usted en una especie de relación amistosa o amorosa... - De repente el rostro del rubio estaba cerca de ella. Retrocedió leventemente quedando atrapada entre el respaldo y el cuerpo del mayor.

- - No es ninguna broma la que hago, Mabel – Mostrando una mirada seria y profunda, su mano subía lentamente hasta la cara externa de sus muslos dando un apretón suave y la caricia sobre su piel. – Y no es una petición común lo que pido con una pequeña humana como tú. Lo digo enserio.

- - S-Señor... Cipher... – Mabel soltó un gemido suave de sus labios, sintiendo lo agradable de la caricia sobre su pierna. – Pero... pero ¿Qué hay de Pyronica? ¡Yo no puedo hacer eso!

- - Pyro... - Dando una mirada oscura a la menor. – ¿Aun piensas que estamos casados?

- - Esto solo es una treta para evadir ciertos asuntos – Comento. – Pyronica y yo solo simulamos esto, nadie quería que habitáramos este lugar. Pero veo que tragaron la mentira, una pareja de casados nadie sospecharía.

- - Señor Cipher. – Viendo al rubio enjaularla contra el sofá.

- - ¿Qué dices pequeña? – Hablando en un tono seductor, sus manos acariciaron sus piernas. – Porque no empiezas por enseñarme un poco sobre eso que llamas calor en pareja, Pyronica hablo de eso contigo.

- - No debería... yo... - Sintiendo sus mejillas enrojecer y el picor de su mirada humedecerse. – Señor Cipher.

- - Nadie sabrá, y todo quedara aquí. – Apoyando una mano en su mejilla. – Mabel, solo acepta el trato. – Mostrando su mano extendida hacía ella. - ¿Quieres saber lo que deseo en este momento?

Viendo a la castaña asentir levemente, se acercó lo suficiente para cerrar la brecha entre ellos. Su mano entrelazándose en su mano para estrecharla, sin apartar la vista, la menor no se dio cuenta de la llama azulada que se disolvió en su piel.

- - Deseo besarte, besarte y no parar hasta que quede satisfecho.

- - Un beso... - Dijo ella temerosa y emocionada ante el primer contacto de afecto.

- - Más de un beso – Tocando su rostro y acariciando su mejilla. – ¿Es tu primer beso?

- - Yo creo que mi tercero – Soltó una risa inocente la menor. – El primero lo tuvo un tritón, su nombre era... Marmando.

- Cerró sus ojos intentando tomar un respiro para calmar sus sentimientos y los nervios.

- - Fue mi primero... suave y húmedo, salado por el agua.

- - Que descarado en robarlo – Dijo el rubio mostrando una señal de molestia. - ¿El segundo?

- - Sonara extraño... mi hermano me lo robo, pero fue porque fue posesionado por un... - Un recuerdo invadió su mente, la imagen triangular aparecía casi difuminada. – No lo recuerdo bien.

- - ¿Y el tercero? – Pregunto el rubio en un tono más profundo que embriago los sentidos de la pequeña.

- - T-Tú – Musito suavemente su sentencia, sabiendo que el tercero había sido Pyronica.

- - Me lo permites – Viendo a la joven asentir.

Un roce voraz y hambriento se implanto en los labios de la menor. Mabel sintió el roce de los labios del rubio besarla presionando con fuerza y robando cada pedacito de su boca. Estaba terriblemente sonrojada y asustada al sentir nuevos sentimientos; anhelo, culpa y deseo.

No mentira que lo soñó o imagino que sucedería, esa tensión solo había crecido bastante y ambos solo continuaban evitándose. Hasta el punto de quiebre cuando sus deseos no pudieron ser más reprimidos.

Bill luchaba intentando calmar y moderar el roce de sus besos, el sabor dulce, apetitoso y cálido de la menor era lo que más había deseado obtener. Sus manos no pudieron evitar tocar su cuerpo y sujetarla evitando que escapara y rompiera el contacto.

Suaves jadeos entre ellos y los roces resonaban en la estancia, poco a poco su ritmo fue cambiando a una pequeña danza que solo se acariciaba entre besos largos entre profundos. El timbre grave de la voz masculina del rubio, provoca que su estómago se contraiga en opresión, escuchando los gruñidos y jadeos de él.

La castaña sintió la lengua del demonio lamer su labio inferior sintiendo el dolor de sentir su lengua, tan áspera que le recordaba al gato de su casa. El mayor no puede evitarlo, la sensación suave de sus labios, el sabor a miel y los suspiros calientes de la menor, deja un aroma que le abrase los pulmones y lo caliente de la cabeza a los pies.

Bill aprieta una mano contra el respaldo del sofá, un brazo la atrae evitando que se separe de sus cuerpos.

Un gimoteo tembloroso broto de sus labios por el cosquilleo, el demonio aprovecho para adentrar su lengua y jugar con la de ella. Pequeña y rosada, ella se mantiene quieta en su lugar y no puede evitar sentir la presión de sus labios con los de él. Su lengua se abre paso en su boca y su aliento es caliente y hambriento.

Rozando y acariciando mientras exploraba su pequeña boca de nínfula. Tan dulce y tierna, que apenas contener sus cortos impulsos de soltar un pequeño chasquido húmedo cuando cortó su beso y se separó levemente en un jadeo, con un hilo de saliva conectado a su boca.

- - Más... - Menciono Bill levantando su suéter y apartándolo, mientras besaba su quijada y descendía por su cuello. – Más... deseo más.

- - Señor... señor Bill – Temblando del abrumador placer y los besos, llevo sus manos hacia los costados del rubio. Sintiendo su camisa y el musculo marcado de sus serratos.

PV Bill

Deliciosa y culpable chiquilla, su piel es demasiado suave, blanda y apetecible de marcar. Escucho su respiración ir rápido y su voz soltar dulces suspiros ante el toque que le brindo. Mabel Pines jamás pensé volver a verte y tocarte.

Las manos del hombre tocaron sus piernas tocando la piel sedosa de la menor, dando caricias lentas por encima del muslo provocando el suave suspiro de sus labios llenos de su color rosado, tentó en un desliz con sus dedos su tersa piel y alrededor del vasto de la pierna la sujeto con sumo cuidado empujando a los lados para abrir paso a su entrepierna. La menor se recargo sobre el cojín del sofá y mantuvo sus manos firme contra su pecho cuando aparto su toque, sin saber qué hacer.

Ella no sabía que hacer o cómo actuar, miro al sujeto con inocencia y temor al momento. En cuestión de segundos estaba con su remera levantada y su brasier expuesto. Los labios húmedos y tibios del rubio pintaban su piel dejando rastro de sus besos. El rubio dejo de esparcir los besos en su escote antes levantar la mirada y ver a la chica con un sonrojo furioso que cubría el puente de su nariz.

Miraba con atención la expresión en el rostro de la adolescente, un reflejo de inquietud, temor y curiosidad se veía en el rostro inocente de la castaña. Sus mejillas estaban rojas y sus labios acallaban con inútil intento su voz cuando la tocaba.

Se acercó a su rostro y pudo apreciar el rubor con más detalle haciendo resaltar esos avellanados ojos, característicos de su gemelo masculino. Sus manos subieron hacia arriba empujando la falda de la chica a su paso, un suspiro broto de ella y sus ojos se abrieron mirando el perfilado del rostro masculino de su amante prohibido. Más el toque nunca ceso, solo aumento.

El rubio continuo tocando su piel sin un rastro de pudor en sus actos, solo escuchando a la chica gemir suavemente y soltar suspiros. Acaricio por encima de su trasero dando un apretón considerado, sintiendo lo firme de sus glúteos de su pequeño trasero bajo su mano. Alzo su cadera y sujeto su trasero atrayéndola a él provocando otro sonido de sorpresa en la menor, la levanto sin tanto esfuerzo y la tenía ahora sentada en su regazo y con las piernas a un lado dando caricias sin detenerse.

Mabel se sujetó entre su pecho y alzo la mirada curiosa por ver la expresión de Bill. Prácticamente estaba sentada en su regazo y con su ropa alzada.

- - Señor... - Dando una mirada al orbe ambarino del sujeto. Se sentía pequeña ante su cercanía.

Ella soltó un gemido en sus labios rosados escuchándose ese sonido de su voz en un tono melifluo. Las manos del sujeto subieron a su pecho y buscaron el dobladillo del suéter, levanto la tela semi holgada y debajo de esta su remera de tirantes color blanco perla.

Mabel soltó un gemido y llevo sus manos a los hombros del rubio tratando de detener su toque, pero las manos del rubio trabajaron rápidamente en subir sus camisa de tirante junto con el brasier blanco de moñito que portaba, que termino abriéndose en su paso y termino de exponer su pecho en desarrollo.

- - ¡Espere!... - Soltando un mohín tembloroso.

Dos masas levemente voluminosas y redonditas tan perfectas con el color lechoso de su piel. Un fragante aroma a dulce y flores sin ser lo suficientemente irritante, mostrando sus pezones rosados cual pétalos de flor eran. El rubio abrazo de la cadera a la chica, se inclinó cerrando su orbe y se acercó a dejar lamidas sobre su piel, pequeñas mordidas en su escote que dejaban apenas la línea visible antes de mirar su pecho y colocar un beso entre medio.

- - No mire... - Dijo avergonzada la menor de mostrar su pecho. – Señor...Cipher...

- - Por favor... - Viendo la rubia cabellera moverse y al sujeto besar y lamer animado su escote. – Señor Bill... - Sus manos tocaron con leve ternura e inocencia sus mechones rubios.

El rubio admiro su torso desnudo y la expresión de la castaña, era hermosa esa pequeña humana toda una tentación en tierra. Sus manos enguantadas, estaban perdiéndose todo de ella. Retiro sus guantes apartándolas a un lado y con las manos oscuras tocaron entre sus dedos sus pezones rozados, erectos por el contacto. Grabándose la sensación de la piel de aquella chica, su signo zodiacal.

Siguió tocando su abdomen blando, era tan suave y plano, tan fértil. Su garra trazo una línea imaginaria hasta topar con el borde de la falda. Su otra mano continuaba tocando de arriba hacia abajo su espalda y a los costados, llegando a la base de sus senos. Una caricia y un apretón fueron suficientes para provocar la sinfonía de gemidos que soltaba la menor.

- - ¡Ahh! – La pequeña se encorvó hacia delante sintiendo los dedos masculinos del chico apretar y tirar suavemente de sus pezones. Todo era nuevo para ella, jamás pensó que sería tocada de esa manera.

Mabel... Mabel... repetía en su mente atrayendo a la menor a su contacto, coloco besos en su prístina piel tersa. Lamiendo y saboreando esa piel suave y deliciosa. Su sangre que golpeteaba y mantenía caliente la piel de la menor.

Escuchaba a la castaña decirle varias veces la palabra señor, se recordó de educarla para que dejara de llamarlo así, quería escuchar su nombre cuando la hiciera suya. Se acercó a sus senos siendo un adorable montecito voluminoso y redondo, sus manos abarcaban aun sus senos de señorita. Dio una lamida antes de dar la mordida en su pezón.

- - ¡Ahmm!... - La menor soltó un quejido ante la mordida antes de sentir la lengua del rubio acariciar la punta del pezón y lamer su aureola, dando una succión leve en la mama.

La mantuvo retenida en su agarre evitando que retrocediera ante su toque, sujeto sus caderas con un brazo y con el otro mantenía sus caricias. Pronto la ropa estorbaba y el calor aumentaba, empujo a la pequeña de regreso al colchón del sofá y se colocó encima evitando su escape, sus manos fueron dentro de su falda y tiraron del elástico de su braga sacándolo y escuchando a la chica brotar un gemido de sorpresa.

- - No, espere... - Intentando tomar sus bragas de regreso, pero el demonio aprovecho su lesión para darle un apretón y escucharla gimotear de dolor. - ¡Auch!

- - No, no Estrella fugaz... - Hablo el sujeto mostrando una sonrisa maliciosa y sus intenciones. – Aun no termino, quiero que disfrutes un previo.

- - ¿Un previo? ¿Qué...? – Mabel fue empujada de sus rodillas hacia delante y sintió la manos del rubio tocar justamente el interior de sus muslos.

- - Shh... - Sellando sus labios con un dedo oscuro. – Calma preciosa, y solo siente, tengo tantos deseos de tenerte.

- - ¿Quiero que tengas claro los deseos? – Tocando su terso genital femenino. – Mantenlas abiertas... no las cierres.

Miró al techo la castaña y tragó saliva, luchando contra el instinto de cerrar las piernas, aunque no estaba segura de poder hacerlo en ese ángulo. Intentó no pensar en cómo su vulva estaba completamente expuesta en esta posición. Podía verlo todo.

Ella nunca ha sido morbosa de verse frente en un espejo su sexo completamente o tocarse. Sus amigas, todo lo que han hablado de ella acerca de los novios y las relaciones, no era ni cerca del 40%. Lo único que sabía era que los besos podían ser íntimos y tener coito después del matrimonio, eran lo más puro en una relación.

Su respiración se hizo más profunda sobre ella, volviéndose más irregular con cada toque. Moviéndose, deslizó ambas pantorrillas sobre sus hombros inconscientemente, antes de agachar la cabeza y mirar lo que hacía el rubio.

Sus caderas se sacudieron ante la sensación de él pasando un dedo por sus pliegues, su rostro inhalando profundamente su aroma mientras avanzaba. Sus ojos se cerraron, pero en el momento en que los abrió, ella pudo ver cómo el ámbar de sus ojos se había oscurecido y el brillo iridiscente se hacía más evidente.

Su labio tembló mientras miraba fijamente sus ojos dorados, viendo la promesa de placer en ellos y el miedo al ser descubiertos por Pyronica. Bill mostro una sonrisa, que juro Mabel que vio sus oscuras intenciones perversas llenas de lujuria.

Con eso, sus dedos acariciaron su vulva de arriba hacia abajo y empujo dos dedos sobre la entrada de su vagina. Mabel soltó un grito de sorpresa e intento cerrar las piernas, pero Bill no se lo permitió. Había separado bien sus muslos y evitado que se levantara.

Acaricio su sexo frotando su pequeña flor y adentrando dos dedos a su canal, dando un empuje simultaneo con sus caricias. Mabel soltó un gemido y sus manos las llevo a su rostro intentando a callar sus gemidos.

- - Señor Bill... - Sintió el empuje de sus falanges y como hacia un movimiento de llamado dentro de su vagina. Frotando un lugar que ella había desconocido hasta el momento, pero que provocaba que su sexo palpitara y la sensación de orinar. – Ah, ah, ah....

- - Estas húmeda – Acuso viendo el rostro sonrojado y avergonzado de la menor. – Supongo que esto es mutuo. – Menciono con la voz profunda y aterciopelada. – La excitación y la maldita tensión.

Se inclinó y la parte plana de su lengua se deslizó profundamente en su abertura de su sexo lampiño y rosado. Ella jadeó, sus caderas se sacudieron ante la extraña sensación de su lengua dentro de ella. La lamió con movimientos circulares y atrevidos antes de pasar la lengua por encima de su clítoris. Su aliento se quedó atrapado en su garganta cuando su lengua agitó su conjunto de nervios, su cuerpo instantáneamente se calentó ante la sensación. No pudo evitar que sus caderas rodaran contra su boca, buscando más contacto.

- - Uh, uh... ah, ahm... - Mabel solo escuchaba su lengua lamer y su vulva secretar la mezcla de su lubricación y la saliva del mayor. – Señor Bill...

No tuvo tiempo de pensar en ello cuando él se agachó y apoyó la mano en la parte posterior de sus muslos y usó sus pulgares para separar sus labios vaginales.

No pudo evitar apretarse ante la intrusión, su agarre y la inclinación de sus caderas dejaron su entrada abierta, el rubio mirándola directamente como si estuviera mirando su alma. Empezó a masturbarla con rapidez empujando los dos de sus dedos y lamiendo y chupando su clítoris.

Su boca se abrió con un gemido estrangulado, sus piernas se apretaron alrededor de sus hombros y cabeza mientras sus labios chupaban vigorosamente su pequeña cereza en su boca, sosteniéndolo justo dentro de sus labios, la punta de su lengua moviendo la capucha hacia adelante y hacia atrás con entusiasmo. Su cuerpo se sacudió ante la sensación, el calor líquido acumulándose en su bajo vientre.

Alternaba entre lamer sus pliegues como algo de entusiasmo y luego enterrar hambrientamente su lengua en su pequeña vagina, empujándola y moviéndola dentro de ella, antes de regresar sus labios a su clítoris y chuparlo como si su vida dependiera de ello.

Bill podía escuchar a la gemela Pines gemir dulcemente y desesperadamente.

No pasó mucho tiempo hasta que su vagina se mojó lo suficiente, la combinación de su saliva y su lubricación se deslizó desde su entrada y su boca y goteó entre su barbilla. Dio una lamida entre su uretra provocando un berrido lleno de placer en la menor.

"Aun no es momento"

Se recordó el demonio antes de tomarla, más su miembro dolía dolorosamente.

PV Mabel

Debería parar, parar empujarlo. Irme corriendo y disculparme con la señorita Pyronica por hacer esto. Pero... ¿Por qué no podía detenerlo?

Mabel sollozo cuando recordó lo que sucedía, pero cada vez que pensaba en alejarse de Bill sentía dolor en su pecho. Deseaba ser besada, ser tocada y ser amada por él.

Sus caderas se sacudieron salvajemente ante la forma en que su boca la devoró, su canal vaginal se apretó con avidez alrededor de su lengua resbaladiza que no fue suficiente para satisfacer sus necesidades.

La tensión comenzó a crecer dentro de ella, una espiral apretada profundamente debajo de su ombligo, cada toque la acercaba al borde traicionero del que no quería caer, llegar a más con el señor Bill.

El rubio había vuelto a chupar su clítoris con su boca una vez más. Respirando entrecortadamente, su cuerpo se esforzó por resistir su deseo primario de orinar, o eso pensaba que se trataba la sensación. Temblando y sacudiéndose ante la sensación de sus labios sobre ella. Excepto que esta vez, cuando él apartó la cabeza, chupó su clítoris con fuerza y ​​un grito ahogado salió de su boca cuando su clítoris se deslizó de sus labios con un pequeño "pop" y un beso en su pubis. Sólo que su boca no volvió a su vulva. Se alejó por completo.

PV Bill

El rostro de Estrella fugaz es un poema al verla que he interrumpido su anhelado orgasmo.

Retiro sus dedos de su pequeña abertura y lamio el flujo de su lubricación. Él se estaba lamiendo los labios, el fluido de ella le cubría la boca y la barbilla, mirando su vagina con expresión hambrienta. Su esencia era deliciosa, estaba lista, lo suficientemente mojada.

De repente, su ojo ambarino se fijó en los de ella y sonrió, demostrando que sabía exactamente el efecto que estaba teniendo en ella, lo cerca que había estado de caerse del precipicio de puro placer.

Se inclinó, manteniendo su orbe fijo en los de ella, y acarició su clítoris hinchado con la punta de su lengua. Sus caderas se sacudieron. Necesitaba más.

- - Mabel... - Su voz estaba cargada de una profunda excitación.

- - Por favor... señor Bill – Ella gimió. Suplicó. No sabía lo que estaba suplicando.

- - ¿Por favor qué? Pequeña - Preguntó, extendiendo la mano y pellizcando suavemente su clítoris entre las yemas de su pulgar y dedo índice evitando cortarla. Un grito escapó de sus labios.

- - No debemos... continuar.

- - ¿Eso piensas? – Musito viendo la mirada de la gemela Pines.

- - Por favor... detente – Jadeó, luego gimió suavemente, su cabeza cayó hacia atrás mientras él hacía rodar su clítoris hinchado entre sus dedos.

- - Vuélvelo a repetir, Pines.

Soltó su clítoris y arrastró sus dedos hacia abajo, su cuerpo se tensó con la expectativa de lo que estaba por venir. Con el pulgar y el dedo medio, extendió sus pliegues llorosos antes de empujar ligeramente su dedo índice y anular en su entrada comenzando a penetrarla.

- - ¡Ah!... - Con las piernas apretadas de nuevo, ella trató de alejarlo, sacudiéndose. Sus caderas se sacudieron mientras intentaba alejarse de él, pero con un gruñido, él atrapó sus piernas agitadas y, empujando su antebrazo detrás de sus rodillas, las empujó hacia su pecho hasta que casi quedó doblada en dos ante su escasa estatura, siendo atrapada por su cuerpo.

La mueca en su rostro se alivió cuando su mano encontró su entrada una vez más. Esta vez, no se detuvo, simplemente deslizó todo sus dos dedo en su húmedo y tenso calor.

- - S-Señor Bill... señor... - Ella gimió y gimió con un rastro de temor de ser encontrados, tratando de escapar, pero su posición la tenía encerrada contra el sofá. Su cuerpo se agarró, su vagina se apretó con fuerza mientras intentaba luchar contra la intrusión de sus dedos. Eso sólo hizo que ella apretara sus dedos con más fuerza contra las paredes vaginales.

Demasiado pronto para que la gemela Pines se viniera, él desarrolló un ritmo, sus dedos cogiéndola a un ritmo moderado, deslizándose fácilmente dentro y fuera de su apretada vagina empapada. Giró su dedo, curvándolo hacia su frente tocando nuevamente ese punto entre la pared de su uretra. Sus caderas se sacudieron cuando él empujó contra un lugar dentro de ella que ella no sabía que existía, su mente se nublaba ante la sensación.

Constantemente froto contra sus paredes internas, antes de bajar y presionar firmemente contra su perineo. La menor estaba absorta a tantas nuevas sensaciones. El demonio lamio su abertura, recorriendo sus delicados labios hasta tocar su perla rosada.

Jadeos desesperados de la menor, casi de pánico, dejaron su boca abierta exponiendo sus labios rosas y un rubor en su rostro, su cabeza cayó hacia atrás contra el colchón del sofá detrás de ella, solo para que un ruido agudo escapara de sus labios cuando él agachó la cabeza y devolvió sus labios y lengua a su palpitante clítoris.

Ella se estremeció y exhaló aliviada cuando él se retiró un poco dejándola respirar. Su mente volvió a la forma en que sus labios chuparon con fuerza su clítoris, la lengua golpeando firmemente contra su pubis y dando ahora mordiscos suaves. La sensación de empuje en sus dedos la hicieron estremecerse, casi llegaba a su orgasmo. Él sonrió y comenzó a meter y sacar sus dos dedos dentro y fuera de ella, los jugos lubricantes que se filtraban de su pequeña entrada trabajando contra ella.

- - ¡Ahmm! – Mabel lloro cuando sintió que su entrada se contraía y sus piernas temblaron con violencia. Su pequeño sexo se contrajo e inmediatamente salpico mojando y derramando su lubricación.

Bill levanto el rostro y busco su mirada, atrapo sus labios con beso apasionado. Su mano masturbaba su entrada, manteniendo las réplicas de su orgasmo.

Acerco a la chica contra su cuerpo acomodándose contra su entrepierna, pelvis con pelvis teniendo el mínimo contacto.

Mabel pudo sentir como un bulto golpeaba su entrada, presionando contra su sexo descubierto. El frote contra su entrada era caliente y muy sensitivo. Podía sentir lo grande que podría ser y lo endurecido que se encontraba.

Pero la menor aún se encontraba muy sensible ante las réplicas de su anterior orgasmo. Aun no se acostumbraba y el temor de volver a experimentar la sensación de hacerse, la avergonzaba.

Intento alejarse aunque nuevamente fue aprisionada por el cuerpo del mayor. Los gemidos y jadeos no cesaron y roce entre su cuerpo y ropa era más pronunciado.

Alzo la pierna derecha a su cintura mientras la izquierda la mantenía recostada. Mabel gemía sin control alguno, su sexo se humedecía, la mano que continuo masturbándola y los jadeos roncos del rubio solo la estimulaban a completar el rastro de placer.

- - ¡Señor Bill! – La pequeña apretó su camisa y su pierna izquierda pataleo y arrastro contra el sofá ante el impulso de ser penetrada. Mientras la derecha sufría la lesión y el dolor inflamatorio por mantenerla restirada, siendo retenida por el brazo del rubio. - ¡Señor Bill! ¡Por favor! ¡Por favor! – Grito la chica presa del estímulo doloroso y placentero de su sexo. - ¡Pare! ¡Pare!

- - ¡No! – Bramo en un rugido cargado de placer el demonio viendo a la chica casi caer rendida en el placer. - ¡Grrr! – Apretó el cuerpo de la chica lo más cerca suyo, mientras jadeaba con fuerza.

La fricción y roce de sus sexos era sufrible y una verdadera tensión, sentía lo húmeda que estaba su entrada emanando su lubricación como una pequeña fuente. Los golpes y las embestidas simuladas no eran suficientes para calmar el calor. Su miembro erecto pedía a gritos salir y tener contacto con la dulce entrada de la chica. Ambos jadeando y solo intentando calmar sus deseos.

Su pequeño clítoris hinchado y el jugo de su lubricación desbordando con cada empuje. Su mano trabajando en cada punto de su penetración en su estrecha vagina. Mabel lloro cuando sus dedos tocaron el punto de éxtasis nuevamente en su núcleo, había alcanzado el orgasmo por segunda vez la pequeña y con esto provoco que temblara y se viniera tan pronto.

Bill bramo de excitación cuando apenas llego al clímax y alcanzo aliviar su tensión, podía sentir lo húmedo y mojado inundando su pelvis y manchando la ropa de su pantalón. Dio una mirada a Mabel que jadeaba exhausta y con lágrimas en sus ojos.

- - ¿Q-Qué fue eso? – Pregunto la pequeña sonando agotada y confundida.

- - Solo... algo que deseo – Beso sus labios en un movimiento suave y dulce para ella. – Placer preciosa, solo placer.

Bajo su pierna acariciando la lesión y dando un masaje para aliviar el dolor que provoco lo último. Esta lesión mantendría alejada a su estrella fugaz.

- - La próxima... lo calmaremos.

PV Normal

Mabel no dijo nada solo aguardo silencio, permanecieron recostados escuchando sus jadeos y respiraciones. Ella aún se sentía expuesta y desnuda, tanto que cubrió su pecho bajando la remera y acomodando su brasier.

Bill miraba atento el cuerpo de la gemela Pines, un momento en silencio quedaron. Todo era muy notorio, la ausencia del toque y el calor. La castaña aun sentía la necesidad de ser tocada por él.

Dejo que Bill vendara su pierna lesionada, cuando se dio cuenta que no podía alcanzar la venda en su pierna derecha. El fantasmagórico placer aún se encontraba presente en su sexo. Levanto la mirada viendo un desastre de fluidos y secreciones en el sofá. Ni ocultarlo le serviría.

- - Dudo que haya una próxima – Viendo la mancha en la tela.

- - Olvidas quien tiene las reglas – Dijo Bill sujetando el rostro de la menor para alzarlo. – Sí yo quiero hacerlo aquí, lo haremos, si te corres será donde yo elija.

- - No estaría prometiendo sobre limpiar y dejar libre de suciedad.

- - ¿Me estas desobedeciendo?

- - Solo digo que Pyronica dijo limpio todo – Tomando las bragas de regreso para apartarse y colocárselas con un poco de esfuerzo.

- - ¿Qué haces?

- - No puedo andar desnuda abajo.

- - Estas muy desobediente – Se acercó a la menor susurrando en su oído. – Prefiero que camines sin nada abajo, solo que estés húmeda y lista para tomarte.

- - ¡Mabel! – Grito una voz alegre y chillona. - ¡Bill!

La menor tembló de miedo y pánico cuando escucho a Pyronica abajo. Luego vio al mayor colocar una sonrisa de no importarle lo que acababan de hacer hace un momento.

- - Oh no... - Viendo el sofá sucio. – Es un desastre.

- - No lo creo – Dijo Bill chasqueando los dedos y haciendo desaparecer la mancha en un abrir y cerrar de ojos.

- - ¿Cómo hiciste...?

- - ¿Quieres saberlo? – Menciono. – Te diré en su momento, Estrella fugaz.

- - Estrella fugaz – Sonrosándose de sus mejillas al escuchar un apodo tan lindo de su parte.

Mabel escucho como la peli rosada los buscaba.

- - ¡Pyronica estoy arriba, ya bajo! – Aviso la pequeña levantándose para caminar de forma trastabillada, aun podía sentir el flujo bajar y golpear su vulva mojando su braga. – Rayos...

- - Ven aquí, mocosa – La tomo en brazos cargándola por las escaleras.

- - ¡Bill bájame! – Menciono molesta y ruborizada.

- - Ahora soy Bill... - Sonando divertido cuando escucho por fin su nombre. – Eso me gusta, pequeña mortal, quiero seguir escuchándolo.

- - Bájame.

- - No – Colocando un beso corto en sus labios.

- - ¡¿Pero qué?! – Mirando a su alrededor para evitar que alguien los viera.

- - Definitivamente me gusta esto – Dijo el rubio con una voz risueña. – Sera mejor que regreses, Estrella fugaz.

Bill bajo junto con Mabel en brazos antes de ser recibidos por una peli rosa preocupada por la nueva lesión que tuvo la castaña en su pie derecho. También noto el aroma del demonio de los sueños sobre ella. Cambiando su expresión a una sonrisa sin dejar de lejos su preocupación.

- - Bill te dije que la cuidaras.

- - Claro, tuvimos cuidado – Comento. – Yo no lo hice, fue la biblioteca.

- - ¡Por supuesto! La dejaste lejos de nosotros – Viendo la lesión de la menor. – Supongo que no la tendremos cerca.

- - Lo siento... - Dijo la castaña aferrándose de Bill, en cuanto él la bajo con cuidado al suelo.

- - No te disculpes – Dando una caricia a su rostro.

- - Por cierto, ¿de qué quería hablar?

- - La paga – Menciono la mujer entregando un sobre con billetes. – Hemos estado teniéndote sin pagar, y mira las consecuencias.

- - Es bastante – Viendo dentro del sobre 150 dólares.

- - Para lo que has trabajado, ha sido difícil. – Claro si gustas seguir con nosotros.

- -Tal vez ya no quede escombros o cenizas, pero una mano en tareas es bueno.

- - De acuerdo... - Recordando la promesa que hizo con Bill.

- - Perfecto – Quitando las llaves a Kryptos. – La llevare a su casa.

- - ¡Oye, yo quería llevarla! – Protesto Pyronica.

- - En su momento, aun deseo hablar con ella.

Mabel no estaba segura de ir con el rubio de regreso a casa, no estaba en condiciones de regresar sola ni mucho menos caminando. Fue trasladada con ayuda de Pyronica antes subir al auto y recibir un beso en su mejilla.

- - Gracias por aceptar.

- - Nos vemos – Se despidió de ella.

- - Bill – Llamo la peli rosa antes de que el demonio subiera. – No tan fuerte, esta lesionada.

- - Seis Dedos no los escuchara en el bosque.

La menor sabe que debió avisar un poco antes a su amiga Wendy para que viniera a recogerla, debió pensar dos veces antes de entrar al auto.

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