── Capítulo dos.
02. El museo y la furia
—¿buscando algo, Jackson?— le sonrió antes de golpearlo para sacarlo de aquel transe donde miraba fijamente a un punto.
—Perdón Nana, creí escuchar algo— se excusó esté moviendo su cabello con una sonrisa.
—Sabes que solo mama me llama Nana— lo reto mientras que este comenzaba a cantar y caminar hacia el museo— así lo quieres Perseus.
—¡Oh no lo hiciste!— se quejó este por la mención de su nombre completo.
—Os comportáis como niños, debemos entrar— intervino Grover señalando a la clase ya dentro de la exposición de dioses Romanos y Griegos.
—Una clase por fin interesante— miro a su alrededor admirando todo— dime que no te vas a poner a escuchar música ahora.
—¿que? ¡No te escucho!— se colocó los audífonos con diversión el pelinegro.
—Es un idiota— miro a Grover quien negó sonriendo.
—Hay doce dioses en el Olimpo, los tres principales son los hermanos Zeus, Poseidon y Hades. Lograron el poder acabando con su padre, Cronos,lo hicieron pedazos— el señor Brunner señaló una de las obras en el museo— Los tres dioses han sido rivales desde entonces, se pasan la vida discutiendo y declarándose la guerra.
Percy miró a Dawn por un segundo señalando con los ojos a la nueva profesora que no quitaba sus ojos de encima de él, la chica irritada miró a la mujer molesta haciendo que esta bajara la cabeza unos segundos, ¿ahora le tenía miedo?
—A veces bajaban a la tierra y no se como decir esto— movió su silla de ruedas el hombre haciendo que todos lo miraran.
—¿se enrollaban?— bromeó Grover.
—Eran todos unos fuckboys — le siguió Dawn divertida mientras todos sus compañeros reían.
—Se enrollaban con mortales— confirmó el hombre— los hijos de esas uniones eran mitad dioses, mitad humanos. ¿Alguien sabe cómo se les llama? ¿Percy?
Grover movió al chico para que se quitara su música mientras que Dawn sonreía pues le había advertido sobre no prestar atención.
—Perdón, ¿que decía, señor brunner?— preguntó disculpándose.
—¿cómo se denomina el fruto de la unión entre un humano y un Dios?— preguntó acercándose un poco.
—semidiós— respondió este.
—¡Exacto! Muchos se convirtieron en grandes héroes, Hércules y Aquiles. Señorita Stevens, ¿podría nombrar algún otro?— preguntó ahora a la chica quien abrió los ojos, algo sabía de mitología griega pero honestamente no mucho de semidioses pues su madre la había hecho leer más sobre dioses mayores— le daré una pista su compañero y él tienen algo en común.
Dawn miró a Percy unos segundos quien con los ojos señaló la obra frente a ellos donde había algo es escrito en la parte de arriba.
Perseus derrota a Ceto.
—Perseus— sonrió, al menos esperaba haber leído aquello bien.
—Correcto, sigamos por este lado— se movió el hombre mientras que Dawn chocaba los cinco con percy.
—Quien diría que un día sería yo quien salvaba el pellejo de la legendaria Dawn Ileana Stevens— exageró este causando la risa de sus dos amigos.
—No te acostumbres Jackson— lo señalo para seguir a su maestro.
—Aquí tenemos una foto de Hércules derrotando al león de Nemea, mato a la bestia con sus propias manos y usó su piel como trofeo— continuo explicando el señor Brunner.
—Un poco agresivo— susurro hacia uno de sus compañeros que sonrieron, mientras el maestro hablaba Dawn prestaba la más atención posible pero no podía parar de pensar en que percy debía escuchar aquello, le podría parecer muy interesante así que lo busco con la mirada—¿has visto a Percy?— pregunto hacia Grover quien miró a todos lados confundido.
—¿No lo viste?— miró a todos los lados este sin encontrarlo— señor Brunner.
—¿Que pasa Grover?— respondió este.
—Perdimos a Percy— murmuró este no segundas intenciones que Dawn no entiendo.
—Creo que se donde está— respondió el hombre dejando la clase a otra profesora para mover su silla con velocidad hacia una habitación alejada de todos.
—¿por que vamos tan rápido?— pregunto está confundida hasta que las puertas de aquella habitación se abrieron, ¿que coño era aquello?
—¡Suéltalo!—gritó el hombre en silla de ruedas al horrible arrugado y halado monstruo frente a ellos.
—¡Tú!— respondió ¿este? ¿O sería mujer? ¡Que va estaban en el siglo veintiuno, que fuera lo que quisiera!
—¡Déjalo o te juro que te haré picadillo!— continuo gritando el señor Brunner pero aquella frase solo logró que Dawn lo mirara de arriba a abajo, ¿como se supone que iba a hacer al monstruo picadillo!
Este salió volando soltando al chico en el piso logrando que este se golpeara.
—Mierda— susurró Dawn ayudándolo a levantarse— bien ahora— sonrió tranquilamente— ¿Que coño fue eso?— grito histérica ahora.
—No lo se, me estoy volviendo loco— murmuraba percy dando vueltas en el mismo sitio— ¡necesito estar medicado!
—Es el THDA— le siguió Dawn.
—¡Debéis calmaros, todo va a estar bien!— trato de tranquilizar Grover, logrando absolutamente nada.
—Eso fue real— susurró Dawn mirando la ventana.
—¡Ella solo se volvió esa cosa!— continuó muy intranquilo percy, por lo que Dawn tomó su mano para calmarlo y si bien ella tampoco entendía que había pasado los dos no podían estar igual de agitados pues uno debía ayudar al otro.
—Una furia oculta en el instituto, debí imaginarlo— habló hacia Grover el profesor.
—¿Cómo que debías saberlo?— se giró confundida la chica.
—¿Que es una furia?— interrumpió Percy.
—¿Que quería de ti, percy?— evitó responder sus preguntas el señor Brunner.
—Ha dicho algo de que yo robe un rayo— explicó esté calmándose poco a poco por las caricias de Dawn en su mano.
El hombre y su amigo se miraron unos definidos para luego mirar a ambos chicos.
—Lo han encontrando y eso significa que a ella también— susurró el mayor mientras que Grover ponía enorme cara de preocupación— ya no están seguros.
—¿Quien nos encontró?— siguió todavía más confundido Jackson.
—¿A donde los llevamos?— pregunto Grover aún ignorando a ambos chicos.
—¡Estamos aquí!— gritó la castaña.
—No tenemos opción, al campamento— respondió el señor Brunner.
—¿Campamento? ¿Qué campamento?
—Si piensan que es el ladrón, no hay sitio seguro ni en el cielo ni el la tierra y de encontrarlo la única que podría salvarlo es ella.
—¿Ella? ¿Yo? ¡Alguien me explica!
—Escuchen, usen esto para defenderos— sacó un lapicero dorado y una pulsera de brazo del mismo color— son armas muy poderosas, cuidadlas muy bien.
Ambos chicos se miraron tomando aquellos artefactos.
—Esto es un bolígrafo, ¡Es un bolígrafo!— reclamo confundido.
—¿De quien me defenderé con esto? Los hippies que pensaran soy uno de ellos— miró aquella pulsera confundida.
—Llévalos con Sally, haz que Dawn avise a Oriana de esto y no los pierdas de vista.
(...)
—Escucha Grover te doy cinco segundos para que me expliques antes de que te golpee con tu propia muleta— amenazo la castaña cuando salieron del museo.
—Shhh, escuchen no confíen en nadie, ¿vale? ¡No mireis a nadie, seguid andando!— respondió este acelerando su paso, al menos lo más que podía por llevar muletas.
—¿Por que te ha pedido el Sr. Brunner que nos vigiles?— le pregunto Percy.
—Por que soy vuestro protector.
Ambos adolescentes se miraron para ver las muletas del chico.
—Te quiero Grover pero no puedes protegerme ni de una ardilla, te lo aseguro— se burlo la chica no tanto por su discapacidad si no por la personalidad en general del chico.
—¡Oye!
—¡Llevas muletas Grover!— le recordó percy.
—Escuchen, yo daría mi vida por asegurarme de que estéis bien— calmo este— ahora vamos, tenemos que advertir a vuestras madres.
(...)
—¿Ósea que tu sabes algo?— abrió los ojos sorprendida la chica desde fuera del departamento de percy al escuchar que su madre no se sorprendía por lo que estaba sucediendo— mamá tienes que explicarme.
—preciosa, es una historia larga y no tienes tiempo— la mujer parecía tan tranquila, Dawn reconoció esa voz pues era la que su madre usaba para calmarla cuando era pequeña y lloraba por no tener a su padre con ella— te enviaré una carta en cuanto pueda, prométeme que te cuidarás.
—Mamá— susurró la chica mirando al piso— ¿voy a estar bien?
—eres la chica más fuerte, inteligente y valiente que conozco— respondió esta— estoy casi segura de que estarás bien y tienes a alguien que te cuidada desde arriba, te amo mi pequeño amanecer pero no pierdas más tiempo.
—Te amo, mamá.
Con eso cerró el teléfono mirando al techo, ¿como su vida podía cambiar tan rápidamente? ¡Solo quería ir al museo con sus amigos y ahora debía escapar de todo! Cuando supiera quien le había hecho dejar todo lo golpearía, muy fuerte.
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