★2. Denki Kaminari
﹝⛱️﹞
2.
El sol pegando con potencia en la piel no era una excusa para dejar de regalar amor, detalles y muchos chocolates para el tan esperado día de San Valentín.
El ambiente de alegría y amor se podía distinguir a kilómetros por los aires, incluso en la playa, flechando a parejitas que se encontraban disfrutando de su fin de semana en el mes más corto del año.
Y eso no era una excepción para Kaminari Denki, que a fuerzas quería ser flechado por ese amor también.
Se apreciaba seguro de sí mismo, con gafas de sol cubriendo las cuencas de sus ojos y su torso completamente desnudo, reluciendo a propósito su trabajado abdomen que con mucho esmero logró obtener —con el único motivo de conquistar chicas— Siendo la única prenda un pantalón. Ah, sí, y una pequeña cola de caballo acariciando su nuca.
Caminaba con prepotencia fingida, creyendo que con eso atraería a alguna hembra como si se tratase de algún baile de apareamiento de aves.
—¡Vamos chicas!, no sean tímidas...
Habló a la nada, sin la intención de que alguien lo escuchara, dispuesto a ir por la primera e impresionarla con sus encantos.
A la distancia, logra ver a una mujer que llamaba su atención. Subió sus gafas de sol para apreciar mejor aquella figura. Esbelto cuerpo, traje de baño de dos partes un tanto revelador, cabello largo y brillante y un encantador rostro, como si fuera un ángel. Era ella, su San Valentín. Cupido no se equivocaba, no era una coincidencia que la joven se encontrara debajo de su parasol recibiendo sombra. Y no dudaría en acercarse.
—Hey muñeca, no eres
google pero...eres todo lo que busco jeje.
Con cara llena de picardía le había hablado sin siquiera avisar a la muchacha que se cubría del sol, pegándose un susto de imprevisto. Sus manos jugueteaban con las gafas encima de su cabello, alzando sus cejas en un vaivén.
—Amm...¿acaso viste el piropo en google, amigo?
Claramente burlándose insinuó, tapando su boca con su mano hecha un puño, disimulando su pequeña risa de estereotipo de chica.
—Yo-yo n-no yo-yo solo creí q-que...
Nervioso se notaba, su frente sudaba y pequeñas gotas de sudor bajaban de su cabello a su frente. Tartamudeaba y miraba para todos lados con rápidez. Quería irse, alejarse y esperar a que ella desocupe su lugar para volver a su pequeño rincón, a que le pasara ese ardiente sonrojo que traía pegado a la cara y esperar a que le cayera un barril de agua helada en todo el cuerpo para así olvidarse ese mal momento y...pasar la página y seguir probando con otras chicas.
—¡Adiós!
Salió corriendo.
...
Era un hecho que Kaminari no era un genio para el coqueteo, la mayoría de sus ideas las sacaba de google y probaba suerte con la primera mujer que se le pasara al frente. No importaba su edad, su contextura, su cabello, sus bubis o su trasero, solo quería un poco de afecto, un poco de mimos y quizas unos chocolates, solo eso, nada más, solo por San Valentín quizás, un poco de amor para él.
Cabizbajo y con sus piernas recogidas hasta su pecho, sujetandolas con sus brazos para tener más soporte. Se maldecía y bajaba su autoestima. Miraba pasar a más chicas, de reojo, contemplando la belleza de cada una de ellas. Algunas eran gorditas pero no dejaban de verse tan bonitas en sus trajes de baños, con la autoestima a tope y sin miedo al qué dirán. Otras, con capuchas o una playera grande, para cubrir lo que ellas consideraban como mal visto, algo feo y desagradable. Las delgadas, la mayoría por lo general, en bikinis sensuales, otras con camisas y unos shots cortos y la lista sigue. Distintos pensamientos que las hacían vestir como mejor se sentían, por baja autoestima o por el simple hecho de estar comodas.
Para él todas eran lindas, todas tenían ese toque único que las hacía tiernas, sean morenas, negras, blancas, gorditas, rellenitas, delgadas, etc, le daba igual, de todas formas, aún no había conseguido pareja para San Valentín, volviendo su mente a pensamientos destructivos de sí mismo, con ganas de llorar y sin la emoción que tenía hace unos momentos donde brincaba de un pie y se creía el dios del nuevo mundo.
—¿Alguien triste en la playa? que raro
El rubio de mechón teñido escuchó una voz grave que le hablaba por detrás, volteandose para saber de quien se trataba.
—...Un poco, sí...
—¡Animate viejo! ¡la vida es una! no hay porque estar triste. —El desconocido le sonrió, alzando su pulgar en muestra de apoyo —sin saber siquiera porque estaba así—
—...¡Tienes razón! ¡gracias viejo!
Y él sin siquiera conocerlo, sus palabras lo motivaron.
Después de ese bajón, sería genial decir que tuvo suerte con alguna chica, pero no, todas hicieron caso omiso a lo que decía, ignorandolo, cacheteandolo o mandándolo a la mierda, lo normal.
...
—¿Alguien triste en la playa? eso es raro
Una voz desconocida para él —otra vez— Le habló, buscando ahora con la mirada a la dueña de aquella voz femenina.
—Aah...bueno, sí
Sonrió de lado, por la coincidencia de las misma palabras que no hace mucho había oído —a diferencia que ahora le hablaba una chica— volviendo su vista al frente de ese hermoso atardecer, teniendo de segundo plano los vellos rubios de sus rodillas.
—¿Por qué estás así?
La joven se sienta a su lado, recogiendo sus piernas tal y cual el de al lado.
—No tengo pareja para San Valentín.
—Mira que...yo tampoco.
El rubio volvió a observar a aquella chica que le hablaba, detallando más su rostro.
Era linda.
—Amm...¿ya te olvidaste de mi?
La joven, al igual que él, lo observaba, extrañada y risueña por lo despistado que parecía ser y la nueva idea que se retrataba en su cabeza con las intenciones de aquel chico que coqueteaba con chicas en la playa tan insistentemente.
—Ah...¿A qué te refieres exactamente?
Sin entender, arquea una de sus cejas, mirando a un lugar que no sea la cara de la chica para poder retroceder en sus recuerdos y recordarla de algún modo.
—Pss...amigo, soy una de las chicas a las que coqueteabas. Habías dicho que eras surfista y luego llegó un chico todo emputado a quitarte la tabla de surfear que le habías robado...
Se rió por la gran memoria de pollo del contrario, aunque era cuestionable ¿Con cuántas habrá hablado para haberla olvidado? pero ahora eso no importaba, solo gozaba de ver la cara toda sonrosada de aquel rubio lindo, que afuerzas quería tapar su rostro y se veía muy incómodo.
—yo-yo lo-lo siento! solo que-
—Si quieres podemos bailar...
—¿Bailar?
Kaminari voltea a verla, un poco menos vergonzoso por la pregunta fuera de lugar que intentaba resolver.
—Hay una pequeña fiesta aquí en la playa, al aire libre y todo eso, tú sabes, por San Valentín...¿Vamos?
Sin decir nada más, Kaminari tomó la mano de la chica y fueron a disfrutar, después de haberse pasado su pequeño shock porque una chica lo esté invitando a bailar. Estaba emocionado, feliz, dichozo, realizado, todo alegre. Y aunque aún le incomode pensar en la primera impresión que le dio a la ahora culpable de su emoción, no le importaba tomarla de la cintura suavemente, sonreírle amablemente y empezar a bailar una buena salsa al ritmo de la música, con la intención de disfrutar el momento, de ella, del día, de su San Valentín.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top