𝟬𝟭. lo atractivo de un nuevo par de zapatos.

WELCOME TO THE COSTWOLDS!
HAVE A BEAUTIFUL EVENING
AND TRY NOT TO CAUSE A SCANDAL IN THE PROCESS

y s i n o s d e s c u b r e n
a l m e n o s
e s t a r e m o s e n
l a p r i m e r a p á g i n a

QUIEN LA MIRARÁ PENSARÍA QUE ESTABA LLEGANDO TARDE. La verdad era que, en su jornada de trabajo, ir corriendo a todos lados era de lo más normal. Llevaba casi seis meses en Corinium y nunca se había detenido. Cameron la tenía de acá para allá con programas nuevos, tareas pendientes, cafés preparados e ideas innovadoras. No le molestaba, el ritmo acelerado la mantenía despierta y atenta; acostumbrada a una vida veloz y pendiente a todo.

Dejó una carpeta en sonido, dos a iluminación, café a Cameron y a Lord B, bocetos al departamento de vestuario y un abrigo a Daysee qué se lo había prestado la noche anterior. Puso una vez más la tetera, acomodó la distribución de las cámaras para el noticiero y llamó al electricista para que arreglará el gran logo de Corinium en la entrada que había dejado de girar por alguna extraña razón.

Soltó todo un suspiro cuando finalmente pudo sentarse. Se quitó los tacones de punta de aguja y miró su escritorio. Todo repleto de papeles desordenados. Los resúmenes para un examen final de la universidad, su horario, ideas sueltas de Cameron que le pidió que anotará, ideas propias, formularios que rellenar, algunos papeles por revisar antes de enviar, poemas al azar y hojas de dibujo antiestrés que se había hecho para no volverse loca eran no solo la decoración de ese día, sino la habitual.

-Niña, te volverás papel si siguestrabajando de esta manera .

Le sonrió a la señora Madden, Joyce, antes de responder: -Bueno, desde que Declan O'Hara decidió que Corinium es mejor que la BBC no hay mucho tiempo para descansar. Cameron está como loca, y todavía tengo que arreglar un par de detalles de "Cuatro hombres agrícolas" para los próximos capítulos, el set de Declan aún no está decidido y el examen final es dentro de un mes así que... - Se encogió de hombros como diciendo, "no hay más remedio que esto"

- Tendrás la mejor calificación ya lo verás, llevas meses trabajando como loca aquí, tus profesores son unos idiotas si no lo ven-Charles le dijo con una sonrisa tranquilizadora, uniéndose a la conversación de improvisto.

En Corinium la palabra privacidad era un decir más que un hecho.

Eva frunció el ceño.

- ¿Tú no tenías una reunión con Lord B?-preguntó y señaló con el dedo sin entender si Charles lo había olvidado o se había suspendido.

Las maldiciones del hombre, el gran Charles, el controlador de programas y uno de los trabajadores más fiel y dispuesto de Lord B, la hicieron reír, sin creer que olvidara sus propias cosas.

Para Eva era imposible que sus oídos no captaran conversaciones y almacenara la información en algún lugar recóndito de su cabeza. Siempre llenando más y más. Se preguntaba con frecuencia si su mente tendría un límite.

Observó como Charles corría a toda prisa, reír le pareció inevitable y bastante relajante. No recordaba la última vez que se había sentado a ordenar sus propios papeles en lugar de estar corriendo de un lado a otro sumamente estresada. Pero es lo que pasa cuando tienes su tipo de trabajo, cuando estás en lo más bajo de la cadena trófica.

Mientras pudo, acomodó sus papeles en tres secciones diferentes: sus resúmenes de universidad; formularios y papeles que revisar; y, por último, las ideas de Cameron. Miró las suyas con decepción, tomando todos los papeles y sumándolos al bote de basura ya repleto. Junto con los poemas y los dibujos. Eran absurdos, y nunca los aceptarían de todas maneras, así que, ¿para qué ocupar espacio? Sería innecesario y tedioso, y arruinaría su productividad.

Tomó el boceto de su idea para el nuevo show de Declan, aún sin pintar en ciertas partes. Lo había hecho en la noche desvelada, logrando dibujar logo en colores neón colgado en la pared y enfrente dos sillas con un pequeño pero lindo escritorio, que no se llevaría toda la atención pero que ayudará a la persona que se sentara detrás a esconder un par de cosas; como tarjetas, fotos o demás. Se sentía particularmente orgullosa de ese diseño. Lo guardó en una de las carpetas por si acaso.

Cuando finalmente terminó y vio que no había sido llamada enseguida, Eva se quitó los zapatos. Los malditos stilettos demasiado pequeños empezaban a cobrar factura para sus pies. Dejando pequeños callos que no se había molestado en cuidar más allá de las banditas adhesivas.

Soltó un suspiro de alivio cuando finalmente logró sacarlos, dejando que sus pies respiraran. El vestido formal, de una tela tan desgastada que en cualquier momento pensaría que se volvería transparente o se razgaría al agacharse, le picaba en la zona del cuello, pero no había mucho que pudiera hacer respecto a eso, así que solo lo soportaba. Usar los antiguos vestidos de su madre, que había deseado desde pequeña, la hacían sentir bien. Más allá de los restos de chinches o el polvo mal lavado, al no tener dinero para una lavandería profesional.

Su alivio se borró cuando vio a Cameron caminando a toda velocidad.

- Eva, andando, Declan ya llegó. Y ponte los jodidos zapatos-.

La chica apretó los ojos con fuerza cuando Cameron siguió su camino sin detenerse a mirarla. Con todo el pesar del mundo, se los colocó de nuevo, como un preso a sus grilletes, y salió detrás de su jefa. Tomando todas las carpetas que creía podría pedirle con los formularios y documentos, para estar lista y no decepcionar.

Se detuvo en las escaleras, pidiéndole el paso a todo el mundo aunque ninguno parecía querer moverse de su lugar. Dejó de luchar al final, ninguno de ellos le haría caso a una pasante de todas maneras, ¿cuál era el caso?

- Solo un hombre del pueblo- soltó vigorosamente James Vereker, quien se encargaba de las noticias matutinas.

Eva no lo conocía más allá de las interacciones obligatorias de la profesión, y siempre era desagradable. Ahora mismo, estaba celoso, pero a ella no le interesaba lo que tuviera que decir. Era un hombre insulso y que se molestaba cuando no tenía la atención de nadie. Era un estrellado entre estrellas.

-No estés celoso, James. No te robará tu hamaca- respondió Charles con diversión.

Eva intentó mirar y localizó a Charles, delante de todos junto con Joyce. Esos dos eran unos chismosos de corazón, pero los adoraba por eso. Hacían que la oficina fuera entretenida.

- Es alto, ¿no?- preguntó Daysee asomando un poco más la cabeza para intentar ver mejor.

Eva imitó su movimiento. Ni siquiera había podido ver nada más que los zapatos de Delcan O'Hara debido al amontonamiento de gente.

Vereker fue quien respondió: -Solo está parado junto a un auto pequeño.

- Lo vi en Penscombe. Es más viejo en persona.

- ¿Quién lo produce?

- Cameron.

- Él es fáctico. ¿Por qué Cameron se lleva lo bueno?

Ben se giró a mirar a Eva como si tuviera la respuesta. Ella se encogió de hombros sin saber qué decir. Era el orden de las cosas por aquel lugar. Detrás de ella, Tony Baddingham miró con algo de interés la interacción.

Cuando finalmente notó a Cameron alejarse de los reporteros junto a Declan, Eva decidió subir nuevamente las escaleras y volver a correr. Ya que no llegó hasta su jefa cuando se lo pidió, pensó que lo mejor era tener todo listo cuando ella llegara. Se cruzó cara a cara con Tony Baddigham cuando giró sobre su eje, casi trastabillando, pero manteniéndose firme sobre el hilo del escalón sobre el que estaba aferrada.

Trató de no parecer más la niñita asustadiza de siempre, pero falló miseramente. ¿Qué tan patética podía ser? Se apretó las carpetas al pecho y soltó un atisbo de sonrisa antes de hablar con la voz agitada y temblorosa.

- Con permiso, Lord B.

El hombre, siempre obnubilado por su propio hilo de ideas, salió de cualquier conspiración en su mente y la miró. Sólo entonces, reconoció su presencia. Sin decir demasiado, se movió entonces, dejándole el suficiente espacio para que pasará entre él y su facilitador.

- Yo defiendo la igualdad de oportunidades-dijo, llegando a los oídos de Eva aún a medio pasillo de lejanía.-. Si no fuera así, no tendría a la universitaria aquí, ¿verdad?.

Ella negó con la cabeza y siguió su camino, aún recuperándose de lo que podría ser la situación embarazosa número cien que protagonizaba frente a su jefe.

Eva dedicó parte de su tiempo a ordenar la oficina de Cameron, no había mucho desorden pero era mejor dar una buena impresión. Estando segura de que Declan esperaba que el famoso "Cameron Cook" fuera un hombre, la pulcritud y los detalles podían lograr una gran impresión, y un shock aún más sorprendente.

A todos les pasaba.

Bueno, a casi todos, pensó con una sonrisa con ligera pedantería.

Cuando ella había llegado a la oficina desde los Estados Unidos, seis meses atrás, a Eva le habían dicho que estaría a su completa merced. El nombre lo conocía: Cameron Cook. Y Eva, que había estudiado a todos y cada uno de los miembros de Corinium, no le sorprendió que su jefe fuera en realidad su jefa. La sorprendida fue Cameron, quien estaba acostumbrada a que esperaran a un hombre alto, blanco y de corbata con chaqueta combinada. No se anticipó a que una tonta pasante le hubiera extendido la mano con una emoción contagiosa al conocerla.

La mujer supo entonces que Eva le gustaba, y la volvió su protegida.

A pesar de lo agotador que podía ser.

Se acomodó en su escritorio a velocidad récord cuando escuchó las pisadas. Para este punto, ya podía reconocer el sonido de los pasos de su jefa tanto como llegó a conocer los de su madre. No sé atrevió a mirarlos más allá de reojo, por si acaso, pero logró ver la espalda de Declan. Saco marrón, pantalón gris, un portafolio y una mata bien cuidada de tirabuzones chocolate oscuro. A simple vista, se notaba que era periodista.

Intentó no mirar más y concentrarse en los papeles a revisar, de vez en cuando observaba la puerta cerrada esperando que Cameron la llamará, pero simplemente no ocurría. Movía su pie nerviosa de arriba a abajo, el tacón sonaba contra el suelo de madera y marcaba un ritmo constante. No se sentía tan fuerte como en veces anteriores, pero la ansiedad siempre venía acostumbrada a los nervios, y en este trabajo... Bueno, estar tranquila parecía más una amenaza silenciosa a un descanso. Luego de un tiempo, Eva se decretó a sí misma que no la llamarían y empezó a jugar en su lugar. Tarareaba canciones, daba vueltas en sus silla con rueditas, y tenía los pies cruzados en forma de indio. Analizando los papeles que no parecían tener ningún error.

Dio un sobresalto cuando la puerta de la oficina se abrió de un golpe seco. Declan O'Hara salió hecho una furia, con Cameron pisándole los talones. Se congeló en su sitio del susto, arrugando un poco el papeleo que tenía en la mano. ¿Qué carajo acababa de pasar?

Negó con la cabeza, no era su asunto lo que pasará con esos dos, debía concentrarse en los papeles que tenía enfrente en lugar de los gritos abrumadores de su jefa y el nuevo.

Carajo, no lleva ni una hora aquí, dentro de un mes se muere, se dijo internamente.

Y eso que solo había conocido a Cameron, ya quería ver cuando se cruzara con James Vereker, o incluso cuando tuviera algún conflicto con Ginger. Eso sí que sería interesante de ver.

Sonriendo ante sus pensamientos, giró en su silla para volver a mirar el papel arrugado entre sus manos. Abrió los ojos asustada cuando leyó su contenido.

-Mierda, mierda, mierda.

Con premura, tomó la carpeta con el resto de papeles que su jefa debía revisar y salió trastabillando detrás de ella y el enojado irlandés.

Le gritó a todo el mundo que se moviera mientras ella corría con los jodidos stilettos, y casi se puso como loca cuando perdió el rastro. Agradeció a los actores de Cuatro Hombres Agrícolas cuando le señalaron para donde se había ido una enojada Cameron siguiendo a un enojado Declan.

Cuando finalmente llegó a la oficina de Lord B, abrió la puerta a velocidad récord debido a la adrenalina.

Todos se giraron a mirarla.

Se sintió avergonzada de golpe. Ella estaba ligeramente sudada, con la respiración entrecortada debido al esfuerzo de correr, con los zapatos que la mataban y la ropa levemente desaliñada. Sentía que sus labios se secaban de golpe y tragó saliva nerviosa y con dificultad.

-Lo siento-atinó a disculparse ante la mirada juiciosa de Cameron.

Su voz resonaba con un recuerdo que parecía muy lejano "Tus errores, se reflejan en mi. ¿Entendido?". La estaba cagando, ¿no?

Lord B negó con la cabeza sentándose con propiedad en la silla y desestimando cualquier pensamiento ajeno. Casi parecía que su intromisión fue conveniente.

- No importa. Declan ella es... -comenzó, deteniéndose en su nombre. Lord B chasqueó varias veces los dedos pensando en el nombre de la chica. Eva apretó los labios al darse cuenta de que, incluso después de seis meses, Tony Baddingham no conocía su nombre. -Querida, podrías...

Eva asintió a toda la sala y giró hacia Declan para presentarse como correspondía.

Decir que se quedó sin aliento sería demasiado, pero no sería del todo falso.

Declan O'Hara era un hombre imponente. Sus ojos marrones eran tan hipnotizantes como agonizantes, parecía tan maduro como un buen whisky y el bigote solo le daba un toque extra a todo lo anterior. Se notaba mayor que ella, pero eso no le quitaba lo atractivo; de hecho, todo lo contrario. Aunque no parecía contento, se giró hacía ella relajando el rostro. Fuera lo que fuera, Eva no tenía nada que ver, y él lo sabía. Así que ella intentó ser lo más amable posible.

Tuvo que parpadear para salir de su trance: -Eva Domenicelli.

Su mano se encontró cortando el aire y Declan la abrazó con la suya propia.

Una sonrisa amable se dibujó en los labios del hombre.

-Declan O'Hara. ¿Eve, dijiste?

- Eva -. corrigió con una sonrisa - Es un placer conocerle, señor... Jefe... Eh...

- ¿Jefe?

Lord B interfirió en el momento oportuno, con su mirada cargada de control y altanería típica.

- Ella es una pasante, así que prácticamente todos aquí somos sus jefes.

Eva se rehusó a poner los ojos en blanco y en cambio miró a su verdadera jefa, quien la miraba expectante por lo que iba a decir. La razón por la que había creado tanto escándalo al entrar.

-Johnny Friedlander no dará la entrevista a menos que sea el primer invitado de Declan en Corinium-anunció blandiendo frente a ellos el fax, que su jefa no dudó de arrancarle de las manos.

Todas las miradas ahora recayeron en Declan, en un sobreentendimiento previo a la intromisión de Eva.

- Jackie será la próxima, ¿sí?

Lord B estaba bastante cómodo en su silla, al parecer. Lo suficientemente cómodo, como para dar órdenes pasivo-agresivas desde ahí.

Si él no olvidara con frecuencia el nombre de Eva y no engañara a su esposa con Cameron en la falsa privacidad de su oficina, Eva incluso podría haber dicho que era guapo cuando tomaba el control.

Declan miró a todos, completamente indignado. Aunque por alguna extraña razón, Eva sintió que la había visto un poco más de tiempo que a los demás. Lo entendía, ella fue la que trajo su desgracia en primer lugar. Bajó la vista a sus apretados zapatos.

Genial, su primer día y ya me odia.

- De acuerdo, es algo que aceptaré, ¡Sin embargo...!-se apresuró a agregar- Seré yo quien haga la investigación.

Oh, sobre eso...

Cameron pareció estar pensando lo mismo porque se aferró menos a sus caderas ladeadas y sonrió con altanería antes de hablar.

- Eva, ¿puedes mostrarle a Declan tu investigación sobre Johnny Friedlander, por favor?

En ese momento, Eva hubiera preferido que se la tragará la tierra.

¿En serio, eso era necesario? ¿Por qué echarle leña al fuego?

- Ehm..., sí, por supuesto.

Dejó de apretar las carpetas en su pecho, y buscó entre sus pestañas y memorandums. Mientras más rápido saliera de esa oficina mejor, se dijo con lástima.

Bueno, no lo traía consigo así que comenzó a perfilarse fuera de la oficina una vez más. Evitó cualquier contacto visual con el intimidante Lord B en el proceso.

- Genial-escuchó a su jefe murmurar de manera sarcástica, antes de seguirla. - ¡Y quiten el jodido sofá!

Ella no dijo nada más, camino por el pasillo en silencio, intentando concentrarse más en sus próximas tareas que en el malhumorado hombre detrás. Luego le diría a Charlie que lo llevará por uno de los vinos de Basil, tal vez así el hombre podría relajarse. Basil sí que sabía cómo relajar a alguien.

Eva guió a Declan a su escritorio, justo en frente de la oficina de Cameron. Ella llevaba técnicamente ocho meses trabajando allí en Corinium, pero al principio sólo había estado en los pisos superiores, antes que una de las asistencias perdiera un poco la cabeza y renunciara.

La "promovieron" de inmediato. Necesitaban que alguien sirviera el café esa tarde.

Aunque ni seis u ocho meses significaban un lapso suficiente para una oficina. Tardaron un poco en asignarle un escritorio. No le darían el de la asistente anterior, una cuestión de antigüedad, le dijeron.

Por lo que ahí estaba ella, en medio del piso donde las decisiones eran tomadas, contra el escritorio más pequeño y más alejado del ventilador de la oficina. Aire acondicionado era un lujo que no se permitía ni fantasear.

Para Tony Baddingham, ella significaba una pérdida de dinero; una universitaria a la que le tenía que dar permisos especiales para que hiciera su exámenes, fuera a clases y participara en las conferencias obligatorias a las que la universidad la citaba, y demás. Pero para la universidad, ella lo era todo, y tener una alumna de la Escuela de Cine de Londres como pasante en una emisora tan importante como lo era Corinium, mejoraba la imagen de ambas instituciones.

- Aquí tiene, Señor.

Eva ofreció a Declan sus hojas llenas de horas de tipeo en la máquina de escribir y las correcciones manuales, y notas en los márgenes con plumón rojo. Para evitar una catástrofe, Eva siempre ponía sus archivos bajo nombres claves.

Declan no dijo nada, tomó la carpeta de mala gana, dejando a Eva decepcionada pero no sorprendida, antes de encerrarse en su oficina con un portazo. Era común, no es que a nadie le interesara Eva más de los cinco segundos en qué consistía el intercambio de bienes.

Negando con la cabeza, Eva volvió al trabajo sin más. Aún llevando esos apretados stilettos.

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