⋆⁺₊⋆ - 𝑰𝑰 - ⋆⁺₊⋆ ❀
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ᕦ༼ ~ UN INFORTUNIO ~ ༽ᕤ
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Asegurándose de no hacer ruido, el joven de pelo claro tomo un cubrebocas y se dispuso a cumplir su tarea mientras su madre se encargaba de limpiar la habitación donde alguna vez estuvo su padre además de inventar una escusa para sus hermanitos.
Claro, bastaba con tener cuidado prestando atención a su alrededor para asegurarse de que esos estúpidos cúmulos de neblina tóxica no lo alcanzarán y menos inhalarlos.
¿Fácil?
No, llevaba encima una bolsa grande con alrededor de noventa kilos, a la cual tenía una gran ira y resentimiento, yo que le llevo a la situación actual. Luego de caminar por un rato, llegó cerca de un barranco no tan alto.
Cerca, tiro la bolsa soltando un gemido de dolor al sentir como el peso había lastimado su hombro, sobándose temblorosamente antes de soltar un gruñido frustrado y patear aquel peso muerto.
Sanemi: ¡Estúpido! ¡Todo esto es estúpido!
Soltó con la voz algo entrecortada.
Se llevo ambas manos a la cara, frotándose el rostro y dando golpes al aire, luchando con un enemigo imaginario que surgió de la nada entre sus pensamientos.
Miro la bolsa con disgusto, sintiendo como por dentro su corazón se apretaba al tener que realizar algo tan horrible como deshacerse de un cuerpo sin vida.
Se dió la vuelta para ver su hogar a lo lejos, aunque realmente, no lo estaba.
Podía calcular con facilidad unos cincuenta metros de distancia entre su ubicación actual y su casa a lo lejos, la cual no podía ver con claridad por la densa neblina enfrente.
...
¿Neblina?
Tardo un poco en reaccionar, pero al final, el pánico le invadió, robándose las palabras de sus labios cubiertos por la mascarilla que era su única protección.
Retrocedió de forma distraída, sin darse cuenta de que se acercaba en reversa al desnivel de considerable altura a sus espaldas.
Esté no sería un problema menor, ya que la débil estructura de tierra colapso bajo sus pies, a lo que el intento mantener el equilibrio sin éxito, cayendo para atrás.
-(Undertale JAJSJ/ solo yo entiendo mis chistes)-
Reusandose a caer, trato de sujetarse de una de las raíces gruesas que sobresalían de la tierra, aferrándose como si su vida dependería de ellos y así era.
Pero claro que la textura de una raíz no era para nada suave, y esto lo aprendió a la mala cuando la áspera superficie comenzó a rasparle las palmas de sus manos, que por el esfuerzo de mantener su agarre, empezaban a entumirse, además de que desde hacia un tiempo, dos de sus dedos habían quedado mal sanados tras un incidente con un saqueador que había entrado a la casa.
Miro con miedo hacia abajo y trato de apoyar un pie en algún lado estble, pisando una pequeña formación de tierra que se desmoronó al instante, sobresaltandolo y reforzando su agarre en la raíz, apretando tan fuerte que sus nudillos casi se ponían blancos.
Sentía su corazón latir tan rápido que trataba de convencerse a si mismo de que no iba a explotar.
Casi ni reaccionó cuando la raíz empezó a rasgar la piel de sus palmas, dejando escurrir por su brazo un fino rastro de sangre.
Siseo del dolor mientras temblaba ligeramente, tratando de agarrar de con todas sus fuerzas, más no pudo aguantar y cayó.
Más la adrenalina no abandono su cuerpo y con un shock de energía, corrió unos metros hasta que su vista empezó a nublarse, a la vez que notaba una mancha amarilla a lo lejos.
¿Un hibernadero?
Tenía una salida. Estaba seguro de ello!
Pero no tardo en sentir como todos su sentidos le fallaban y colapso sobre el suelo, solo teniendo la sensación de un líquido cálido de color carmesí cayendo por su rostro.
El tono amarillo brillante de las florecillas que crecían dentro del hibernadero de cristal fue lo último que vio antes de cerrar los ojos.
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——— 𝆬𝇁̊̄̅ 𝆺𝅥͝ ˻ͬ𝆭 𝒟͝𝒊𝒆̬𝒏𝒕̫𝒆𝆬𝒔 𝒅𝒆 𝓛𝆭𝒆𝆫𝒐𝒏 ˼̚৴𝆹𝅥𝆭𝆬 𝆝̅ ———
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Eran los crujidos de las hojas secas y de las ramitas en el suelo lo único que interrumpía la charla entre susurros de los dos chicos que pasaban por el túnel.
Sabito: Giyuu, apúrate. Tsutako y el señor Urokodaki no van a está distraídos por mucho tiempo.
Le susurro mientras gateaba detrás de el por el túnel de arbustos que los rodeaba a ambos.
Giyuu: Voy, voy! Es que tenía que mostrartelo.
Murmuró algo emocionado. Había logrado llevar a su amigo a aquel escondite después de disculparse por ir solo cuando era un lugar que compartían para jugar un rato con las flores.
Al llegar, ambos se cubrieron la boca para salir del túnel, abriendo la ventana por la que entraban al estar más cerca y entrando de golpe, siendo su caída amortiguada por todo el puñado de flores que les rodeaban.
Giyuu: Mira!
Dijo con entusiasmo dirigiéndose a una esquina en la que Sabito pudo observar algo que le hizo soltar un grito ahogado por la sorpresa.
¡¿Uhhh?!
Fue lo único que salió de sus labios al ver cómo su amigo le mostraba a un muchacho completamente inconsciente, lleno de vendajes que aún contenían algunos rastros de sangre.
Giyuu: Nunca había visto a otra persona antes, ¿Crees que podamos llevarnos bien?
Pregunto mientras se arrodillaba a su lado.
Pero Sabito lo tomo de la manga de su camiseta antes de jalarlo con la intención de alejarlo.
Sabito: ¡No te acerques! No podemos confiar que sea una buena persona.
Dijo con un tono firme, a lo que Giyuu se soltó de su agarre con facilidad.
Giyuu: ¡No le digas así! ¿No ves que está malito?
Pregunto señalando al joven de cabellera gris y largas pestañas, el cual tenía dos grandes golpes en la frente y las manos completamente rasgadas.
Sabito suavizó la mirada, sintiendo compasión por este, aunque más que nada, también porque notaba que ese chico era casi de la edad de ambos.
Giyuu: Escuche un ruido afuera y lo ví tirado ahí al lado. No podía dejarlo afuera...
Murmuró con cierta tristeza, recibiendo un golpe suave en la nuca por parte de su amigo.
Sabito: ¡No hables de el como si fuera un perro abandonado!
Lo regaño acercándose un poco.
Reviso al misterioso extraño por unos minutos antes de dirigirse a Tomioka.
Sabito: Giyuu, trae ese libro raro que está en los libreros de la sala y el botiquín de emergencias del cuarto.
El de ojos azules asintió y tomo camino de regreso a la casa.
Mientras tanto, Sabito comenzó a revisar a aquel extraño.
No era tan difícil, al menos no para el, ya que por varios saqueos de los que se enteraron atravez de la radio que los mantenía tanto entretenidos como informados, Tsutako y Urokodaki habían optado por instruirles en algunas cosas que consideraban necesarias en caso de emergencias.
Un poco de primeros auxilios, botánica, defensa personal, etc.
Sonaría algo egoísta y oportunista, pero con esta situación, pondrían al menos dos de estas en práctica.
- ☕︎ -
Ambos suspiraron cansados, aquel extraño tenía más heridas de las que se podrían haber imaginado, varias eran frescas, quizás de ese mismo días, pero algunas otras que parecían tener ya un tiempo.
Pero faltaba algo más.
Entre sus heridas, habían unos cuantos esguinces, mas no eran tanto problema a comparación de dos de sus dedos, los cuales al parecer se habían roto unas semanas atrás y habian casi sanado de manera que estaban inclinados a unos cuantos grados.
Claramente estaban chuecos.
Por suerte, al parecer no habían sanado del todo, así que se podía reparar...
Obvio, no sería bonito...
Después de todo, tenían que romper esa parte de su cuerpo para reacomodar sus huesos.
Estaba claro que aunque estaba inconsciente del dolor, cualquier persona reaccionaria al sentir sus dedos romperse.
Intercambiaron una mirada nerviosa. Sabían de este procedimiento, pero era cierto que les daba miedo llevarlo a cabo.
Sabito: Bien, estará bien... Mira, yo lo sujeto y tú...
Giyuu: No, no, no quiero hacerlo yo, ¿Por qué no lo haces tu?
Sabito: ¡Yo tampoco quiero!
Giyuu: ¡Tu tienes más fuerza que yo! ¡Hazlo tu!
Sabito suspiro temblando, pero tenía razón.
Pero apenas se sintió sacudido, Sanemi abrió los ojos, sobresaltado al ver que no estaba en su casa.
Estaba recostado en la esquina de vidrio de un hibernadero lleno de dientes de león, con dos desconocidos decidiendo quien lo sujetaría mientras el otro ejecutaba un doloroso procedimiento en el.
Para todos, eso sería sumamente aterrador ¿Verdad?
Sin pensarlo, se aparto, empujando a ambos lejos de el mientras los miraba con una mezcla de pánico y confusión.
Ambos casi hermanos se miraron entre si como tratando de ponerse de acuerdo en algo para calmar las cosas.
Giyuu: H-Heeey! Bienvenido a la vida...! .... ¡Yeiii...!
-(Referencia a mi fic favorito de un ship de Kimetsu, el que adivine cual es el doy un cocholate)-
Murmuró con cierto temor.
Sabito quiso acercarse, pero Sanemi le dirigió una mirada amenazante, completamente puesto en alerta como un pequeño animal asustado.
Y así de desprotegido se sentía al notar como su visión estaba dañada, a lo que solo podía distinguir tonos entre azules y amarillos.
Vaya mierda.
Sabito: Amigo, necesitamos que te calmes y nos dejes hablar...
Giyuu: Si-! Tranquilo...
Ambos trataron de acercarse, claro, no sabían que el ambiente hostil en el que creció lo había vuelto casi igual de hostil con los desconocidos.
Sabito que había estado prestando más atención a las enseñanzas de sus mayores, se acercó un poco.
Sabito: ¿No te duelen tus dedos?
Pregunto suavemente y con calma.
Está era la fachada que quería mantener, pero era casi imposible mantenerla por completo cuando sus piernas le temblaban sin control alguno.
Sabito: Tienes dos dedos con una fractura de mala unión.
Hablo poniendo firmeza en sus palabras mientras le devolvía la mirada con sus ojos que casi tenían el mismo color.
El cenizo suavizó su mirada unos segundos antes de ponerse firme y quedarse arrinconado, poniéndose a la defensiva.
Giyuu tampoco tardo en actuar y se acercó un poco más.
Giyuu: ¿Cómo te llamas...?
Pregunto.
"¿Tienes nombre?"
Quería preguntar, pero claro, eso sería muy grosero. Había crecido sin tener ningún tipo de contacto con otra persona, a lo que no era capaz de expresarse bien.
El más joven, lleno de cicatrices separó sus labios y los volvió a cerrar antes de tomar el valor de hablar.
Sanemi: Me llamo Sanemi Shinazugawa...
Respondió con la voz un tanto temblorosa.
Giyuu suspiro, sabiendo que había una oportunidad para comenzar a tratarlo.
Giyuu: Bien- Uhhh... Sanemi, ¿Tienes-?... ¿Tienes una familia, verdad?
Cuestionó.
El albino asintió algo dudoso, claro que la tenía. Y estaba orgullosa de ella, según el, su única familia era su madre y sus hermanos, ya que su padre era un tipo asqueroso al que no consideraba como familia.
A pesar de todo, sabía que no le diría ni pío acerca de su madre y hermanos para no ponerlos en peligro.
Giyuu: Bien... Entonces deben de estar preocupados... Solo vamos a sanarte y podrás regresar, pero si te reusas, tardará más...
Murmuró extendiendo su mano hacia el.
El trago saliva y se acercó, tomando su mano con la suya temblorosa.
Sanemi: Está bien...
Dijo en un murmullo bajo, aún desconfiado, pero su ingenuidad lo llevo a confiar en que luego de esto, iria a casa con sus hermanos y por fin, por fin serían felices.
...
Se sentó en el suelo, siendo sostenido por Giyuu, quien busco en su chamarra un pañuelo para usarlo de mordaza.
-(Namás no digo chaqueta xq ya sabemos cómo está el albur hoy en día)-
Mientras tanto, Sabito se preparaba mentalmente, sujetando sus dedos mientras miraba la inclinación de estos.
Tomioka le ofreció la mordaza, sería un problema si cualquiera cerca los escuchará, a lo que Sanemi la mordió, preparándose para la ola de dolor que le esperaba.
Igualitos, Sanemi y Giyuu eran muy sensibles, a lo que cuando Sabito comenzó a contar, el de ojos azules tomo su otra mano y lo envolvió con la otra para apoyar un poco.
Hubo un silencio que aprovecharon para respirar.
"1... 2... 3..."
Un gran dolor agudo e insoportable recorrió el cuerpo de Sanemi, llevándolo a morder con fuerza la mordaza y retorcerse entre los brazos de el mayor, soltando un par de lagrimitas de dolor.
Tomioka acaricio su cabello, intentando no llorar también y mantenerse calmado.
El dolor era tal, que termino por desplomarse en el suelo, mientras sus dedos eran anderezados con un firme vendaje.
Al menos ahora habían quedado bien.
- ☕︎ -
Desperto al sentir un poco de agua fría en su nuca, abriendo los ojos para ver a Giyuu, quien lo miraba con preocupación.
Giyuu: ¿Estás bien?
-(Esa costumbre de los pj de Kimetsu de preguntarle a alguien hecho pija que como está)-
Pregunto mirando su expresión cansada.
Sanemi: Acaban de romperme dos dedos... Claro que estoy muy bien...
Respondió con sarcasmo, mirándolo con algo de frustración, hasta que noto que Sabito no estaba.
Sanemi: ¿Y el otro-?
Pregunto poniéndose en alerta.
Giyuu: Fue a dejar las cosas en nuestra casa...
Murmuró.
Su miedo disminuyó, y solo se limito a ver a su alrededor, notando como los tonos se veían deslavados y con poca variedad.
Lo único que podía distinguir, era el color dorado de los dientes de león y los ojos azul profundo de quien tenía frente a el.
Giyuu: Pues... Ya nada te impide irte.
Dijo suavemente, revisando por los vidrios cubiertos de maleza antes de abrir la puerta del hibernadero.
Sanemi se dirigió a la puerta, sin quitarle la mirada de encima. Sentía una extrema desconfianza, pero a la vez, algo de curiosidad hacia el.
Se cubrió y se dispuso a volver a su casa.
Ahí acababa todo, ¿Verdad?
...
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La noche llego al igual que el, que pudo entrar por la puerta gracias a la falla que tenía el pasador.
Apenas entro, pudo sentir a sus hermanitos correr hacia sus brazos.
Abrazo a todos con fuerza mientras todos hablaban al mismo tiempo, cuestionando sus heridas y sus dos dedos paralizados.
Genya: ¡Ah! ¡Llegaste
Exclamo sosteniendo al pequeño Koto en sus brazos. Genya, al ser más grande, fue el único de sus otros hermanos a los que su madre le contó lo que pasó. Y con gran razón estaba tan alegre por esto.
Sanemi: Sip, ya estoy en casa.
Dijo mientras acariciaba el cabello de Sumi con un tono juguetón, despeinado a su hermanita.
Sanemi: ¿Donde está mamá?
Pregunto mientras levantaba la mirada hacia su hermano.
Shuya: Mamá salió a buscarte, estaba preocupada porque no volvías!
Respondió su hermanito haciendo preocupar al mayor de todos.
Teiko: ¿Que tan lejos están los medidores de luz?
¿Medidores de luz? ¿Esa era la escusa que su progenitora había escojido?
Bueno, era ingenioso.
Suspiro antes de responder.
Sanemi: Si... Están muy muy lejos.
Respondió con simplicidad.
Sanemi: Pues habrá que esperar, estén seguros que cuando despierten mañana, ella estará aquí.
Les dijo sonriendoles con ternura.
Sanemi: Bueno, ¿Que quieren para cenar? No podemos ir a dormir con el estómago vacío.
Sonrió mientras el junto con sus hermanitos, se dirigían a la cocina.
Genya rio suavemente y miro por la ventana un momento antes de ir con todos.
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Un mesesito y ocho litros de café en la sangre, pero termine.
Mañana toca actualizar Osmanto, así que a ponerse la pilas.
Espero que les haya gustado este capitulo, que lo hayan disfrutado.
Esté Au de Kimetsu es uno de los que más me interesa de trabajar además otros más que tienen que ver con otras historias.
Pero espero que se le entienda, sino, ahí me avisan.
No tengo nada más que decir.
Gracias por leer.
En fin, la hipotenusa xd
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