ʰᵃʳᵖᵉʳ

𝗣𝗿𝗼́𝗹𝗼𝗴𝗼


Los tumores cardíacos cancerosos, se trata de un tipo de cáncer que afecta de uno a varios tejidos internos. Es doloroso, agresivo y no tiene cura.

Más del 70% de personas con éste diagnóstico son adultos mayores, en su mayoría son hombres y los síntomas incrementan una vez que se llega a la madurez. Sin embargo, a mi me  diagnósticaron después de mi cumpleaños número siete.

A mis cortos dieciséis años de edad, he pasado por numerosos análisis, quimioterapia, medicamentos prescritos y si bien, estos me ayudan a poder seguir de pie, los resultados no son volubles. No son capaces de detener lo que es inevitable.

Hace más de 2 años dejé mi hogar en el pequeño pueblecillo en Washington. Miranda, la hermana de mi padre se casó con un gran médico y ahora ambos viven en Tampa. Ellos han estado ahí en las buenas y en las malas, en las malas más que nada. Durante el último par de años mi hermana Jean y yo nos mudamos a ésta ciudad con el objetivo de continuar con mi tratamiento.

En cambio papá se quedó en Forks a petición mía. Es dueño de una pequeña panadería, pero es su sueño, al igual que el mío y por esa razón no le permití renunciar a su vida por la mía. Es terco, como yo, así que recibo sus visitas constantes. Hasta ahora.

Matthew dijo que mi esfuerzo estaba dando frutos y yo estaba más que feliz con eso. Si todo salía bien luego del electrocardiograma, decidirían si es que podía volver a mi casa con papá.

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Decir que estaba emocionada se queda corto. Una gran ola de alegría recorrió mi cuerpo, una emoción que hacía mucho tiempo no sentía.

Con ayuda de Miranda y Jean, cerré y acomodé mis maletas. La habitación de hospital había quedado desierta de nuevo, no había rastro alguno de mis fotografías o de mis figuras de acción de DC que Patrick enviaba para mi.

── ¿Ya llevas todo contigo, Brooke? ── preguntó Michelle, una joven enfermera que durante este tiempo se había convertido en una amiga cercana.

── Si, son más cosas de lo que creí. ── Asentí con una mueca mirando los grandes bolsos.

Tomamos el elevador hasta la primera planta, todos iban escoltándome hasta la salida donde mi padre me esperaba con una amplia sonrisa. Apresuré mis pasos para poder llegar hasta él, abrí mis brazos y me lancé como si fuera una niña pequeña. Me envolvió un un dulce abrazo demostrando lo mucho que nos extrañamos el uno al otro.

── ¿Estás lista para volver a casa con tu viejo padre?

Asentí con un puchero tratando de contener las lágrimas de mis ojos. Dejó un beso en frente y se separó de mi para subir mis cosas a su camioneta. Saludó amablemente a Miranda y su esposo y luego regresó con Jean saludando de la misma manera que lo hizo conmigo.

Luego de compartir una larga charla, me despedí de todos los que habían formado parte esencial en mi vida todos los días durante un largo tiempo.

Jean no viajaría con nosotros porque ella ya estudiaba en la universidad de Florida, tenía un novio y poco a poco iba formando su vida ahí y por supuesto que yo estaba más que orgullosa de ella. Prometió visitarnos en Washington cuando tuviera la oportunidad y dejando soltar un ligero llanto nos despidió con un "hasta pronto".

── Espero no verte por aquí pronto, Brooke, ¿quedó claro? ── dijo Michelle con severidad ── a partir de ahora ten únicamente días felices. ── Me dio un abrazo de más de 30 segundos dando palabras de aliento.

Y por último Matt y Miranda, esa hermosa pareja que adoraba. Al igual que Jean, aseguró que nos verían pronto en nuestra casita en Forks.

Mucho lloriquear y sonrisas. Sin más, subimos al vehículo y empezamos con nuestro camino.

Me pregunto ¿qué tanto habrá cambiado mi pueblo natal durante mi ausencia?




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