xxvii. Leo Valdez
—¡Valdez! —grito mientras llegaba a su taller.
—¡Sombritas! —este sonríe al verme llegar —. ¿Qué haces aquí?
—Me sorprende que lo sigas preguntando cuándo sabes que vengo aquí cada sábado.
—Tienes razón, pero hoy es jueves. —hago una mueca al ver que lleva la cuenta de los días cuando normalmente no lo hace —. ¿Qué necesitas, Di?
—En cinco días ya tengo que regresar a Forks. Y bueno, necesito que me hagas un anillo para una persona muy especial.
—¡Oh, Santos Dioses! ¡La reina de las sombras al fin se enamoró! —chilla de alegría el duende —. Cuéntame todo sobre él, mientras me dibujas el anillo.
Me siento en una silla frente a él mientras este me pasa un papel y un lápiz.
—Se llama Jasper, lo conocí en la escuela de Forks. Me llamó mucho la atención cuando lo ví por primera vez; iba llegando tarde a mi clase de español. —me interrumpe.
—¿De casualidad tu profesora no salió convirtiéndose en una arpía? —me río.
—No, gracias a los Dioses no. Cómo decía, me presenté y me hizo escoger entre un chico con gripe y Jasper. Escogí el de Jasper, y escuchó que tenía Dislexia y me prestó su libreta. —me encojo de hombros —. No tan romántico como en las películas, pero es eso o no haberlo conocido.
—Así es, mija. —este me quita la hoja para ver el anillo —. Te lo entregaré antes de que te vayas.
╰──ིੑ🍃
Detengo el ataque de Percy, para después voltear su espada y pegarle una patada en su estómago, pero este antes me pega en la rodilla haciendo que pierda el equilibrio y cayera de trasero. Me apuntó con su espada y agarrando la mía que había caído a metros de mí.
—Al fin pude derrotar a mi entrenadora después de siete años.
Sí, cuando llegó Percy al Campamento con sus doce años —y yo con catorce—, Quirón me asignó ser su entrenadora.
—Dudo mucho que así sea. —aprovecho su distracción y le doy una patada en su muñeca para después dársela en el pecho, con mi pierna derecha lo tumbo. Las espadas salen volando para después yo atraparlas. Me pongo encima de Percy con mi pie en su pecho —. Aún te falta mucho por derrotarme. Por más que hayas derrotado a Cronos, sostenido el cielo sobre tus hombros, caído al tártaro. Jamás podrás derrotarme.
—Aún tengo esperanza de que algún día lo haré. —le extiendo mi mano y lo ayudo a levantarse, le entrego su espada y este la convierte en un bolígrafo.
—Sigue con tu esperanza.
Me dirijo a mis cosas para después agarrar mi termo y beber bastante del agua que portaba por dentro. Mientras bebía mi teléfono comienza a sonar, sin mirar en la pantalla contesto. Separo mi boca del termo.
—Hola, Jasper.
—Hola, Diana. ¿Qué tal te va en el Campamento?
—Me sorprende que Alice no te lo haya dicho. —suelto una risilla.
—Prefiero oírlo de parte tuya.
—Tenemos un hijo... —me interrumpe.
—¡Pero no hemos tenido sexo!
—No me interrumpas, Jazz. —ordeno —. Y lo sé, no hemos tenido relaciones, pero Hades me regaló un perro para que me proteja del monstruo —miento.
—Solo espero que no me intente morder. —los dos soltamos una carcajada. Comienza a caminar hacia mi cabaña para bañarme.
—¿Y qué tal Brasil?
—Es muy divertido, pero extraño estar contigo y pasar tiempo a tu lado —suspira —. Alice y yo estamos tratando de convencer a Carlisle de volver, pero Edward se niega.
—Edward es muy egoísta, prefiere sacrificar dos relaciones para poder a salvo a la suya. —murmuro entre dientes.
—No tiene culpa, yo soy el culpable. —responde un poco triste. No necesitaba su don para saberlo.
—No te culpes, cariño. Apenas estás comenzando eso de ser vegetariano, y aparte, la sangre de Bella es muy llamativa.
—Lo sé, pero pude esforzarme más para poder controlarme. No me importaba Bella, me importa eres tú, tenía miedo de que salieras herida..., y por mi culpa.
—Jasper, sé que jamás lo harías. Eres mi alma gemela, daría mi vida por ti. Así como dices que me arriesgué poniéndome frente tuyo para poder tranquilizarte sin saber que me podías atacar. Y mira que jamás lo hiciste, tuviste varias oportunidades de hacerlo y nunca lo hiciste. ¿Sabes el por qué? Porque me amas, así como yo te amo, y lo nuestro sobrepasa la sed de un vampiro, su descontrol y muchas cosas más. ¿Así o con plastilina?
—Quedó más que claro. El destino hizo bien en ponerte como mi compañera. Y no sabes cómo te quiero, Diana.
—Y yo a ti, Jasper Hale. Eeh, Jasper, me tengo que ir.
—¿Pasó algo? —me pregunta preocupado.
—No, tranquilo. ¡Russell no te vayas a comer al cerdo!
—¿Cerdo? ¿Qué cerdo?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top