—¿Qué me tienes que confesar, Jasper? —le pregunto entre curiosa y nerviosa. No sabía que me esperaba.

—Nosotros, los vampiros, tenemos una compañera de por vida. Algo así como nuestro amor verdadero. Algunos han perdido a su compañero por ser mortales, otros los matan porque el olor de la sangre de nuestros compañeros nos atrae y no aguantamos la tentación. —arqueo una ceja.

—Ajam, ¿y qué pasa eso conmigo?

—Que tú eres mi compañera.

Ay santos Dioses, ¡agárrenme que me voy!

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—Siento que me voy a morir. —me tiro a la cama y más atrás Nico.

—¿También se te confesó que eres su compañera?

—Así es, fue sorprendente y aliviado de saber que tu amor es correspondido. No sé si esto es un juego de Afrodita o qué.

—Los hijos del Inframundo nunca seremos amados por ser partes de una destrucción.

—Aunque merecemos ser amados, Nico, somos mitad humanos. Al ser humanos, es nuestro ciclo. Amar, ser amados, destruir y por final, morir.

—No sé qué hacer Diana, Alice es buena chica y yo dudo mucho que lo sea. —Apoyo mi codo en la almohada para después apoyar mi cabeza en la palma de la mano y mirar a Nico.

—Nico, eres más que buen chico, cargaste a la estatua de Atenea entre tus manos, me salvaste de morir, haz hecho cosas que ningún otro semidiós u mortal se atrevería hacer. Aparte de ser tan buen semidiós, eres un gran hermano. Merecemos ser amados. —le digo para después tirarme encima de él y abrazarnos.

—«¿Cuándo se supone que le diremos a Alice y a Jasper de nuestra naturaleza?

—No lo sé, pero sé que tarde o temprano se enterarán por su cuenta o por la nuestra.

Si se preguntan por Percy, este se fue hace poco, el campamento lo necesitaba a él y a Nico, pero este último ignoró la llamada y decidió quedarse.

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—¿Y qué hicieron ayer? —nos pregunta Jack dejando su bandeja de comida en la mesa para después sentarse. Lo imitamos.

—Solamente fuimos a la casa de los Cullen. Nada interesante. —La cara de los Vladimoff fue digna de un sticker.

—¡¿Fueron a la casa de los Cullen?! —preguntan los gemelos al unísono.

—Bajen la voz. —pide entre gruñidos mi hermano.

—¿Y Alice dijo algo sobre mí? ¿Le preguntaste si está al menos un poquito interesada en mí? —pregunta Jack apoyando sus manos sobre la mesa e inclinándose quedando muy cerca de mi rostro, hecho mi cuerpo hacia atrás alejando mi rostro del suyo.

Un gruñido de parte de Nico se escucha. Creo que este en su vida pasada era un perro o algo así.

—No lo hizo. Ahora, si me permiten, llevaré a mi novia conmigo. —Jasper agarra mi brazo (siendo delicado, obviamente) y me arrastra a otra mesa, antes agarra mi bandeja de comida.

La atención de toda la cafetería se pone sobre nosotros, claro, un Cullen arrastrando y celando a la chica nueva. Todo normal. Este me sienta en una mesa que se encontraba apartada de las otras, se sienta frente mío.

—Vaya, el chico vampiro y popular celando a la chica nueva. —digo dándole una mordida a mi fresa.

—No estoy celoso, solo, se acercó demasiado a ti. —justifica. Me rio ante eso.

—Lo estás, Hale. —en eso, caigo en cuenta de algo —. ¿Novia?

Si no fuera vampiro aseguraría de que este estaba sonrojado.

—Lo siento, fue un impulso lo que dije. Prometo no volver a decir eso siempre y cuando usted lo acepte.

¡Qué caballeroso es este chico!

—Tranquilo, no hay problema. —dejo las hojas de la fresa sobre mi bandeja para después apoyar mis codos sobre la mesa y apoyar mi cabeza en las manos —. Supongo que otra ventaja de ser vampiro es que se mejora los cinco sentidos, claro, menos sabor. Porque, estabas muy lejos de mí como para poder escuchar eso.

—Tienes la razón, señorita. Por más que este lejos, podré escuchar lo que dicen.

—¡Eso es cool! —este se ríe.

Estar junto a Jasper, me hace muy feliz, más de lo que me imaginé que podía llegar a ser.