viii. Blackstone Book
𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 8.
𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊𝐒𝐓𝐈𝐍𝐄
Jasper comenzaba a venir frecuentemente a mi casa algo que molestaba a Nico y a Percy. Claro, le encantaba a mi mamá, dice que es un buen partido para mí.
La rosa que me regaló Jasper sigue sin marchitarse, dudo mucho que Deméter esté ayudando a Afrodita en esto, digamos que casi no gustan de la otra.
Hace unos días he notado una neblina negra que rodea a Jasper y al resto de los Cullen, así que estoy por llamar a la capitana de la cabaña de la diosa del lado oscuro de la luna. Arrojo la dracma a un balde con agua para después decir:
—Diosa Iris, por favor, acepta esta ofrenda y ayúdame a comunicarme con Lou Blackstone, hija de Hécate.
El agua comienza a salir del balde para ponerse frente mío y poco a poco mostrarme a Lou.
—¿Diana? —pregunta ella confundida. Asiento —. ¡Qué alegría verte! ¿Percy y Nico se están portando bien?
—Aparte de ponerse de acuerdo con Nico de hacer el papel de hermanos celosos cada vez que se me acerca algún chico. Entonces, se está portando bien. —La hija de Hécate suelta una carcajada —. Te llamaba para ver si tienes algún libro de todo tipo de cosas sobrenaturales.
—¡Claro que tengo, ahora te lo mando! —chillo de felicidad al escuchar eso —. ¿pero, para qué lo necesitas?
Hago una mueca ante su pregunta era lo que menos quería que hiciera.
—Es que... —Por favor diosa Iris, colabora con la causa—. Necesito un libro de cosas sobrenatur...
La imagen se comenzó hacer borrosa para después caer sobre el balde y perder cualquier rastro de Lou.
—Gracias Iris. —murmuro para después soltar un suspiro de alivio.
El resto de la mañana me la pasé con Nico y Percy, al parecer mamá tenía que trabajar hoy siendo sábado. No le molestó a ninguno, sabíamos que no podíamos hacer nada al respecto y el enojo no serviría de nada.
—¿Pedimos la comida o vamos a una cafetería que queda por aquí? —les pregunto a los chicos.
—Vayamos a la cafetería, ya en unos días tengo que irme. —dice Percy haciendo puchero.
—Al fin. —dice Nico rodando los ojos, pero sabíamos que lo decía en juego.
—Il fii. —repite Percy.
Qué infantiles son.
—Ya, tranquilos. Iré por mi chaqueta para irnos. —digo levantándome del sofá para después subir las escaleras trotando y entrar a mi habitación.
En la mitad de esta se encontraba una caja con el sello de Hermes y del campamento. Agarro las llaves de mi auto que descasaban en mi mesa de noche para después pasarla por las cintas adhesivas que aseguraban que no se saliera nada de la caja.
Estas se rompieron y dentro de la caja se encontraba un libro junto con una nota a su lado. Agarro esta última y decía:
"No te creas que te salvaste, Di.
Lou."
Suelto una carcajada y veo la portada del libro, estaba un poco desgastada y el título no se podía leer bien. Sus hojas estaban un poco amarillas.
Había todo tipo de criaturas en el libro. Dioses, sirenas, hadas, monstruos, etcétera. Nombraban de su existencia verdadera, por supuesto, si la mitología existe, ¿por qué no hadas y cosas así?
_Noten mi sarcasmo_
Me detengo en la página de vampiros, cuando estaba por leerlo el grito de Nico llamándome me lo impide.
—¡Dianaaaaaa!
—¡Ya voy! —le grito de regreso. Cierro el libro y lo oculto debajo del colchón de mi cama.
Bajo las escaleras, pero cuando estaba por llegar me tropiezo y caigo rodando por el resto de las escaleras.
—¡Estoy bien! —grito levantándome del suelo como si nada.
—¿Estas bien? —pregunta Percy.
—Eso fue lo que gritó, Percy. —dice Nico con obviedad. Este se acerca a mí y me revisa disimuladamente. Me rio ante eso.
—Ya vámonos, chicos.
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