lxiv. The car of doom
—Nico. —llamo a mi hermano. Este me mira —. ¿Qué te parece si llamamos a las moiras?
—¿Qué son las Moiras? —pregunta mi novio.
—Ya lo verás. —saqué una dracma y la tiré al suelo —. Stéthi, ¡Ó hárma diabolés!
—¿Está invocando a un demonio o qué? —preguntó Alice.
Pasó como la última vez. Entre los oscuros árboles se podían ver dos luces venir. Estas cogieron forma de un taxi oxidado.
—¡Hijos del Inframundo! —exclamó Iris, quien esta vez poseía el ojo —. Veo que vienen acompañados de los vampiros.
—¿Es seguro irnos con ellas? —preguntó Jasper.
—Si quieren llegar más rápido a Brasil, entonces sí. —respondí empujándolos para que entraran.
—¿Es más rápido que nuestra velocidad vampírica? —preguntó Alice sorprendida.
—Oh, cariño, mucho más rápido. —le respondió Avispa —. ¿A dónde quieren ir?
—Brasil. —le respondió Nico mientras sujetaba con fuerza a Alice protegiéndola.
El auto arrancó a toda velocidad, haciendo que Alice soltara un chillido de adrenalina. Jasper le dio un ligero apretón a mi mano.
—Hija de Hades. —me llamó Tempestad —. Debes tener cuidado. La destrucción se acerca.
—¡No debiste de haberle dicho, Tempestad! —exclamó Iris.
Estas comenzaron a discutir, se detuvieron cuando el auto se dividió en dos por un árbol. Jasper iba en la mitad, se agarró fuertemente de los bordes del auto. Me recordó cuando acompañé a Percy a mostrar su inocencia ante los dioses. Este iba en mitad y pasó justamente eso.
Agarré la mano de Jasper y lo atraje hacia mi justo cuando el auto pasó el árbol. Este cayó sobre mí.
—Esto debió de ser al revés. —murmuré.
Gracias a los Dioses Jasper apoyó todo su peso sobre el asiento.
—Debieron mencionar los riesgos. —murmuró Jasper, volviéndose a sentar a mi lado.
Le susurré un «lo siento» entre risas, me incliné hacia un lado viéndole y le planté un corto beso.
—¡Hemos llegado! —gritó Avispa.
—¡Son 250 dracmas! —dijo Tempestad mientras señalaba la cantidad de dracmas que se encontraba frente nuestro. A Nico y a mí casi se nos va el aire.
No teníamos esa cantidad de dracmas, a la final. Entre los dos completamos el dinero. Las hermanas se fueron a los segundos de haberle pagado.
—¡Otra vez! —gritó eufórica Alice. Ganándose nuestra atención —. ¿Qué? Fue divertido.
—Bien, ahora. A buscar al híbrido. —dije, ignorando el comentario de mi cuñada, caminé hacia algún lado del bosque de Brasil, donde nos había dejado las hermanas.
Fui detenida por Nico, quien había puesto una mano sobre mi hombro deteniéndome. Jasper soltó una ligera risa. Me voltee a verlos.
—Tranquila, cariño. Aun no sabemos con exactitud donde vive el híbrido. Y tú y Nico tienen que descansar. —hago un puchero antes de asentir.
Necesitábamos descansar, pero se nos agotaba el tiempo.
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