04
CAPÍTULO CUATRO
✦ PROPUESTAS ✦
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Tal como Sylvie lo había dicho fue a la cafetería durante cuatro días y en todas esas tenían una conversación con Remus, ahí ya todos la conocían y también se daban cuenta de como el hombre la miraba con adoración y de como se ponía feliz cada que ella iba.
Hoy siendo el quinto día volvió a aparecer esa mañana, pero algo tenía de diferente y Remus frunció de inmediato el ceño al ver su mandíbula con una gran hematoma, se notaba que ella intentaba no mostrar pero él se tomó el atrevimiento de sujetar su mentón moviéndola para ver mejor.
— ¿Quién te hizo esto? — preguntó molesto con quien sea que lo hizo.
— Solo un tipo agresivo que no aceptaba que no sería su prostituta, lo normal — se encogió de hombros apartando su mano de ella.
— Eso no es normal Megan.
— En mi trabajo lo es Remus — suspiró ya acostumbrada a algunos maltratos de hombres ahí— No hablemos de eso por favor.
El castaño hizo una mueca en desacuerdo queriendo saber más sobre el tema, pero respeta que no quiera revivir situaciones como esas y solo desea que ya no vuelvan a agredirla.
— Está bien. ¿Qué deseas pedir hoy?
— Se me antoja unos cuatro hotcakes bañados en miel y mi taza de café con leche de siempre.
— A sus órdenes señorita — sonrió anotando y luego le entregó como siempre a uno de los chicos para luego cobrarle — ¿Puedes faltar a tu trabajo?
— ¿Por qué la pregunta? — preguntó intrigada.
Pero antes de poder responder llegaron dos clientes y ella se tuvo que hacer a un lado para que hagan sus pedidos mientras espera el suyo propio.
El castaño intentó atenderlos lo más rápido posible pero sin dejar de ser amable como siempre y cuando apenas terminó la miró.
— ¿Y? — insistió.
— Ya lo sabrás más tarde.
— No puedes decirme eso y luego no contarme Remus Lupin — se cruzó de brazos mirándolo mal causando una leve risa por parte de él.
— Pues ya ves que lo hice — sonrió divertido y más cuando la escuchó bufar — Oh vamos, no te pongas así, en unas horas ya lo sabrás.
— Y bueno, solo toca esperar — suspiró apoyándose en el mostrador — Si es por mí no voy a trabajar hoy realmente.
— No vayas entonces, hasta podrías salir de ahí y buscar otro trabajo.
Ahora que ya la conoce más podría decir que desencaja de ese lugar y no entiende por qué sigue ahí cuando podría trabajar en cualquier otra parte en donde no corra peligros en ocasiones justo como ese hombre que la golpeó. Sin embargo, está lejos de saber la verdadera razón del porqué ella decidió meterse en esa clase de trabajo, y si tan solo supiera también que cuando inicio no solo era una bailarina quizás se escandalice y se aleje de ella, eso es lo que menos desea ahora que se convirtió en algo así como su amigo, por eso mejor se abstiene a contar, aunque tal vez si en un futuro tienen la confianza suficiente le dirá por todo lo que a tenido que atravesar.
— No es así de simple — se limitó a decir apartando la mirada de él sintiéndose repentinamente sucia ante su pasado.
— ¿Por qué?
— Lo siento pero aún no tenemos la suficiente confianza como para que te cuente todo — dijo sinceramente para que no piense cualquier otra cosa.
La entendió perfectamente y ya no insistió porque está en lo cierto, él tampoco andaría contándole ya todos sus secretos y pasado siendo que apenas hacen seis días que hablan formalmente, apenas y se conocen, pero en ese momento se preguntó si realmente deseaba continuar esto y dejar que se adentre en su vida, después de todo es peligroso, podría salir lastimada y más cuando se convierte en ese monstruo.
— Aquí tienes Megan — apareció poniéndole su pedido frente suyo.
— Gracias Adriel — asintió y se fue dejándolos solos — Bueno, supongo es momento de que vaya a mi lugar.
— Sí — hizo una mueca queriendo continuar hablando — Algún día podré acompañarte en tu desayuno.
— Los domingos estoy libre todo el día.
— Que coincidencia porque yo igual.
— Ya sabes cuando podremos desayunar juntos.
Ambos sonrieron mirándose fijamente por unos segundos hasta que ella lo apartó agarrando su desayuno y yéndose a esa mesa que se volvió su lugar al sentarse siempre que viene ahí.
Remus soltó un suspiro restregando su rostro intentando borrar esa sonrisa tonta, y es que tiene un gran efecto en él, es sumamente raro, ni siquiera en sus relaciones pasadas se sintió de esa forma y tan rápido, siempre requirió de más tiempo para que caiga, pero luego la conoce a ella y eso cambia por completo y lo confunde.
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Esa noche estaba siendo muy agotador para Sylvie ya que al necesitar dinero tuvo que hacer bailes privados, lo que conlleva directamente a hombres insinuándose e intentando tocarla sin entender que las reglas de esos bailes es no tocar a la chica a menos que ella acepte un pago extra por hacerlo y quizás ir más allá, pero está más que claro que la rusa no es de esas, es más, con el tiempo ha comenzado a odiar que la toquen sin su consentimiento, por eso ya solo trabaja de bailarina y a veces atendiendo las barras.
Salió de la pequeña sala donde se da el baile con el semblante serio como acostumbra a llevar ahí y caminó hacia el camerino para ver si su maquillaje sigue bien, especialmente donde está la hematoma que va empeorando. Por suerte a ese hombre se le vetó de por vida del club ya que está completamente prohibido agredir a las chicas, aunque es una regla un poco hipócrita dado que no aplica para todas porque a las mantienen sexo con los clientes se les suele agredir como le dé la gana y el jefe no dice nada.
Apenas entró al camerino le vio a Faith sentada con la mirada perdida en el piso, así que avanzó rápidamente hacia ella y se agachó poniendo sus manos en sus rodillas.
— Hey ¿qué pasa? — preguntó suavemente llamando su atención.
— Me duele ahí abajo, dos fueron muy agresivos.
La rubia dio una caricia en su rodilla mirándola triste y molesta con esos tipos, pero aunque quiera hacer algo no puede, ellos pagan, hacen como quieren y las chicas no deben quejarse de nada, así son las tristes reglas; algunas logran ser más astutas evitando varias cosas y otras son más débiles solo dejando que hagan lo que quieran, lastimosamente Faith es de la segunda.
— Lo mejor será que termines por hoy, en una hora ya cierra, así que ve a tu habitación.
— Pero y si se dan cuenta de mi ausencia — preguntó insegura.
— Yo te cubro, diré que estás con un cliente que pagó durante una hora.
— ¿Segura?
Asintió y la castaña la abrazó por el cuello cerrando un momento sus ojos. Solo ha pasado seis meses que se metió a eso y no cree poder acostumbrarse nunca, pero por suerte en medio de tantas desgracias le tiene a Sylvie, aquella chica que desde un principio estuvo para ella y no fue como el resto de las chicas que la ignoraron.
— Gracias Sylvie — susurró.
— De nada, ahora vete y trata de que no te vean — se separó y le dio un beso en su frente — Y usa el producto que te di para aliviar tu dolor.
— Lo haré.
Ya solo deseando descansar se levantó y sintiendo el dolor en su entrepierna al caminar se alejó dejándole a Sylvie quien suspiró y se levantó para verificar su maquillaje intentando no pensar demás sobre la situación que le rodea.
Sandra entró a grandes zancadas acercándose a ella llamando su atención.
— No tengo mucho tiempo, pero ten — le puso un papel en su mano — Es de Remus.
Sin esperar respuestas salió para regresar a su puesto y la rusa rápidamente abrió el papel porque hoy no lo vio entre el público lo cual es extraño, pero al leer el contenido supo porque y se le escapó una sonrisa. La está esperando afuera y Sandra ayudó a que esa hora que queda sea todo con él sin tener que trabajar más, así que al instante fue hacia su casillero quitando su ropa normal cambiándose por el que trae.
Ella a diferencia de muchas tiene la suerte de no vivir en ese lugar, sino que lo hace en un departamento de bajo costo pero que aún así le da más libertad y puede tener aunque sea paz antes de regresar al trabajo. Por supuesto no siempre fue así, hubo un tiempo en que si tuvo que vivir ahí y fue tan desgastante estar prácticamente encerrada en el mismo lugar de trabajo.
Apenas salió le pidió a Max que le diga a Sandra que le cubra a Faith y él por supuesto aceptó y más aliviada fue al encuentro del castaño encontrándolo de espalda a ella, así que lo llamó y este rápidamente volteó escondiendo algo detrás suyo mientras se acerca.
— Así que pidiendo favores para quitarme más temprano eh — sonrió deteniéndose frente suyo.
— Tenía que hacerlo para pedirte algo, bueno, en realidad dos cosas ¿eliges la que es para hoy o para otro día?
— Me arriesgo primero a saber la de hoy.
— Entonces, a ver...— mira el reloj en su muñeca — Tengo exactamente 53 minutos para ingresar al trabajo, ¿te gustaría caminar conmigo por ahí mientras tanto?
Sylvie sonrió al instante ante el gesto de venir a buscarla solamente para eso, incluso seguro pudo dormir más tiempo pero eligió hacer todo el viaje hasta acá en lugar de dormir más y luego ir directo a la cafetería que queda a máximo 20 minutos de distancia, lo sabe a la perfección porque ella vive cerca de ahí.
— Acepto su propuesta señor Lupin — sonrió encantadoramente.
— Genial — dijo feliz pero luego se puso nervioso al recordar lo segundo — En cuanto a lo otro...
— Solo dilo directamente — habló al ver su nerviosismo.
Remus asintió y respiró hondo quitando el ramo de flores que ocultaba detrás de su espalda, Sylvie al ver eso se sorprendió bastante. Nunca nadie le había dado flores en toda su vida, ni siquiera esos novios que tuvo en la adolescencia.
— ¿Te gustaría tener una cita conmigo cuando puedas?
— Remus...
— Esto es vergonzoso.
Se tapó la cara con el ramo justamente por la vergüenza causándole una gran sonrisa a la rubia quien sintió un revoltijo en su estómago ante la propuesta y por verlo de esa forma.
— Si me gustaría tener una cita contigo.
— ¿En serio? — se descubrió rápidamente viéndola sorprendido.
— Sí, pero tendrá que ser durante el día o un domingo, ya sabes porque.
Remus intentó controlar y no demostrar tanto su felicidad al escucharla aceptar sin dudarlo ya que gran parte de la noche estuvo pensando en que lo rechazaría y pasaría vergüenza, aunque no solo eso, después de pensar en que debería alejarse tuvo un gran debate interno en si seguir con esto o no y por primera vez eligió su felicidad antes que nada, ya ha sufrido demasiado, necesita un respiro.
— En tres días es domingo — sonrió contento y luego le extendió el ramo — Esto es para ti.
Sylvie lo agarró con una sonrisa y se acercó poniéndose de puntas ya que es más alto y dejó un suave beso sobre su mejilla.
— Gracias Remus, es un lindo detalle — olió las flores encantada — Y el domingo será entonces.
— Así es, me tendrás que decir en dónde ir a buscarte — le extendió su brazo — ¿Nos vamos?
La rubia asintió entrelazando su brazo con el suyo al sentirse cómoda haciendo contacto con él y ambos comenzaron a caminar mientras ella piensa dubitativa si decirle donde vive o mantenerlo en secreto, y es que sería ya meterlo mucho en su vida, aunque prácticamente ella misma lo está dejando yendo todos los días a la cafetería solo para poder hablar con él porque le da curiosidad y porque lo atrae bastante, tiene algo que ni ella sabe bien aún pero que la deja abrirse más a un hombre.
— ¿Alguna vez viste que a tres cuadras de la cafetería donde trabajas hay un largo callejón?
— Sí, pasé dos vez por ahí pero nunca entré ¿Por qué la pregunta?
— Debes meterte e ir derecho hasta ver una puerta grande de color verde, a un costado hay varios botones, solo pulsa el C 16 y yo te dejaré entrar — lo mira — Vivo en ese departamento.
Rápidamente volteó a verla sorprendido ya que vive bastante cerca de la cafetería y solo ahora pudo entender la razón del porque se dio esa coincidencia la primera vez, aunque lo raro es que nunca antes hayan coincidido dado que él trabaja ahí ya desde hace cuatro meses.
— Vives bastante cerca de mi trabajo, más no de mi casa.
— ¿Tú dónde vives? — preguntó curiosa.
— Como a una hora y media de aquí y súmale la distancia hasta tu departamento.
— Es muchísimo — hizo una mueca de tan solo imaginar estar tanto tiempo en metro — ¿Cómo conseguiste este trabajo siendo que está tan lejos de tu casa?
— Vi el anuncio de que buscaban empleados en un periódico y solo para probar vine a hacer la entrevista y sorpresivamente me aceptaron, y por supuesto no iba a desaprovechar la oportunidad pese a estar tan lejos porque andaba necesitando urgente un trabajo.
— Se te cayó la oportunidad del cielo cuando más lo necesitabas.
— Así es, ahora estoy feliz ahí, el ambiente me gusta, es una buena paga para alguien como yo y mi jefa es muy comprensible y agradable.
A partir de ahí comenzaron a hablar durante todo el camino conociéndose más y por sobre todo sintiéndose cómodo con la presencia del otro, como dos piezas que encajan a la perfección.
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