𝗢𝟮𝟱. 𝗌𝗎𝖿𝖿𝖾𝗋𝗂𝗇𝗀
─ CAPÍTULO ─
VEINTICINCO
❛SUFRIMIENTO❜
• • •
No podía irme de la isla sin verles por última vez. Así que bajo la luz de la luna me escabullí en su pequeño escondite secreto para verlos dormidos a los tres juntos.
Esquive la trampa para acercarme a ellos dejando un pequeño beso en sus frentes. Los cobije y me quedé de pie observándolos dormir cómodamente.
──Ace... Sabo... Luffy. ─susurré mirando a cada uno. ──. Su mamá tiene cosas que atender. No me quiero separar de ustedes, pero si no lo hago los alejarán de mí.
Me agache para acariciarlos por última vez. Mi mano se quedó en el rostro sereno de Sabo, quite con mi dedo un poco de su saliva que caía por su mejilla. Me preocupaba dejar solo a los chicos por Sabo, si es hijo único sus padres no lo iban a dejar irse tan fácil, ser nobles significa todo para ellos y no pueden permitirse perder sus riquezas por su hijo. Y ellos son niños, a pesar de ser fuertes para algo, aún siguen siendo pequeños.
Y los nobles no tienen fuerza pero si dinero, y con monedas compras lo que sea.
──Prometo intentar no tardar.
Les di una última mirada para irme del lugar llegando aquella colina que daba al océano. Unas fuertes pisadas no me alertaron, al contrario, me giré al ver al rey del bosque.
──Cuidalos, ¿quieres, Tiger? ─el felino se limitó a resoplar acostándose en el suelo. ──. Gracias.
Me transformé en mi forma Hypogripho emprendiendo camino hacia una isla que estaba en el North Blue. Corría con la suerte de poder pasar el Red Line sin problemas gracias a mi Akuma no mi, así me ahorraba mucho tiempo y no tenía la necesidad de entrar al Grand Line.
El problema, que la isla estaba lejos del Red Line. Gracias a la resistencia que he ganado en todo estos años usando mi fruta, puedo sobrevolar por semanas sin cansarme, claramente tenía que descansar para comer algo.
En esos casos me maldecía tener un pozo cómo estómago, no me llenaba si no comía más de seis platos llenos.
Ser un D. no es sencillo.
[ • • •]
Llegar a la Isla Swallow fue mucho más tardado de lo que pensé. Creía que tardaría dos semanas cuánto mucho, pero dos semanas fue lo que tardé en cruzar el Red Line, a pesar de volar a gran velocidad.
Luego, me quedé tres días en una isla pequeña atrapada en una tormenta y siete días de vuelo pude llegar a mi destino. La isla Swallow era conocida por una leyenda que pasaba de boca en boca. Se decía que una tripulación pirata pezco una enfermedad del mar y al llegar a la isla fueron muriendo, el capitán escondió su tesoro en alguna parte del lugar antes de morir.
Muchos lo consideraban mentira otros con hambre de ambición, llegaban a la isla en busca de aquello sin importar dañar a las personas que habitan pacíficamente.
Era una ciudad algo pequeña, lo que significaba que tenía que aterrizar a las afueras para no llamar la atención. Tenía que pasar desapercibida, Garp me advirtió que si la marine llegaba a escuchar sobre un cazador de piratas no tardarían en intentar reclutarme.
Coloque mi capucha negra refugiandome del frío que habitaba en la isla, parecía que el invierno no se iría por un largo rato.
Caminaba en la espesa nieve en busca del camino hacia la ciudad. Suspiré cuando mi estómago resonó de hambre, tendré que comer algo. Pensé en comer en un restaurante, pero mi apetito no es fácil de llenar y llamaré mucho la atención, además, me va salir caro.
Preferí cazar algo grande. Así que con eso en mente me fui adentrando más a lo profundo del bosque. Seguí las huellas de lo que parecía ser un jabalí, vaya mi sorpresa de encontrar dos.
No fue un problema en noquearlos para encender una fogata y cocinarlos, no es nada del otro mundo. Estaba feliz comiendo de la carne jugosa del animal hasta que sentí a alguien acercarse sigilosamente. No lo sentía una amenaza así que deje que se acercara hasta ver al frente mío escondido entre un árbol un pelaje blanco.
Sacó un poco su cabeza dejando ver el rostro de un oso polar. Al ver que alcé mi cabeza, se escondió nuevamente.
──Sé que estás escondido. ─hablé suavemente. ──. ¿Tienes hambre?
Fue cuestión de minutos en ver cómo sacó su cabeza para asentir levemente. Sonreí con ternura de ver un oso polar tan lindo como él.
──Puedes acompañarme a comer, no tengo problema.
Sus ojos brillaron y tardó unos segundos en caminar hasta sentarse frente a mi. Le ofrecí un gran pedazo de carne.
──G-gracias. ─aceptó la comida tímidamente.
Le sonreí en respuesta. Él comió un poco y fue muy lindo ver cómo sonrió por el sabor que tenía la carne. La timidez poco a poco se fue dejando ver a un osito tierno que comenzó a contarme su motivo en esta isla. Tal parece se marchó de su isla natal para buscar a su hermano.
──¡Bepo!
──¡¿Dónde estás?!
Unas voces resonaron acercándose a nosotros. Fue cuestión de minutos para ver a dos chicos frente a nosotros viendo a Bepo comiendo carne.
──¡Bepo! ¿Dónde te habías metido?
──Te estábamos buscando. ─un chico de gorra me miró. ──. ¿Quién es? ─le preguntó a Bepo.
──No sé, me ofreció comida. ─sonrió. ──. ¡Está muy deliciosa!
──Si gustan pueden comer también. ─ofrecí señalando la carne en la fogata.
Ambos chicos se miraron uno con el otro para después ver a Bepo comer su segundo pedazo. Pasarón saliva pero al final se sentaron a un lado de su amigo tomando un pedazo de carne.
Y al igual que Bepo, a los dos la comida les pareció deliciosa.
──¿Cual es el secreto para que esté tan deliciosa?
──Bueno, el secreto es sencillo... ─tomé un pedazo de tela que tenía conmigo para limpiar la mejilla del chico. ──. Es compartir y hacer con amor la comida.
El chico se sonrojo un poco por mi acción.
──No la he visto en la ciudad, ¿acaba de llegar no? ─me preguntó el otro chico con gorra que decía PENGUIN.
Tomé mi quinto pedazo de carne.
──Sí, no soy de aquí. ─respondí mordiendo la carne. ──. Digamos que estoy buscando algo.
──¿Algo?
Asentí. ──. No creo tardar en encontrarlo.
──Y, ¿cuál es su nombre, señorita?
──Me llamó Ann, ¿y ustedes?
──Soy Shachi.
──Y yo Penguin.
Ambos parecían ser amigos desde niños. Y por lo que notaba los tres vivían juntos. En cuestión de minutos los tres estaban peleando por la comida, que Bepo había comido más y que debía ceder lo que tomó a uno de ellos, otro problema de ambos peleando por quien debería de tomarlo.
Me recordaba mucho a mis tres pequeños que peleaban por la comida.
Suspiré.
──¿No vas a salir? ─mi preguntá confundió a los tres chicos, quienes dejaron de pelear para verme.
──¿Dijo algo?
──Creo que está alucinando. ─susurraban entre ellos mirándome de reojo.
Dirigí mi vista al árbol. Tardó un minuto en revelar su presencia sorprendiendo a los tres chicos.
──¡Law! ─exclamaron los tres un tanto confundidos al no saber que estaba escondido.
──Tsk. ─chasqueó el joven.
Parecía que tenía alrededor de 14 años, alto piel morena y delgado. Tenía un sombrero blanco con manchas negras, lo que llamaba mi atención eran sus orejeras debajo de sus ojos grises. Sentía su cuerpo ponerse en defensa y su mirada hostil lo demostraba.
──Tus amigos dejaron algo de carne, puedes comer. ─alenté con gusto.
──No son mis amigos, son subordinados. ─aclaró sin dejar de verme. ──. Y no tengo hambre.
Justo después de decir eso, su estómago gruñó indicando lo contrario. Los chicos ocultarón sus risas.
──Puedes comer con tranquilidad. ─me levanté del suelo sacudiendo la nieve. ──. Yo ya me retiro.
──¿Qué?
──¿Se va tan pronto, Ann-san?
──¡No nos deje!
Tenía a los tres chicos encima mío.
──No se preocupen. ─acaricie sus cabezas. ──. De seguro los veré después.
Se separaron de mí con algo de tristeza.
──Cuídense, pequeños. ─sonreí antes de dar media vuelta para irme.
No miré atrás y seguí mi camino. Ya con mi estomago lleno tenía que terminar el trabajo.
[ • • •]
Tarde unas cuantas horas en reunir información acerca de está tripulación pirata. Se hacían llamar "destripadores", por que aniquilaban a cualquier enemigo. Su capitán tenía una recompensa de $384,000 berries. No tenía idea de sus habilidades, pero sabía que no iba a ser fácil acabar con él.
Lo que investigué fue que tenía la ciudad sometida, cobraba a los habitantes por vivir en la isla. Escuche que había forzado a esclavitud a quienes no pagaban, les servia más para buscar el tesoro que asesinarlos.
Había planteado una estrategía para acabar con ellos. Su tripulación no era mucha, tenía unos 15 tripulantes contando con el capitán. Planeaba terminar con los alejados para dejar al último al jefe, pero después pensé que sería mejor acabar con el capitán para que sus subordinados se rindan.
Eso iba hacer.
Caminaba por el bosque rumbo a la ciudad pero unos gritos me alertaron.
──¡Suéltalo!
──Esa voz... ─susurré.
──¡Maldito cobarde!
No perdí tiempo y corrí hacía la dirección que escuchaba los gritos. Con ayuda de mi haki me orienté mejor llegando a la copa de un árbol donde podía ver mejor la escena.
Un grupo de cinco piratas riéndose de lo que hacía su compañero. El hombre golpeaba a quien reconocí como Shachi mientras sostenía a Penguin del cuello. Bepo estaba en el suelo sangrando con el azabache de ojos grises golpeado mirando con enojo al hombre.
Iba a intervenir, pero un señor algo mayor con camisa de flores, algo golpeado, logró alejar al pirata de los chicos.
──¿Sigues vivo, anciano? ─masculló el pirata. ──. ¡El capitán te ordenó construir un invento que rastreara el tesoro! ¡Te dimos un tiempo límite! Sabes lo que va a pasar si no lo terminas, ¿no? ─sonrió con malicia.
El señor apretó sus puños con enojo.
──Mis inventos son para ayudar a las personas, no a unos asquerosos piratas. ─escupió con asco. ──. Matamé, por qué no haré nada.
El ceño del hombre se arrugó e inmensa vena se formó en su frente.
──Te mataré. ─soltó con hostilidad. ──. Pero primero disfrutaré de ver sufrir a esos mocosos.
Con gran velocidad se acercó al chico de ojos grises con su espada en alto. Está por asesinarlo y el viejo estaba lejos para impedirlo y el chico se concentraba en curar a su amigo.
El filo de su espada no alcanzó a tocar la piel morena del chico. Los ojos grises se abrieron de sorpresa y varios pares también al ver el hilo de sangre teñir de rojo la nieve.
──¿Estás bien? ─mi dulce voz asombro a todos, en especial al azabache qué abrió más sus ojos junto a su boca. ──. Veo que cuidas de Bepo.
Sonreí cerrando mis ojos bajo la capucha negra que llevaba.
──Cora-san... ─escuche su murmuró estupefacto.
Dirigí mis ojos hacía mi mano izquierda donde tenía clavado la filosa espada del pirata. De esa manera impedí que lastimara al chico.
──¿Y quién demonios eres, maldito?
──Alguien a quien no debes hacer enojar. ─apreté mi mano destrozando su espada cómo si de una rama se tratará. ──. Y para tu mala suerte... ─giré a mirarlo de reojo dejando ver un semblante hostil. ──. Ya lo has hecho.
Deje salir haki en la palma de mi mano lanzando al hombre a los pies de sus compañeros inconsciente.
──¡¿Vice-capitán?! ─exclamaron horrorizados.
──Ustedes. ─temblaron al escucharme. ──. Tengo un mensaje para su capitán: "Sigues tú".
El frió de mi mirada fue suficiente para que tomarán al hombre e irse corriendo despavoridos. Suspiré para acercarme a Shachi y Penguin.
──¿Están bien? ─los ayude a levantarse.
──Nosotros estamos bien, pero...
──Ann-san, usted está sangrando.
Miré mi mano.
──¿Esto? No es nada. ─reí al verlos llorar. ──. Mientras ustedes estén bien yo lo estaré.
Sus ojos se humedecieron más.
──Es una herida limpia. ─sentí que tomaron mi mano para examinar. ──. No parece que dañó ningún cartílago. Y es increíble que los músculos lumbrialagos tampoco se vieron afectos, ¿qué tan maldita suerte tienes?
──Eh, ¿gracias? ─¿agradecí? y me intrigaba ver que su mirada reflejaba otra cosa.
──Aún así. Por más limpia que sea, si no se trata se puede infectar.
Cuando reaccione, ya me había llevado dentro de la casa dónde se puso a curar mi herida con tanta presición y calma que me daba la sensación que estaba operando.
──Fue muy estúpido derrotar a ese tipo. ─habló por fin. ──. Ahora tendrás que lidiar con el jefe. Tsk.
──Mi idea principal era ir detrás del jefe, así que no le veo lo estúpido. ─recargue mi cabeza en mi otra mano. ──. Estúpido sería confiarte y darle la espalda al enemigo incluso si tu mente está ocupada en otra cosa.
Law se detuvo para mirarme a los ojos. No dijo nada, sabía que mis palabras eran ciertas.
──Ni creas que te agradeceré. ─siguió con su trabajo. ──. Ésto lo hago por mi orgullo cómo médico y para no deberte nada.
Sonreí.
──¿Quién te ha hecho tanto daño, pequeño? ─sin que reaccionará, lo atraje a mis brazos haciendo que ocultará su rostro en mi pecho, él se removía queriendo alejarse. ──. ¿Crees que una madre no nota el sufrimiento en los ojos de sus hijos?
──No eres mi madre y no soy tu hijo. ─dijo bruscamente.
──No, pero el sufrimiento lo veo.
Él dejó de removerse cuando dije aquello. Fue cuestión de segundos cuando mi blusa se humedece en silencio. A veces, por más sufrimiento que queramos sacar no lo hacemos, pero si encuentras a alguien especial no se necesita mucho para desahogarse.
Porqué algo dentro suyo le dice que en esos brazos está seguro.
• • •
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top