𝗢𝗢𝗢. 𝗉𝗋𝗈𝗅𝗈𝗀𝗎𝖾
─ CAPÍTULO ─
CERO
❛ PRÓLOGO ❜
• • •
La lluvia caía fuertemente sobre toda Konohagakure. Sin duda era un dia muy triste, y la lluvia lo sabia. El cielo parecía que lloraba por la perdida de una gran persona.
Tal vez no era la persona más sonriente que Konoha haya tenido, al contrario, era reservada y muy seria. Era lo contrario a su hermano mayor.
Su hermano.
Nunca le dijo lo mucho que lo aprecia y quería, eso era lo que lamento en su lecho de muerte. Nunca quiso convivir mucho con él, le disgustaba el hecho de que la comparara con él. Los aldeanos se encargaban de decir lo mucho que no se parecían, y era cierto, no se parecían en nada.
Él era amable, confiable y muy amoroso con todos en especial con su aldea.
¿Ella? Bueno ella era lo contrario de él. Era antipática, no confiaba en nadie y no era para nada amorosa.
Y no solo su personalidad eran diferentes, sino, que su apariencia lo era igual.
Él se caracterizaba por tener unos ojos azules como el mismo cielo, y su cabello tan lindo y radiante rubio, su piel color aperlada. Muchos pensaban que parecía afeminado pero eso no le quitaba lo apuesto que era.
En cambio ella se caracterizaba por su melena larga color naranja rojizo, ojos eran unos precioso rubíes y su piel pálida como la nieve. Era linda y causante de muchos pretendientes, pero ella nunca los tomo en cuenta.
Se llegaba a pensar que ella era adoptada pero la realidad era que ella era la viva imagen que su madre mientras que su hermano lo era de su padre. O por lo menos eso es lo que su hermano le decía.
Claramente eran diferentes en todos los sentidos, pero compartían algo en común. El proteger a la aldea de cualquier amenaza, ambos poseían una inquebrantable Voluntad de Fuego.
Ella se empeñaba en cuidar de la aldea desde las sombras, siendo la mano derecha y más intima del su hermano quien es el actual Hokage. Sin embargo había una persona que no le gustaba su forma de hacerlo, ya que ella la protegía de la manera más pura tratando de evitar muertes innecesarias.
Tal vez su apariencia y actitud aparentaba que quería matar a todos pero lo cierto era que no le gusta en lo absoluto hacer eso. Ella era una idealista que odiaba profundamente la guerra.
Por esa misma razón, cierto hombre quiso corromperla. Se decía a si mismo que sus grandes habilidades eran mucho mejores si protegiera a la aldea como el lo hacia. Su misión eran tenerla de aliada, comiendo de su mano, peleando a su lado y de paso que sea su espía de todo lo que el Hokage hace.
Quería que se uniera a la raíz.
Pero no sucedió.
Ella jamás haría eso y menos tratar de traicionar a su propio hermano.
Él se enojo, pues ella no solo lo engaño sino que sabia todo lo que la raíz hacia actuando a las espaldas de el Hokage y los consejeros.
Sabia que si ella hablara todos confiarán en sus palabras. Ella era de alta confianza de todos incluyendo a los consejeros. Si ella llegara a soltar una palabra... él seria historia.
Pero eso no podrá pasar si ella no habla, ¿cierto?
──Los muertos no hablan.
Se dijo a si mismo el hombre.
Y todo se puede lograr.
━ • • • ━
Las gotas de lluvia caían por el retrato de la joven que acababa de fallecer. Las personas pasaban dejando una rosa blanca. Los sollozos de cierta pelirroja esposa del actual Hokage se escuchaban vagamente al esconder su rostro en el pecho de el hombre. La noticia de su muerte le llego por sorpresa, y más a el rubio que aun sigue sin poder creerlo.
Al final si nació la persona que logro acabar contigo. ─pensó el Hokage mirando el retrato de su pequeña hermana.
Su atencion cayo en el joven azabache caminar a duras penas con su rosa en mano. El azabache se quedo mirando el retrato de la chica que le robo su corazón, aun podía escuchar en su cabeza la noticia de su muerte. Y se culpo a si mismo por no declararle sus sentimientos pensando que tenía más tiempo aunque sabia que ella no los correspondía gracias a la diferencia de edad. Su mano temblaba mientras retenía todas sus lagrimas, trago saliva dejando ir la rosa. Cuando quiso moverse sus piernas no respondieron, se quedo así por unos segundos hasta que su mejor amigo lo tomo alejándolo de ahí.
El azabache no soporto seguir en el lugar y se retiro lejos de todos donde pudiera estar solo.
Donde pudiera desahogarse y llorar por la muerte de la mujer que amo desde el momento que la vio, a pesar que ella fuera años más grande que el sentía que eran el uno para el otro. O por lo menos eso es lo que sentía él.
Al paso de horas el seguía lamentándose la perdida de la chica, sus lagrimas no parecían ceder. Sus ojos ardían y no precisamente por llorar.
──Aquí estas. ─se escucho la voz de el chico de antes. ──Sabia que te encontraría aquí.
El azabache mayor no lo miraba, solo a el lago al frente suyo.
──Ahora no, Itachi. ─fue lo único que dijo escondiendo su rostro entre sus piernas. ──Déjame solo.
──Solo quería darte mi pésame. Se que ella era imporante para ti. Pero creó que ella no quisiera que lloraras por su muerte.
──¡No importa lo que ella quisiera! ─gritó. ──¡Ella ahora esta muerta! ¡Me dejo solo! ¡SE FUE!
Cerró sus ojos tratando de retener sus lagrimas, pero era imposible. Su corazón le dolía como nunca. Era un dolor que jamás había experimentado. Pero el debía de entender que ella se había ido y jamás volvería.
Pero eso no seria en segundos y minutos. Serian horas o incluso días. Pero fueron tantas horas que se llego la noche. Sus lagrimas dejaron de caer en el momento que miro el cielo de noche estrellado, ni siquiera se dio cuenta de cuando oscureció.
Inhaló una gran cantidad de aire reteniendolo en su pecho, cerró sus ojos soltando despacio todo ese aire.
Era el momento de aceptar la cruel realidad, abrió sus ojos mirando fijamente las estrellas. Tomando valentía y coraje hablo.
──Y entonces, te fuiste, así como se alejan las estrellas fugaces.
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