O6. you're so cool, it makes me hate you so much
capítulo seis !
❪ eres tan cool, me haces odiarte tanto❫
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ramirobardel__ Campeones de América! 😁🏆
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camilabardel TE AMOO CAMPEÓNNNN 😭😭😭❤❤❤
liaugartee Orgullosa de vos! Te amo mi amor. 💞💞
juliaanalvarez 🥳🏆❤
leomessi ❤️
| ramirobardel Gracias por todo Leo ❤️
nacho_ugarte re gay le contestaba a messi nomas (sería yo)
a.bardel_ Te amamos bestia
user27 mis brother issues florecieron cuando le dedicó el gol a la hermana 😭😭😭😭 más hombres como él
| user09 No fue para la novia????
| user27 noo en la entrevista dijo que era para Camila porque hizo una seña que solo entendían ellos
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―¡HERMANO SON LAS CUATRO DE LA TARDE! ―gritó Camila eufórica hacia la pieza, donde su hermano mayor dormía profundamente. Supuestamente, había llevado a su hijo menor a hacerlo dormir, pero él terminó roncando más fuerte que su hijo―. ¿A qué hora se piensa levantar?
―Déjalo al pobre, tuvo que manejar de Quilmes hasta acá ―lo defendió Franco.
―Es un viaje de veinte minutos, deja de defenderlo ―Camila rodó los ojos.
―Vos tomate un tilo, igual. Estas infumable ―jodió Franco, saboreando las facturas que estaban arriba de la mesa.
Estaban a 13 de julio, dos días después de que la Albiceleste se consagró campeón de América. Los campeones estaban a nada de llegar a casa, y Camila no podía negar que aquello la tenía ansiosa. Ya de por sí no disfrutaba del todo tener mucha compañía en su casa, y ahora con su familia y los que faltaban por llegar en su casa, estaba de los pelos. Sabía que se podía definir a ella misma como una completa asocial, pero era algo que no había cambiado con los años y la manera en que todos tocaban todo en su casa la hacía morderse los costados de las uñas hasta sangrar.
Y sí ya de por sí era algo cotidiano, ahora su incomodidad había aumentado de manera inhumana. No podía decir con exactitud si era por los comentarios innecesarios de su tía Laura, de los gritos de su papá diciéndole al tío Juan que acomode el cartel de Bievenido, campeón, o de su mamá mirando Tiktok con todo el volumen.
Quizás un factor importante también era la música de Rusher King aturdiendole los oídos, mientras sus primas cantaban como si fueran las mismísimas Tini y Nicki Nicole. Ni estando cerca de serlo.
Sabia que analizar la razón de su ansiedad era una pérdida de tiempo, pero también tenía bien en claro que el simple hecho de que Julian haría acto de presencia en su casa en cualquier momento también provocaba que su ritmo cardíaco aumentara con rapidez. La ausencia de Julian le dio el tiempo suficiente para pensar lo necesario, y si bien todavía mantenía su postura, no podía negar que al menos un poquito había aflojado.
Habían hablado poco y nada en los últimos días, era totalmente entendible, Julian tenía que mantener la cabeza en la final y en nada más. De igual manera, Álvarez a veces optaba por romper las reglas y el tiempo que tenía libre (el cual era poco) lo usaba para llamarla. La comunicación entre ellos parecía no perderse aunque tenían poco tiempo para hablar. Camila no podía negar que lo extrañaba, hasta visitó el Monumental por cuenta propia, y esquivó como una campeona todas las preguntas de Álvaro, recalcando que ella nunca habría pisado la cancha por su cuenta.
Obviamente nunca en la vida le admitiría a Álvaro que solo visitaba la cancha para sacarse fotos haciéndose la linda y subirlas, solamente para que Julián se las contestara.
Sentía como si tuviera 14 años, cuando se enamoraba de algún compañero del colegio y hacía cosas para llamar su atención. Era una pelotudez, y lo sabía más que nadie, pero era innegable que la atención de Julián era algo que, muy dentro suyo, disfrutaba. Y eso, sin embargo, fue algo que le costó asimilar, por eso la sesiones con la psicóloga eran bastante recurrentes.
Sobrepensar sobre lo que pasaba en su cabeza era algo que consideraba perdida de tiempo, y aún así, era lo que más hacía antes de dormir.
Así que terminó diciendo en poner su mente en otras cosas. Por lo que los últimos días su cabeza (al igual que la de su familia y toda Argentina, básicamente) se centró por completo en la Copa América. Era la primera vez que Ramiro era convocado a la selección mayor por Lionel Scaloni, así que los Bardel estaban hechos unos locos. Y no era en vano, con el gol de Ramiro en la final contra Brasil, fue más que suficiente para que Argentina se consagre campeón y que los Bardel lloraran del orgullo.
Justamente, el reciente campeón de América se dirigía al departamento que compartía con Camila junto a un par de compañeros (entre ellos, Paulo) para celebrar la victoria junto a su familia.
―¿Por quién estarás tan nerviosa, no? ―la molestó Oriana a su lado.
―No estoy nerviosa ―le dijo convencida―. Estoy ansiosa, ya quiero ver a Ramiro.
―¿Sólo a Ramiro? ―Ori sonrió con burla.
―Sí. Y ya sé en lo que estás pensando ―la amenazó señalandola―, aunque no lo creas, mi mundo no gira alrededor de él.
―Pero Paulo me dijo que venían con los otros chicos, ¿qué vas a hacer si cae él también?
―Y saludarlo como a cualquiera, no cambia en nada.
―Perdonala, Ori. Es media boluda ―comentó Franco, ganándose una mala mirada de su amiga―. Y sí, tontita. Casi te coge en su auto y no va a cambiar en nada.
―Sos un enfermo. ―Camila rodó los ojos fastidiada, lamentándose por haber indagado los detalles a fondo con su mejor amigo.
Lo amaba, confiaba en él más que nadie, pero era hombre, y por lo tanto, un boludo.
―Lo tenes a las vueltas a pobre ―afirmó Amelia.
―Bue, vayan a la casa de él entonces ―Oriana formuló un puchero, abrazándola por los hombros―. No, salí. Decile a Julian que te ayude a elegir un outfit.
―Son los dos bastante pelotudos, qué queres que te diga ―Franco suspiró―. Primero estás vos, que no superas al cornudo de tu ex y tenes miedo de estar con ese dulce de leche. Y después está él...
―Qué es hombre, con eso te digo todo. Le dan muchas vueltas.
―Parece novela de Cris ―rió Oriana―. Igual no, Julian va a terminar muerto al final. ―Sabatini dijo con dolor.
―No toquemos ese tema ―pidió Camila con sensibilidad.
A veces extrañaba su vida de cuando su única preocupación primordial era llegar a tiempo del colegio para mirar Floricienta con Ori, mientras tomaban chocolatada fría y se morían de amor por Benjamin Rojas.
―¡Llega Rama! ―se escuchó desde el balcón como gritaba Gianella, su prima menor.
Mientras caía gente al baile, como dice el dicho, Camila se levantó de la silla y intentó descontracturarse un poco. Esa era otra, una mínima situación de estrés se producía en su vida y ya tenía problemas para dormir con comodidad.
Dejando el mate encima de la mesada (el cual Oriana se olvidó completamente minutos antes de que Paulo llegara), salió de la cocina al escuchar los aplausos y los ladridos de confusión de Ñoqui. Indicando que los campeones ya habían entrado al departamento. La rubia se acercó con timidez a la multitud de aplausos y abalanzas. Ramiro intentaba soltarse de los brazos de su mamá, quien no lo había soltado desde que entró, mientras que con ayuda de Enzo Fernández entraba el equipaje, Paulo Dybala abrazaba a su respectiva familia.
La mirada de Camila se posó en Julian.
Decidió no mantenerla por mucho tiempo, por más que quisiera, haría lo posible para pasar desapercibida frente a él.
―Hola, pollo ―Ramiro la miró sonriente, su hermana no esperó más para tirarse a sus brazos.
―Mi negroo ―los ojos de Camila se aguaron por la emoción―. Felicidades, loquito. Te amo un montón.
―Yo también, tonta.
La rubia depositó un efusivo beso en su cachete, se separaron para que Ramiro terminara de saludar a la familia restante.
―¡Caaaaamiiiiiii!
Paulo gritó emocionado, Camila sonrió de la misma manera, había pasado bastante tiempo (más de lo normal) desde que no se veían. Cuando Ramiro no estaba cerca, Paulo Dybala era el encargado de proteger a Camila como su otro hermano. Habían sido amigos toda la vida, y cuando Paulo empezó a salir con Oriana (gracias a una movida maestra de Camila), se unieron incluso más.
El futbolista soltó su maleta y la agarró para darle un desesperado abrazo.
―¿Todo bien? ¿Cómo has estado? Te tengo que preguntar en persona ya que no me cae ni de casualidad un mensaje tuyo, chanta.
Camila lo miró riendo y haciendo montoncito: ―. Mentiroso de mierda. Ayer te contesté.
―Ayer, los de hoy no ―contestó Dybala haciéndose el enojado.
Ella sonrió, dándose vuelta para darle más espacio al recién llegado para terminar de recibir todos sus saludos. Ramiro parecía un nene llegando a su cumpleaños, ahora mirando el gran cartel que colgaba de la pared y la torta que su mamá le había preparado, similar a las que preparaba de chicos.
Pero esta vez era completamente diferente, Ramiro no era protagonista sólo de su cumpleaños, era el ídolo de muchos niños y hasta de adultos, era la razón de felicidad de los Argentinos después de 28 años. Y no había manera de todos estuvieran más orgullosos de eso.
―¡Lucas, deja de empujar a tu hermano! ―le gritó Álvaro a su hijo mayor, al ver como el menor amenazaba con romper en llanto ante la insistencia de su hermano.
―Qué pendejo de mier... ¡Juli!
Julian estaba parado frente a ella, mirándola con una sonrisa reluciente y los ojos brillosos, que reflejaban lo mucho que la había extrañado.
Camila lo envolvió en un enérgico y merecido abrazo: ―. Felicidades, araña. ―murmuró ella cerca de su oreja, haciendo que la piel del chico se erizara.
―Te extrañé mucho, flaquita ―él la recibió en sus brazos con la misma emoción. Los brazos de Camila se acoplaron a su cuello, mientras que los fuertes brazos de Julian rodeaban su cintura. Camila cerró los ojos, disfrutando de las caricias que Julian le proporcionaba junto a el firme agarre en sus caderas.
Ambos se habían extrañado bastante.
―Bue, a mí nadie me saluda ―se quejó Enzo Fernández, cuando el abrazó entre esos dos daba por finalizado. Camila le sonrió con timidez, cayendo por fin en que seguramente todos habían visto el cariñoso abrazo entre ellos.
―Hola, Enzo ―Fernández la saludó con un corto beso en el cachete.
Una vez todos terminaron de saludarse, todos se dirigieron al living, listos para escuchar cada anécdota de los campeones y disgustar la rica torta de Florencia. Reían comentando todos los memes y las fotos que habían salido en las redes sociales. Obviamente, sin pasar por alto el Mira que te como, hermano del Dibu. Camila apostaba cualquier cosa a que toda la población femenina (incluyéndose) tembló ante ese icónico momento.
Fue una merienda agradable más allá de los pensamientos de Camila. Comieron, tomaron mate y escuchaban las anécdotas que los campeones relataban; Camila, que escuchaba atentamente todo lo que comentaban con una sonrisa, apenas se pudo acercar a Julian debido a que estaba rodeado de sus amigos, él y Ramiro eran los más solicitados de la tarde y Camila lo entendía.
Por un lado estaba agradecida por ello, no sabía por qué, pero con tan sólo tener a Julian a su alrededor su ritmo cardíaco se alocaba y se ponía tan nerviosa como si estuviera apunto de patear un penal definitivo. Definió sus reacciones cuando la mirada de Julian fue a parar en la suya, automáticamente sonriendo ante el cruce de miradas con timidez. Julian no se quedaba atrás, su cara se ponía roja como un tómate cada vez que la rubia lo agarraba mirándola.
Para la mala suerte del jugador, tuvo que conformarse con miradas compartidas desde lejos. Camila parecía querer esquivarlo cada vez que le sacaba conversación y hablaba hasta con Ñoqui para no tener que mirarlo a los ojos. Confundiéndolo, a más no poder.
Y Camila, aunque Julian se lo pidiera de rodillas, no podía darle una explicación lógica de su comportamiento. Cuando se ponía nerviosa tenía dos extremos; hablaba hasta más no poder, o no pronunciaba ni una palabra, como lo hacía ahora con Julian, nunca había punto medio. El problema era que Camila no podía terminar de descifrar si Julian era consciente o no de lo que generaba en su cuerpo.
Su intento de disimular su reacción ante el acercamiento de Julian se basaba en hablar con cualquiera a su alrededor y hasta se levantó para ir a la cocina cuando él quiso acercarse.
En la cocina, se encontraban Ramiro, Amelia y Franco. Amelia calentaba más agua para mate, Ramiro la abrazaba por la espalda, expresando lo mucho que la había extrañado.
Y Franco era la típica tercera rueda, mientras se morfaba una factura que sacó de quien sabe donde.
―Te extrañé ―le murmuraba Ramiro al oído.
―¿Sí? ¿Cuánto? ―Amelia le sonrió coquetamente.
―Vamos al baño y te muestro.
―Dale, y de paso matan de un susto a la tía Laura así deja de pelear por el terreno del abuelo ―la pareja se sobresaltó al escuchar la voz de Camila, quienes en ningún momento parecían haberse dado cuenta de la presencia de ambos chicos.
―¿Y sí envidiamos menos? ―la jodió Rama.
―Tené un poco de piedad por los solteros, bochón.
Ramiro rió de manera sarcástica.
―Se hacía la soltera ―la jodió riendo―. Igual, ¿qué onda con la Araña? Las cosas que habré escuchado...
―Ninguna onda ―Camila negó rápidamente, haciendo que todos la miren con obviedad―. ¡Da, en serio! No me gusta.
―No te gusta pero ni lo podes mirar a la cara porque te pones colorada.
―Bue, me pone nerviosa noma, y me da bronca ―los tres la miraron atentos, esperando a que hable más―. O sea, es muy hermoso, encima sonríe así re lindo y... Dios. No le puedo ni hablar porque me pongo pelotuda, lo miro a la cara y es como que... no sé ―pasó sus manos por su cara con frustración―, no sé qué me pasa, no me siento así con alguien hace mucho tiempo, pero creo que nunca nadie me puso tan nerviosa.
―Menos mal que no te gusta ―Franco se rió.
―Pero no es que me guste, no me gusta. ―terminó de decir antes de que los tres se siguieran riendo de ella.
―¿Entonces por qué te da tanta bronca?
―No sé. Me da bronca no entender que me hace sentir. Encima me abraza, me dice que me extraña y busca que le hable en cualquier momento ―golpeó la mesada levemente con bronca.
―Vos sabes porqué lo hace, está muerto con vos y lo sabes ―comentó Amelia.
―Bueno, pero lo hablamos en su momento y él me dijo que me iba a esperar.
―Tampoco te está apurando.
―¡Pero me está haciendo caer! ―exclamó indignada―. Así no vale, una ya no se puede hacer la difícil.
―A vos te cuesta admitir que vos también queres estar con él, y te da bronca que cada vez se te hace más difícil negarlo ―Camila entreabrió su boca para contraatacar, pero nada suficientemente bueno le salió―. Te conozco, pollo. Y no hay nada que odies más que las cosas que no podes tener.
Camila chasqueó la lengua.
―Eso lo sacaste de una canción de Taylor.
―Y bue, es la única manera que funciona para hacerte razonar.
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Cayó la noche y los varones se armaron un picadito bastante improvisado en el patio del departamento. Camila miraba el partido sentada en las reposeras con Oriana y tomaban una birra que había comprado su tío Juan y cumplían el rol de hinchada de cada equipo.
Ramiro estaba más cebado que nunca, al parecer, hoy se había levantando con ganas de meter patadas. Apenas lo vio a Paulo con la pelota, corrió hacia él y lo barrió con todo, haciéndolo caer.
―¡Amadilla! ―gritó el más chico de los Bardel, Mateo en las piernas de su tía, alentando al equipo de su papá.
―¡Amelia, es amarilla eso! ―gritó Franco haciendo la seña de levantar la tarjeta.
―Ésta la tengo amarilla.
Todos se largaron a reír.
El partido siguió y Julian fue el que más puteadas recibió, ya se había comido al menos tres goles y su única manera de defenderse era gritar que él era delantero centro, no arquero.
Aún así, Camila podía confirmar que Enzo la vivía de una manera impresionante.
Las chicas ahogaron un grito cuando el equipo de Paulo empezó a correr hacia el aérea del arquero (en este caso, Julian), y vieron como Enzo tenía la pelota en el pie izquierdo listo para patear, hasta que Ramiro fue a cortarla y falló.
Se vio a Enzo sonreír entre sus dedos cuando escucharon el pitido del árbitro (Amelia, porque estaba aburrida), indicando un penal.
―¡Cualquiera, si ni la toqué! ―gritó el rubio, viendo como la morocha se reía y Enzo saltaba a su espalda con felicidad―. ¡Salí, chanta! ―Ramiro puteó por lo bajo, y se fue a sentar con toda la bronca en la reposera.
―No te calente' ―jodió Enzo, haciéndolo enojar peor.
―¡Da, dijimos que no vale picarse! ―le gritó Paulo.
―Son unos garcas ustedes, ¡No juego más!
―¿Quién patea?
―Igual al pedo, ya perdimos con este ―Franco señaló indignado a Julian, quien lo miró ofendido―. Te cagas de hambre como arquero, amigo.
―¡Dona tus órganos, muerto! ―lo molestó el riverplatense.
―¿Queres patear uno? ―le preguntó Álvaro a Camila, mientras la rubia le convidaba de su cerveza fresca.
En cualquier situación, Camila hubiera dicho que no. Decir que era un queso jugando al fútbol se quedaba corto, para el fútbol en general también. Pero verlo ahí a Julian parado en la pared que simulaba ser el arco, estirando los brazos, achinando los ojos por el sol y viéndose tan lindo, algo despertó dentro de ella.
―Dale.
Paulo se le cagó de risa cuando la vio ir decidida a apoyar la pelota en el pasto. Franco se le unió, sin creer que entre tantos jugadores profesionales era Camila quien iba a patear el penal.
―No sé de qué te reís, Joyita ―Camila le dijo desde la distancia.
―Oaa, la promesa del mundial 2022 ―se rió Fernández.
―Hay que avisarle a Scaloni, así te convoca ―Julian se unió a la burla, Camila lo fulminó con la mirada.
―Vos deja de hacerte el vivo ―lo señaló con el dedo―. Ya vamos a hablar después.
Se escucharon los uhh y las risas ante la amenaza. Julian se había puesto rojo y eso no hacía que las cargadas disminuyeran.
Fueron segundos que pasaron hasta que Amelia hizo sonar el silbato, y Camila tomó una bocanada de aire antes de tomar la carrerita.
Julian la vio correr con su máxima sonrisa en la cara, con su pelo rubio y lacio libre al viento y bajo la mirada de todos que no pudo evitar quedarse totalmente hipnotizado por esa imagen. Reaccionó en una milésima de segundo, y, a pesar de que se dio cuenta que (por primera vez en todo el partido) ella se inclinaba al medio, él se tiró para el derecho.
La pelota se estampó en el medio de la pared y todos corrieron hacia ella con emoción, chocando los cinco con cada uno y siendo rodeados por el resto que festejaba su victoria. Álvarez, todavía arrodillado frente a la pared, la miraba con una sonrisa enamorada como Enzo la levantaba por los aires.
―¡Revivió el fútbol! ―gritaba el 13 de River completamente emocionado.
Cuando Enzo finalmente la soltó, Julian pudo acercarse a ella con timidez.
―Mira de quién te burlaste ―dijo Camila cuando lo vio, haciéndolo reír.
Supo que estuvo bien fingir equivocarse cuando vio sus ojos llenos de emoción y alegría por haberse reído tanto: ―. Ahí me cagaste, esa táctica de patear no la tenía anotada.
La escuchó reír suavemente, y le impresionó la manera en que su corazón dio una vuelta impresionante.
Siempre terminaba sorprendido por la manera en que Camila lo hacía sentir.
Llegadas casi las diez de la noche, luego de haberse despedido de sus tíos y primos, Camila salió al balcón para recuperar un poco el aire perdido entre tanta risa.
Se dio la vuelta cuando escuchó detrás de ella como se abría la puerta corrediza y Ñoqui salía disparado, con Julian tras él.
―Estaba llorando, quería salir ―le explicó el futbolista, al segundo Ñoqui se recostó al lado de su dueña―. ¿No tene' frío?
Camila le negó en silencio. Y siguió admirando la hermosa vista que la mágica ciudad de Buenos Aires le presentaba.
Julian aprovechó que estaban un poco cerca para acercar su mano al brazo de la rubia, y comenzó a dejar leves caricias a lo largo de su antebrazo, haciendo que la piel de Camila se erizara por completo. Camila no pudo evitar molestarse al ver que su cuerpo tenía ese tipo de reacciones ante el contacto del chico.
―¿Te enojaste? ―le preguntó Julian con preocupación.
Camila lo miró con el ceño fruncido: ―. No, ¿por?
―No te haga', desde que llegué no me has mirado a la cara ―le respondió, Camila no supo descifrar si estaba enojado―. Me confundis mucho.
―Perdón ―se disculpó apenada.
―Ese no es el problema ―aclaró―. El problema es que no te puedo sacar de mí cabeza, aunque me tengas a las vueltas.
Camila sintió como el calor subía a su cara. Ahora menos podría mirarlo a la cara.
―Sos tan bueno que haces que te odie, Julian ―dijo ella con seriedad.
―¿Qué hago yo? ―Julian se mostraba muy confundido.
―Julian, creo que me estoy enamorando de vos ―confesó de una vez por todas―. No sé si es malo o bueno, pero este tiempo que estuviste lejos me sirvió para pensar, y me hizo dar cuenta que me gustas mucho más de lo que si quiera había pensado.
El futbolista estaba anonadado, deseando que lo pellizcaran hasta sangrar para comprobar si lo que estaba escuchando era real y no producto de su imaginación (como las veces anteriores).
―¿Sabes qué es lo que más bronca me da? ―volvió a decir la rubia, quien no podía dejar de hablar ahora que lo había soltado todo―. Que me haces sentir como una pelotuda.
―¿Por qué?
―¡Porque sí! Porque me muero de amor por vos pero sigo teniendo miedo y por eso cuando tengo miedo me alejo de todo ―admitió suspirando―. Haces cualquier cosa que me mueve el piso y...
―¿Te moris de amor por mi? ―preguntó él frenando sus palabras.
―¿De todo lo que te dije fue lo único que escuchaste? ―Camila rodó los ojos.
La sonrisa de Julian no era más grande porque si no, de otra manera se le acalambraría la cara. Y no le entraba un gramo más de felicidad en el cuerpo.
―Pero si dijiste eso.
―Pero no va al punto...
―Sí va, es lo que quiero escuchar desde que te conocí.
Ella lo miró con bronca e intentó girarse para alejarse de él, pero Julian se lo impidió, tomando su mentón y obligándola a que lo mire.
―Repetilo, quiero saber si fue real o lo inventó mi cabeza ―pidió él, sin borrar su radiante sonrisa.
―Cómo te odio, hijo de puta ―bufó de la bronca.
―¿Me odias o estás enamorada de mí?
―Anda a cagar.
Finalizó, y atinó a darse la vuelta para salir del balcón, pero Julian fue más rápido y la agarró de la cintura. Sus respiraciones se mezclaron.
Y, por segunda vez, sin alcohol en sus venas y con más ganas que nunca, Camila lo besó con ansias.
El tiempo se detuvo cuando Julian sintió los labios de Camila sobre los suyos. Era un beso suave, dulce, delicado. Se besaban con tanta calma y vehemencia que sentía como de a poco tocaban el cielo y ni hablar del revuelto en sus estómagos. Se habían conocido hace un par de meses pero se besaban como si estuvieran enamorados hace años.
Y ahora Camila estaba ahí, besando a un campeón de América. Escondidos en su valcón como si fueran dos adolescentes.
El beso de a poco fue tomando un rumbo más apasionado. Las caricias que Camila aportaba en el cuello de Julian solo provocaba que se interesara en ella más y más. Aquel fue el momento donde solo deseó de por vida cerrar los ojos y sentir su cuerpo contra el suyo, deseando no alejarse nunca. Julian agarraba de la cintura a la rubia haciendo que sus cuerpos chocaran, formando una electricidad agradable.
―Flaquita... ―Julian soltó un suspiro pesado, poniéndose nervioso al sentir como la palma de Camila se deslizaba inconscientemente por su pecho, ansiada de más.
―¿Qué hago yo? ―aplicó el mismo tono que usó él momentos antes, separándose por completo para mirar los cachetes colorados de Julian, y la manera en que intentaba controlar su respiración.
Antes de que el chico pudiera amagar a volver a juntar sus labios, un grito se escuchó desde adentro: ―. ¿Qué tanto hacen ahí?
☆
cap nuevo pq mi pimpollo estuvo d titular todos estos partidos, seguí así frente infinita o te la vas a ver conmigo 💓💓💓💓
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