O4. mr. too late
capítulo cuatro !
❪ y tal vez algún me extrañarás,
pero ahí serás señor demasiado tarde ❫
NUEVO GRUPO
mauro m te ha agregado
mauro m ha agregado a tiago
mauro m
como va mi banda? 🥰
cami b
holis
tiago
bue trolo yo keria armar el grupo
mauro m
no me pelies
todo guchi reina de mi corazón?
@cami b
tiago
cómo va a estar bien
pelotudo
la gorrearon
mauro m
capaz ni se había acordado y lo decis
cornudo
tiago
el rusher cornudo
mauro m
mal
cami b
jadjjasj
ando bien por suerte
ustedes??
me dijo el duko q se juntan mañana
mauro m
asies mañana en la pera
tiago
hacemos pizzas en el
depto de la emi
mauro m
y obvio estas cordialmente
invitada
no tenes q llevar nada
tiago
ganas de bailar cuarteto nomass
cami b
gracias por la invitación chikes
veo si me paso un ratito para saludarlos
mauro m
igual tranca q el gordo infiel
no va a ir
tiago
por eso te invitamos
sabemos q si está el thomi ahí
no vas a estar cómoda
pero se va a santiago a ver a la flia
asiq vamo a ser nosotros nomas
mauro m
podes llevar a tu cuñada😍😍
tiago
pajín
mauro m
cami b
bueeno si ustedes dicen
cuenten con mi presencia
tiago
god reina
tipo 9 pasate por el depto
mauro m
traete alguna amiguita 😅😅
cami b
jajajajajaj
y un amigo???
tiago
―¿ENTONCES DECIS qué le diga? ―preguntó Camila por milésima vez a su cuñada, quien rió ante su insistencia―. ¡No te me rías, Amelia! En serio te digo.
―¿Pero qué querés que te diga, boluda? Te dije que lo invites las millones de veces que me preguntaste ―respondió.
―¿En serio no quedo muy confi? ―volvió a preguntar con inseguridad.
―No, vos a sus amigos ya los conociste.
―Pero porque me los crucé de casualidad, no porque él me los haya presentado.
―Deja de darle tantas vueltas al asunto, Cami. Son las tres de la tarde ―Lía se rascó la cien―. Lo tenes comiendo de tu mano, no te va a decir que no.
Camila frunció el ceño, haciendo montoncito frente a la cámara.
―Nada que ver.
―Se ven todos los días. Si no te pasa a buscar, te vas para el Monumental al verlo y hablan como si conocieran de toda la vida ―enumeró Amelia con emoción―. Les hace falta un par de besos y ya se lo presentas a tus papás.
―¡Ves que inventas cualquiera! ―saltó la rubia a la defensiva―. Somos amigos. ―acotó con seriedad.
―No vamos a ir por ese tema porque llegó Don cuida ―dijo dando vuelta la cámara, enfocando a Ramiro, quien seguramente acababa de llegar de su entrenamiento.
―Hola bochón ―saludó a la cámara.
―Hola pollito. ¿De qué hablaban? ―preguntó el rubio mientras dejaba su bolso sobre la mesa.
―Problemas amorosos. ―la cara de Ramiro se transformó al escuchar el comentario de su novia. Amelia rió con burla―. Se te borró la sonrisa.
―Qué yo no me entere, Camila. Porque se arma troya ―amenazó señalandola.
―Anda a bañarte mejor, oles a chivo ―Amelia le pegó en el pecho, Camila soltó una risa cuando Ramiro se fue desganado hacia el baño―. Bueno, en conclusión, yo digo que no tiene nada de malo en invitarlo al cumple de Mauro.
Camila apretó los labios no muy segura.
―Eu, ¿igual no va a estar...?
La rubia negó con rapidez: ―. Se va a Santiago a ver a los papás ―antes de que Amelia pueda atacar con preguntas de por qué sabía tal información, Camila interrumpió―. Me lo dijo Tiago ―aclaró haciendo que Amelia asienta.
―No arrugues entonces, mira que yo me entero de todo.
Amelia dijo, con la misma expresión y tono de voz que Rama había usado minutos antes. Era chistoso ver como ambos eran tan para cual.
―Te dejo, Ame. Me voy a pegar una ducha rápida antes de que venga Juli.
La morena sonrió como el gato de Alicia en el País de las Maravillas.
―Qué no se te escape ningún detalle.
La rubia asintió riendo, enviándole un beso a través de la pantalla al igual que su cuñada para despedirse. Una vez se cortó la llamada, Camila dejó su celular encima de la mesada para ir con rapidez al baño y emprender su ducha.
Optó por no poner ningún tipo de música en el parlante de la ducha porque sabía que tardaría mínimo media hora entre canción y canción. Aún más si era algo de la discográfia de Taylor.
Cuando terminó de arreglarse, leyó el mensaje de Julian avisándole que estaba llegando, por lo que calentó el agua para el mate mientras prendía el televisor. Para su suerte ese día no había hecho tanto calor y los días de verano insufrible habían comenzado a despedirse, por lo que no vio la necesidad de prender el aire con la puerta del balcón semi abierta.
Recibió un mensaje de don Juan, el encargado del edificio, diciéndole que el nueve de River esperaba por ella abajo, Camila le contestó rápidamente diciéndole que lo dejara pasar con confianza. Juan era como su abuelito postizo, siempre la había cuidado como si fuera su hija, y trataba de cuidar su imagen. Era por suerte un edificio poco poblado y muy tranquilo, podía decir que su casa era uno de los únicos lugares en los que tenía un poco de privacidad.
El timbre sonó por toda la casa haciéndola putear del susto. Se levantó de la silla dejando el zapping que hacía con los canales en la tele. Al abrir sonrió al ver que detrás de la puerta era la misma persona que estaba esperando.
Julian Álvarez se encontraba parado detrás de la puerta con su característica sonrisa, sosteniendo con su mano izquierda un paquete de facturas que le había prometido la vez anterior.
Debido a la mala coordinación de ambos y queriéndose saludar de un beso en el cachete, movieron las caras para el mismo lado y el beso que Camila planeaba dárselo ena mejilla, terminó dándose en los labios.
Terminaron dándose un pico por accidente.
Camila estaba roja como un tómate, pero Julian no había dejado de sonreír.
―Ah, bueno. Qué ganas tenías de darme un beso. ―jodió Julian.
―Fue sin querer, tonto.
―Media hora me tuvo esperando el señor ―dijo Julian cambiando de tema como si nada―. Me miraba re desconfiado, pensó que era un fan.
―Juan es como mi abuelito, me cuida de cualquier peligro ―respondió la rubia yendo a buscar el agua de la pava eléctrica, abanicandose la cara por los nervios que le había causado la situación.
―¿Ah, soy peligroso?
―Y... por lo que he escuchado ―Camila volvió al living ya con el agua en el termo, rió cuando vio la cara de preocupación de Julian ante su chiste―. Te jodo, boludo. ¿Qué me estás escondiendo?
―Y, depende lo que haya' escuchado ―jodió de la misma manera―. Te traje facturas, te juro que son las má' ricas que va' a probar en tu vida ―dijo abriendo el paquete―. Sí, te traje solo de membrillo porque sé que no te gusta la crema pastelera ―interrumpió antes de que Camila pudiera protestar como una nena chiquita.
―Buena, hater ―puso los ojos en blanco―. ¿Azúcar? ―preguntó cuando ya había puesto la yerba.
―Ma' vale ―le respondió, como si fuera la obviedad más grande del mundo―. Me gustan tus mates, no como los del Tucu, ni aunque se lo ruegues le pone azúcar.
―¿El Tucu Correa? ―preguntó, en un intento de que Julian no notara su suspiro de adolescente enamorada.
¿Quién no se sentiría como una adolescente enamorada al escuchar al Tucu?
―Bue, se enamoraba ―dijo con fastidio―. Es mi compañero, chaja.
―Bue, ¿Cuándo dije yo que estaba enamorada de él? Ni existe ―habló con indiferencia, ni ella se lo creyó―. Bueno che, estoy soltera y es re lindo. ¿Qué queres que haga? Mándale un beso de mi parte cuando lo veas.
―Dale, le mando ―habló con notable molestia―. ¿Un beso como me diste recién o para él hay uno especial? ―preguntó tomando el mate.
―No sé, ¿vos cuál decis que le gustará más?
―Yo te hago el control de calidad si queres.
Camila rió negando.
―Seguro eso se lo decis a todas.
―No, a diferencia de vo', para mí so' la única.
Camila no le respondió, tomando el mate que acababa de cebar para ella. Ya no sabía si le gustaba tanto ese chamuyo mutuo que surgía entre ellos.
No porque no le gustara Julian, sabía que algo le pasaba con él y tenía el sentimiento que él sentía lo mismo. Pero aún tenia esa inseguridad, y tenía esa sensación que si llegaba algo más le iba a poner un stop. Como le había dicho a Amelia aquella vez, no iba a estar con nadie ahora.
No iba a arriesgarse a entregar su corazón y volver a salir lastimada. Ya había sufrido lo suficiente. Y nada aseguraba que Julian no la iba a lastimar.
―¿Se viene la Copa América ahora, no? ―optó por hacerse la boluda.
Julian se dio cuenta, pero lo dejó pasar.
―Sí, viajamos principios de junio. ¿Me vas a ir a ver?
―No creo, grabo una peli hasta el 15 ―respondió con una mueca―. Igual me voy a Quilmes a mirar la final con mis papás.
―¿Vas a usar la del Tucu? ―dijo, celoso.
―Mira que celoso te pones ―se burló―. Quédate tranquilo, no me saco la de Ramiro ni a palo. ―infló el pecho con orgullo.
No por nada había llorado desconsolada del orgullo cuando Rama fue convocado.
―Tranquila vo'. Que celoso no estoy, por algo me tene' acá, ¿o no?
Tenía razón, pero no se lo iba a decir.
Cuando Camila fue al baño y dejó su celular encima de la mesada, Julian se estiró para agarrar otra factura, al segundo la pantalla del celular de Camila se encendió indicando que le había llegado un mensaje.
Se sintió muy chusma cuando leyó de reojo el mensaje que le había llegado, pero fue algo inconsciente y de medio segundo. Pero lo poco que había leído lo había dejado pensando.
mauro m: ni un problema mi reina, traete a tu amigo 😉😉
Julian frunció el ceño con confusión, sintiendo como la inseguridad comenzaba a apoderarse de su pecho.
¿Camila se estaba viendo con alguien más que no era él? ¿Estaba jugando a dos puntas?
Él fue bastante sincero cuando le dijo que ella era la única. Era la primera mujer con la que hablaba desde que terminó con su anterior relación. ¿Camila podía decir lo mismo? ¿Por eso que es que cambió de tema tan rápido y se puso así de rara?
Pensaba que no era necesario decir en voz alta que le gustaba Camila y que quería intentar algo con ella. Que ella no quiera lo mismo se había convertido en su miedo y no podía tirarse a la pileta estando ésta vacía.
―¿Está bien el agua? ―preguntó Camila cuando volvió.
―Hay un par de palitos flotando.
Camila rió y agarró el mate para cambiarle la yerba. Pero antes de hacerlo, vio el mensaje que le había mandado Mauro y recordó que se había estado motivando hace un buen rato para hacer el intento de invitar a Julian.
¿Cuándo se había vuelto tan virga? Culpa de Thomas, seguro.
―Che ―dijo la rubia con vergüenza―. ¿Tenes planes para mañana?
―Enzo y Pala me habían dicho para salir, pero estoy harto de ser el que no tiene que tomar para llevarlos a su casa inconscientes, así que no creo ―contó riendo―. ¿Por?
―Nada, una boludez ―mordió el interior de su mejilla―. Mauro me había dicho que mañana se juntaban a comer pizza con Los Del Espacio, y que sé yo, no quería ir sola, pero Franco se fue a Mendoza ―explicó intentando no sonar tan nerviosa―. ¿Queres venir conmigo?
―Ah, soy tu segunda opción entonce' ―Julian rió haciéndose el ofendido―. Pera, ¿con Mauro te referis a...?
―Duki, sí.
Julian casi se ahogó con la factura que estaba comiendo.
―¿Me esta' invitando a comer pizzas con Duki? ―dijo el delantero sin poder creerlo.
―Re fan ―lo molestó―. Si, tonto. ¿Qué otro Duki conoces?
―¿Cómo te voy a decir que no, culia'? ¡Vamos! Con Duki hasta el fin del mundo.
―Ah, vas por Duki y no por mí, así quedamos.
Jodió, pero en el fondo totalmente aliviada al no haber sido rechazada. Sería la peor vergüenza de su vida de haber sido así.
―Mira que si yo te llevo a una joda con Duki, vos me tendrías que presentar a Enzo Perez, mínimo.
Julian rió rodando los ojos.
―No sé si a Enzo Perez, pero te puedo llevar a ver un partido de la araña que pica. Pensalo. ―dijo guiñando con dificultad.
Camila sonrió.
―Te tomo la palabra.
(...)
―Deja de tratarme como una borracha, mamá. Ya sé que me tengo que cuidar.
Camila terminó de maquillarse escuchando por el alta voz las recomendaciones de su mamá, aquellas que repetía hasta cuando salía a sacar la basura.
―Cuídate mucho, amor. Viste como es la gente hoy en día ―no la podía ver, pero juraba que estaba negando con la cabeza en forma de desaprobación.
―Igual no voy al boliche, voy a comer pizza con los chicos.
―¿Con el que tiene la cara tatuada? Nada de sustancias ilegales, Camila. Ya sabes.
―Qué exagerada que sos, Florencia ―rió guardando sus productos―. Igual no creo que hoy me drogue, trabajo el lunes.
―Si, que te agarre no más haciéndote la viva ―amenazó, con el mismo tono que usaba cuando tenía quince años―. ¿Vas sola en Uber? Mándame la ubicación a mí o a tu papá.
―No, mami. Me lleva un amigo ―dijo con simpleza, sin querer entrar en detalles.
―Bueno hija. Pasala lindo, mañana llama a tu padre porque sabes que se pone celoso. Te amo.
―Yo también, vieja. Chau.
Su mamá cortó la llamada y corrió a su placard para buscar una campera finita. Aunque se había bañado y había comenzado a arreglarse dos horas antes, la música medio que la distrajo y terminó (como siempre le pasaba) arreglándose sobre la hora.
juli 🕷🤍 : Abajooo
Se miró por última vez al espejo y fue hacia la puerta para cerrar bien con llave y poner la alarma. Un poco mala onda porque no había alcanzado a sacarse ni una foto de su outfit como hacía siempre. Le dejó la llave a Juan y se despidió de él, apenas salió, se topó con el auto de Julian, el delantero le abrió la puerta con rapidez.
―Me tardé porque no sabía que aufi ponerme ―se disculpó apenas Camila entró al auto―. El Agu me hizo cambiar como tre' vece'. Por su bien espero que hayan valido la pena. ―dijo arrancando el auto, pero dejó de hablar cuando vio que la rubia lo miraba sonriente―. ¿Qué?
―Estamos combinados.
Julian miró su cuerpo de reojo, poniéndose colorado al darse cuenta que era verdad.
―Entonce' valió la pena.
No pasaron más de diez minutos que Julian ya estacionaba su auto en la vereda de la casa de Emilia. No se sabía quién de los dos estaba más nervioso: Si Julian por conocer a los amigos de Camila, o Camila por literalmente reencontrarse con las primeras personas en enterarse de su cornudez.
Aun así, Camila se empeñaba en tratar de estar dentro de todo tranquila, quería pasarla bien y especialmente quería que Julian la pasara bien. Al menos sabía que Mauro y Tiago lo tratarían bien.
La rubia tocó el timbre del departamento, temblorosa, y clavó sus uñas en la palma de su mano con fuerza, mal hábito que había aprendido desde chica cuando algo la tenía ansiosa o preocupada. Julian no lo dejó pasar por alto, y no muy seguro de su reacción, le agarró la mano y la acarició con dulzura el dorso de ésta.
―Tranqui, si te sentis incómoda en algún momento, me avisas y nos vamos ―le sonrió mostrando su brillante dentadura, mirándola con su mirada dulce.
Gorgeous de Taylor empezó a reproducirse en su cabeza.
Antes de poder responderle, la puerta se abrió con brusquedad, invadiendo los oídos de ambos con la música del parlante casi reventado por si volumen. Detrás de la puerta, Lit Killah sonrió intensamente.
―¡Vite' que te dije, gato! Llegó la Cami.
Gritó hacia adentro el de pelo rojo. Y se lanzó con brusquedad a los brazos de Camila con emoción.
―¡Cómo te extrañé, negra! ―gritó en su oído haciéndola reír―. Estábamos todos esperando... LA ARAÑA QUE PICA.
La mandíbula de Mauro calló al piso como si estuviera frente al mismo Tom Holland.
Bueno, tenía en frente al Tom Holland argento, no había mucha diferencia.
Ahora era Julian quien era abrazado por Mauro, con la misma o hasta con más fuerza que abrazó a su amiga. Julian le correspondió sin ningún problema, no se sabía quien era más fan de el otro.
―¡Qué onda, wacho! ¡So' Pito Parker! ¡Así hacen en la tercera peli! ―hizo unas señas raras con sus manos, Julian asintió riendo aunque no tenía idea de lo que estaba hablando―. Te amo, idola. Para la próxima juntada trae a Messi ―le plantó un beso en el cachete a Camila.
Rodeó los hombros de ambos con confianza y los hizo entrar a la casa.
En el living estaban El Demente, Tiago PZK y FMK. Quienes gritaron exageradamente al ver especialmente a Julian entrando. Era más que obvio que las jodas no iban a faltar.
El Demente fue quien empezó diciendo que Camila no era ni lenta ni perezosa. Tiago, por su parte, le preguntó cómo era su vida de botinera y FMK los llamó los nuevos Messi y Antonela.
Julian se sorprendió al ver que Camila solo reía y no negaba nada. Pero entendía por su lado que ella no tenía que negar ni aclarar nada, era bastante obvio que no eran novios.
Por ahora.
Camila se sintió un poco tensa al ver como Emilia aparecía en el living con una copa de vino en la mano. Y se incomodó mucho más cuando Emilia puso la sonrisa más falsa que pudo haber existido en su cara y se lanzó sobre ella a abrazarla.
―¡No sabes lo que te extrañé, negri! ―dijo con voz aguda, tanto que Camila notó la falsedad en ella―. Te escribí para juntarnos el otro día y ni bola me diste ―hizo un puchero al separarse.
―¿Cómo estás, Emi? ―Camila le sonrió, más sincera que Emilia―. Pasa que estoy con los parciales a full y no he tenido tiempo para nada.
Evitó mirar a Julian porque sabía que se iban a reír. Esa era una mentira más grande que una casa y Julian había conseguido conocerla lo suficiente para saber que Camila tenía cero ganas de ver a Emilia.
―Bueno, ¡pero qué bueno que pudiste venir! ―dijo agarrandola de las manos―. Y veo que acompañada.
Eso último no lo había dicho con tanta emoción.
―Julian, un gusto ―se presentó el jugador, Emilia no disimuló su mueca de disgusto en cuanto lo saludó.
―Sí, ya sé ―dijo con mala onda―. ¿Vamos a la cocina? Ya veo que se me quema la pizza. ―le dijo a la rubia.
Camila miró a Julian de soslayo, viendo como empezaba a conversar con Mauro y Tiago. La rubia señaló con la cabeza a Emilia, dándole a entender que la seguiría.
―Bue, anda tóxica. Yo te cuido a la Araña.
Dijo Mauro en cuanto se dio cuenta de la seña que le había hecho. Camila rodó los ojos, y Julian rió, asintiendo hacia ella.
―Hacete un fernetcito, nadie los hace como vos ―Emilia le mostró el vaso con la coca y el fernet sobre la mesada, Camila se acercó a paso tranquilo hacia las cosas, para preparar el fernet de la manera en que Amelia le había enseñado a los quince años.
Nada como preparar un fernet enseñado por una cordobesa.
―¿El Duko? ―preguntó Camila, al ver que estaban todos menos él.
―Salió a comprar más cebolla, pero siempre tarda como diez horas ―respondió la morocha fastidiada―. ¿Vino? ―le extendió una copa con vino blanco, la rubia la aceptó gustosa.
Se oyó desde el living la risa escandalosa de Lit y la risa (la cual Camila reconoció enseguida) de Julian. A la rubia se le escapó una sonrisa mientras seguía preparando el fernet, Emilia lo notó rápidamente.
―¿Hace cuánto están saliendo? ―preguntó Emilia algo fastidiada.
Camila tenía bien en claro que a Emilia le molestaba. Eso era lo que tenía ella, era amiga tan cercana de Thomas que apostaba cualquier cosa que Emilia estaba esperando que se vayan para correr a decirle a Thomas sobre Julian y ella.
A estas alturas, estaba orgullosa de decir que poco le importaba la opinión de Emilia y especialmente la de Thomas.
―No salimos, Emi ―no tenía necesidad de aclararlo, pero de igual manera lo hizo―. Somos amigos.
―Si, dale boluda ―dijo la cantante, cortando el queso para la pizza―. Eso decían vos y el Thomi la primera vez que te trajo.
Camila sintió una opresión en el pecho, los recuerdos la seguían atormentando.
―Esta vez es en serio, Emilia ―habló con más firmeza―. Mauro me dijo que no había problema en traer un amigo.
Emilia negó rápidamente, fingiendo culpa.
―Ay, no te lo tomes así ―fingió pena―. Te jodo nomas, si decis que son amigos, te creo, negri.
Ese negri y la amabilidad fingida de Emilia le sacaba canas verdes.
―Igual no estas para botinera ―dijo viborosa.
Camila frunció el ceño.
―¿Eh?
―Nada, eso ―Emilia la miró por primera vez―. Digo, porque lo jodería bastante que en la tele y las redes hablaran de su relación ―volvió su vista a la comida―. A veces le juegan en contra todo, viste. Siempre los futbolistas quieren tener sus perfiles bajos y no estar metidos en quilombos.
―¿Yo me meto en quilombos? ―Camila saltó a la defensiva, dándole a entender que le había dolido lo que estaba diciendo.
―No, negri. Pero no sé cómo haces para bancarte a tanta gente hablando de vos ―volvió a hacer ese puchero insoportable―. Thomi cometió errores, no lo defiendo. Pero debió haber sido difícil para él como cantante que lo conozcan por ser tu novio y no por su talento.
Camila sentía como el estómago se le cerraba con cada palabra que escuchaba venir de Emilia. Lo que más le dolía, era que encontraba verdad en cada una de sus palabras.
―Además de tener tanta exposición por estar con alguien como vos.
¿Alguien como yo?
―Eu, ¿le falta mucho a la zapi? ―apareció Martin por la puerta, mirando a Emilia ansioso.
―¡Muerto de hambre! ―se escuchó un grito de parte de Tiago.
―Ya salen las primeras ―avisó Emilia, metiendo la última pizza al horno.
―Cami, ¿todo bien? ―preguntó El Demente, al ver como se había quedado tildada mirando a la nada.
―Sí.
Camila se aguantó las ganas de llorar, y con el nudo atravesando su garganta abandonó la cocina ignorando a Martin y Emilia.
Una especie de alivio la atacó al ver que Julian la veía entrar sonriente. Intentó disimular la mala cara por el mal momento que Emilia le había hecho pasar y tomó asiento al lado de Julian sin decir nada.
―El pollerudo puso la campera para guardarte el lugar ―lo molestó Tiago, bebiendo la cerveza.
Lover era ahora la canción que sonaba en su cabeza.
―¿Todo bien? ―Julian le acarició la rodilla desnuda con cariño.
Camila sintió como que no podía respirar. Y asintió, como pudo.
No había tenido el tiempo suficiente para procesar lo lindo que se veía Julian esa noche. Como se le sonrojaban las mejillas por reír tanto, su mano varonil reposada en su rodilla y los primeros tres botones de su camisa desabrochados, camisa la cual le quedaba pintada.
Qué hombre que tenía al lado.
Todos irrumpieron en aplausos y silbidos cuando Emilia llegó a la mesa con la primera tanda de pizzas. Todos se acomodaron en sus lugares para empezar a comer.
―Falta mi Duko, che ―se quejó Lit.
―Culpa de él por ser tardar diez años ―rió Emilia―. ¡Una cebolla lo mandé a comprar! ¡Una! Mira si le pedía un kilo.
Todo eran risas, anécdotas y halagos hacia la cocinera mientras comían las pizzas. Camila se sintió más relajada en ese momento cuando charlaba con Tiago, Mauro y Julian. Aunque no olvidaba las palabras de Emilia, intentó disfrutar el momento con sus amigos.
O lo que quedaba de él.
Apesar del volumen de la música, se escuchó el timbre de la puerta dos veces retumbar por toda la casa. Todos ya habían asumido que era Duki, así que Emilia fue la encargada de correr a la puerta para abrirle a su novio. Preparada para retarlo por llegar tarde y por llegar a comer la pizza cuando ya estaba fría.
Para la mala suerte de Camila, Duki no llegaba solo.
―¡Qué onda, gato! ―gritó Tiago sorprendido cuando Rusher cruzó la puerta detrás de Duki.
―¡Thomi! ―gritó Emilia y lo abrazó con efusividad―. ¿Cuándo llegaste de Santiago?
―El chistoso me llamó en el super y lo tuve que ir a buscar ―se quejó Mauro―. No te enoje', Emi. Te compré la cebolla ―levantó la bolsa con la verdura dentro.
―¿Y este?
La manera en que miró Thomas a Julian le causó mucho asco a Camila. Thomas nunca había sido irrespetuoso y mucho menos con la gente que no conocía, eso era una de las únicas cosas que tenía de rescatable. Pero su enojo era notorio por la manera en que Julian no había dejado de acariciar la rodilla de Camila ni siquiera cuando su ex apareció.
―Amigo de Camila.
Le respondió Emilia, y fue bastante obvio que lo hizo para generar problemas.
―Mira vos.
No se molestó en saludar a ninguno de los dos, eso a Camila no le afectó para nada.
Ahora era su turno de calmar a Julian, la rubia le acarició el hombro con delicadeza. El comentario de Thomas le había caído pesado y no lo culpaba, a ella le había caído peor.
Pero Julian no quería rebajarse a su nivel ni mucho menos gastarse en crear una pelea donde solo haría sentir peor a Camila. Tampoco iba hacerle pasar un mal rato al notar que ella no estaba al tanto de que su ex llegaría de imprevisto.
―No tenía idea, Camilin ―susurró Lit a su lado, mirando con algo de enojo a Thomas―. El Duko no avisó nada tampoco, le hubiera dicho que no lo traiga.
―No le podías decir eso, es la casa de Emilia ―le respondió de la misma manera.
―Te apuesto cualquier cosa a que la Emi le dijo al Rusher que estabas acá con La Araña ―se metió El Demente ―. El Duko la llamó cuando te viniste para acá.
―Una que es leal es Emi ―habló Tiago.
―Viene para traer problemas noma', últimamente es lo único que sabe hacer.
Camila no pudo evitar sorprenderse ante las palabras de Lit. Pero aún así, tenía toda la razón.
Nadie más hablaba con Rusher además de Duki y Emilia. Mientras Lit, Martin, Camila, Julian y Tiago hablaban entre ellos, la rubia no podía dejar de sentirse incómodo por las miradas fijas que le enviaba Thomas cuando dejaba de hablar con Emilia.
En un momento, cuando Camila no aguantaba más las ganas de ir al baño y se levantó para ir lo más rápido posible, Julian no pudo evitar alarmarse cuando vio que Thomas (sin ser disimulado) salió disparado detrás de ella.
No quería intervenir en su conversación, pero tenía que asegurarse que Rusher no le haría nada malo. Así que no dudó en seguirlo en cuando se levantó. Los demás estaban muy centrados en su conversación para darse cuenta que los tres habían desaparecido de repente, así que nadie se dio cuenta de nada.
Camila se lavó las manos al terminar de hacer sus necesidades. Abrió la puerta para volver a la mesa junto a Julian, pero alguien la detuvo rápidamente.
Rusher la miraba fijamente apenado, por alguna razón, Camila no se alejó de él cuando Thomas la agarró del brazo no con mucha delicadeza.
―¿Qué queres? ―intentó sonar lo más dura posible, pero no le había funcionado.
―Hablar, Cami ―soltó su brazo sin dejar de mirarla a los ojos―. Escúchame una vez más.
La miró con esa mirada, la misma por la cual había caído enamorada desde hace años y una mirada con la que él sabía que no iba a negarse.
―¿Qué queres que escuche? ―lo incentivó a que hable, no muy segura si escucharlo era buena idea.
Pelotuda, claramente no lo es.
―No sé qué más hacer, amor. Te di el espacio que necesitabas, te esperé. Necesito saber que me necesitas tanto como yo te necesito a vos ―habló con desesperación.
Esta vez no había actuación de por medio, Thomas estaba siendo sincero. Le quedaba bien el papel de víctima, pero realmente su vida había perdido el sentido sin Camila a su lado.
Su amor, su mayor fan, su compañera. Camila lo era todo para él, y no había nada ni nadie que pudiera cambiar aquello. No podía negar que ver como Camila estaba ahí con Julian, en el lugar que debería estar él, le había dolido como nunca. Sabía que se lo merecía, se merecía lo peor del mundo. Pero si podía recuperar a su rubia, se bancaría la que venga con tal de volver a tenerla a su lado.
―Yo realmente no te entiendo ―la voz de Camila sonó dura, eso le dolió aun más―. Si tanto me necesitabas, ¿por qué me engañaste?
No podía responder eso. No sabía cómo hacerlo.
―Si tanto me necesitas como decis, ¿por qué me tengo que conformar con migajas de tu amor? ―su voz se quebró un poco―. ¿Por qué tenía que conformarme con qué me beses y me abraces para tapar todas las heridas que me hiciste? Yo no soy ningún juguete con el que podes posar en la tele y después traicionarla de la peor manera ―señaló su pecho con bronca―. Traicionaste mí confianza de una manera en la cual jamás te voy a perdonar.
―Yo no te veo muy herida ―saltó el chico con bronca, aquel caparazón de pena que sentía por ella se quebró al recordar la imagen de ella junto al jugador―. Vos también me mentiste.
―¿Yo te mentí? ―indignada, Camila preguntó.
―Vos misma me dijiste que no querías verme más y que no ibas a volver conmigo por miedo a salir lastimada ―le recordó con enojo―. Una semana después te veo apretando con un jugador de River.
Se arrepintió de haber dicho al instante de soltarlo, pero ya era tarde.
―¿Me tratas de puta ahora? Lo que me faltaba ―rió amargamente―. No empieces con tus planteos ridículos, no es la primera vez, ya me conozco tus histeriqueos de memoria.
―No son histeriqueos. ¿Me vas a decir que estoy equivocado?
―La verdad que sí. Te encanta hablar cualquier mierda sin saber un carajo ―a Camila le hervía la sangre―. Te encanta hacerte la víctima, te encanta hacerme sentir culpable de todo.
―¡No te echo la culpa! Te digo la cosas como son ―Thomas levantó más la voz.
―Si tanto te duele, ¿por qué no me dejas en paz? ―escupió la rubia con bronca―. Olvídate de mi y punto, se te acaban estas peleas infantiles. Así de paso vas con ella, a ver si te aguanta todos tus actitudes, loco de mierda.
Camila tenía una cólera guardada que finalmente pudo soltar contra él.
―Y grabatelo en la cabeza, a mí no me vas a comprar con tu acting de mierda ―se acercó a él con la mandíbula apretada del enojo―. Mejor enfocate en quedar bien con la prensa después de dejarme como una cornuda. Que te chupe la pija si me estoy apretando a Julian o a todo el plantel de River.
Thomas por primera vez había quedado sin palabras.
―Mambo mío, déjame en paz.
(...)
―Lo odio, lo odio, lo odio.
Camila ahogó en un sollozo, aferrándose más a la camisa de Julian, quien no decía nada y no hacia más que rodearla con sus fuertes brazos.
Había pasado media hora que habían abandonado la casa de Emilia. Julian apenas notó la angustia en la cara de Camila no dudó en tomar sus llaves y llevarla al auto, sin que ella se lo pidiera. Pues su cara decía a gritos que ya no quería estar ahí.
Julian ni alcanzó a preguntarle si estaba bien que Camila rompió en llanto sin consuelo. Recordando cada palabra que había salido de su boca y las cosas que Thomas le había dicho.
El jugador no apretaba más la mandíbula de la bronca porque podía romperse, el odio que le había agarrado a el ex de Cami sin siquiera haber cruzado una palabra con él en toda la noche era impresionante. No entendía como alguien era capaz de lastimarla de esa manera.
―¿Por qué dejé que me tratara así por tanto tiempo? ¿Por qué? ―la camisa de Julian estaba empapada por las lagrimas de ella―. Es mi culpa, todo es mi culpa, todo el mundo me lo decía pero yo no hacía caso.
Ahí fue cuando Julian intervino
―No vuelvas a decir eso, nunca ―la agarró de las mejillas y secó sus lágrimas―. No es tu culpa de que él sea la peor mierda, Cami. Nada es tu culpa. No lo dejaste porque estabas enamorada de él, pero eso no quiere decir que te hayas merecido la manera en que te trató.
Camila sorbió su nariz apenada. Alejó las manos de Julian y finalmente pasó las manos por su cara, secando cada rastro de lágrima que había caído por su rostro.
―Perdóname, Juli ―se disculpó abrazándose así misma―. Te invité para que la pasaras bien y terminé llorando como una boluda en tus brazos, te juro que nunca más ―Julian negó mirándola―. Me da vergüenza que me veas así, creo que fue el vino que me invitó Emilia igual.
El nueve de River rió.
―Vergüenza es robar. Vergüenza conmigo nunca ―citó la frase que su mamá siempre decía―. No pasa nada, hermosa. La pasé re lindo.
Le proporcionó una dulce caricia en el pelo.
―Te mojé toda la camisa ―dijo Camila, sintiéndose peor todavía―. Te viniste re lindo encima.
Julian se puso rojo como un tómate.
―¿Soy lindo?
―Sos muy lindo ―Camila lo miró a los ojos con una sonrisa―. Sos el más lindo, Juli.
Fue un impulso, sabía que se arrepentía después, pero era imposible terminar la noche sin probar el sabor de los labios de Julian Álvarez.
Camila tomó la cara de Julian y la guió rápidamente a sus labios. Juntándolos en un desesperado y necesitado beso. Julian correspondió sin dudarlo, era un beso intenso. Sus manos bajaron a la cintura de la rubia, acercándola a él, sin importarle la incomodidad del auto.
Camila pasó su pierna con rapidez sobre el asiento, sentándose a horcajadas de Julian sin cortar el beso en ningún momento. Sus manos se enredaron en sus rulitos y de vez cuando bajaban a su cuello, dándole leves caricias.
Julian seguía el mismo ritmo, pero con un poco más de vergüenza. Solo se atrevía a acariciarle la cintura con levedad. No sabía que Camila esperaba que sus manos la tocaran por todo el cuerpo.
El chico bajo sus manos hasta encontrar el borde del top de Camila. Con su permiso, levantando un poco de él para sentir el contacto de sus manos frías con su piel caliente. Eso hizo a Camila jadear sobre sus labios, sin dejar de besarlo.
Camila estaba necesitada. Necesitaba amor. Necesitaba sentir amor aunque sea por una noche, y sabía que encontraría lo que buscaba con él.
Aun así, no necesitaba a Julian.
Los besos del jugador bajaron de sus labios a su clavícula y cuello. Ahí fue cuando la angustia volvió a atacarla, y había dejado de sentirse necesitada.
No se sentía excitada. Sentía culpa.
Lo estaba usando. No lo amaba, había pensando en entregarse a él sin sentimientos de por medio. Era la peor.
Thomas tenía razón, Emilia tenía razón.
No le llevaría nada bueno a Julian, solo lo arruinaría.
Camila volvió a llorar. Eso hizo que Julian se separara alarmado.
Inmediatamente detuvo sus besos y la miró preocupadisimo. Ahora se sentía muy mal, ¿él la había hecho llorar? Y sobrepensó (demasiado) en el hecho que Camila estaba en un estado vulnerable y él se había aprovechado de la situación.
―Cami, perdón ―dijo Julian, quitando las manos sobre ella con rapidez―. Perdón, me dejé llevar. No es el momento.
Camila se salio encima de él, ahora realmente no podía contener las lágrimas.
―No, fui yo, Juli.
Lo miró a los ojos, él se veía preocupado y ella destruida.
―Perdón, pero no puedo.
No puedo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top