O28. it's nice to have a friend
capítulo veintiocho !
❪ nos sentimos en casa, nos quedamos en cama todo el fin de semana
es agradable tener un amigo ❫
Camila
PARA MI MALA SUERTE, no hay nada muy interesante que tenga para contarles.
En Manchester nunca suceden cosas interesantes para chismear después, lamentablemente los vecinos que tenemos son bastante tranquilos y en la pelea más grande que hemos presenciado entre ellos solo los escuchamos gritarse "Go to hell" en un acento inglés demasiado marcado.
Tengo que admitir que extraño bastante a mis vecinos del edificio, quienes cuando peleaban se insultaban demasiado entre ellos y después quedaba la podrida. Cada una de sus peleas me hacían acordar a Showmatch cuando los bailarines se peleaban con el jurado.
La verdad es que llevamos una rutina bastante tranquila, nada del otro mundo. Cuando apenas me mudé pensé que tenía que prepararme psicologicamente para el cambio de vida que íbamos a sufrir, hoy me doy cuenta que a veces soy demasiado exagerada con algunas cosas. Y si bien a veces decidimos hacer cosas distintas como viajar o visitar nuevos lugares, nuestra rutina laboral es casi la misma comparada a la que teníamos en Argentina. No exagero cuando digo que la única diferencia más remarcable es que para comunicarnos tenemos que usar otro idioma, pero, más allá de eso, nada ha cambiado.
Trabajo de lunes a viernes de nueve a dos de la tarde dando clases de teatro, Julián llega de entrenar un poco más tarde que yo pero aun así tenemos gran parte de la tarde libre para hacer distintas cosas. Los fines de semana vamos a verlo donde sea que juegue, y a veces salimos a pasear con Sergio Gomez (con quien Julián tiene más relación) y su novia Andrea, quienes también son recién llegados como nosotros, por lo que solemos coordinar para conocer juntos distintos lugares de la ciudad.
Es una ciudad super tranquila y preciosa. Lo malo es que a diferencia de los argentinos, no son gente muy agradable. Son pocas las personas que te saludan de vuelta cuando entras a algún lugar, o piden permiso para pasar. Y lo digo por experiencia, los ingleses tienen esa desagradable costumbre de empujar o mirarte mal para que te salgas de su camino, pero con el tiempo te acostumbras a no contagiarte de su mala onda.
Al menos el ambiente laboral de mí trabajo es muy agradable. Gracias a Dios conocía a Jimena (la directora del taller) hace muchísimos años y sabemos manejarnos demasiado bien. Ya tengo una muy buena amistad con mis compañeras de trabajo y ni hablar de mis alumnitos, la mayoría son niños de seis a doce años a quienes ya considero hijos postizos. Nunca pensé ser buena maestra, y no es por agrandarme ni nada, pero considero que cuando disfrutas el trabajo que ejerces suma un montón para desempeñarlo, y, aunque no me gusta más que actuar frente a una cámara, lo disfruto tanto como ello.
Es impresionante el interés que tienen por el arte, cada uno de ellos me hace recordar a mí en mis primeros proyectos, por lo que siempre intento aconsejarlos de la manera en que a mí me hubiera gustado que lo hagan de pequeña. Aunque claro, sigo aprendiendo de mis compañeras cosas nuevas todos los días.
Quien diría que la idea que tanto me aterraba terminaría haciéndome tan feliz. ¿Ven a lo que me refiero cuando digo que mis papás jamás se equivocan?
En cuanto a ellos, como era de esperarse, hablamos todos los días sin falta, tanto con mis papás y mis hermanos. Un punto a favor es que ahora tengo a Ramiro y Amelia un poco más cerca que antes, así que con Julián estamos planeando una escapada para Italia antes de reunirnos finalmente en Qatar para el mundial. Prefiero no hablar mucho de eso porque de tan solo pensarlo me duele la panza de los nervios, aunque tengo toda mi fé puesta en Daddy Scaloni en que va a convocar a mí novio y a mí hermano por igual, espero que la intuición no me esté fallando.
Con Ramiro estamos analizando la posibilidad de ir a Argentina antes del mundial. Hace un par de días me enteré que mi abuela está complicada de salud, así que me apresuré en cubrir todos los gastos necesarios para el hospital y su recuperación. Aunque la mayoría de mí familia materna se quejó por eso porque aseguran que eso será algo que yo estoy usando a mí favor para sacárselos en cara en un futuro; poco me conocen para saber que no lo hago para eso, sino porque realmente me preocupa la salud de mi abuela, es literalmente mi segunda madre y la amo con todo mi corazón, por eso intento mantenerme al corriente el mayor tiempo posible para estar atenta.
Pero bueno, sé que mientras yo viva siempre tendré haters y los primeros en serlo son mí familia materna. El odio el absolutamente mutuo.
Como decía, no hay nada muy nuevo en nuestra rutina. Al igual que en Argentina, los domingos nos morimos de aburrimiento porque no hay nada abierto y literal si salimos nos morimos de hipotermia. Así que preferimos quedarnos en la cama calentitos, tomando mate acompañado de cualquier galletita que encontramos por ahí, y cogiendo gran parte del día.
No me culpen, ustedes saben lo bueno que está mi hombre, y que no soy ninguna boluda.
Uno de mis mayores miedos cuando me mudé fue imaginarme que nuestra relación podría llegar a cambiar. No quería que terminaramos como esas parejas que al final del día no pueden ni verse a la cara. Para mí sorpresa, sucedió todo lo contrario, Julián está mucho más pegote y cariñoso de lo normal, siempre fue mimoso ahora lo es mucho más que antes, y eso, sinceramente, me encanta.
Créanme que no exagero cuando digo que nunca deja de sorprenderme, es como una caja de sorpresas y todos los días me encuentro con nuevos detalles de su parte que me hacen enamorarme cada vez más de él. Quizás el que me deje el desayuno preparado antes de irse a entrenar o que siempre me compra algo rico para comer cuando llega son detalles estúpidos, pero a mí ese tipo de cosas me llenan de alegría, y me hacen afirmar cada día más que me enamoré del hombre correcto.
De hecho mi querida Taylor lo explica en una canción.
Hablando de ella, creo que ni hace falta decir que estoy a la espera constante del nuevo álbum. Pueden preguntarle a Julián la manera en que convulsioné cuando la escuché anunciarlo en esa premiación. Estoy 100% segura que Midnights me traerá más canciones para identificarme y no puedo esperar a basar mi entera personalidad en ese nuevo álbum. Aunque creo que nada nunca superará a Folklore, estoy segura que superará mis expectativas como cada vez que lo hace cuando saca un nuevo álbum.
Sé que Octubre se convertirá en mi mes favorito; Taylor saca nuevo álbum y vuelve Gran Hermano, es un gran mes para las chicas lindas (yo).
―¿Pode' creer que Walker escucha al Kanye West? ―miré con la boca abierta a Julián, quien me relataba todo con indignación―. Un enfermo. Encima me dice "dis is gud miusic" y yo le dije que no podía escuchar eso porque mi señora es la mayor fan de Taylor.
―Muy bien amor ―lo felicité dándole un besito―. Para la próxima escucha la playlist que te hice.
―Sí la escucho pero a escondidas, Sergio me la vio una vez y me descansó ―se quejó.
―¿De qué se burla el colonizador ese? ―bufé.
―¿Vo' me amarias si yo fuera fan del Kanye? ―preguntó el pobre iluso.
―Ni en pedo ―respondí con rapidez, y lo escuché quejarse―. Depende que tan fan seas, capaz tengo suerte y te hago recapacitar.
―Pero si fuera fan mal, ¿no me querrías? ―negué con obviedad―. Bue, anda a cagar. ¿De verdad la queres más a Taylor que a mí?
―¿Qué son esas preguntas, Julián? ―respondí negando―. Sabes que amo más a Taylor que a cualquiera.
―¿Y sí nuestro hijo sale fan de Kanye? ¿Qué haces? ¿Lo das en adopción?
―No, pero lo hago reaccionar, o si no deja de ser mi hijo ―dije con seguridad―. ¿Y sí sale de Bo...?
―Ni te atrevas a decirlo, culiada ―me tapó la boca con su mano.
―¿Vos me querrías si yo fuera de Boca? ―reprendí usando su misma lógica.
―Quererte no, pero te cojería igual.
―Qué pajero.
Dejamos la conversación de lado para seguir mirando Casados con Hijos en la tele, mientras Julián me hace mimitos en la pierna.
La dualidad de mí novio jamás deja de sorprenderme, hace diez minutos me estaba sacudiendo como desodorante vacío y ahora está re pancho comiendo las frutillas con crema que nos sobraron de ayer. Qué bendición.
El próximo viernes rindo mi tesis y la verdad es que me muero de los nervios. Todos estos días he estado estudiando como desquiciada y Julián me obligó a tomar un descanso porque me llegaba a doler la cabeza de tanto leer y repasar. Por suerte me otorgaron la oportunidad de rendir por Zoom debido a la distancia, pero eso no me relaja mucho que digamos. En realidad nada me relaja a estas alturas.
Se me es difícil creer que puedo empezar el próximo mes siendo licenciada, sabiendo que gran parte de mi vida me la pasé estudiando. Y, aunque el estudio fue producto de la mayoría de mis crisis y dolores de cabeza, tengo que admitir que voy a extrañar bastante mi etapa universitaria. Pero me enorgullece haber completado todo ese camino, no haberlo abandonado y saber que todo valdrá la pena al final.
―¿Cuantos hijos queres tener? ―indagué de la nada, haciendo que me mire atentamente.
―Los que vos quieras, amor, es tu cuerpo ―se encogió de hombros―. ¿Vos cuántos queres tener?
―Dos ―indiqué rápidamente―. En mi familia somos tres y siempre hay alguno que queda de lado, creo que dos son mejor.
―¿Y los nombres? ―cuestionó entusiasmado, le fascina habla de ese tema―. Uno si o si se va a llamar Lionel, ya sea de segundo o primer nombre.
―Me gusta Lionel ―asentí―. De nena me gusta Carolina.
Por la canción de Taylor, obviamente.
―¿Y sí es nene?
―Ponele Enzo.
Ambos reímos.
Sé que Julián sueña con ser papá. No sé si es mí mayor sueño como él, pero también me gustaría ser mamá más adelante. Aunque considero que tendría que pensarlo demasiado bien antes de tener un hijo, siento que todavía tengo muchas cosas para trabajar y muchos sueños por cumplir antes de ser madre.
Sería bastante complicado, eso lo sé de principio. Quizás no lo sería tanto si no fuéramos figuras públicas, lo cual no es el caso, así que tendríamos que pensarlo bien. No me gustaría que se le ejerza demasiada presión, ni disfrutaría ver a la gente debatiendo si será una futura promesa de la actuación o del fútbol, pero supongo que es así de complicado para la mayoría que se encuentran en nuestra posición.
―Taylor Carolina y Enzo Lionel ―dijo Julián haciéndome reír―. Ni se nota nuestro fanatismo. ―comentó dejando caricias en mí muslo―. Igual sería el más consentido de todos, se criaría a base de Messi y Taylor... Y cada vez que vea una foto de Taylor la va a señalar y va a saber quien es...
―Qué risa ―digo―. Taylor tiene...
―¿Una canción que lo explica? ―terminó por decir mi novio, lo miré mal―. El día que dejes de relacionar nuestra relación con Taylor me voy a morir de la angustia.
Sonreí dándole un beso largo.
Juli me dio un último beso para después ponerse el bóxer y levantarse a ir al baño, de paso agarró el preservativo para tirarlo al tacho de basura, prefiero evitar comentar como es que lo hace porque es realmente un acto asqueroso.
Al abrir la puerta diviso a Ñoqui colarse para entrar a la habitación. Se sube desesperado a la cama y empieza a llenar mi cara de besos babosos. Perro más exagerado no existe, me saluda como si lo hubiéramos dejado afuera de la habitación toda la semana y una hora atrás fui a dejarle más alimento en su plato. Su actitud no es sorpresa para nadie, es exactamente igual de exagerado que yo, pero lo amo por eso.
Mientras me incorporo dejando que mi mascota se acomode en la cama a su gusto, agarro mi celular para mirar un poco las redes sociales, esperando a que vuelva Julián.
De repente lo escucho correr en patas hacia la pieza otra vez, levanto mi vista confundida por su apuro y junto a Ñoqui lo miramos desde el marco de la puerta. Su expresión me preocupa, está un poco pálido y me mira asustado, se apoya contra la puerta para controlar de a poco su respiración.
―Amor ―me llama, aunque yo ya lo estoy mirando fijamente―. Estaba pinchado.
Fruncí el ceño, me cuesta un poco procesar la información que me dice.
―¿Qué? ―le digo confundida.
―El preservativo ―sentencia, dejándome shockeada y en pánico―. Estaba pinchado.
(...)
Omnisciente
―Pero la concha de tu madre, abrilo más rápido Juli.
Pidió Camila al borde del llanto, mirando sobre el hombro de su novio como batallaba para abrir la caja de cartón.
―Dios, Camila, para un poco, que me tiemblan las manos y no puedo ―le respondió comenzando a molestarse por su insistencia.
Los nervios florecieron desde que bajaron del auto y se dirigieron a toda velocidad al baño. Camila soltó un suspiro pesado cuando Julián, avergonzado, le extendió la caja al no poder abrirla. La actriz, con más calma (una bastante fingida), abrió la solapa de cartón para sacar lo de adentro.
Ambos habían intentado no darle tantas vueltas al asunto. Sabían que era algo que podía llegar a pasarles en algún momento y que no necesariamente era algo preocupante. Siempre buscaban la mejor forma para protegerse de un posible embarazo, también teniendo en cuenta que no todos los métodos que empleaban eran lo suficientemente efectivos.
Pero no era un factor que los mantenía preocupados de por vida, ni siquiera en ese momento. El problema más grande fue que los dos estuvieron al pendiente del periodo menstrual de Camila, el cual tendría que haber llegado esa misma semana y hasta aquel sábado, no había sucedido. Y eso sí era algo que podrían llegar a considerar alarmante, ya que Camila sabía que su periodo jamás se atrasaba.
Charlar e imaginar su futura paternidad era algo lindo, pero el estar apunto de confirmarlo o no, no era un sentimiento agradable. Existía algo en lo que ambos estaban de acuerdo en ese momento; no querían ser padres, al menos no en ese momento.
Era todo demasiado pronto. Camila odiaría tener que pensar con detalle sobre algo tan delicado como el futuro de ese pequeño, odiaba no poder elegir criarlo a la primera, pero Julián tampoco la culpaba, a él también le aterraba ser padre tan joven.
Julián leyó rápidamente las instrucciones detrás de la caja y Camila analizaba el test de embarazo con nerviosismo. La ansiedad palpaba terriblemente en el baño mientras el celular de Julián vibraba a lo loco en la cocina por las llamadas de Agustín, quien insistía en salir a tomar algo en la noche sin saber que su hermano y su cuñada estaban a nada de colapsar.
―Date vuelta.
Determinó Camila cuando se desabrochó el pantalón, Julián la miró confuso.
―¿Por?
―Tengo que hacer pis, tarado ―explicó con obviedad.
Julián la miró incrédulo: ―. ¿Y? No me digas que te da vergüenza... ―Camila lo miró inexpresiva mientras seguía esperando a que le diera la espalda―. Chiquita, te chupé hasta el alma.
―Julián me vas a hacer colapsar, date vuelta ―renegó Camila tomandolo de los hombros para quedar a cara con su espalda, el futbolista bufó, sin embargo se quedó de espaldas para que ella pudiera sentarse sobre el inodoro.
―Tenes que... ―él comenzó a leer las instrucciones.
―Sí, ya sé ―interrumpió ella, acomodándose para orinar.
Julián casi se desnucó al darse la vuelta para mirarla trastornado.
―¿¡Por qué sabes!? ―cuestionó con la presión baja. Camila apretó los labios para no reírse en su cara.
―¡Date vuelta! ―lo pateó despacio en el gemelo para que su novio dejara de mirarla―. Yo era de esas que pensaba que chape con lengua era embarazo. ―explicó antes de que Julián se desmayara del susto.
―Bue, ¿con quien chapaste con lengua?
―Tenía dieciséis...
―¿A los dieciséis chapabas con lengua? Re trola ―se quejó él chasqueando la lengua.
Una vez Camila terminó con el procedimiento, dejó el aparato sobre el lavamanos y automáticamente salió corriendo del baño. Julián la siguió dejando todo lo demás al lado del test, encontrándose con ella sentada sobre la cama.
Sostuvo su mentón con su mano y buscó conectar sus miradas para sonreírle y transmitirle tranquilidad, aunque él estaba lejos de estar tranquilo. Julián esbozó una sonrisa con ternura al cruzar sus miradas con su pobre novia, quien sentía que lo estaba condenando a cadena perpetua.
Él no se lo iba a confesar porque sabía que no seria algo reconfortante para ella, pero Julián ya se había estado imaginando la situación hace rato. Se imaginó a Camila con una panza enorme, se imaginó a sí mismo malcriando de manera descomunal a aquel pequeño en el caso de que, efectivamente, estén esperando un hijo.
En esa media hora que les tomó ir a la farmacia y volver a casa ya se había imaginado cada una de las situaciones. Él besando la pancita abultada de su novia, las eternas charlas que tendrían sobre como manejarían la paternidad, de como iban a contarles la sorpresa a sus amigos y familia. Se imaginó a sí mismo dejando de lado sus noches de pleno descanso para levantarse a hacer dormir a un chiquitito que no los dejaría dormir tranquilos nunca más. Se imaginó la felicidad de sus papás y de sus suegros, como los hermanos de Camila y los suyos pelearian por el favoritismo de su sobrino, y también la manera en que tendría los mejores abuelos del planeta.
Julián lo veía como un futuro muy hermoso, Camila uno muy triste.
Eran demasiado jóvenes. Pensarlo detalladamente los hacía llegar siempre a la misma conclusión, eran muy jóvenes para hacerse cargo de otra vida a parte de la suya, pero a Julián las ganas de ser padre no se le iban.
―Beba ―la llamó con preocupación al ver como empezaban a caer lágrimas por sus mejillas―. Amor, no llores.
Julián la envolvió en un dulce y delicado abrazo, trazando pequeños pequeños círculos en su espalda mientras ella intentaba controlar su llanto. La situación la angustiaba demasiado, tenía miedo, mucho miedo.
Sentía que estaba fallandole a Julián, sentía que estaba faltandole el respeto a él y a su necesidad de ser padre por no anhelarlo de la misma manera. Su integridad la hacía verse chica a su lado. Se sentía como la peor basura del mundo, sabía que para Julián era algo importante y emocionante, mientras que para ella era un obstáculo que querría exterminar de raíz.
―No pasa nada, flaqui, no llores ―le aseguraba él con tranquilidad―. Tranquila, bebé. Pase lo que pase, lo vamos a poder solucionar juntos.
―No te mereces esto, Juli, perdóname ―murmuraba ella con angustia.
―Flaqui, escúchame, esto no se trata de mí, ¿si? Es tu decisión, sea cual sea, yo la voy a respetar y voy a ser feliz igual ―le dijo él sin dejar de abrazarla―. Yo siempre voy a ser feliz si te tengo a mí lado.
Camila negaba mientras escuchaba cada una de sus palabras, siempre correctas ante cualquier situación. Julián era tan dulce, siempre le sorprendía como la trataba como si fuera más valioso que su propia vida. Y es que así era, Camila era lo mejor de la vida de Julián, por ella siempre estaría dispuesto a pelear contra cualquier cosa para que esa sonrisa que le iluminaba tanto el corazón jamás desapareciera.
―Quédate tranquila ―habló Julián cuando Camila comenzaba a respirar más calmada―. No es el fin del mundo, amor. No importa el resultado, todo tiene solución.
―¿Taylor querrá ser la madrina? ―bromeó Camila para aliviar un poco el ambiente, ambos rieron a la par, guiando un poco de paz.
Sin embargo, su angustia no había desaparecido, por más que lo intentara. Camila no quería ser madre, había una sola cosa en el mundo que le parecía imposible de sobrellevar y justamente era eso. No se veía capaz de dejar su carrera, no quería hacerlo, no quería terminar siendo una ama de casa dejando sus sueños de lado para criar a un hijo. Y más le dolería lastimar a su hijo por haber alterado sus planes.
Julián secó sus lágrimas al separarse y dejó un delicado beso sobre su frente. Sabía que seguía igual de angustiada, aunque ella intentara demostrar lo contrario a eso, pero sus miradas se entendían por lenguaje propio. Pero no mintió en lo absoluto cuando dijo que no importara el resultado, él sería feliz. Sería feliz si no esperaban un hijo, porque podrían seguir cumpliendo sus metas y podrían decidir el momento exacto para formar una familia, pero también sería feliz si ese test llegara a dar positivo.
Siempre y cuando Camila estuviera en sus planes, él sería feliz.
―Me parece que ya debe estar ―informó él, tembloroso.
Camila exhaló fuerte con miedo, secando sus lágrimas con las palmas de sus manos y recurriendo a su lugar seguro; los labios de Julián, antes de que él se acercara al baño para saber por fin la verdad.
Fue todo en cuestión de segundos, lo vio dirigirse al baño para agarrar el test. Lo sabría por su expresión, así que, con el estómago revuelto de los nervios, Camila esperó estar preparada para cualquier reacción de su novio.
―Amor ―dijo Julián, observando inexpresivo el resultado en su mano―. Al menos por ahora en pañales no vamos a gastar.
Esbozó media sonrisa y le enseñó el test, donde en este solo resaltaba una línea roja. Negativo.
Camila soltó todo el aire retenido en sus pulmones y se dejó caer de espaldas sobre la cama, tapándose la cara empapada en llanto con las palmas de sus manos. Había sentido que toda su vida pasó frente a sus ojos antes de ese momento, y recién ahora podía respirar con tranquilidad sin esa preocupación instalada en el pecho.
Julián dejó sobre el escritorio el test y se recostó a su lado, agarrandola por la cintura para abrazarla de una vez. Camila aun lloraba mientras intentaba deshacerse de esa tensión de sus hombros que no la había dejado dormir en lo que restaba de la semana. Julián besaba su mejilla ruidosamente mientras la calidez se le devolvía al congelado cuerpo producto del terror que también había sentido.
―Fue solo un susto ―le decía él dándole caricias reconfortantes―. Ya pasó.
Camila se destapó la cara y le sonrió, por primera vez, con tranquilidad.
―Dios, ¿por qué nos pasan estas cosas? ―frustró Camila secándose cada una de sus lágrimas―. Pareciera que nuestra historia está dirigida por Cris Morena.
―No fue tan grave, vos sos una exagerada ―Camila le proporcionó un golpe en el brazo, ofendida.
―¿Qué te haces? Vos estabas cagado hasta las patas, araña ―se burló ella.
―Porque ni ganas de aguantarte preñada ―se defendió Julián―. Si la próxima sale positivo me voy a comprar cigarrillos.
―Capaz que la próxima ni siquiera estoy esperando un hijo tuyo.
―Pero cómeme los dos huevos, maldita ―Julián chasqueó la lengua ofendido―. Ojalá el otro te embarace de cuatrillizos.
―Qué nena que sos, Julián, te estoy jodiendo ―dijo Camila con burla, le encantaba hacerle esas bromas y hacerlo enojar en serio―. Sabes que si algún día...
Comenzó a decir, pero se arrepintió, temiendo causar falsas ilusiones en su chico al usar las palabras erróneas. Sin embargo, tenía esa necesidad de sacarse ese miedo de confesarle lo que sentía.
―¿Qué? ―Julián la miró con atención.
―Sí... si algún día me quedo embarazada ―repitió con cuidado―, sos el único con el que quisiera formar una familia algún día, nadie más que vos.
Julián la miró con un brillo tremendamente especial. Para él no había declaración de amor más pura que aquella. Sabía que entre los miedos más grandes de Camila estaba tener un hijo, y que ella lo eligiera a él para enfrentar un evento de ese tamaño lo llenaba de felicidad. Era totalmente innecesario aclarar que él tampoco eligiría a alguien más que a ella.
Cada vez que cerraba los ojos se imaginaba a su futuro hijo, castaño como él pero con la sonrisa de Camila. Le daba lo mismo el género, pero un hijo con sus ojos y su carácter era su mayor sueño. Siempre y cuando, fuera con ella.
Camila era lo mejor que le había pasado, por ella siempre estaría dispuesto a abandonar cualquier cosa.
☆☆☆
uuuu casi se preñaron los pimpollos 😧
les hubiera gustado que camila haya quedado embarazada o no? leo sus opiniones!!
también necesito saber q canción de Taylor les va a la relación de camila y julián. se los ruego!!!!
gracias por leer <3
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