O24. i knew you'd come back to me
capítulo veinticuatro !
❪ sabía que me extrañarías una vez que acabara la emoción,
que estarías de pie bajo la luz de mi balcón
y sabía que volverías a mí ❫
Omnisciente
DESPUÉS DEL INCÓMODO reencuentro con su ex y un poco más de chusmerio, Camila tomó un Uber para volver a su casa.
Tenía que admitir que se sentía mucho más bajoneada de lo normal, aunque lo había disimulado bastante bien en la casa de Mauro, el bajón le volvía automáticamente cuando estaba sola. Extrañaba a Julián de una manera descomunal, llegó a un punto que extrañaba tan solo verlo existir. No podía negar que le había dolido muchísimo la manera en que él había dejado de insistir, no quería aferrarse a una realidad en la cual Julián estaba dejando de luchar por ella.
Incluso cuando el laburo la distraía por varias horas, siempre que llegaba su momento de disociación en la tarde, ahora a este se le sumaba la tristeza cada que vez que recordaba su pelea con Julián. A esto también se le agregaba el recordar que cada día que pasaba se acercaba más al día que Julián tenía que irse. No sabía en qué iban a quedar, pero al menos Camila no quería que Julián se fuera sin haber tenido una charla previa para discutir el futuro de su relación.
Obviamente no le gustaba estar peleada con su novio y tampoco quería estarlo toda la vida, pero si había algo más grande que su amor por Julián (si es que era posible); era su orgullo.
Así que saber que tenía sus razones para estar enojada le daba paso a permitirse ser la persona más orgullosa del universo. Estar enojada y dolida era una las peores combinaciones para una mujer, Julián no sabía que Camila podía ser una hija de puta cuando quería, y lo estaba descubriendo recién ahora.
Camila terminó por darse cuenta que ese día terminaría siendo igual que los anteriores; cenando sola, mirando alguna peli que la haga llorar sin consuelo y durmiendo sin acompañante, al menos ahora llegaba tan cansada del trabajo que había logrado evitar que los escenarios que inventaba su cabeza la dejen sin dormir.
Por alguna razón, justo cuando estaba por dormirse, su cabeza repetía en loop la secuencia de su pelea con Julián. Eso provocaba que inventara escenas alternativas de lo que realmente había sido la pelea, y la llevaba a imaginarse respondiendo de la manera más épica posible, haciendo que se lamente por la manera en que había reaccionado en realidad. Y cada vez que le decía a Julián (en su mente) lo que en realidad había querido decir, abría los ojos bufando y se decía así misma "¿Por qué no le dije eso?".
Una parte de ella la hacía odiarse a sí misma por haber escapado de esa manera. Tenía que admitir que se sentía un poco hipócrita después de haberle reclamado a Julián que no estaba peleando por ella, cuando ella se negó a toda costa a escucharlo y lo primero que hizo fue irse. Pero también sabía porqué se había ido, le había dolido un montón y no tenía las fuerzas suficientes para enfrentar lo que estaba sucediendo.
O quizás sí y solo estaba subestimandose a ella misma.
La tarde anterior le había contado a Oriana lo sucedido con Julián y su mudanza a Inglaterra. Necesitaba saber su opinión teniendo en cuenta que había pasado por algo similar tiempo atrás, cuando a Paulo lo fichó la Juve. Además, Oriana siempre había sido su mayor consejera.
La pelinegra le aconsejó que, independientemente si Julián quería que se fuera con él o no, dependía mucho de su decisión. Sabía que no era algo para tomar a la ligera: quedarse a dormir un par de días en su casa era muy diferentes a mudarse juntos, en otro país. Al menos para ella en su momento, su decisión de irse con Paulo a Italia constó de mucha meditación y terapia, porque le había pasado lo mismo, acompañarlo significaba dejar a su familia en Argentina y, no menos importante, su trabajo.
Si bien tuvo exactamente dilema que Camila tenía, ellos eran una buena demostración de que las cosas podían salir bien. Aunque todas las parejas son diferentes, y eso a Camila no le garantizaba por completo que las cosas en su relación funcionaran de la misma manera.
A Camila le aterraba tener que dejar a su familia. Le aterraba el simple hecho que las cosas pudieran salir mal entre ellos y encima en otro país, donde la actriz no tendría a nadie en quien resguardarse. Otra cosa que le preocupaba era su trabajo, nada le aseguraba que podría encontrar trabajo allá y no estaba en sus planes de vivir a costa del sueldo de su novio, siempre supo arreglarse sola, y el estar se novia con un futbolista no era excusa para no hacerlo.
Aun así, Julián sabía que Camila amaba Inglaterra. Y que visitar aquel país era su sueño frustrado, le daba un poco de esperanza.
La morocha debía admitir que como actriz argentina, siempre había soñado con trabajar en algún proyecto internacional. El inglés siempre lo manejó bien (gracias a su madre, quien la obligó a ir a un instituto de chica) y uno de sus mayores sueños era representar a su país en algún proyecto de habla inglesa, incluso cuando algún que otro argentino la trate de vende patria.
A veces le gustaba imaginarse a sí misma tomando alguna entrevista con el icónico Jimmy Fallon, contando alguna historia de su infancia remarcando su acento en palabras argentinas. Así como Anya Taylor Joy y el dulce de leche.
Después de 15 minutos en Uber, Camila ya se encontraba parada frente a su edificio absorta en los escenarios ficticios que creaba su cabeza. Saludó con una sonrisa pequeña a Juan, con quien mantuvo una charla fugaz mientras le entregaba la llave, y le expresó que le había preocupado verla tan bajoneada estos últimos días.
Ella, sin embargo, le aseguró con una sonrisa más alegre que no era nada para preocuparse.
―No podes hacer sufrir a un campeón de América, Camilita. ―don Juan la retó antes de que ella se despidiera.
Camila asintió riendo con el ceño fruncido, sin comprender por completo que habría querido decir.
Se despidió de Juan por última vez y caminó a paso tranquilo al ascensor para subir. Maldijo para sus adentros al recordar que no tenía nada para acompañar los mates, y sí había algo que empeoraba su humor del día como nunca, era tener que tomar mate sin nada rico para comer.
Al llegar a su piso, escuchó a su mascota rasgar la puerta con sus patitas, como si tuviera un radar sobre ella y supiera justo en el momento que llegaba. Al abrir la puerta, Ñoqui la recibió contento como si no se hubieran visto en años, acostumbrada a su dramatización, Camila le dio besitos y caricias de la misma manera.
―Hola, mi amor.
La voz de Julián hizo sobresaltar a Camila de una manera descomunal. El futbolista tuvo la intención de reírse al verla saltar por la impresión, pero se lo contuvo bastante bien.
―¿Vos querés que me cague muriendo? Decimelo, no hay problema ―musitó Camila intentando regular su respiración alterada por el susto, con una mano puesta en su pecho sintiendo su pulso desenfrenado―. ¿Cómo entraste?
―Don Juan tenía una copia de tu llave ―explicó Julián, rascando su nuca con nerviosismo.
Camila puso los ojos en blanco, fastidiada. Gracias Juan, siempre un copado vos.
Con pereza, Camila se encaminó al living, donde, para su sorpresa, la mesa estaba preparada para una merienda romántica, claramente algo tramado por Julián.
A la actriz le dio bronca pensar que Julián consideró que con unos mates y un ramo de rosas sería suficiente para disculparse. Pero ni el budín de zanahoria (su favorito) ni las rosas blancas (sus favoritas) revertirian su enojo, principalmente porque ni el ramo de rosas más grande del mundo evitarían que Julián tuviera que irse a otro país.
―Me imaginé que no habías comprado nada para comer ―comentó Julián, colocándose frente a ella.
―Sí, gracias.
Bua, como le dolía su indiferencia y desinterés.
―Pero estoy cansada, Juli ―confesó con sequedad―. Me duele la cabeza, no tengo ganas de pelear ahora. ―advirtió con una mueca.
―Es que no vamos a pelear ―aseguró―. Quiero que hablemos bien. ¿Por favor?
Camila soltó un suspiro agotador cerrando los ojos.
Dios, dame la fuerza imposible para no ponerme a llorar.
―Bueno ―accedió la morocha―. Decime, te escucho.
Julián se acercó a pasos cortos hacia ella, para después mirarla apenado.
―No sé cómo empezar ―confesó él futbolista con vergüenza―. Flaquita, yo sé que me mandé una cagada grande por no habértelo contado ―Camila lo miró fijamente y asintió―. Perdón.
Camila lo miró con incredulidad: ―. ¿Eso nomas? ―lo miró con esperanza de que siga hablando, pero Julián sólo le dedicó un largo silencio―. ¿Vas a reducir todo lo que pasó a una cagada grande? ―preguntó con una ceja alzada―. Julián, me ocultaste por un montón de tiempo que te vas a vivir a otro país y me tuve que enterar por una página de internet. ¿A vos te parece? ―dijo con brusquedad―. Me decepcionó demasiado lo que hiciste.
―Amor, necesito que entiendas lo que me pasó ―le contestó―. Créeme cuando te digo que cuando me comentaron del fichaje lo primero que pensé fue en vos y en nosotros. Entré en pánico porque estuve meses sin saber cómo decírtelo y cuando te lo iba a decir, ya te habías enterado ―se lamentó―. No pretendía que te enteres de esa manera, te lo quería contar yo.
―No pareció eso ―Camila rió sarcástica.
―Pero así fueron las cosas ―le aseguró mirándola a los ojos―. Quería contártelo con una sorpresa, estaba esperando que me entreguen la llave del departamento que compré para que nos vayamos los tres, vos, Ñoqui y yo ―Camila giró su cabeza para mirarlo con atención―. Quiero que te vayas conmigo, bebita. Quiero tenerlos a dos acompañandome a donde vaya, ustedes son mi familia, los quiero conmigo siempre.
―¿Por qué no pudiste decirme eso desde un principio? ―le reclamó dolida―. ¿Vos pensas que a mí no me dolió pensar que me ibas a dejar acá? ¿Cómo pensas que me sentí? ―cuestionó con un nudo en la garganta―. Yo entiendo que no me lo hayas escondido con mala intención, pero no me gustó para nada lo que hiciste.
―¿Cómo vas a pensar una cosa así, Camila? ¿Cómo vas a pensar que te iba a dejar acá? ―soltó Julián sorprendido.
―¿Y qué querías que piense? Me daba terror pensar que me ibas a abandonar ―respondió a la defensiva.
Julián suspiró negando. Le dolía pensar que Camila siquiera tuvo en cuenta el hecho de que él podía abandonarla. Él jamás la abandonaría, y le lastimaba pensar que ella no estaba segura de eso.
―¿Entonces ya está? ―preguntó tembloroso―. ¿Para vos se terminó lo de nosotros?
―No sé ―alzó los hombros, todavía con dolor―. Separados o no, vos te vas a ir igual.
Camila vio a Julián tomar una buena bocanada de aire antes de volver a hablar.
―¿Podes dejar que actuar así de indiferente? Yo sé que no sos así, Camila ―la enfrentó, manteniendo su seriedad―. No sabes lo que me duele que seas así conmigo, pero más me duele haberte fallado y haberte hecho creer que te iba a abandonar. Lo último que quiero en el mundo es fallarte, porque te amo como no amé a nadie nunca, amor. En mis planes siempre estuvo hacerte feliz y mantenerte a mi lado siempre. Te amé incluso mucho antes de que vos siquiera te fijaras en mí, flaquita. Y no pienso echar a perder todo ahora que por fin estamos juntos.
Julián entrelazó sus manos, dejando un beso en el dorso de la mano de su novia.
―Vos no te das una de las cosas que haría por vos, flaquita. No te imaginas cuanto te amo ―sonrió negando―. ¿Cómo pensas que me voy a ir a Inglaterra sin vos? Si sos lo más importante que tengo en la vida. ―antes de que ella pudiera argumentar algo, él la interrumpió, porque sabía lo que iba a decir―. Claramente mi familia también lo es, pero si no te tengo a mí lado es todo mucho más complicado para mí, Cami. Y no me importa si es algún tipo de dependencia emocional, yo te amo mucho más de lo que imaginas, y por más peleas que tengamos yo no voy a permitir que te apartes de mi lado; Pasamos cosas muchas más difíciles y sin embargo yo sigo a tu lado. No me importa cuantas cosas tenga que soportar ni lo complicadas que sean, te lo dije una vez y lo voy a repetir cuantas veces sean necesarias; me banco la que venga con tal de tenerte conmigo.
Camila lo miró en silencio.
―¿Te acordas cuando fuiste con Rama a Madrid, a la final de la Libertadores? ―la morocha asintió, frunciendo el ceño―. Esa fue la primera vez que me fijé en vos, y sonaré como un fantasma, pero te juro que desde esa vez que me llamaste la atención nunca dejé de pensarte ―admitió con la cara roja―. Hubieron otras personas, pero por alguna razón siempre estabas presente en mí cabeza, incluso más cuando te volví a ver en el cumpleaños de Paulo y te cagabas de risa con Oriana, los chicos me descansaban un montón pero yo me conformaba con ser parte de tu grupito, aunque vos ni me registrabas ―confesó recordando con nostalgia―. Cuando me enteré que te habías separado... Dios, me puse tan contento, porque, anda saber, a lo mejor tenía alguna chance con vos.
Soltó una risa amarga ante los recuerdos, sin embargo, ambos seguían mirándose fijamente.
―Capaz estés cansada de escucharlo, pero necesito que lo entiendas, Cami. No soy ni seré como tú ex, quizás vos estas acostumbrada a que se rindan así de fácil con vos, y perdón si me desubico, pero eso es porque nunca te amaron como corresponde y siempre fueron por el camino más fácil. Pero yo no soy así, desde el primer día que tuve la oportunidad de conocerte te juro por Dios que me prometí a mí mismo no rendirme nunca ―habló con seguridad―. Sabes que entiendo más que nadie tus miedos, flaquita. Pero jamás sería ni la mitad de forro de lo que fue él con vos. También comprendo que a lo mejor sea todo demasiado rápido, pero tirame un centro, Cami, necesito que pongas de tu parte y me ayudes a que todo esto sea más sano y menos doloroso para nosotros.
Camila estaba dura en su lugar, como si estuviera recién procesando cada palabra que había dicho Julián. Sabía que también tenía un poco de culpa, se había frustrado tanto en por su propio dolor que se dio cuenta que en ningún momento se detuvo a pensar en como se sentía Julián.
Tenía los ojos llenos de lagrimas por hacerlo sentir de esa manera, por haberlo hecho sentir que no apreciaba todo lo que hacía por ella. Sabía que tenía razón, quizás hubieran evitado todo esto si los fantasmas de su pasado no estuvieran atormentandola de nuevo, en cada situación parecida que se le presentaba.
Pero, también sabía que Julián se pelearía con cada uno de esos fantasmas que la atormentaban hasta hacerlos desaparecer. Y qué estaba ahí para crear recuerdos nuevos y reconfortantes.
Sabía que Julián lucharía por ella y su relación como nadie había hecho antes.
La actriz, en un intento de secar sus lágrimas, terminó escondiendo su cara en sus antebrazos, recostando estos sobre la mesada de la isla para llorar libremente.
Julián, preocupado, le acarició la espalda y preguntó: ―. ¿Estás bien, amor?
Camila asintió, soltando un hipo pequeño entre tanto llanto.
―Déjame llorar un ratito.
Julián rió asintiendo, mientras seguía dejando caricias a lo largo de su espalda y cadera.
―Perdóname, amor, nunca te quise mentir ―admitió Julián con la voz temblorosa, él también tenía ganas de llorar―. Sabes que soy un pelotudo, pero un pelotudo que te ama.
―No sos un pelotudo, Juli ―Camila levantó la cabeza, dejando en evidencia su llanto imparable―. Sos medio boludo, pero te amo igual.
Se abrazaron.
Y Camila volvió a sentirse a salvo.
―Amor ―la llamó, con el corazón apunto de salirse de su pecho―. No te querés ir, ¿no?
El silencio y las lágrimas otorgaron la respuesta definitiva. Julián sintió como se le caía el mundo a pedazos.
Tendría que haberlo anticipado, desde el principio estaba preparándose por ese momento. Aún así, no quería ver lo que estaba pasando frente a sus ojos. Fue un segundo, quizás más, quizás menos, pero quiso ser egoísta. Quiso que todo lo que quería se vuelva realidad y seguir como si nada. Quería que Camila planee su vida junto a él, como él lo estaba haciendo hace tiempo.
No pudo.
Por más que quisiera, no pudo ser así de egoísta con la persona que más amaba en el mundo. Se supone que estaba a nada de cumplir su sueño, pero no era su sueño si no estaba ella.
La mirada de Camila decayó y tragó saliva, tratando de deshacer aquel nudo en la garganta que la estaba matando hace rato.
A él le dolía escucharlo, pero a ella más le dolía decirlo.
Querían todo juntos, pero sabían que no podían tenerlo todo.
―¿No te vas a ir conmigo, no?
Camila trató de ser fuerte, trató de darle la respuesta que él buscaba. Pero no podía, no podía pronunciar lo que él quería escuchar.
Quería ir con Julián, pero no quería irse.
Irse y dejar a su familia.
Irse y dejar su trabajo.
Irse y abandonar la carrera de su sueños.
Nada era lo suficientemente convincente como para decir si, me voy con vos. Siempre había algo que la detenía a hacerlo.
―Juli...
―No tenes que obligarte a hacerlo, flaquita, en serio ―sostuvo su cara entre sus manos y le acarició la mejilla―. No podía no incluirte en mis planes, amor. Lo intenté, y sé que vos también lo estás haciendo, pero no tenes obligación de hacerlo.
Él la volvió a abrazar, Camila enterró su cara en su pecho, sin poder frenar el llanto incontrolable. ¿Cómo seguirían de ahora en adelante? ¿Qué pasaría con ellos una vez que Julián tenga que irse?
Julián cerró lejos con fuerza, ahora él también lloraba. Era inevitable no hacerlo.
No se estaban separando, solo estaban preparándose para cuando llegara el momento.
―Nunca haría algo que te duela a propósito, Cami ―susurró él, sintiendo como las lágrimas empezaban a bajar por sus mejillas―. Tu vida está acá.
―Vos sos mí vida, Juli.
El corazón de Julián terminó de romperse al oír eso, lejos de aliviarlo.
―No pasa nada, flaquita, en serio ―secó sus lágrimas disimuladamente, para luego volver a mirarla con una pequeña sonrisa―. Olvídate de lo que dije, sigamos como siempre.
―Juli ―acarició sus rulitos, aún con lágrimas―. No quiero que te sientas atado a mí...
―No nos vamos a separar, Camila ―determinó el futbolista con seriedad―. ¿Vos queres separarte? ―ella niega rápidamente, Julián asintió chasqueando la lengua―. Bueno, ya está. Vamos a seguir como siempre, flaquita. Sabes que si tengo que viajar doce horas para verte dos días, lo hago sin problema.
Camila sonrió negando, mientras Julián deja repetidos besos en sus labios con las manos en su cintura.
―Ya pasó, no llore' más ―le secó cada rastro de lagrimas, para después darle un último beso, este más largo―. Mira que me tuviste casi tres semanas en abstinencia, culona. Me lo vas a tener que recompensar.
La actriz soltó una carcajada, rodando los ojos y besándolo a la vez.
―Nop ―dijo contenta―. Pero te puedo cebar unos mates.
(...)
Julián
El llegar a mí casa nunca fue tan terrible. Siendo sincero, no tenía ganas de separarme de Camila de nuevo, pero entiendo que mañana trabaja temprano y decidí dejarla descansar. Ya tendremos el fin de semana para recuperar el tiempo perdido.
Tengo que admitir que también tuve que irme porque me siento abatido, aunque le aseguré a Camila que estaba bien, el corazón me duele de una manera que nunca me había dolido antes.
No quiere hacerlo, no va a hacerlo. No se viene conmigo a Manchester.
Mi corazón vuelve a partirse en mil pedazos cada vez que lo recuerdo, y el aire comienza a abandonar mis pulmones de una manera inexplicable. No quiero hacerlo, no quiero irme y dejarla acá, no puedo hacerlo. La pequeña grieta que se había formado con nuestra primera pelea termina de partirme por completo cuando supe la respuesta a mí duda eterna. Podía pasar, lo sabía, y, aunque intenté no ser pesimista, su respuesta me quitó todas las ganas de cumplir este sueño que se me presentó frente a mis ojos.
Sus ojos buscaron mi perdón cada vez que nuestras miradas se cruzaron. Di lo mejor de mí para no demostrarle el dolor que me causa tener que viajar sin ella a mí lado. Tengo que superarlo, tengo que entender que quizás todavía no es el momento.
Duele como si me hubiera baleado, pero no puedo obligarla a dejar todo por mí. Me sentí terrible al pensar que no lo haría, pero me siento peor al confirmarlo.
―La puta madre.
Maldigo tirando los botines por cualquier lado al llegar a casa. La idea de nosotros conviviendo no sale de mí cabeza, como un escenario imaginario que mí cabeza no deja de repetir, torturandome a más no poder. Pero es solo eso, parte de mí imaginación. No va a pasar.
Tanta distancia que nos va a separar, pensar que son tanto los kilómetros que nos mantendrán separados me lastiman.
Quiero tenerla conmigo, quiero triunfar mis logros a su lado, y celebrar sus triunfos con ella. Quiero que viva conmigo, quiero cumplir nuestros sueños juntos. Proyectar una vida juntos, formar algo más serio. Y, quien sabe, formar una familia. Quiero que sea la madre de mis hijos, quiero que sea mí mujer. Anhelo eso más que nada, pero esos planes se ven cada vez más lejos para mí.
Hace tiempo que vengo queriendo plantearle esta situación. Quizás hoy la situación hubiera sido diferente si no hubiera alargado tanto en decírselo. Quizás su respuesta hubiera sido diferente, a lo mejor no hubiera sido un no definitivo.
Pero no, tuve que mentirle, tuve que ocultarselo. Y ahora tengo que obligarme a que ese deseo tan grande que tengo en mi corazón, desaparezca. Porque está lejos de suceder.
Las risas provenientes de la cocina acallan mis pensamientos alborotados. De inmediato recuerdo que tengo a toda mi familia merendando en la cocina. Eso detiene mis ánimos de dirigirme hacia ahí, por lo que dedico tirarme en el sofá. Específicamente a llorar.
Muerdo mí labio interior para que no se escuchen mis sollozos. La esperanza que tenía de que un sí salga de los labios de mí novia me ataca, terminando de matarme por completo. Pestañeo varias veces para dejar salir esas lágrimas que nublaban mi vista. Odio sentirme de esta manera, odio profundamente ese dolor tan intenso en el pecho.
Más lágrimas se deslizan por mis mejillas, es algo incontrolable.
No sé si voy a poder soportar el sobrellevar nuestra relación a distancia, no sé si quiero hacerlo. Incluso la idea de quedarme en River para no tener que irme suena mejor que dar por terminado nuestra relación.
Esa ni siquiera es una opción, de ser así, no sé quién sufriría más de los dos.
Entiendo que es un paso grande para nosotros, uno gigantesco para ella. Hay muchas variantes que me hacen comprender el porqué de la situación. Mi familia va a acompañarme en este proceso, ella, de irse conmigo, solo nos tendría a nosotros. Yo me voy por trabajo, ella, no conoce a nadie ni tiene algún guía para conseguir trabajo, además, sé que ya es lo suficientemente difícil para ella conseguir trabajo acá, ni me imagino lo que sería en otro país.
Aun así, me duele recordar la vez que le dije que yo dejaría hasta mi trabajo si es que la situación fuera al revés.
Me duelen los recuerdos.
―¿Juli? ―la voz de mi mamá llama mi atención a mis espaldas, agradezco que solo se trate de ella―. ¿No vas a tomar mate?
―No, ma, ya tomé con la flaqui. ―mi voz, aunque no lo quisiera, suena rota y sensible. Esas son las sensaciones predominantes en mi cuerpo.
―¿Estás bien vos? ―mi vieja se acerca lo suficiente para mirarme a la cara, tomando asiento a mi lado.
―Sí, vieja, cansado noma'.
―Esa caripela no dice lo mismo ―me toma del mentón, solo atiné a hacer una mueca―. ¿Qué pasa, hijo? ¿No te arreglaste con Cami?
Su voz suena preocupada, estos días estuvo más asustada de que Camila no me perdone. La ama. Es imposible no hacerlo.
―No, vieja, con Cami ya está todo bien ―rió un poco al escucharla suspirar con alivio.
―¿Y entonces? ¿Qué te tiene tan preocupado?
Suelto un suspiro bastante largo, intento a toda costa que mis lágrimas no sean más fuerte que yo. Pero mi vieja me conoce de una manera tan especial que hasta cierto punto me da vergüenza que lo haga. Aún así, es la opinión femenina que necesito.
―Le pedí que se venga conmigo a Manchester ―mi respuesta la sorprende, entendiendo un poco por donde va la cosa.
―¿Te respondió? ―preguntó inexpresiva.
Asentí, inhalando fuerte al tener que repetir esa respuesta que me rompió tanto.
―No me dijo nada, pero me dio a entender que no está lista para mudarse conmigo.
Respondo con ese dolor punzante en el pecho, repetirlo me arde hasta las entrañas.
Me cuesta descifrar la reacción de mi mamá ante su respuesta, está entre sorprendida y apenada. El rastro de pena me hace sentir avergonzado, no me gusta que me mire así, por lo que desvió la mirada rápidamente.
Mi mamá aprieta mi mano con fuerza: ―. Dale tiempo, Juli. Es un cambio enorme, no solo para vos, sino que para ella es el doble.
De alguna forma, sé que mi mamá entiende a Camila. A ella también le cuesta aceptar que dentro de poco tenemos que abandonar Argentina, quizás es a la que más le cuesta de mí familia.
Pero, aún así, me duele la respuesta que me da. Sin embargo, no logra afectarme más que la respuesta de mi novia, no estando imaginando una totalmente diferente.
―Yo quería que venga conmigo, mami ―musito, mientras las lágrimas caen por mis mejillas como el río Nilo.
Lloro frente a mi mamá de una manera descontrolada. Y ella me consuela abrazándome fuerte. La situación me lleva de nuevo a mí niñez, cuando en la canchita me lastimaba feo y ella me abrazaba mientras la enfermera me curaba la pierna.
―Había buscado una casa linda para los tres. Con patio para que Ñoqui no esté más encerrado ―mi voz se quiebra totalmente, y la garganta me quema como si tuviera un fósforo dentro―. Yo quiero que venga conmigo y que estemos juntos.
Nada podrá llenar el vacío que siento en el pecho. Sé que es egoísta de mi parte actuar de esa manera, pero realmente no era esa la respuesta que esperaba. De verdad que no.
Lo único que siento es tristeza y amargura, tengo la teoría que eso será lo que voy a sentir en toda mi estadía en Manchester sin Camila a mí lado. La ilusión me cegó demasiado y la realidad me agarró en mi momento más vunerable. La posibilidad de que las cosas no sucedan de la manera que yo quiero ni se apareció por mí cabeza, y eso es lo que más me duele.
Pero tengo que superarlo, voy a poder hacerlo.
El dolor es momentáneo, el amor que siento por Camila no va a desaparecer. Incluso estando lejos, ella es el amor de mí vida, y ni siquiera los kilómetros que nos separarán va a provocar que eso cambie.
Vamos a estar bien.
O al menos eso espero.
☆
☆☆
opiniones de la decisión de Camila? de la reacción de Julián?
escribí esto mientras eliminaban a Lucía 💋💋 slay wachita
así que ahora Cata al 9009 por favoooor
gracias por leer <3
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