O23. now that we don't talk

capítulo veintitrés !

creo que tal vez yo esté mejor
ahora que no hablamos

Omnisciente

23 DE MAYO, 2021

EL AMOR ES AUTODESTRUCTIVO. Lo dañino de él, siempre ha sido el amor mismo.

Normalmente, el dolor dura un tiempo más prolongando que el amor en sí. Pasando una mitad de su vida entregando cuerpo y alma a la persona que ama, y la otra mitad, lamentándose por saber que hay una versión de ellos mismos que no tuvo piedras en el camino, que recorrieron aquel camino tomados de la mano, atravesando cualquier inconveniente que en esta vida fue producto de separación.

A Camila le hubiera gustado saber eso mucho tiempo antes. No para evitar enamorarse de Thomas, ni para borrar cualquier recuerdo de él. Pero, de haberlo sabido, quizás hoy no estaría en esa posición.

Lo recordaba todo muy bien. Él, sentado en el sofá frente a ella, con la mirada perdida en el televisor concentrado y los labios entreabiertos, y su antebrazo sobre su rodilla, con la palma de su mano sosteniendo su mentón. Ella, por su parte, lo único en lo que podía pensar era en lo afortunada que era por tenerlo a su lado, y, la parte engañosa de su mente, la llevaba a imaginar el gusto amargo que tendrían esos recuerdos cuando todo por fin llegue a su fin. Hacía pocos días, Camila había comenzado a levantarse con una molestia en el pecho, la cual, aunque debería ser algo que con el tiempo desapareciera, no lo hizo: al contrario, gracias a esa incomodidad, Camila, de alguna manera, supo que era una señal que le estaba advirtiendo que todo lo que algún día fue hermoso, estaba apunto de terminar.

Odiaba saber que era así. Pero, más odiaba la manera en que todos los días se levantaba, esperanzada de que todo llegue a su fin para recuperar un poco de paz.

Tenía bien en claro que lo superaría. Estaba segura de que lo que en ese momento le dolía con acidez, en el futuro dejaría de doler. Y ese era el problema, saber que iba a olvidarlo, que pasaría página, cueste lo que cueste, seguiría adelante, sin él. Era doloroso saber que tendría que pasar gran parte de su vida lamentándose de sus errores, y recordando con rencor los de él, pero solo haría eso, recordar.

Dolía porque sabía que aunque tuviera a su disposición una máquina del tiempo y pudiera viajar justo a aquel momento donde todo se empezó a ir por la borda: no hubiera podido evitarlo.

No podía hacerlo porque no cambiaría en nada. Él desintegró todo lo que eran. Y, cuando quiso hacer el intento de recuperarlo, fue demasiado tarde.

Ella no volvería a despertar a su lado, ni a usar el vestido que a él tanto le encantaba, jamás volverá a ser la primera persona en escuchar sus canciones de manera tan especial e íntima como lo hacían en su pequeña burbuja que habían formado a lo largo de ese año de relación, y sus ojos perderán ese brillo cuando le pregunten por su nombre en alguna entrevista. Él se verá obligado a dejar de buscarla tras el escenario o entre el público al cantar las canciones que escribió pensando en ella, porque a partir de ese día, ella no se apareció más por ahí, ni por ningún lugar.

Ya sus canciones no van dedicadas a ella, ni sus discursos, ni sus premios, ni sus melodías, absolutamente nada. Ahora solo eran metáforas y lamentos, hasta incluso, disculpas.

Porque sabía que lo había perdido todo por culpa suya. Para su sorpresa, era lo suficientemente adulto para entenderlo.

Sin embargo, eso no significaba que lo fuera para entender que no había sido la forma correcta. Ni la forma, ni los medios. Y que ahora, sólo le quedaba arrepentirse.

―¿Me estás escuchando? ―Camila rompió el tortuoso silencio.

―Sí ―Thomas carraspeó, volviendo a la realidad―. Ya te dije que voy a sacar mis cosas de tu casa en cuánto pueda.

―Y yo te dije que necesito que sea antes del viernes. ―musitó ella―. Yo llego el sábado a la tarde.

Se apresuró a decir con una respiración nerviosa. Thomas sentía que la tenía en frente por la manera en que conocía hasta sus respiraciones aceleradas. El cantante sentía que el sonido familiar de su voz lo atravesaba cada vez que lo oía.

Sabían lo que proseguía. Desde que había salido la noticia de su separación, la gente no los dejaba en paz. Era agotador, como si de sus desgracias se alimentaran. Todos los días una noticia nueva, siguiendo cada uno de sus movimientos como si tuvieran un sensor encima. Trataban de coincidir lo menos posible, y evadir cualquier pregunta del otro era un trabajo difícil, pero hacían lo imposible para hacerlo. No querían malos entendidos que los involucraran, y sí había algo en lo que estaban de acuerdo, era en que habían tenido suficiente.

Por supuesto que lo habían visto venir. Sabían que no podrían superar ese duelo de separación tranquilos. Todos los días un temor nuevo, una nueva teoría de cómo terminaría todo y porqué. Todas las noches una nueva teoría, un final diferente, una nueva inseguridad y un repaso breve por las infinitas probabilidades.

Todo eso había llegado a su fin, y, Camila, no muy en el fondo, le dolía haber descubierto el final. Pero, al fin y al cabo, el propósito de las cosas buenas es ese; vivir con el temor de perderlas constantemente.

―Por ese lado quédate tranquila, Cami, no nos vamos a cruzar ―aseguró, casi en un susurro―. Pero me gustaría que sepas que me gustaría estar ahí con vos, y no tener que conformarme con escuchar tu voz por teléfono.

―No esperes tener más que eso, Thomas ―respondió desganada, sintiendo la pesadez de sus palabras―. Vos lo quisiste así.

Ya no tenía ánimos de pelear, realmente no existían. Las cosas tomaron un rumbo tremendamente diferente después de esa noche. Así que tenía que manejar todo como la mujer de veinte años que era. Sólo esperaba que él hiciera eso también. Aunque mantenía sus dudas.

―Sabes que no es así ―dijo él, levemente ofendido por sus palabras―. No hay día que no me arrepienta. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?

―Con arrepentirse no alcanza, Thomas.

―Estoy tratando de entender porque no querés que salga a hablar, Camila ―insistió Thomas y ella bufó―. Yo no tengo problema en defenderte, no soy tan hijo de puta como para dejar que toda la culpa recaiga en vos cuando no hiciste nada.

―Porque no tiene sentido, Thomas. La gente me odia, van a decir que yo te obligué a que hables. Los comentarios de la gente siempre son más dolorosos de lo que pensamos, y eso me duele más que la gente sepa que soy una cornuda.

Thomas no le respondió, pero sabía que estaba dándole la razón. La gente era más cruel de lo que creían, y Camila había colapsado con ello.

Una parte de él estaba cansado de pensar como seguirían las cosas, incluso cuando él había provocado todo eso. Pero sabía que ese era su merecido. O karma, como lo llaman otros.

Deja todo como está. ¿Si? Ya hiciste suficiente.

A Camila le costaba entender como habían terminado en esa situación. Su cabeza no comprendía como aquel hombre que había tirado mantas sobre su alambre de púas se había convertido en eso, como las palabras que le dedicaba eran tan íntimas y propias se habían transformado en arrepentimiento, oraciones tajantes y dolorosas.

Como, de un momento a otro, aquello que sentía tan suyo, había dejado de serlo tan de repente.

―Entonces ―Camila suspiró―. ¿Ya está? ¿La elegiste a ella?

―Camila... ―suplicó jadeando, dejando en evidencia lo mucho que le dolía todo esto.

―¿Qué? Tengo que saberlo, Thomas. ¿No te parece? ¿No te parece que merezco saber si de verdad se acabó? ¿ no vas a luchar por mí tanto como yo lo haría por vos? ―reprocho, secando con su manga la única lagrima que se había permitido soltar.

―No se trata de luchar. Yo me mandé una cagada, pero vos tampoco me estás dando la oportunidad...

―Te la estoy dando ahora ―interrumpió Camila, apresurada―. Lo único que has hecho hasta ahora es pedirme perdón, valoro eso, de verdad. Pero necesito que me des una razón para no mandarte a la mierda, Thomas. Necesito escucharte decir que no estás tirando a la basura todo lo que construimos ―tomó aire por unos segundos―. ¿No vas a hacer nada para arreglarlo? ¿Tan poco importante soy para vos?

―¿Y qué estás esperando que te diga? Ya sé que nada va a hacer que cambies de opinión ―intentó defenderse él, sin entender del todo el punto de su insistencia―. Tener una relación publica fue nuestro error, los momentos más hermosos que tuvimos fueron en un aislamiento permanente del mundo de la fama. A lo mejor no estamos listos para enfrentarlo todo...

―O a lo mejor sí y nuestro error verdadero es rendirnos.

Protestó ella, a pesar de que quería emplear la palabra nuestro.

Camila tomó una buena bocanada de aire antes de seguir hablando: ―. Deja de empeñarte en hacerme sentir culpable, Thomas. Yo tengo muy en claro las cosas que hice, a diferencia de vos, que te cuesta un mundo cargar con la responsabilidad de las cosas.

Ambos se quedaron en silencio por un largo tiempo. Sin embargo, ninguno se atrevía a cortar, porque sabía que era la última vez que hablarían en muchísimo tiempo. Sólo estaban esperando a que alguno de el golpe final.

―Es que ella me entiende.

Camila soltó una risa amarga. Sin creer como Thomas podía pensar que diciendo eso aclararía o mejoraría algo.

―¿Y yo no lo hago?

―Yo no te dejo hacerlo.

No había forma que no le haya dolido expresar esas palabras. El silencio que ella le otorgaba dolía mil veces más que verla llorar. Y ahí estaba él, cuestionandose una y otra vez: ¿Por qué la lastimaba si la amaba tanto?

La situación era agobiante y triste. Él no la perdió, ella a él sí.

Thomas tragó saliva antes de volver a hablar: ―. Camila, yo sé que vos pensas que no vas a poder seguir, pero obvio que vas a poder. Siempre podes.

―Claro que voy a poder, pero, ¿pensas que quiero hacerlo? ¿En serio? ―cuestionó calmandose en su interior―. Yo me imaginaba una vida con vos. ¿Y pensas que quiero avanzar? ¿Vos queres avanzar?

―No, no quiero.

―¿Y entonces? No tenemos que hacerlo...

tenemos que hacerlo, Cami ―relamió sus labios―. Nunca va a volver a ser lo mismo.

Ella no dijo nada. Él quería decirle que el típico "no sos vos, soy yo", se convirtió en un "no son tus miedos, son los míos", "no son tus mentiras, son las mías". Quería comentarle lo pequeño que se sentía a su lado, que, aunque en su momento lo usó como algún tipo de escudo, era verdad que los comentarios de la gente lo hacían sentir inservible. Sabía que no era culpa suya, era culpa de la gente, pero también que sabía que se sentía invisible cada minuto a su lado frente a las cámaras.

Quizás su infidelidad sería una mancha en la carrera de Camila, pero sería solo eso, en un par de meses, todos se olvidarian de lo sucedido. Pero para él, sería un antes y un después.

Siendo realistas, nunca sería solo Rusherking. Siempre sería Rusher, el ex de María, y ahora, Rusher, el ex infiel de Camila.

―¿Cómo sabes... ―comenzó a decir Camila, con la voz cada vez más rota― que lo nuestro no daba para más? ¿Cómo sabes que la solución a todo esto es irte y no luchar más?

Cuestionó, aunque sabía que, si Thomas luchara por ella, no sería sincero. Porque solo le estaría cumpliendo un capricho a ella, y, en realidad, la decisión de él siempre había sido rendirse.

Pero Dios, lo amaba. Y dolía el triple de lo que debería.

―Nunca terminamos de entendernos, Camila ―comentó―. Yo te amo mucho, muchísimo. Pero buscamos cosas diferentes y pedimos cosas que no podemos darnos: Vos queres que estemos juntos toda la vida y que truinfemos todo juntos, pero no sos capaz de arriesgar cosas por mi, así como yo tampoco lo haría por vos ―fue realista―. Y yo necesito avanzar con mí carrera, necesito que la gente vaya a verme a mis conciertos a escuchar mí música y no a esperar a que te suba al escenario. Y sé que eso no es culpa tuya, pero es algo que va a pasar siempre, estando juntos. ―hizo una pausa para suspirar―. Soy muy afortunado de haberte tenido en mi vida, lo más hermoso que me dio la vida fue haber sido digno del amor de una mujer como vos.

―Vos sos un forro, en realidad ―se rió amargamente, negando con la cabeza―. Sos un mentiroso, te haces la víctima y sos patético. Ojalá y seas infeliz toda tu vida por no conformarte con nada, y por no aprender que mierda queres ―exclamó, con sus palabras cargadas de dolor―. Decile a la pelotuda de Agustina que conociste a Taylor Swift gracias a mí, y espero que cada vez que escuches algo de ella te acuerdes de mí y te quieras morir. Yo voy a encontrar a alguien mejor, pero vos vas ser infeliz toda la vida, porque acabas de perder la cosa más real que vas a conocer en tu vida.

Colgó el teléfono. Apagando, por fin, esa llama poco flamante que quedaba entre ellos.

Él nunca jamás volvería a sentarse a su lado a escucharla cantar canciones de Taylor, acompañándola tarareando y con su guitarra. Él jamás volvería. ¿Quién iba a decirlo?

Ahora él era un extraño, cuya risa podía reconocer en cualquier lugar.

Por otro lado, sabía que tenía la razón. Sentía un alivio terrible del cual no estaba del todo orgullosa, pero existía. Sentía que podía dejar de remar en aquel bote a la deriva donde era la única que manejaba los remos. Esa guerra por fin se había terminado. Toda esa guerra en su cabeza había llegado a su fin.

Querían cosas diferentes, pero no quería admitirlo. Aún así, no podía culparlo por dejarlo de intentar. Al final, no se puede culpar a un soldado por dejar de pelear, porque, siendo honestos, esa es la solución a la guerra.

Obviamente, el enojo y las preguntas aún vagaban por su mente. Sabia que le hubiera gustado que luche, porque ella estaba cansada de hacerlo por los dos. Le hubiera gustado que hable, que diga algo más, que la notara, que no la deje sola. Incluso después de haber hecho todo lo que hizo, le hubiera gustado que él se diera cuenta que ella no tenía intenciones de dejarlo ir porque, en todo ese tiempo, siempre le dio lo mejor de ella.

Pero, a veces no se trata de cuanto damos, sino, de cuánto estamos dispuestos a recibir.

Nadie más que ella sabe que dio lo mejor de sí misma, también sabe que dio lo mejor de ella para que los fantasmas que la atormentaban no lo toquen a él. Pero eso no era suficiente. Nada nunca era suficiente.

Camila jadeó, sintiendo las tibias gotas decorando sus mejillas, goteando hasta su mentón y mandíbula.

―Voy a encontrar a alguien algún día que realmente me trate bien.

(...)

16 DE FEBRERO, 2022

¡PERO SI ES mi pelo en pausa favorita!

Exclamó Mauro -Monzón- contento, al recibir a su amiga en su departamento.

Las grabaciones de Argentina, 1985 habían empezado específicamente hace dos días. Camila sabía que sería un trabajo intenso y tortuoso (razón suficiente para postularse para el papel), por lo que tuvo que hacerse un tiempito extra para visitar a Mau antes de volver a su rutina de trabajar de lunes a viernes de corrido.

Rutina que, sin poder evitarlo, había extrañado.

Lit era el único con el que mantenía contacto de Los del Espacio. María también, pero con ella no hablaba tanto como lo hacía con Mauro. Y, si bien la relación con Tiago y Enzo también era buena, nada fluia entre ellos más que compartir uno que otro mensaje a través de instagram.

Pero su amistad con Mauro era diferente, siempre lo había sido. Camila tenía que admitir que conocerlo a él era una de las pocas cosas (por no decir la única) buenas que habían salido de su relación con Thomas.

―Te extrañé un montón, loquita. Así sos, mira que si yo no te escribía vos ni un mensaje, nada ―dramatizó Lit cuando deshicieron el abrazo―. Ahora que sos botinera cambiaste una banda.

―Anda, mentiroso, si yo te escribí para que nos juntemos ―se defendió Camila, sacándose la campera―. Pasa que yo laburo, hermano, no estoy todo el día al pedo como vos.

―Bueee, que mala onda estas che. ―bufó―. ¿Qué pasa? ¿El Juli sigue en penitencia?

Su silencio otorgó la respuesta, sorprendiéndolo bastante.

―Vos no perdona' una, re hija de puta ―se rió Lit, yendo hacia la cocina para preparar el mate.

―Así hay que tenerlos ―indicó Camila sentándose en la silla―. Igual no tuve tiempo para hablar con él tampoco. Capaz que hoy lo llame.

―Pobre mi amigo el Juli ―el cantante suspiró negando.

Una vez el mate listo, ambos se sentaron en la mesa para empezar con el chusmerio.

Camila tenía que admitir que lo había extrañado muchísimo. Por un momento se sintió culpable al recordar que se había alejado bastante de él en el último tiempo, principalmente por el hecho de que todo lo relacionado a Thomas le lastimaba, incluido su amistad.

Con el tiempo, descubrió que el único causante de su dolor había sido el mismo Thomas. Nadie más que él. Sabía que había sido egoísta en camuflar o hecharle la culpa a alguien más que él, pero ese era algún tipo de escudo que usaba para minimizar los errores de su ex novio. Por otra parte, también entendía porque lo había hecho; en su momento, estaba segura que cualquier cosa relacionada a él dolería para siempre, que si no había podido superar todo eso en cuatro meses, no podría hacerlo nunca.

Hoy, con el corazón sano y resguardado, Camila pudo darse cuenta que nada duele para siempre. Y, para su sorpresa, escuchar su nombre ya no le causaba un hueco insanable en el pecho.

Aun así, Mauro evitaba a toda costa evitar hacer alusión a la palabra con R en cada una de sus anécdotas que le contaba. Como si de una mala palabra se tratara.

Camila se había dado cuenta, no era estúpida. Era obvio que Mauro seguía teniendo relación con Rusher, eso no cambiaría jamás. Sin embargo, se daba cuenta como generalizaba los integrantes del grupo para no nombrarlo a él.

Siendo sincera, escuchar su nombre no podía importarle menos. Es más, una parte de ella quería escucharlo, para chusmear un poco de su vida y, con maldad, comparar de lo que había sido de él después de su separación.

―El otro día fuimos a Bresh, te iba a decir que salgamos pero después vi tu historia que tabas cuchareando con tu marido así que no te dije nada ―comentó Lit extendiendole el mate.

―¿Sí? ¿Quienes fueron?

Mauro carraspeó nervioso, preguntándose en sus adentros si era buena idea nombrarlos uno por uno.

―Eh, nada, los de siempre...

Respondió casi en un susurro, y se metió la masita entera a la boca para no hablar más de lo recién comentado.

La morocha suspiró, cansada de la charla amistosa. Se le formó cierta picardía en su expresión para después preguntar: ―. ¿Me vas a chusmear algo del Rusher o vas a seguir evadiendo el tema para siempre?

Su pregunta provocó que Mauro se ahogara con la masita que estaba apunto de tragar.

―Ah, culiada, casi me morí ―se quejó, tomando un largo sorbo del mate antes de hablar―. ¿Vos queres que te chusmee algo del Rusher? Mira que yo no lo quería ni nombrar porque este es como el voldemor, deci' su nombre y aparece.

―Y sí, pelotudo, ya fue ―la morocha dijo sin interés―. No me voy a poner a llorar cada vez que lo nombres. Ya ni existe para mí, y esta vez de verdad.

―Y la que supere ―bromeó Mauro, haciéndola reír―. Igual no hay mucho para contar. Yo mucho no me hablo con él.

Camila frunció el ceño.

―Dale, idiota, no mientas ―Mauro la miró, dándole a entender que no estaba mintiendo―. ¿En serio?

―Es un conchudo ―explicó finalmente, soltando la bronca que tenía guardada desde hace rato y no había podido soltar con nadie―. Me dan altas ganas de cagarlo a palos de vez en cuando, te juro no sé en qué momento se puso tan pelotudo. ―declaró con enojo―. Lo que te hizo fue cualquiera, y ahora se viene a hacer el ofendido cuando apenas lo dejaste ya la fue a buscar a la otra pelotuda.

―Pero paraa, tomate un tilo, hijo ―Camila se rió―. ¿Qué te calentas? Si a vos no te hizo nada.

Mauro la miró confundido al ver que no estaba de su lado, puteandolo igual o peor que él.

―Pero te lastimó a vos ―respondió confuso―. Yo no compro con giles. A mí no me gusta que lastimen a la gente que quiero.

―Bueno, pero él habrá tenido sus razones para hacer lo que hizo, ¿o no? ―recalcó Camila.

Estaba segura que nadie se había detenido a pensar en esas razones. Ni siquiera ella en su momento lo había hecho. Juzgar y cancelar a un externo es muy fácil cuando nadie analiza los motivos detrás de lo ocurrido. Quizás Thomas no sabía como salir de esa situación y para él esa fue la opción más fácil, aunque no haya sido la indicada.

Al final, Camila debía entender que no estaban hechos el uno para el otro, y ni la bronca ni el dolor podían hacer que eso cambie. 

―Las razones no importan, boluda. Lo que te hizo no se justifica ―acotó su amigo, todavía con la bronca al recordar lo que su amigo había hecho.

―No me gusta que estés enojado con él ―dijo ella con simpleza―. Thomas debe haber tenido sus motivos para hacer lo que hizo. Al final no está obligado a amarme ni nada por el estilo, es un pibe grande y tiene derecho a decidir si quiere o no estar conmigo. ―indicó tranquila―. Si no me elige a mí, no hay nada que pueda hacer.

Mauro la escuchaba en silencio mientras tomaba el mate mirándola fijo. No estaba del todo acostumbrado a esta versión madura y misericordiosa de Camila.

―Entiendo que lo hagas con buena intención y posta aprecio mucho que te preocupes por mí, pero no me gusta que te pongas en posición para decidir que está bien o mal ―Mauro bajó la cabeza, como si fuera su madre quien lo estaba retando―. No quiero que tomes partido o que tengas que elegir si ser amigo del uno o del otro, sos amigo de los dos, y eso está perfecto ―aclaró.

Admitir que Thomas estaba en su derecho de no elegirla a ella ya no era algo que le rompía el corazón. Ya no podía hacer nada al respecto, y, al final, eso era lo mejor.

―Yo a él ya lo perdoné hace rato, ya está ―determinó―. No quiero ni me gusta que lo trates mal o lo bardees porque cosas que no te incumben, boludón.

―Bueno, pero vos estuviste para el orto por eso ―se defendió Lit―. Por su culpa no hablábamos hace un montón.

―No, eso fue por culpa mía ―aseguró la morocha―. No hablamos por mucho tiempo porque me hacías acordar a él y eso me hacía mal. Bardeame por eso a mí si queres por no enfrentar las cosas y huir, pero eso no es culpa de él.

―Bue, ya no sos copada porque te volviste defensora de los pobres ―Mauro chasqueó la lengua en broma, y rieron―. Bueno negra, te prometo que voy a estar menos hater con el cornudo ese.

Camila rió negando con la cabeza.

―¿Se enteró que estoy de novia? ―preguntó con interés.

La cara de susto que puso Mauro ante su pregunta provocó que Camila se riera.

―Sí sabe, tiene una bronca ―acotó entre risas―. Bah, o tenía, no sé, al menos ahora no quiere romperle las piernas al Duko cada vez que salen en la tele ―recordó, mientras revolvía un poco la bombilla del mate, entre risas, por el recuerdo de ver a Rusher enterarse y lo mucho que le había afectado―. Igual está por casarse mepa.

―¿Sí? ―Camila alzó las cejas sorprendida.

―Sí, anda con cabeza de novio ―suspiró dramáticamente.

―Vos no te hagas el boludo ―canturreó Camila sonriendo―, que me tenes que contar un par de cosas de una tal Tuli Acosta.

Para sorpresa de Camila, el rostro de Lit se sonrojó violentamente al escuchar ese nombre.

La tarde prosiguió bastante tranquila con Mauro y Camila bajándose ya el tercer termo de mate, mientras que la actriz intentaba a toda costa sacarle información sobre la bailarina de la que había escuchado tiempo atrás.

Todo era risas y chisme hasta que Rusherking hizo acto de presencia, literalmente de la nada, en la casa de Lit.

Camila le sonrió tranquila a Mauro cuando él estuvo apunto de entrar en pánico por su visita inesperada. Mantenía su postura anterior, y, sinceramente, estaba orgullosa en decir que ya no tenía que prepararse psicologicamente para volver a cruzarse a Thomas, porque ya no causaba nada en ella, en lo absoluto.

―¿Por qué no me avisaste que venias, gato? ―le dijo Lit rascándose la nuca, algo nervioso.

―Buee, ¿ahora te tengo que avisar para venir? Encima que te traje sanguchitos, desagradecido de mierda ―se quejó el cantante entrando a la casa―. Igual vine porque el otro día me olvidé mis...

Camila reprimió una risa cuando el color abandonó la cara de Rusher de repente.

Pobrecito el Rusher, parece que se encontró con uno de sus fantasmas del pasado. Pensó.

El santiagueño desvió rápidamente la mirada a su amigo, buscando algún tipo de señal para escapar de esa situación. Al no encontrarla, volvió a mirarla a ella.

Camila estaba sonriendole. A él.

La cabeza del cantante daba millones de vueltas, intentando encontrar una explicación a la situación reciente. De la cantidad de escenarios distintos en los que se había imaginado reencontrarse con Camila, ninguno se igualaba a la realidad que estaba viviendo en ese momento. Siendo sincero, jamás pensó tener a Camila recibiendolo con una sonrisa.

―Hola, Thomas ―le dijo ella como si nada―. ¿Cómo estás?

Thomas se quedó sin palabras mientras Lit le arrancaba el paquete de sanguchitos que había comprado de las manos. Supuso que había llegado en el momento justo para acompañar los mates, sin embargo, habría reaccionado de otra manera de no ser porque los que tomaban mate era su supuesto amigo y su ex novia.

Y pensar en eso le causaba un amargo sabor en la boca.

Aun así, más le molestaba su indiferencia.

No entendía como Camila no le estaba pegando, como no lo estaba insultando en ocho idiomas diferentes. Quizás era egoísta, pero le molestaba la manera en la que no se angustió al verlo. Si se hubiera enfurecido le hubiera molestado menos que se alegrara por verlo.

A ella le daba igual.

―Eh, voy a buscar el parlante que me prestaste. ―Mauro silbó fingiendo demencia―. Mami como Rusher y Camilaaaaa.

Fue lo último que dijo Mauro antes de casi salir corriendo de la cocina, dejando a ambos solos en la cocina. Aunque Lit había desaparecido de la cocina, Camila podía deducir que estaba tras la puerta escuchando.

Sin embargo, Camila sentía que no había nada muy interesante que escuchar. No tenía ganas de gritar o de pelear, al menos ella solo quería recordarle que no había rencor de por medio. Pero aunque lo de ellos siempre había sido un tema interminable, el momento de paz al fin había llegado.

Ahora solamente habían dos fantasmas en su lugar, intentando recordar lo que era tener latidos.

―Hace rato que quería hablar con vos ―habló Rusher después del insufrible silencio―. Te extrañé, Cami.

La morocha solo se atinó a sonreír. No podía mentirle, ella no lo había extrañado, pero tampoco quería ser una forra.

Julián había bloqueado cada uno de sus sentimientos por él, Thomas era el chico equivocado y Camila ahora solo piensa en Julián. Pero, incluso si Julián no hubiera aparecido, Camila creía que era capaz de superarlo por su cuenta.

Al menos, ahora que no hablaban, no tendría que pretender que le gustaba escuchar todo el día reggueton. O fingir que le interesaba estar en su casa, rodeada de extraños que lo único de lo que hablaban era de música que Camila no disfrutaba.

―Vi que a Julián lo compró el City ―Camila asintió, removiendose incomoda en la banqueta―. ¿Te vas?

―Todavía no sé.

A Thomas le dolió demasiado lo seca e indiferente que sonó su respuesta. Estaba cansado de que eso sea lo único que recibiera de ella. Pero más cansado estaba de saber que Camila se despertaba todos los días al lado de alguien más, quien la trata mejor que lo que él alguna vez pudo hacerlo.

Extrañaba ser lo que eran, la extrañaba a ella.

―No me gusta que estemos así ―admitió Thomas con un hilo de voz―. Trato de olvidarte, pero no sé cómo hacerlo.

Camila solo se dedicó a mirarlo en silencio, quizás esas palabras la habrían confundido demasiado meses antes, pero hoy, no se lamentaba al decir que escuchar eso no le había provocado nada.

Thomas había dejado de provocarle cosas hace mucho tiempo.

―Me arrepiento de haber echado a perder lo hermoso que teníamos ―confesó él, sintiendo sus ojos aguados―. Ahora me estoy cayendo a pedazos mientras te veo en fotos como solía verte dormir.

Thomas sintió como su corazón se destruía al obtener sólo una fría mirada de su parte. Sólo eran dos corazones que no habían sobrevivido una guerra, y él era un guerrero que no quería aceptar la derrota.

―No sé qué decirte ―Camila mordió el interior de su mejilla, penosa―. Tenes que superarlo, Thomas. Yo lo hice, ya está. Ya te perdoné y te dejé atrás, hacelo vos también.

Otra vez se quedó en silencio, sintiendo como las palabras que escuchó lo terminaban de matar.

El santiagueño, sin poder soportar más la situación, apuró a Mauro para que le devuelva el parlante y se fue, sin despedirse.

Porque sabía que si la volvía a ver, no se resistiría a la tentación de preguntarle... ¿Si una cosa hubiera sido diferente, sería todo diferente hoy?

El camino a su casa nunca se le había hecho tan tortuoso y extenso. Debía admitir que, no muy en el fondo de su corazón, había salido de su casa con un poco de esperanza. Y aunque se sentía culpable, al menos había cumplido con esa necesidad intensa de volver a verla otra vez. Tenía que aprovechar su única chance, era la primera vez que se le presentaba la oportunidad de ver a Camila sin que se la relacionase con su vida de botinera y su novio perfecto, necesitaba verla con sus propios ojos.

Estaba cansado de verla en sus sueños. Esperándola en el altar con traje negro y ella con un hermoso vestido blanco, acompañado del brazo de su papá. Pero era sólo eso; un sueño.

Él la había dejado, y ahora los recuerdos lo perseguirían hasta el día de su muerte. Y con ellos, el arrepentimiento de lo estúpido que había sido.

―¿A dónde fuiste?

La voz que preguntó desde la oscuridad de la sala lo hizo sobresaltar. Provocando que el recién llegado salte del susto y se coloque la mano en el pecho.

―La puta madre, Euge ―dijo Thomas con la respiración entrecortada―. Me asustaste.

―Te había mandado mensaje y ni respondiste, no me dijiste que ibas a salir ―reclamó la China. Thomas frunció el ceño, recordando que había dejado el celular en el departamento antes de salir―. ¿Dónde estabas?

―Fui a la casa de Lit a buscar el parlante, me olvidé el celular.

En realidad había dejado el celular a propósito, no quería que Eugenia lo llamara a media confesión con Camila. Pero no podía decirle eso. ¿Cómo reaccionaria la China al escuchar un "fui a ver a Camila, la ex que vos sabes que todavía no superé, para decirle que la extraño y que sufro no tenerla todos los días aunque sé que ya es tarde porque ella ya está enamorada de alguien más"?

No daba decirle eso. A pesar de que Euge ya le había dejado bien en claro que odiaba la mentira.

―¿La viste a ella, no? ―cuestionó Suarez, deduciendo la respuesta.

―Sí, me la crucé, pero no sabía que estaba ahí ―mintió, y suspiró pesadamente cuando la China se dio cuenta de su mentira poco trabajada.

La China era más grande que él, tenía mucha más experiencia con sus relaciones y sabía como funcionaban las cosas. Pero Thomas fue claro con ella cuando ambos acordaron empezar una relación, por lo que tenía que asegurarse la bolsa antes de que Camila cambiara de opinión y quisiera volver a ocupar su puesto.

Eugenia sabía su posición en la vida de Thomas. Desde ayer, estaba todo muy raro. Sucedió en la tarde, cuando se despertó de una siesta, y le encontró una foto vieja de unas vacaciones con Camila, una de las muchas que no había tirado. Escondida, pero estaba.

Aún así, cuando ella se encaprichaba con algo, lo conseguía. Y Rusher no sería la excepción.

―Perdón, no tendría que haber ido, Euge ―se disculpó, acercándose a ella arrepentido―. Perdóname, fue estúpido.

―Sí, la verdad que sí ―asintió la China, dejando salir toda la furia que le había causado la situación de Thomas y su ex―. No pasa nada, Thomi. Yo sé que ella te lastimó mucho y no es fácil para vos.

Thomas tragó en seco, sin argumentar nada ante las suposiciones de la China.

―Pero necesito estar segura que estas comprometido conmigo, y con esta relación ―el cantante la miró en silencio.

Sabía que sería difícil formular alguna palabra que la China estaba esperando escuchar. Porque tenía que decir algo que lo suficientemente bueno para convencerla a ella, y a él mismo.

―Sí, Chinita, obvio ―acunó su rostro en sus manos, intentando expresarle seguridad―. Yo a vos te quiero mucho.

Eugenia sonrió en respuesta, y dejó un corto beso en sus labios.

―Yo también, Thomi.

Suarez lo rodeó por el cuello para formar un tierno abrazo. Thomas le correspondió, pasándose la lengua por los labios.

Cerró los ojos, intentando concentrarse en la mujer que lo estaba abrazando, aunque la imagen de Camila y su conversación no saldría de su cabeza en mucho tiempo.

Al menos ella estaba mejor ahora que no hablaban.

☆☆☆

I CALLED MY MOM SHE SAID IT WAS FOR THE BEST 😭😭😭😭😭 MI CANCIÓN.

rusher y la china? bancan chat?

comenten por favor!!!!! o no publico la reconciliación de los pimpollos 🥰 a las amenzaba

no pero en serio comenten q me encanta leerlas

solo quedan tres caps 🥺🥺 yoro

LUCÍA AL 9009 a que tenía que ver

gracias por leer <3

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