O15. best believe i'm still bejeweled

capítulo quince !

mejor creer que sigo enjoyada,
cuando entro a la habitación
todavía puedo hacer que el lugar brille

Omnisciente

18 DE NOVIEMBRE, 2020

―¡Felicidades, pollo!

Camila sonrió contenta al escuchar las palabras de su hermano mediante el teléfono, intentando contener las lágrimas de emoción que amenazaban con correr por sus mejillas. Quizás porque era el primer felicitaciones sincero que oía en toda la tarde.

―Para, ma... déjame que hable yo también ―se quejó el rubio al ver como su madre insistía en que le devuelva el teléfono―. Estamos todos muy orgullosos de vos, gordita. ¡Te extrañamos!

―Yo también los extraño mucho, gracias ―respondió la actriz con la voz entrecortada.

Ninguno de los Bardel daba más de emoción, la reunión en Quilmes se había llevado a cabo solamente para ver a la más pequeña triunfar como de costumbre. Así que ninguno contuvo el llanto cuando Camila fue a recibir el Martin Fierro frente a cientos de figuras Argentinas que le aplaudían a ella. Era increíble pensar como la primera vez que se paró ahí tenía quince años, sintiéndose una total inexperta en el mundo actoral, y, cinco años después, recibía la estatillua en reconocimiento a su trabajo, bajo la mirada de quienes ahora eran sus compañeros de trabajo.

Lamentablemente, esta vez su familia no tuvieron la posibilidad de acompañarla. Así que la emoción del día se sentía un poco opacada por la cierta soledad que la rodeaba.

Bueno, no había asistido a la premiación sola, Thomas la había "acompañado". Aunque esa compañía no era muy relevante, así que decir que había ido sola era casi lo mismo.

No es que esté desvalorando la compañía de Thomas, al contrario, Camila saltó de la felicidad cuando él, bastante obligado, le dijo que la acompañaría. Pero nada había sido como ella lo hubiera querido; la idea de acompañarla era posar juntos en la alfombra roja y que él esté sentado a su lado en la cena para tomar su mano y calmar los nervios que no la dejaron comer nada en toda la noche... Pero no imaginó que Thomas preferiría quedarse en la camioneta, aburrido, esperándola a que la gala terminara y que se reunieran para ir a casa.

Sabía que era egoísta pensarlo, pero ese tipo de actitudes eran lo que hacían pensar a Camila que quizás Thomas no estaba orgulloso por sus logros. Aunque él se lo dijera, no lo sentía sincero, e incluso, además de que sus felicitaciones sonaran falsas, le encontraba algo de envidia y hasta celos. Ni siquiera se esforzaba en fingir estar contento, él estaba seguro que Camila creería su show que se basó en recibirla con un seco beso en los labios y una sonrisa bastante fingida.

Para después fijar la vista en su celular concentradisimo, como si cualquier cosa fuera más importante, como si no estuviera saliendo con la promesa de Argentina y recién ganadora de un Martin Fierro.

Pero claro, esos eran pensamientos ocultos en la mente de Camila que jamás saldrían a la luz, y que cada vez que atacaban su mente se sentía la peor persona del mundo. Porque ella sabía que Thomas la amaba, la hacía sentir especial, se sentía como la mujer más querida del mundo cuando el día solo era protagonizado por ellos dos, a solas. Muy en el fondo deseaba que ese sentimiento permaneciera cuando estaban en público y no solo cuando nadie los veía.

Eran pocas las veces que se sentía así, por eso valoraba esos momentos como nunca.

Minimizar las actitudes que le hacían mal era algo en lo que se había vuelto una aficionada, así que no comentó nada para no conformar una pelea (que era lo último que quería en ese momento) y se adentró en la cabeza que quizás su novio solo estaba teniendo un mal día. Que probablemente llegarían a casa y Thomas se comportaría como el mejor novio del mundo, como pocas veces hacia.

Tampoco es que Camila era tonta, se daba cuenta que el propósito de esa actitud era terminar desnuda en su cama. Pero estaba tan ciega de amor por ese chico que estaba tan acostumbrada a sentirse mal a su alrededor que, las heridas nunca terminaban de curarse permanentemente.

―¿Y el Rusher?

Camila relamió sus labios mirándolo de reojo.

―¿Te felicitó al menos? ―Camila notó por el tono de voz de su hermano que estaba molesto.

Tenía bien en claro de la mala onda que había entre su familia y su novio. Fueron varias las veces que la rubia tenía que dividirse en dos para el tiempo familiar y el tiempo en pareja. Su familia insistía que no era bueno para ella, que apagaba, por así decirlo, la luz radiante que tenía. Thomas, por su parte, decía todo lo contrario; que eran ellos los que se esforzaban en separarlos y que siempre se esforzaban por dejarlo como el malo de la historia.

Lo que la ponía nerviosa era que pocas veces su familia se equivocaba.

Así que ni en sus mejores sueños podía imaginar algún asado familiar o celebrar su cumpleaños con toda la gente que amaba. Siempre tenía que conformarse con la mitad de su familia con ella o la simple ausencia de su novio.

―Sí, Ramiro, no empieces ―pidió, aunque intentó que sonara como una amenaza, el temblor de su voz la hizo sonar débil, indefensa―. Después vamos a festejar.

No sabía por qué, pero tuvo la necesidad de excusarse para no tener que recibir la misma charla de siempre.

―No te creo nada, pollo, disculpa que te lo diga ―Camila sintió aquella presión en el pecho al ver ahora como Thomas la miraba atentamente, como intentando descifrar de lo que hablaban―. ¿Por qué no te venis mañana? ¿Querés que le diga a Álvaro que te busque? De última festejamos acá.

Camila suspiró negando, aunque su hermano no podía verla.

―Yo te aviso.

―Cami, no te conformes con lo mínimo, ya lo hablamos ―Ramiro habló como si fuera su padre, no esperaba que llegue el día que su hermana finalmente decida separarse de ese chico que lo único que hacía era hacerla sufrir―. No me gusta que estés así.

―Rama, ahora no, ¿si? ―le dijo suspirando. Ramiro asintió rendido, sabía que era un momento para que disfrutara, así que decidió dejar la charla para otro momento.

―Bueno pollito, te dejo disfrutar entonces ―Ramiro sonrió―. Te amo un montón. Nos vemos dentro de poco.

―Yo más bochón, cuídate.

Camila cortó la llamada bajo la mirada de Thomas sobre cada uno de sus movimientos, como pidiéndole con la mirada que le dijera que fue lo que le dijo Ramiro contra él.

―¿ hermano?

Aquella pregunta tan simple le cayó mal, con el tiempo había aprendido a darse cuenta en las intenciones de la pregunta. Escaneó su tono de voz detenidamente, no había interés, curiosidad ni mucho menos felicidad. Era una pregunta cargada de falsedad, receloso e intrigado por saber para donde agarrar para empezar a hablar mal de él.

Camila le aguantaba muchas cosas, demasiadas. Pero el maltrato a su familia no estaba entre la lista, era algo que no soportaba, y aunque sabía que era algo mutuo, le causaba mucha más molestia cuando venía de parte de su novio.

Así que solo asintió desganada, dirigiendo su mirada hacia la ventana, intentando evitar a toda costa que esa conversación vaya por otro camino. Pelear en el auto simplemente no daba, no quería terminar el día amargada sabiendo que lo había comenzado con tanta ansiedad.

Thomas tampoco dijo nada, pero sabía que le había molestado esa respuesta tan insignificante.

―Los chicos quieren que nos juntemos en la noche ―Rusher le dijo con tanta sequedad que le dolió―. Nos cambiamos y vamos, ¿no?

―La verdad yo llegaría a dormir ―le comentó, y un bostezo inesperado salió de ella―. Estoy matadisima.

―Pero los chicos te quieren felicitar, no hace nada que vayamos un rato ―insistió mirándola, su profunda mirada penetraba los ojos marrones de su novia―. Dale, amor, vamos a pasarla bien.

Su mano se encontró con su muslo descubierto, Camila se tensó de una manera impresionante. Decirle que ese tipo de toques la incomodaba muchísimo era algo que jamas haría, pero era inevitable no sentirlo. Era como si Thomas no podía apartar las manos de ella. Y aunque, era algo que debía ser romantico, porque era su enamorado, ella lo odiaba. Cada vez que Thomas la tocaba, se sentía usada, sentía que el sexo y su cuerpo era el único propósito que él tenía con ella aunque se lo negara a muerte.

Camila suspiraba temblorosa. Con el constante miedo de ser vista acompañándola, estaban en medio de la autopista, cualquiera podría verlos e malinterpretar todo. No quería que la gente la viera así, ya suficiente debía de aguantar con la sexualización constante con la que convivía, hasta proviniendo de su propio novio.

―¿?

Le preguntó mirándola a los ojos, con un brillo tan falso como que le prometía cada vez que se mandaba una.

Camila sólo fingió una sonrisa (para algo era actriz) y asintió, tomando la mano de Thomas para entrelazarla con la suya. La idea de quedarse en su cada a dormir seguía sonando mil veces mejor, pero quizás ir con los amigos de Thomi no era tan mala idea.

Dicho y hecho, una vez cambiados y arreglados, partieron para la casa de Mauro Monzon.

El recibimiento fue cálido por parte de todos, incluso por parte de Duki, quien era con el que menos tenía relación. Pero Camila se sintió realmente bien cuando todos la saludaron; especialmente por parte de Lit, el Demente y Tiago, con quienes mejor se llevaba, quien le aseguraban que su premio había sido totalmente merecido.

Quizás las cosas fueron un poco incomodas cuando la saludó Maria, la ex de Thomas, porque sabía que la cantante la odiaba. Lo entendía por una parte, sabía que ella había sido factor importante para el final de su relación y era algo que odiaba. No odiaba que Thomas se haya enamorado de ella, odiaba haberlo conocido estando él de novio y que ahora todos la culparan de la separación, incluso que el mismo Thomas lo recalcara para retomar su papel de víctima.

Nunca cruzó palabra con Maria, por más que ella quisiera, la interprete de High solo se ocupaba de saludarla secamente y rebajarla cada vez que podía. A Camila eso la ponía mal, pues nunca tendría la oportunidad que decirle lo mucho que le gustaba su música o que miraba sus videos de chica porque Becerra no la quería ver ni en pinturita.

'Está dolida porque no llegué a amarla como vos, ya se le va a pasar'. Replicaba Thomas cada vez que Camila le comentaba lo incomoda que le ponía la presencia de su ex. Bardel, para no generar más drama, aceptaba las excusas pobres de su novio y solo bajaba la cabeza ante cualquier comentario que lanzaba Emilia Mernes para armar pelea.

Porque Camila lo entendía. Ella siempre entendía.

Al menos el saludo y la felicitación de Maria (porque no era maleducada) la hizo sentir mejor que las palabras vacías que le había proporcionado Thomas.

―Sos el primer damo ahora, wacho ―le dijo Mauro, abrazando a Rusher por los hombros.

Thomas asintió riendo.

―Ya quisieras tener una jermu como la mía, culiado.

A Camila le explotó el corazón de felicidad. Ahí estaba el Thomi que tanto amaba, que la presumía y expresaba amarla tanto. Su comentario le causó tanta felicidad que no se detuvo ni por un minuto a pensar que esa actitud floreció solo estando rodeado de gente.

Estaba ciega de amor por él.

Se sentaron en patota a la par de la ganadora del Martin Fierro, cuestionando las típicas preguntas como que tanto pesaba la estatillua o si le conseguia algún saludo de algún famoso. Camila, rodeada de toda esa gente que no estaba segura de poder clasificar como amigos, comenzó a sentirse más suelta y confiada, al menos Thomas había dejado de lado su actitud amarga y ahora escuchaba con atención cada de una de sus anécdotas y la miraba como si fuera lo más preciado que tenía en el mundo.

El cantante tenía su mano derecha en su muslo haciendo presión contra él. Le encantaba tenerla así de cerca. Le encantaba que todos vieran que era suya, que le pertenecia. Su momento favorito del día llegaba cuando le demostraba a todo el mundo que era suya, que la mujer más linda de Argentina lo había elegido a él.

Pero se concentraba tanto en la opinión de los demás que se le escapa sentarse a pensar en que si Camila se sentía cómoda con eso, jamás lo tenía en cuenta. Asegurar que la gente supiera que estaban enamorados y que él la amaba era mucho más importante que cualquier cosa en su relación.

Y ahí es donde Camila, en secreto, se preguntaba: ¿Cómo podes decir que amas a alguien cuando no podes darte cuenta que está muriendo a tu lado?

El volver a casa fue raro, al menos para Rusher. Decidieron no volver tan tarde porque Thomas tuvo un poco de sentido común y comprendió que Camila estaba cansada. Imaginaba que cuando llegaran a casa todo sería siendo perfecto, abrazaría a Camila con posesión en la cama y dormirían hasta el día siguiente ambos como ganadores. Pero no contó que Camila ni querría mirarlo a la cara de camino a casa y ni hablar del malhumor que cargaba, confundiendolo a más no poder.

―Uf, no sabes lo cansado que estoy, beba ―comentó Thomas apenas estacionó el auto afuera, Camila solo contestó con un mohín―. ¿Directo a acostarnos o queres la otra parte de la celebración? ―se animó a preguntar con cierta perversión en su tono de voz.

Ella se quedó estática cuando Thomas tuvo la intención de acortar la distancia entre ellos. Lo primero que hizo fue alejarse con rapidez y bajarse del auto, dejando a su novio bastante desconcertado con su actitud.

―¿Qué carajo te pasa ahora? ―dice él con enojo, arrojando las llaves del auto en el sofá. Camila opta por no responder, y prefiere subir a su habitación intentando no escucharlo―. ¿Nunca podes estar bien vos?

―¿Y vos nunca me podes escuchar? ―saltó Camila dándose la vuelta―. Te dije que estaba cansada y que quería volverme, pero te chupó un huevo, como siempre.

―Deja de ser tan amarga, que vos no salgas ni a la esquina porque te pones del orto no es mí problema. ―se defendió Thomas con cansancio―. No es por eso, no soy pelotudo.

―Te vi, Thomas ―terminó por decir la actriz sin muchas vueltas―. Te vi cuando te desapareciste con María.

Thomas se quedó pálido, no había llegado a pensar en que su novia no era tonta. Supuso (erróneamente) que al estar rodeada de tanta gente no notaría su ausencia ni la de María, al mismo tiempo.

―Ella me siguió, Camila. No podía sacarla cagando, queda mal ―dice rascándose la nuca―. Quería hablar conmigo nada más.

―¿De qué?

―Lo de siempre, amor, está desesperada por volver conmigo y lo sabes ―Camila lo observó atentamente―. Sabes que está loca y no para de acosarme, pero no puedo hacer nada. Sabes perfectamente que me mando alguna y mí carrera se va en picada.

Camila solo puso una mueca de incredulidad. Thomas se desesperó. No le estaba creyendo.

―No te creo nada, siempre es lo mismo ―la rubia soltó un bufido―. Siempre queres dejarla como la loca a ella y nunca te responsabilizas de lo que haces.

―¡No te estoy mintiendo esta vez! ―exclamó el cantante rápidamente―. Cami, no me hagas este planteo otra vez ―pidió con cansacio―. ¿O te tengo que recordar todo lo que arriesgué por vos?

Algo dentro de ella se retorció. Siempre la misma excusa y el mismo sentimiento. Era como un escudo de protección que tenía Thomas que utilizaba cuando se sentía atacado.

Camila sabía perfectamente todo lo que arriesgó por ella. Dejar su relación más famosa por ella había sido un error cuando su carrera estaba despegando. Pero aún así, la actriz creía que no era necesario que se le recordara más de una vez como si hubiese sido algo que ella pidió y pueda sacarle en cara.

―¿Queres dejarlo acá? Si crees que es lo mejor está bien, intento que no te hagas la cabeza para que confies en mí pero parece nunca ser suficiente y cada vez me lo haces más difícil, Cami ―Thomas respiró hondo―. A tampoco me gusta que me vivan humillando y que solo me tengan en cuenta por ser tu novio. Sabes que me duele darme cuenta que sos la única a la que respetan por tener más años trabajando ―siguió diciendo en un hilo de voz―. Sabes que sos a la única que toman en serio, todos te tratan como una reina a la que nadie puede insultar.

―Eso es algo que yo no controlo, Thomas, ¿qué parte no entendes? ―dijo Camila jugando con sus manos―. Además eso no tiene nada que ver con lo que te estoy diciendo...

―Mi vida, escúchame.

Las manos de Thomas se aferraron a su pequeña cintura. Camila cerró los ojos con fuerza, su toque se sentía tan... sucio.

―Sos la única persona en mí corazón. Lo primero en que pienso cuando me despierto es en saber como estas y lo último que pienso es cuanto te amo antes de dormir ―asegura, acariciando su mejilla delicadamente―. Maria sólo quiere vernos mal, como siempre. Porque sabe que jamás la amé tanto como te amo a vos, nunca amé a alguien tanto como a vos.

Camila escuchó detalladamente cada una de sus palabras. ¿Cómo podía no creerle, cuando esas palabras le llenaban el alma de felicidad?

Camila le creía. Desde la primera hasta la última mentira. Siempre le creería primero a él y jamás al resto.

―¿Sabes que te amo como a nadie, no? ―Rusher unió sus frentes, Camila asintió―. Vamos a dormir amor, dejemos este momento en el pasado.

Y la llevó a la cama, satisfecho de haber asegurado su relación cada día más y, a la vez, asegurado el éxito de su carrera.

―Te amo muchísimo.

Le repitió, nunca era demasiado. Camila sólo le sonrió, y recibió gustosa el pico que le depositó en los labios, para después darse la vuelta y dormir plácidamente.

―Yo también, amor.

Le respondió ella con seguridad. Aunque no sabía cuánto tiempo seguiría soportando ese dolor que le dejaba al finalizar el día.

(...)

13 DE AGOSTO, 2021

Camila estaba nerviosa.

Había perdido el hábito de asistir a alfombras rojas. Recordaba que, en su adolescencia, le fascinaba posar frente a millones de cámaras apuntándola. Se había acostumbrado bastante rápido, nunca se olvidaría de las palabras que le dijo su mamá la primera vez que pisó una alfombra roja: Fingí que sos Gianella (su prima) en sus quince, hace el papel más fantasma de tu vida.

Y eso fue más que suficiente, porque hoy en día, era bastante obvio que cada vez que Camila Bardel pisaba una alfombra roja de cualquier evento, siempre llamaría la atención de todos.

Especialmente ahora, porque sería la primera vez que tomaría entrevistas y saldría la ojo público (en términos laborales) después del escándalo de su separación con Rusher. Al principio Camila lo tomó bastante a la ligera, hasta que su manager le informó que tendría que estar preparada para cualquier tipo de pregunta, y de ahí nació su ansiedad.

Se conocía perfectamente y sabía que se calentaba enseguida con cualquier boludez que salía el entrevistador. Pero también sabía que podía responder cualquier cosa siempre y cuando manteniendo respeto y evitando el enojo. Así que se replanteó varias veces antes de confirmar su asistencia, pero llegó a la conclusión que no podía evitar las preguntas y la vida pública toda su vida, por lo que debía prepararse mentalmente para lo que viniera.

Los MTV Miaw se llevarían a cabo el día sábado al mediodía en la ciudad de México. Le había llegado una invitación bastante llamativa a su nombre para presentar un premio junto a Lit Killah para anunciar el ganador de Artista + ido de Argentina. Y que mejor que presentar un premio para argentinos con dos de dicha nacionalidad. Así que mientras el avión aterrizaba en México, Camila se dedicaba a estudiar el guión que le habían dado para presentar el premio, mientras escuchaba, por supuesto, a Taylor.

―Buenos días, señorita Bardel ―Martin, su estilista, la recibió con una sonrisa cuando la actriz bajó del avión.

―Deja de hacerte el buenito vos, no te voy a subir el sueldo ―el chico rodó los ojos, dándole un abrazo de bienvenida.

―Qué ortiva mi jefa ―comentó agarrando su maleta―. ¿Dormiste?

Camila negó con una mueca: ―. Me vine estudiando el guión.

―La idea era que lo estudiaras ayer así no llegabas cansada hoy.

―Se me alteraron los planes. ―respondió con simpleza.

Por más confianza que le tenía a su estilista de hace años, no iba a contarle que sus planes de la noche anterior se habían alterado por cierto cordobés calentón e insistente con una resistencia impresionante en la cama.

―Pensé que venias con tu noviecito nuevo ―Martín sonrió emocionado―. ¿Cuándo lo voy a conocer? Mí abuelo es de River.

―No es mí noviecito ―aclaró la morocha, el estilista la miró incrédulo―. Todavía no.

―Bueno, que se apure porque se vienen los Martin Fierro y espero que este si acepte la combinación de colores que les propongo ―dijo con indignación, recordando como a Rusher jamás le había gustado ser asesorado por él y siempre se quejaba de la ropa que le hacía―. Por lo que vi, al menos se viste con ropa decente y no parece que necesita hacer una colecta para tener ropa de su talla.

Camila soltó una carcajada.

―¿No serás vos el mayor fan de Rusher King, Tincho?

Martin bufó con bronca: ―. Sí, ya quiero ver con que cosa sale hoy.

Camila se detuvo de repente al escuchar sus palabras. ¿Ella y Thomas compartiendo alfombra?

―¿Va a estar él? ―preguntó deteniendo su caminata.

―Sí, boluda ―respondió sorprendido―. ¿No sabías?

La morocha negó con un poco de molestia. Sabía que su manager no lo había nombrado a propósito, porque tenía la leve sospecha que se echaría para atrás teniendo a todo el mundo hablando de su ex relación con él. Leve sospecha que estaba totalmente en lo correcto.

―Bueno, mejor todavía ―Martin la animó a seguir caminando―. El look que elegí es perfecto para que vea y diga de lo que me perdí por infiel, maldito, hijo de puta, cornudo, mentiroso, traidor...

―Ya entendí.

―Y vos vas a estar ahí como una reina, gritando soy una mujer empoderada y encima me cojo a un campeón de América ―el chico aplaudió con emoción―. Por eso sos mi idola, nunca cambies.

Camila soltó una risa mientras se acercaban a la camioneta, para comenzar a prepararse con toda la emoción del mundo. ¿Qué haría sin ese hombre?

Las figuras internacionales comenzaron a pasar por la alfombra roja al cabo de tres horas después de que Camila llegara a su destino. Se dirigió junto a Martin (quien le arreglaba el pelo cada veinte segundos) y Romina, su manager, para comenzar a dominar la pasarela.

Camila haría acto de presencia después de Rusher King. Era obvio que los puestos habían sido asignados con un propósito; que ambos se cruzaran. Pero Camila estaba harta de seguir las reglas de la sociedad para que siempre la dejaran como la boluda. Así que después de que su ex novio posara con seriedad frente a las cámaras, Camila saludó a Nicki Nicole, con quien siempre tuvo una gran relación, y le insistió que ella debía pasar primero.

La cantante, por la confianza y complicidad que tenían, aceptó gustosa y emprendió camino para posar. La mayoría se decepcionó al no obtener el contenido que habían estado buscando, pero siguieron con su trabajo y Camila agarró su celular mientras pasaban otras estrellas para ser entrevistadas.

TE VI Y ME MORÍ
ESTÁS PRECIOSA
Te haces la linda y sos re linda
😜😎

JAJSJAJSJJAJA
romántico
gracias hermoso 😙

A ese que tenes atrás que te fichó
todo el orto lo voy a cagar a patadas!!!

si matalo dale
le diste de comer a ñoqui?

Que mala imagen paterna tenes
de mi

mí bebito hermoso 😭
portense bien y pásenla lindo
aunque no tanto porque me pongo
celosa

Vos también gordita ❤️❤️❤️
Dale un re beso a bizarrap de mi
parte

a

O SEA NO
NO LE DES UN BESO
NO LO BESES POR FAVOR
El beso se lo doy yo en todo caso

ok 💔💔
queres un beso de biza
y no uno mio
literalmente me odias

Nooo de vos quiero todo
Un beso un abrazo un hijo
una casa una denuncia

UNA DENUNCIA AJDJJADJJA

Una cogida también

bue bue
ya agarraste confianza
me voy mejor

Bueno hermosa
Pásala lindo
Te quierooo 😍❤️

jaja yo no
gay

Forra te odio

noo era mentira
amor
chau tengo q ir a posar

Que
QUE ME DISH8TE
VOLVE CAMILA
ALOR ME DISJDITE?
ME DESNAYE
ESTIY EN EL PSIO
VOLVEEEEEE
COBARDE
Vos también sos mí amor!!!!!

(...)

La noche recién estaba tomando forma. Los famosos de a poco iban tomando sus lugares para dar por comienzo al evento dirigido por Kenia Os y Kali Uchis. Camila se había acomodado en su lugar por fin, cansada por haber respondido tantas preguntas y haber evadido como una campeona unas cuantas.

¡Camila te amo! ¡Te entrego hasta mi tarjeta de crédito! ―el comentario de un chico en la tribuna donde se encontraban los fans la hizo reír bastante. La morocha se dio la vuelta y lo saludó sonriente―. ¡Amigo se rió! ¡Se rió de lo que dije!

Ese tipo de comentarios la hacían sentir bien, sentía que volvía a brillar. Los entrevistadores no habían dejado de alargarla a lo largo de la noche, y aunque alguna que otra pregunta fue incomoda o fuera de lugar, nada dejó que opacara su buen un humor aquella noche.

Ni siquiera la mirada fija de su ex novio sobre ella, como rogando un poco de su atención. Atención que Camila estaba negada a proveerle.

En resumen, Camila sentía que de a poco iba recuperando su chispa. Se sentía hermosa y se veía hermosa. Le encantaba llamar la atención, y esa noche no había sido la excepción. Paso a paso, volvía a recuperar el lugar que merecía, y no había nada que la dejara volver a retroceder.

Le fascinaba sentir que seguía siendo llamativa. Sentía que aún podía iluminar un lugar al llegar, y que nadie la opacaba. Camila brillaba por sí misma, jamás necesitó de alguien más para reflejar su brillo, y eso es algo que ahora sabía aprovecharlo mejor.

Además extrañaba esa adrenalina de responder las preguntas picante sin pelos en la lengua. Odiaba tener que ser sumisa y quedarse callada. Ya había sido silenciada lo suficiente como para callarse las millones de cosas que tenía para decir.

―Puede sentarse aquí, señorita, en unos minutos empieza la función.

Camila levantó la vista para ver a quien le estaban indicando el lugar a su lado. Y su mirada se encontró con la de María Becerra, tan sorprendida como ella al verla ahí.

―Bueno, gracias. ―la cantante le sonrió tímida al chico que le había indicado el asiento, quien parecía estar controlando todo―. Hola, ¿cómo estás? ―Maria la saludó de un beso, costumbre que solo los que eran argentinos ahí tenían.

―Bien, ¿Vos? ―Camila le sonrió contenta. No podía negar que después de tanto tiempo, le alegraba verla―. Medio embolada nomas.

―Sí, mal ―Maria hizo una mueca―. Me duelen los pies de estar tanto tiempo en la alfombra esa.

Camila asintió, compartiendo sus palabras: ―. Le gusta la charla a los mexicanos.

María se rió.

―Encima te preguntan cosas que nada que ver ―comentó Becerra―. A mí me preguntaron que cosas le pondría a un taco.

―Y a mí cuál era mi canción favorita de Cristian Castro ―ambas rieron a la par―. Lo único bueno es que me entrevistó Juanpa Zurita, mi primer amor.

―Qué chabon más lindo ―asintió Maria―. Sus videos me re embolaban pero lo miraba nomas para verle esos ojos que tiene.

La morocha estuvo de acuerdo con lo que dijo. Un silencio incómodo se volvió a formar entre ellas, Maria carraspeó incomoda, interrumpiendo un poco el silencio.

―Vi que vino Rusher también ―habló la cantante, haciendo que Camila lo mire―. Pensé que ibas a estar con él.

La actriz frunció el ceño.

―Ni en pedo ―Maria se mostró confundida por sus palabras―. Nos separamos.

Maria ahogó en un grito, sin poder creerlo. Camila rió bajito por su reacción.

―¡Perdóname! ―exclamó en voz baja, para no ser escuchadas―. Re colgada yo, ni sabía.

―No pasa nada ―la tranquilizó Camila.

―Capaz queda re confi pero... ―Maria la miró intrigada― ¿Por qué...?

―Me cagó.

Maria palideció, y se notó que se quedó con las ganas de decir algo, pero aún así, no lo hizo. Sólo asintió ante sus palabras y se enderezó para luego mirar al frente.

―Ya sé lo que queres decir ―la codeó Camila, Maria la miró con pena―. Las chicas de Quilmes nos entendemos.

Maria intentó esconder su risa por haber sido descubierta. Camila resopló burlona.

―El karma ―canturreó Camila rodando los ojos―. "Lo que mal empieza mal termina...", y toda esa mierda.

―No era lo que iba a decir igual ―retractó la cantante―. Iba a decir que tremendo hijo de puta, nos caga a todas.

―Sí, pero igual ―Bardel hizo una mueca―. Tendría que haberlo sabido.

―No tendrías que haber sabido nada, Cami ―le aseguró―. No tuviste la culpa de nada, no fuiste ni sos mala mina.

No tuviste la culpa de nada. Camila jamás creyó que esas palabras habrían salido de la boca que alguien que no sea Julián. Ni en sus mejores sueños hubiera imaginado que esa palabras saldrían de María Becerra.

―Yo te tengo que pedir disculpas por la manera en que te traté, no te lo merecías ―María colocó una mano en su hombro―. Te traté mal sin conocerte porque estaba dolida y enojada, me terminaba hundiendo yo sola con mis actitudes ―Becerra suspiró―. Tampoco tuve que creerle a Rusher cuando me dijo que te iba a dejar para volver, estuve mal haber...

―¿Qué? ―Camila subió las cejas sorprendidas―. ¿Eso te dijo?

Maria asintió apenada: ―. Fue hace una banda igual...

―Bue, siempre fue hijo de puta entonces ―concluyó Camila, y Maria asintió―. Igual entiendo que me odiaras, yo fui la trola que te dormí al novio, perdóname, era bastante boludita.

Everybody makes mistakes ―cantó Maria la canción de Hannah Montana―. No pasa nada, no nos vamos a odiar toda la vida como dice la gente, ¿o si? ―la actriz concordó con sus palabras―. El otro día me crucé a Tiago y prácticamente me tiró la de "no nos juntamos todos porque no queremos que se agarren de los pelos" y fue re choto ―comentó riendo―. Me das bronca encima, no te puedo odiar porque me gustan tus novelas.

―Y yo estoy harta de fingir que no amo tus canciones.

La Nena de Argentina sonrió agradecida.

―Entonces no finjamos más ―afirmó Maria alzándose de hombros―. Juntemonos algún día a tomar unos mates y a sacarle la mierda al Rusher.

Sin importarles las miles de cámaras que las rodeaban y que ahora las redes sociales estallaban por la interacción de las dos mujeres más queridas de Argentina, las dos chicas nacidas en Quilmes sonrieron cómplices.

―Me re interesa.

twitter !

(...)

Camila llegó exhausta a su casa el día después.

Sabía perfectamente que el after después del evento era una terrible idea, y también sabía que viajar con resaca y pocas horas de descanso era lo peor que podía pasarle. Pero de igual manera aceptó la propuesta de Mauro en ir a tomar algo tranqui junto a Bizarrap y Maria. Aunque creo que a estas alturas, un after nunca es tranqui para ningún argentino, ni mucho menos estando en el extranjero.

Así que Camila embarcó en el aeropuerto de Ciudad de México con la peor de las ondas por lo mal que se sentía. Su único sueño en ese momento era llegar a su casa y dormir ochenta horas abrazada de su amorcito, quien le aseguró haber estado esperándola ansioso hasta que llegara.

Camila no sabía que pacto hizo con Jesús o el diablo para tener a semejante golden retreiver enamorado de ella.

El viaje se le hizo, dentro de todo, corto. Quizás había sido porque durmió gran parte de él y no se supo nada de ella en las siguientes nueve horas de viaje. Estaba tan cansada que no le preocupó haber roncado o babeado en el viaje, cosa que siempre tenía en mente cada vez que viajaba y por eso casi nunca dormía. Su mayor pesadilla siempre había ser tendencia en Twitter y que él motivo de la tendencia sea "Camila Bardel ronca como morsa en el avión".

Agarró el primer Uber que encontró fuera del aeropuerto y se dirigió a su casa apenas se subió a él. Aunque Julián le había insistido en que lo llame apenas llegué para que la busque, no quiso hacerlo y se terminó yendo por transporte igual.

Dentro de poco (si Dios así lo quería) dejaría atrás su miedo por conducir y obtendría una licencia gracias a las clases de manejo de Julián. Camila consideraba que el nueve le tendría un poco más de paciencia y que no terminaría llorando estresada como la primera, y única, vez que Ramiro tuvo la intención de enseñarle.

La actriz fue recibida por su perro conmocionado apenas entró por la puerta. No eran muchas las veces que Camila y Ñoqui se separaban por tanto tiempo, por lo que aquella despedida de madre e hijo (a pesar de sus diferencias) había sido tremendamente dolorosa.

El olor a lavanda y la voz de Tony Stark fue lo que la recibió de igual manera. Julián había quedado de su casa por ese día, notó lo ordenado y limpio que había dejado todo en su ausencia; cosa que no sucedía ni cuando ella estaba.

Camila se acercó a living con tranquilidad, una vez tuvo su saludo digno de parte de su canhijo. Ñoqui corrió desesperado a sentarse al lado de su padre, quien miraba con atención Iron Man 2 como si no la hubiera visto diez veces anteriores. Julián miró a la mascota entusiasmada y formuló una sonrisa, deduciendo el porqué de su felicidad sin darse la vuelta para mirar a Camila.

―¿Llegó mamá? ―Ñoqui movió su colita emocionado, como comprendiendo lo que Julián le acababa de decir―. ¿Mamá no saluda ahora?

No le tomó mucho a Camila para rodear el gran sofá y lanzarse a los brazos de su amado, quien correspondió el abrazo con la misma intensidad. Era increíble lo que se habían extrañado con tan sólo un día estando separados. No sabían en qué momento se habían vuelto tan dependientes del otro, pero no les importaba demasiado lo que fuera, porque disfrutaban demasiado la compañía mutua, y eso era más que suficiente para ellos.

―Te extrañé ―le dijo Camila dejandole un beso en su mejilla, Julián hizo un puchero sin soltar su cintura―. ¿Qué? ―rió por su reacción.

―Salúdame bien a mí ―la molestó, tomándola del cuello para unir sus labios en un beso lento y apasionado―. Yo también te extrañé, amor.

Camila se puso colorada y dejó un pico en sus labios.

―Ahora contame todo ―habló Julián sacandole las zapatillas para que acurrucarse en el sofá.

―Tas cagado de sueño ―Camila se burló de su cara, Julián se alzó de hombros y la abrazó, quedando ambos recostados.

―No importa, amor, vos habla que yo te escucho.

Si bien Camila habló poco porque ambos cayeron dormidos al cabo de un par de minutos (incluido Ñoqui), Julián cumplió con su palabra. Escuchó cada relato como si fuera lo más interesante e impresionante que tenía para escuchar. Y la verdad, era que para él, así era.

Para Julián Álvarez: Camila Bardel era lo más interesante e impresionante del mundo.

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creyeron que le iba a dar un descanso al burger king? PUES NO

tiene para rato diría yo ...

comenten por favor, sus comentarios me hacen feliz 🙏🙏🙏

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