O1. i've got my eye on you
capítulo uno !
❪ deja que el miedo que tienes se desvanezca,
tengo mi ojo puesto en ti. ❫
Camila
ME REMOVÍ INCÓMODA intentando dormir en el estrecho asiento del auto. Cosa que se me hacía prácticamente imposible debido a dos cosas: llegó un momento del viaje que ya no se sentía el culo ni la parte baja de la espalda, y eso no me dejaba descansar. Y, por otro lado, la voz desafinada del molesto de mi hermano cantando a todo pulmón la canción de Floricienta que no se callaba ni cuando mi cuñada y yo le pedíamos que lo hiciera.
Llevábamos más de cuatro horas de viaje y ya no nos aguantabamos al otro. Por más de que en este tiempo viviéramos juntos, nos cruzábamos muy poco en la tarde y cuando lo hacíamos era en la noche, siempre para mirar una película o jugar algún juego de mesa picando algo y tomando un fernet. Pero ahora, encerrados entre las cuatro puertas del auto, cagadisimos de calor y de sueño, el aire pesado hacia que en un momento molestara hasta que el otro respirara, mucho más sabiendo que nos quedaban tres horas más de viaje.
Las primeras horas fue todo risas y felicidad, mientras cantábamos las canciones y nos bajábamos el termo de mate. Literalmente parábamos en cada estación de servicio que veíamos debido a la cantidad de mate que estábamos tomando, meabamos en cada parada y aunque yo siempre fui medio asquerosa en ese sentido y no me gustaba pasar a baños públicos, la cantidad de mate que había ingerido me obligaba a pasar al baño por más que no quisiera.
Y así era en cada estación, pasábamos al baño, comprábamos algo para comer, recargabamos el termo y por ahí nos sacábamos fotos con los cajeros de la estación o hasta con alguna persona que se nos acercaba.
―¡Porque me quedo mudaaaaa...! ―cantó Ramiro a la par de la canción sin dejar de mirar la ruta.
―Y yo me quedo sorda escuchándote, cerra un poco el orto ―pedí, estirándome como podía en el asiento trasero.
―Bue, ¿para qué ponen Floricienta? Saben como me pongo ―el jugador se quejó, recibiendo el mate.
―Ahora me toca a mí ―dijo Amelia cuando la canción llegó a sí fin, Ramiro negó, sacando de un manotazo la mano de mi cuñada de la radio.
―¡Llevas dos canciones, Ame! Ta bien, yo re fan de Flori, pero déjame poner música a mi igual.
―¡Mi vestido azul fue Cami!
―¡Mentira! ―me defendí―. Yo tengo Taylor, Harry y One Direction noma'.
―Así no, loco, que sea justo.
―¡Pero vos pones Chayanne y no me gusta! ―exclamó Amelia.
Los dos la miramos ofendidos.
―¿Qué te pasa con mi papá? ―le pegué (despacio) en el hombro.
―Volves a insultar a Chayanne y te bajas del auto Amelia, ubícate ―habló Ramiro, mientras agarraba su celular y ponía Un siglo sin ti de mi papi Chayanne.
Literalmente la música que escuchábamos era cualquier cosa; de Taylor Swift pasábamos a Morat, y de Morat pasábamos a alguna de High School Musical. Acordamos poner una canción cada uno para no pelearnos, como pasaba siempre, pero como ven, nos peleábamos igual.
Nos bajamos en la última parada hasta finalmente llegar a Calchín, ni me pregunten el nombre, yo solo confío en que estamos yendo bien. Me arreglé un poco en el espejo del baño y salí caminando hacia el kiosco para comprar algo fresco para tomar. El aire del auto no daba abasto y aún así nos estábamos muriendo de calor ahí adentro.
Subimos al auto una vez que pagué y ya tenía mi agua. Agarré mi celular y le mandé mensaje a mi mamá, avisándole que íbamos bien y que nos faltaba poco para llegar. Volvimos a poner música pero ésta vez si respetando el orden de cada uno, aunque eso nos iba a durar menos que nada y alguno se iba a saltar el turno del otro.
Conseguí dormir las últimas dos horas que nos quedaban al igual que Amelia, por lo que no se escuchó nada más que las canciones de viejo choto de Ramiro en la radio. Nos despertamos por culpa de mi querido hermano al volante, porque el pelotudo se comió alto bache que nos hizo volar hasta Narnia.
―Sorry ―se disculpó cuando nos despertamos de golpe.
―¿Qué sorry? Ciego de mierda.
Me estiré y comenzamos a tomar lo que quedaba de agua del termo, mientras Amelia le sacaba la canción de Luis Miguel a Ramiro sin importarle sus quejas.
―Mira que estoy manejando ―amenazó tomando el mate―. Llegan a poner a la Taylor y nos vamos por el barranco, primer aviso. ―ninguna le hizo caso y soltamos un grito en cuanto empezó la canción.
―¡You're on the phone with your girlfriend, she's upset...! ―cantamos a la par al ritmo de You belong with me y reí al ver como el ojo de mi hermano temblaba levemente y puteaba por lo bajo.
Alrededor de unas diez canciones después, variadas entre Taylor y One Direction, llegamos al famoso Calchín en cuanto menos nos dimos cuenta. Aunque no fue muy difícil reconocerlo, al llegar al pueblito un enorme cartel de Bienvenidos con la cara de uno de los jugadores de River pelado en la gigantografía.
―¿Quién es? ―pregunté al ver el cartel.
―¡Cómo no vas a saber! ¿No que muy gallina? ―Ramiro saltó a atacarme como leche hervida.
―Paraaa, no me sé los nombres ―dije y estiré un poco más mi cuello para leer el nombre del jugador en el cartel.
"Bienvenidos a Calchín;
Tierra de Julián Álvarez".
―¿Álvarez? ―leí, intentando recordar―. Álvarez... Álva... ¡La araña que pica! ―exclamé al acordarme.
―¿Cuántas veces te lo expliqué? ―Ramiro rodó los ojos.
Eso era verdad, desde la primera vez que fui al Monumental (obligada por él y mi viejo), Ramiro se había sentado en frente mío con cara seria y, en vez de hacerme memorizar las tablas, me hacía memorizar los nombres de los jugadores de River. Me hacía reír cada vez que me acordaba como se calentaba cuando confundía algún apellido o número de jugador. Eso cuando teníamos quince años y menos vida social que no sé que. Ahora, a gata me acordaba de los nombres, y los únicos que se me venían a la mente eran Beltrán, Fernández y Palaveccino, y los sabía porque me seguían en Instagram.
Y si no tengo mala memoria, el proveniente de Calchín también me había empezado a seguir hace poco.
―Éste, el Julio Álvarez...
―Julián ―me corrigió Amelia entre risas.
―Julián ―repetí―. Me empezó a seguir en Instagram el otro día.
La cabeza de Ramiro dio un giro 360 corte la del exorcista y me miró con los ojos entrecerrados, corte celoso.
―Ah, bue ―bufó con cierto enojo―. ¿Vos no lo habrás seguido también, no?
―Yo ya lo seguía de antes.
―¡Ah, bue!
―Ay, dejá de hacerte el cuida, ridículo.
―Viste como es, gordo, el que no corre; vuela ―jodió Amelia con una sonrisa burlona.
―Ya lo voy a agarrar ―dijo, actuando como machito.
―Ay, amor, no seas así ―lo retó mi cuñada―. Juli es más bueno, no mata una mosca.
―Bue, todos lo conocen menos yo, ahora lo quiero conocer ―me quejé.
―Lo vas a conocer, no nos desesperemos.
―De lejito' noma', qué tanto ―Ramiro jodió de vuelta.
―Vos te haces el cuida en frente de alguien y cuento la vez que no te podías sentar porque te agarró hemorroides, Ramiro Sebastian ―amenace tirándole uno de sus mechones rubios.
―¡Le agarraba hemorroides! ―Amelia se partió en risas golpeando todo a su alrededor.
―Yo te mato, Camila, de acá volves sin vida.
Diez minutos después de estar riéndonos por Ramiro y su hemorroides, mi hermano (quien decidió no hablarme en lo que quedaba de viaje) estacionó al auto frente a una casa, lo cual por lógica asumí que se trataba de la casa de la familia de Amelia. Al bajar, divisé varios vecinos chusmas mirando con intriga el auto y al vernos bajar.
―Media chusma la vecindad, ¿no? ―reímos al ver como una señora no se despegaba de la ventana sin sacarnos la mirada de encima.
―Acá andamos en caballo, no están acostumbrados a tanto lujo ―explicó mi cuñada con gracia, señalando el auto.
A los segundos, la mamá de Amelia nos recibió con un cálido abrazo con lágrimas de emoción en los ojos. No voy a negar que me conmovió un poco el reencuentro madre e hija y la calidez con la que la señora nos recibió; nos invitó a pasar apenas se separó de abrazo de Ramiro y nosotros con gusto lo hicimos. El olor a pan casero y sahumerio inundó mis fosas nasales apenas entré. Era una casa muy acogedora y linda, cada pequeño detalle hogareño me hacía recordar a mi casa.
―Pasen, pasen ―nos incitó la mamá de Amelia―. Sírvase pancito con fiambre, ahora hago jugo para unos teres ―señaló la mesa antes de irse, la cual tenía el fiambre y el pan en una panera como recién había dicho.
Adopteme, maestra.
Comimos entre risas y saludamos a los que aún no habíamos visto. Para ser la primera vez que conocía a los Ugarte, me hicieron sentir muy cómoda y daba por sentado que eran una familia súper cariñosa y divertida.
Mientras tomaba tereré y me comía el sanguichito número quién sabe cuanto, hablaba con Ramiro, Amelia y Nacho (hermano mayor de Amelia) de lo que podía llegar a faltar para lo de hoy para comprar lo que faltara, y de vez en cuando con Amelia hablábamos entre nosotras de lo que nos íbamos a poner la próxima noche.
Me desvinculé un poco de la conversación cuando mi celular vibró al llegarme un mensaje.
Se trataba de un mensaje de Instagram, de nadie y más y nadie menos que Ángel de Brito.
El mensaje en resumen pedía que en lo posible en esta semana me acercara al programa a aclarar lo sucedido. No hace falta explicar que con "aclarar lo sucedido" era ir y contar como Rusher me había puesto los cuernos o al menos como me había enterado. No era ni el primero ni sería el último programa que recibía peticiones para ir a hablar, hasta Tiktokers me ofrecían canjes de productos para comentar por zoom mi situación.
A aquel punto ya no me interesaba ningún canje o plata para hablar de lo que me habían hecho. Ya me sentía lo suficientemente humillada con todas las burlas de Twitter como para ir a dar la cara en los programas. Mi idea tampoco era cagarle la carrera a Thomas o dejarlo como malo, aunque como terminaron las cosas no lo dejaba bien parado, jamás me atrevería a hablar mierda de él públicamente sabiendo lo mucho que le había costado llegar hasta donde estaba ahora.
Yo más que nada sabía lo centrado que estaba la música y los sueños que quería alcanzar. Y aunque en las redes lo mataban por asumir la infidelidad, yo prefería quedarme callada y mantener mi opinión personal en privado hacia y sobre él.
Muchos dirán que soy una boluda por no matarlo cuando tenía todos los recursos para hacerlo. Pero yo a él lo amé mucho, y cuesta lastimar a una persona que amas. Aunque a él no le haya costado hacerlo conmigo.
―¿Tas bien? ―me preguntó Nacho, viéndome como fruncía el ceño ante el celular.
No le respondí, solo estiré el celular para que los tres vieran el mensaje.
―Qué pelotudo más metiche, Dios ―Amelia resopló―. ¿No tiene vida ese?
―Si vive de eso, de meterse en la vida de las personas ―habló Ramiro de la misma manera―. Como la pelo quemado esa, la Latorre.
―Qué vieja de mierda ―asintió Nacho.
―No le des bola, bloquealo si es mejor ―indicó Amelia con seguridad.
―Igual no sé para qué me pide permiso, mañana va a estar hablando de mi apenas empiece el programa ―bufé tirando el celular con bronca, una vez la cuenta quedó bloqueada.
―¿Quieren subir sus cosas y descansar un ratito? ―preguntó la mamá de Amelia―. Nacho me lleva al super ahora, ¿necesitan algo?
―Ah, re confi ―se quejó Nacho ante las palabras de su mamá. Pero su sonrisa desapareció al ver la cara de llévame o te mato proveniente de su madre―. Mentira mami, te llevo.
―Pueden ducharse, lo que quieran, como en su casa chicos. ―la señora nos sonrió amable.
―Ya te tiró alto palo que oles a culo, anda a bañarte, Rama ―lo jodí, palmeandole el hombro.
―Vos olerás a culo, pelo en pausa.
―¿Yo? Jamás. Me bañé hoy en la madrugada.
―¡Alta enferma! ¿Podes creer que se levantó a las cuatro para bañarse?
Reí mientras agarraba las llaves del auto para abrir el baúl y sacar mis cosas se este.
Una vez que Amelia (ya que el pajero de mi hermano no movió el culo para ayudarme) me ayudó a bajar todos los bolsos, subimos hacia su antigua habitación para definir en cuál dormiría cada uno. Yo apenas vi una al final del pasillo con un aire acondicionado y una cama de dos plazas corrí hacia allí, suponiendo que no había nadie en ella.
―¡No, qué culiada! ―exclamó Amelia cuando me vio tirarme encima del somier de dos plazas.
―Voy a dormir comodisima, gracias cuña ―Amelia me miró con cara de culo y se fue a la habitación de la izquierda, que también tenía una cama de dos plazas pero esta no tenía aire.
Me enderecé en la cama apenas oí mi celular vibrar nuevamente. Si llegaba a ser de Brito de nuevo juraba que le mandaba un sicario para que me dejara en paz.
CAMILA CÓMO QUE TE FUISTE
CULIADAAAAA
boluda te tenias q poner a
estudiar 🙄🙄🙄🙄
y bueno che
tenía una jodita q no se podía
cancelar
y no me invitaste putita?
es una joda familiar
en dónde????
calchín
acá de donde es amelia
CALCHÍN
LA TIERRA DE JULIÁN
ÁLVAREZ
qhombre del bien
por favor le chupo
todo el pingo
YA LO CONOCISTE?????
ESTÁ TODO MARCADO COMO
SE VE????
YA LO CONOCISTE?????
| todavía no
mañana a la noche capaz
tengo entendido q es amigo
de ame
decile q en capital tiene
a un porteño q lo espera de
brazos abiertos
VI Q TE SIGUE EN INSTAGRAM
por qué no me contaste puta
q te haces la agrandada ahora
no me pareció importante
es q me sigue tanta gente la verdad
weee jakdjkakdkajs
deja de agrandarte y ponete
a estudiar cuando vuelvas de tu
gira xfavor
me pongo triste cuando yo apruebo
y vos no
deja de agrandarte y ponete a
estudiar cuando vuelvas de tu
gira xfavor
|naaaaa
eso es un día antes
dale q hasta q no seamos greta
gerwig no paramos 💪💪💪
o hasta q encontremos a alguien
q nos mantenga
también
🙏🙏🙏
seen
Me reí por el mensaje y me volví a recostar en la cama. Franco era uno de mis mejores amigos de la facultad por no decir el único, desde el primer día que nos conocimos nos volvimos uña y mugre y no nos separa nadie. Ambos estudiamos la misma carrera, bardeamos a los mismos profesores y lloramos por los mismos parciales. Es como mi alma gemela platónica y juramos casarnos si a los cuarenta años seguimos solteros.
No sé bien en qué momento, pero caí en un sueño profundo recuperando todas las energías que había perdido en el viaje. Después de dormir un buen rato, Ramiro me despertó a los gritos porque nunca puede ser delicado; avisándome que en veinte estaría la comida, por lo que me metí a darme una ducha rápida para despabilar la cara de muerta que tenía.
Una vez cenamos con la familia, decidimos ir a acostarnos antes de las doce ya que le cantaríamos a Amelia mañana por la mañana. Antes de irme a dormir, tomé mi celular y entré a Instagram, no sé de dónde saqué fuerzas para ir al buscador y escribir juliaanalvarez.
Y stalkeandolo como fan obsesionada, confirmé lo que mi amigo de la facultad me decía.
Qué hombre.
○ ○ ○
omnisciente
―¡¿QUIÉN CUMPLE AÑOS HOY?! ―gritó Camila lanzándose encima de su cuñada, al igual que el meme de Shrek.
Amelia no tardó en despertarse al sentir el peso sobre ella y corresponder su abrazo. Divisó a su novio, a su mamá y hermano entrando por la puerta de su pieza con una torta bastante mal decorada, que suponía que Ramiro había decorado, cantando el Feliz Cumpleaños.
La morena sopló las velas que estaban sobre la torta y abrazó a sus seres queridos por la sorpresa. La sorpresa para ella continuó cuando su familia le entregó sus regalos, uno de parte de Camila, dos de Ramiro y uno de parte de su mamá y Nacho. Agradeció a cada uno por ellos y se secó las lágrimas que caían por sus cachetes de la emoción, para luego ir al baño para prepararse para comer esa rica torta de desayuno que su familia le había hecho con tanto cariño.
Fue inevitable para Camila no sentir un poco de nostalgia cuando vio a Lía abrazando a su mamá y hermano. Los recuerdos de sus cumpleaños celebrados en Quilmes pasaron como flashes en su cabeza y comenzó a sentir esa necesidad que le agarraba de volver a estar en su hogar. Visitaba a sus papás una o dos veces al mes sin falta, y hasta más si era necesario; pero obviamente los seguía extrañando porque no vivía actualmente con ellos aún así cuando hablaban todos los días por videollamada. Extrañaba a sus amigas de Quilmes y hacer pijamadas, tener esas peleas tontas con sus hermanos por el control de la tele y hasta llegar del colegio y que su mamá la esté esperando con la chocolatada bien fría para mirar juntas Disney Channel. Esos simples detalles que cuando era chica no lo valoró lo suficiente como para extrañarlos de esa manera en la adultez. A veces le gustaría cerrar los ojos y volver a ser una nena que no le preocupaba las opiniones de los demás y no tenía la vida tan expuesta a todo el mundo.
Pero amargarse por la vida adulta era algo que no le convenía justamente ahora porque sabía que terminaría en llanto. Por lo que pasó la mayoría de la tarde ayudando a Amelia y Ramiro en lo que necesitaran para la joda en la noche, y no supo exactamente en qué momento ya el sol estaba comenzando a esconderse y faltaba menos de una hora para que los invitados llegaran.
Aunque Ramiro le había dicho que no vendrían más que un matrimonio con sus tres hijos varones y un par de amigos de Amelia y que no era necesario que se arreglara tanto; eso para Camila y Amelia fue tomado como un insulto, así que decidieron dejar al rubio con toda la comida que quedaba por preparar y utilizar ese tiempo en arreglarse para la noche.
Tampoco iba a ir de gala porque se festejaría en el patio y era un simple asado familiar, pero antes muerta que sencilla, así que tampoco pretendía ponerse cualquier cosa.
Después de bañarse y secar su pelo por completo para logar pasarse la planchita, escuchó en la planta baja como algunos habían comenzado a llegar y ya había comenzado a desesperarse.
―Tranqui ―rió Amelia, al ver su cara de desesperación―. Deben ser los vecinos, vienen a ayudar a Rama con el asado.
Camila asintió, un poco más tranquila, extendiéndole la planchita de pelo a su cuñada para que se la pasara en la parte de atrás.
Y Amelia no se equivocaba, los Álvarez acababan de cruzar la calle para entrar a la casa de sus tan queridos vecinos.
―Rafael, yo te voy a matar, ¿cómo te va' a poner esa camisa toda arrugada? ―regañó Mariana, la madre de los tres varones, mirando a su hijo mayor.
―Bueno, ma, la camisa negra no la encontré ―Rafael se alzó de hombros.
―Vos nunca encontras nada ―su mamá rodó los ojos.
―¿No quere' que te acompañe así te la cambias? ―propuso Julián, secando sus palmas húmedas en su pantalón.
―¿Qué te pasa a vo'? Pone' cualquier excusa para no venir ―le dijo su papá.
―Bue, decía noma'.
―Vo' no quere' verla a la hermana del Rama, por eso no quere' venir ―delató su otro hermano, Agustín.
―¿Vino la cuñada de Ame? ―preguntó Mariana―. ¿Cómo se llamaba la chica? ¿Catalina?
―Camila ―Julián corrigió rápidamente.
―Ayy, Camila ―lo jodió Rafa.
―¿Por qué no la queres ver? ¿Qué te hizo la pobre? ―le preguntó su papá.
―Porque le da vergüenza quedar como un boludo ―Julián miró con cara de orto a su hermano.
―¿A vo' te gusta ésta chica? Pero si ni la conoces ―se rió Rafael.
―¡La chica trabaja en la novela esta con Adrian Súar! ―recordó Mariana emocionada―. Le voy a preguntar si me puede conseguir un saludo.
―¡No, ma! ―exclamó Julián más nervioso―. Ustedes me van a hacer quedar como un boludo.
―Más respeto que soy tu madre ―su mamá lo señaló―. Vos no me quisiste conseguir un saludo de él para mi cumpleaños, y yo como sea quiero un saludo de Adrian Súar.
―¿De dónde te voy a sacar un saludo de Súar yo?
Julián ignoró la conversación que seguía su familia y caminó nervioso acercándose más a la casa, donde posiblemente la hermana de su amigo se encontraba ahí. No era mentira lo que decía su hermano, Camila siempre le había llamado la atención aunque nunca había cruzado palabra con ella.
Y parecía no ser necesario. La mina tenía guita, era linda, actuaba bien y encima se veía simpática, no le impresionaba que en la tele cada dos por tres estuviera hablando de ella, ya sean cosas buenas o malas. Aún así, cada vez que escuchaba su nombre no se esforzaba en cambiar de canal o apagar el televisor.
No sabía de dónde había sacado fuerzas para empezar a seguirla en Instagram. Casi se desmayó de la vergüenza cuando vio que ella sí lo seguía y él a ella no, por lo que fue obligado por Agustín a seguirla porque según él no seguir de vuelta a una minita tan linda como ella era considerado pecado. Y Julián no lo negaba, linda le quedaba corto.
Y como decía el post de Facebook de su amigo Enzo cuando era más chico; cada linda con cada salame.
Había escuchado varias veces a Ramiro quejarse de las actitudes de Rusher hacia su hermano, y Julián no entendía porque ella no lo dejaba. Entendía que se amaban y toda la bola, pero el pibe realmente no valoraba lo que tenía a su lado y ahora lo lamentaba de la peor manera, o al menos así se decía en la tele, no sabía si creerlo mucho pero esperaba que el Rusher estuviera sufriendo por perder alta mujer.
Agustín lo animó a festejar cuando le mostró el tweet que ella había publicado de que no estaba más con el cantante. Según él "ahora tenía chances", pero a Julián le parecía una boludez. Las chances eran inexistentes, ella acababa de terminar con el novio y lo último que necesitaba era un pelotudito jodiéndole cuando probablemente quería disfrutar de sí soltería, además, Julián era más tímido que la mierda y le daba hasta vergüenza saludarla, ¿de dónde iba a sacar fuerzas para encararla? Sumándole que Ramiro era un cuida tremendo (o al menos, así se mostraba) y temía bastante por comerse una piña del rubio a la primera que se acerque a ella.
Pero por otra parte, cuando una chica le gustaba mucho y tenía varias copas encima, por ahí se animaba a encarar. No quería decaer tan rápido, al menos tenía que conseguir su número antes de no volver a verla.
La mamá de Amelia los recibió apenas Gustavo tocó la puerta, y tan amorosa como siempre, los invitó a pasar rápidamente.
―Ramiro y Nacho están en el patio ―indicó―. Las chicas se están arreglando todavía.
El corazón de Julián se aceleró. En cualquier momento Camila bajaría por la escalera como una reina, y fue ahí cuando se preguntó si se vistió lo suficientemente fachero para la ocasión.
Mariana, Gustavo y la mamá de Amelia se quedaron en el living hablando, y los tres hermanos Álvarez se dirigieron al patio para encontrarse con Ramiro y Nacho, preparando el fuego para el asado.
―¡Se juntó por fin la comunidad! ―exclamó Nacho cuando vio llegar a los hermanos. Todos se saludaron con un cariñoso abrazo después de no haberse visto por mucho tiempo.
Los cinco se quedaron ahí, ayudando un poco con el fuego y poniéndose al día como viejas chismosas. Siempre habían tenido esa amistad tan unida, incluso cuando Ramiro se fue a Italia con Amelia cuando lo fichó el Juventus nunca perdieron contacto y hasta jugaban al tutti frutti por videollamada cuando estaban aburridos. Habían compartido todo, jodas, charlas, bromas, hasta novias (no pregunten), y su amistad era algo que jamás se iba a perder.
―¿Y el Juve cómo te trata? ―le preguntó Agu a Ramiro, después de hablar de Julián y River.
―Bien, qué sé yo ―se alzó de hombros un poco desanimado―. Me la paso más en el banco que en la cancha, no me meten casi.
Julián hizo una mueca: ―. Pero Allegri sabe que tene' potencial, no te fichó al pedo.
―Sí, pero juego en la posición de Paulo ―suspiró―, mucha bola no me da.
―¿Te volves a Independiente? ―preguntó Rafa.
―Tengo contrato hasta 2022 ―explicó el rubio―. Estamos felices en Italia, así que prefiero mantenerme en positivo y que ésta temporada la voy a arrancar mejor. Y ahí voy a ver como van las cosas.
―Que no decaiga, rey ―alentó Nacho―. Que la chupe Dybala.
―Nah, ¿qué la chupe, qué? ―Rama rió―. Es un ídolo, yo lo amo, qué decirte.
―Che, fan de Dybala, cámbiate, vas a quedar pasado a humo y esa ropa es nueva.
Julián se congeló al oír esa hermosa voz. Y claro, una hermosa voz para una chica hermosa.
―No, bueno. Si vos querías enamorarme más de lo que ya estaba lo lograste, negrita ―halagó Nacho mirándola de arriba a abajo.
―Basta, chicos ―se agrandó Camila acomodando su pelo.
―Saluda, desubicada ―le dijo Ramiro mientras se fijaba en el fuego. Camila rodó los ojos y le hizo burla, pero de igual manera se acercó a los hermanos de Julián para saludarlo de dos besos en el cachete.
Saludó a Rafael y a Agustín, quienes la saludaron con buena onda presentándose con sus nombres. Y por último, le tocó saludar a Julián.
―Buenass ―sonrió Camila amablemente, acercándose al jugador de River para depositar un beso en cada mejilla.
Julián se acercó a ella de la misma manera, pero con más nerviosismo. Le recibió el saludo y se quedó mirándola unos segundos, hipnotizado sin darse cuenta.
―Qué rico perfume ―le dijo Camila al sentir su perfume varonil apenas se acercó a él. Julián no dijo nada, solo asintió con una pequeña sonrisa con los cachetes colorados.
Toy enamorao.
―A mí no me dijiste nada de mi perfume ―Nacho se cruzó de brazos con indignación.
―Vo' ni te bañaste ―molestó Ramiro haciendo reír a todos.
―¿Y la cumpleañera? ―preguntó Agu a la rubia.
―Fue a la cocina a saludar a sus papás ―explicó mirando a los Álvarez. Le impresionó el parecido de los tres hermanos, era inevitable pensar que no eran familia. Además de tener ese cierto parecido a las tres variantes de Spiderman.
Pero el más parecido al Peter Parker de Tom Holland definitivamente era Julián. Y Camila amaba al Spiderman de Tom Holland, ¿coincidencia?
―¿Y la música? Parece funeral ―la cumpleañera hizo acto de presencia en el patio y se dispuso a saludar a los invitados que no había visto.
―Juli, pone vo' ―le dijo Agu―. Conectate al parlante. ―Julián asintió separándose del abrazo de Amelia y se dirigió a la cocina, donde estaba el parlante.
Y donde, casualmente, se encontraba Camila, preparándose un fernet.
La rubia le sonrió cuando lo vio entrar y siguió con lo suyo, mientras Julián prendía el parlante y sacaba su celular para prender el Bluetooth. Cosa que le parecía imposible y quedaba como un viejo choto que no sabía nada de tecnología.
Y es que así era, era un queso y además estando Camila ahí, lo ponía más nervioso no poder conectar el parlante. Además, de vez en cuando sentía como ella lo miraba y reía por lo nervioso que se ponía.
―¿Podes? ―le preguntó Camila, dejando el fernet de lado.
Julián negó avergonzado: ―. Es que no sé cómo se hace.
Camila rió despacio y se acercó a él y al parlante, rápidamente Julián le pasó su celular y Camila apretó un botón del dispositivo, haciendo que se conecte casi al instante y que él quede como un boludo.
―Tene' que apretar acá para que se active el Bluetooth ―explicó ella, señalandole el botón.
―Me parezco a mi viejo ya ―Julián admitió con vergüenza.
―Tranqui, yo tampoco soy muy tecnológica. Eso lo aprendí el otro día ―comentó haciéndolo reír, volviendo a ponerle hielo al vaso.
―¿Quere' poner música vos? ―el chico le extendió el celular―. A mí me van a descansar ―siempre que Julián ponía música de Los Caligaris lo descansaban por romántico y ni tenía novia.
Camila negó, tomando un poco de fernet: ―. A mí también me re descansan. Yo siempre pongo Taylor Swift.
―Ah, ni idea ―dijo confundido.
―Viste, pone vos. ―Julián le dio la razón y entró a YouTube, y al segundo empezó la intro de Soy cordobés de Rodrigo y escucharon como los del patio empezaron a gritar.
―Gorda, pásame las aceitunas que están en la heladera ―apareció Amelia en la cocina y Julián le pasó el plato con aceitunas ya que estaba más cerca de la heladera.
Se las entregó no sin antes robar un par del plato. Amelia lo putió por sacar sin lavarse las manos y Julián le tiró un beso antes de que desapareciera de la cocina.
El jugador le extendió la mano con aceitunas a Camila.
―¿Querés? No tengo las manos tan sucias ―Camila rió y negó arrugando la nariz.
―No me gustan las aceitunas ―Julián la miró como si hubiera visto a un fantasma―. Bueno che, tampoco es un delito.
―Qué no te gusten las aceitunas si es un delito.
Camila miró a Julián sonriendo mientras se dirigía al patio. No pudo evitar soltar un suspiro de enamorada cuando lo vio irse del todo. Era un pibe re lindo y le había caído re bien, Franco se iba a caer de culo cuando le contara que habló con el mismísimo Julián Álvarez, que lo había ayudado a conectar el Bluetooth y le había ofrecido aceitunas.
La rubia sonrió al caer en cuenta.
La teoría de las aceitunas.
○ ○ ○
―Daaale, guardame un pedacito de vacío ―pidió Camila a su hermano, cosa que lo hizo negar.
―Sabe' que yo igual me quiero guardar, te lo agarran enseguida ―dijo Ramiro, dándole la vuelta al pedazo de carne―. ¿Por qué no comes pollo? Si igual te gusta.
―Yo quiero vacíooo.
―¡Yo iguaaaal! ―le reclamó de la misma manera―. Tengo más derecho porque soy el asador.
―Cuchame una cosa, ¿vo' sabe' quién soy yo? ―molestó de la manera que siempre usaba cuando quería algo pero no lo conseguía.
Cuando Ramiro todavía no entraba a Independiente y Camila ya había trabajado con Cris Morena, la rubia siempre le refregaba en la cara a su hermano su "fama" porque sabía lo mucho que le jodía que se hiciera la agrandada.
―¿Cuántos Martín Fierro tenes? ―volvió a molestar la rubia.
―Déjate de joder, Camila. Por eso te gorrean ―miró la expresión de su hermana apenas dijo eso y se arrepintió―. ¡Mentira, mentira!
―Sos un sorete, me rompiste el corazón ―Camila fingió llorar, secó las lágrimas falsas que caían por sus mejillas y escondió su cara entre sus manos.
Escuchó como el cuchillo de asador caía al piso y Ramiro le sacó las manos de la cara, gravemente preocupado.
―Ahre ―Camila estalló en carcajadas cuando vio que su hermano tenía una expresión de susto y le soltaba las manos de golpe.
―Anda a cagar, culiada, menos te voy a dar vacío ahora ―habló indignado, volviendo toda su atención al asado.
―¿Cómo va eso, amorcito? ―Amelia se acercó abrazándolo por la espalda, bastante risueña.
―Epa, ¿ya te pegó el fernet?
―Es que no comiste nada antes, te pega más todavía ―Ramiro retó a Amelia como un padre a su hija.
―Qué flojita que estamos ―se burló Camila.
Ella tampoco había comido mucho y sin embargo venía aguantando bastante bien las dos jarras y el vino con soda que consumió. Seguramente mañana iba a arrepentirse por lo mucho que le quedaba por tomar todavía.
―Si fuera por mi, ya estaría acostada con el aire a 100 ―admitió la morena tomando del fernet que tenía en su mano.
Amelia le extendió el grande vaso a Camila.
―¿Quién lo hizo? ―preguntó recibiéndolo.
―Julián.
Camila lo tomó con más confianza, un fernet hecho por un cordobés era un fernet verdadero.
―No te saca la mirada de encima ―le dijo Amelia al oído y señalando la puerta, en donde al mirar, la mirada de Camila se encontró con la Julián, comprobando que la había estado mirando todo el tiempo que había estado ahí, se puso más rojo que un tomate y se hizo el boludo entrando nuevamente a la casa.
Camila no podía negar que la mirada de él sobre ella le había movido un poco el piso. Julián era un pibe muy fachero y encima chistoso, estaría completamente mal no haber sentido nada. Pero tampoco es que se había enamorado de él o siquiera podía decir que Julián le gustaba, por más que quisiera, Rusher no salía de su cabeza y tenía el presentimiento que no lo haría en un largo tiempo.
―Es lindo ―le dijo a su cuñada.
―Es lindo, vos sos linda, los dos están solteros. ¡Chapen! ―exclamó Lía, como si fuera la única solución en el mundo.
―No la alentes vos ―Ramiro dijo con molestia.
―Daale, ¿Quién mejor con Juli de cuñado? Es un dulce de leche.
―Dulce de leche, llama a los chicos para que me vengan a ayudar que ya está ―avisó Ramiro, pero Amelia no tenía intenciones de apartarse de él, por lo que fue Camila quien llamó a los Álvarez para llevar las fuentes con el asado recién cocinado para el living, donde estaban todos los invitados de Amelia.
Mientras se repartían las fuentes con la carne y las ollas con papas, Camila en un abrir y cerrar de ojos comprobó que el pedazo de vacío que ella había fichado fue agarrado con rapidez y puesto en el plato de Julián, quien estaba a su lado. La rubia bufó de mala gana y tuvo que agarrarse otro corte, que no se veía ni la mitad de rico que ese vacío que tantas ganas tenía de comer.
Se sentó entre Julián y Nacho y comenzó a comer al igual que los demás, mientras intercambiaba palabras con Nacho y los hermanos de Julián frente a ella. Se dio un aplauso para el asador y Amelia le encajó un beso haciendo a todos chiflar.
Cuando Camila se terminó el pedazo que estaba comiendo, Julián la detuvo dándole su plato, y notó que ni había tocado el pedazo de vacío que ella quería.
―Toma el vacío ―lo agarró con el tenedor y se lo puso en el plato de la rubia, Camila negó al instante.
―No, no. Yo me agarro otra cosa ―quiso devolverlo a su plato pero Julián renegó.
―No me gusta mucho el vacío a mi ―dijo, sirviéndose la ensalada rusa.
―¿Y para qué lo agarraste? ―le preguntó aceptando el pedazo de carne.
―Te lo agarré para vo'. Rama no te lo quería guardar, y sí no te lo iban a morfar enseguida.
Camila le sonrió agradecida. Ni siquiera su hermano había tenido el gesto de guardarle el corte, pero Julián lo había hecho.
―Gracias, Juli.
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