1.04

CAPITULO CUATRO
SUEÑOS

𑁍

PASARON UN PAR DE DÍAS, donde Adriana se recuperó de sus heridas, con la ayuda ocasional de Arenovitz. Durante este tiempo, ella evitó preguntar sobre lo que encontraron en el túnel, y los chicos no le informaron para no asustarla.

Después del ataque, Adriana decidió mostrar a los chicos una libreta negra donde plasmaba sus pesadillas. Impresionados por sus habilidades artísticas, los chicos también se sorprendieron al notar que lo que estaba en la libreta se manifestaba de alguna manera en la realidad.

La última página describía lo que Adriana había escuchado la noche del ataque. Páginas antes, estaba la pesadilla de la madrugada antes de entrar al túnel.

—¿Cuándo fue esto?—preguntó el uruguayo, pasando sus dedos por los dibujos.

—En la madrugada, antes del túnel.—explicó la chica, haciendo que Arenovitz la mirara, comprendiendo de qué noche hablaba.—Soñé que estábamos en un lugar abandonado, con paredes llenas de grafitis, algunas desmoronadas, oscuro y tenebroso.

El grupo escuchó atentamente mientras relataba su sueño.

—Recuerdo que desperté tirada en el piso y recorrí un largo pasillo con la linterna del celular como única fuente de luz.—la chica se abrazó a sí misma, como si el frío del sueño estuviera presente.—No sé cuánto estuve buscándolos, pero llegué a unas escaleras donde me encontré con Ian, llorando.

—¿Dónde, Adri?—preguntó Ivan.

—En la entrada del túnel.

Todos se miraron con los ojos abiertos, entendiendo a qué se refería.

—Al final del túnel encontramos una entrada que estaba tapada con un pedazo de madera que nos llevaba a un lugar abandonado.—le explicó Fede a su amiga.

—No sabemos lo que hay, solo entramos a la sala donde estaba esa entrada.—se adelantó a explicar la castaña.

—¿Por qué no nos habías contado de esto, Adri?—preguntó el argentino con suavidad, notándose la molestia.

—No quería que pensaran que estoy loca o paranoica, por eso comencé a escribirlo, dibujarlo, incluso colorearlo, todo para no olvidarlo por si llegaba a pasar algo.

—Pero no entiendo.—habló Oscar, mirando entre la libreta y su dueña.—¿Tenías los sueños antes o después de que pasaran las cosas?

—Antes.—explicó Adriana.—Semanas o días antes.

—Lo de las risas,—comenzó Boom, provocando un escalofrío en la chica al recordar ese aterrador momento.—¿Es la primera vez que te pasa?

Arenovitz, al ver que le costaba responder, se acercó a ella y la rodeó con sus brazos para reconfortarla.

—Así de cabrón, sí.—confirmó, haciendo que todos se tensaran.—Ya había escuchado pequeñas risas o susurros de mi nombre, pero no les tomaba importancia.

—¿Escuchabas la voz de un hombre o una mujer?—preguntó Montserrat.

—Una mujer.

El grupo se miró, buscando alguna explicación. Hasta el momento, solo habían comprado payasos hombres. Y, por lo que recordaban, ambas chicas habían hecho lo mismo, solo compraron payasos hombres.

Y por más que le dieran vueltas, o trataran de encontrar alguna explicación, no lo lograrían hasta tiempo después.

Con esta nueva revelación, ya no estaban tan seguros de querer explorar ese lugar abandonado.

—En estos días, ¿has vuelto a soñar algo?—preguntó el uruguayo, a lo que la pelinegra asintió.

—¿Qué viste?—preguntó Oscar del Rey.

—Estábamos todos en una azotea.—comenzó a describir Adriana, jugando con las pulseras en sus muñecas.—Rodeados de hombres enmascarados con túnicas rojas. El lugar lleno de velas, las paredes cubiertas de grafitis, Duffy con una corona, MiniMini y DinDon.

» No recuerdo mucho, pero, recuerdo que DinDon nos daba de tomar un líquido negro en una garra de vidrio, que al final terminaba en el suelo. Es lo que recuerdo.

—¿Por qué no lo dibujaste?—preguntó la castaña, al notar que no había plasmado lo que había soñado. Adriana la miró con incredulidad, levantando ambas manos con un vendaje que cubría sus raspones.—Oh.

Todos soltaron risas, aligerando el ambiente, pero no duraron mucho. Las risas se desvanecieron segundos después, con cada uno sumido en sus pensamientos.

Algunos pensaban que todo se les estaba yendo de las manos, otros que esto era una locura, y otros, como Fede, Montserrat y Oscar del Rey, creían que tenían que entrar al lugar para darle una respuesta y una lógica a sus sueños.

Mientras tanto, Arenovitz estaba en medio. Quería ayudar a Adriana, pero también temía ponerla en riesgo. Temía que al buscar soluciones para sus sueños, ella terminara mal otra vez. Pero al mismo tiempo, deseaba verla bien y entrar al lugar de alguna manera podría ayudarla a dejar de tener pesadillas.

—¿Y si entramos?—soltó la castaña de repente, haciendo que todos la miraran.

—¿Estás loca?—preguntó el argentino, sin creer lo que su amiga acababa de decir.

—Piénsenlo.—Montserrat miró a todos en la cocina.—Si entramos, podemos encontrar respuestas, podemos ayudar a Adriana.

—¿Ayudarla o volverla más loca de lo que ya está?—soltó Ivan, haciendo que todos lo miraran.

—¡No está loca!—Arenovitz defendió a la chica.

Aunque Adriana se sintió un poco mal y ofendida, entendía que todos estaban asustados y confundidos. Por eso no dijo nada y se dedicó a mirar y escuchar a sus amigos mientras discutían qué hacer.

—Estoy de acuerdo con Monse.—concordó el uruguayo.—Entrando ahí podemos encontrar respuestas a todo lo que nos ha estado pasando. Los sueños, los ruidos, tal vez podamos encontrar las respuestas a todo eso.

—No estamos diciendo que hoy vamos a entrar, pero algún día de estos, debes entrar. Debemos ver qué hay más allá de donde llegamos, quién está dentro, para poder hacer algo.—propuso la castaña.—Sellar la entrada, ponerle candado a la puerta, poner una puerta, no sé. Pero debemos entrar.

En parte, los chicos le daban la razón. Iba a llegar un momento en que tenían que entrar, y que lo hicieran en unos días o en unos meses no hacía gran diferencia.

Después de que la castaña les dijera que lo consultaran con la almohada, Fede, Monse, Ivan y Adriana subieron a la segunda planta de la casa del uruguayo y cada uno se dispuso a ir a su habitación.

Los días siguientes, se basaron de lo mismo. Discutir si deberían o no explorar aquel lugar abandonado, las medidas que tomarán, qué harán si pasa algo y poner reglas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top