1.02

CAPITULO DOS
PUERTA

𑁍

—¿DE QUE HABLAN?—PREGUNTÓ la pelinegra al entrar a la cocina, donde sus amigos estaban reunidos.

—De las pendejadas de Federico.—explicó su mejor amiga mientras le daba un sorbo a su taza.

—¿Cuál de todas?—preguntó Adriana, acercándose a Arenovitz y apoyándose en la encimera.

—Las relacionadas con su casa.—comentó el chico rizado, pasando su brazo por encima de los hombros de la pelinegra, atrayéndola sutilmente hacia él.

No habían hablado mucho durante la mañana, ya que Montserrat les había asignado tareas para limpiar la casa de Fede después de la fiesta que habían tenido.

Adriana se sonrojó por la cercanía de Arenovitz, algo que no pasó desapercibido para algunos presentes, especialmente Fede, Montserrat e Iván. Aunque la mayoría sabía que se gustaban, Adriana y Arenovitz no querían admitirlo.

—Piénsenlo chicos.—dijo Fede a todos los presentes.—Tú dirás que sí, ¿verdad Adriana?—le preguntó el uruguayo, suplicándole con la mirada que aceptara.

—Depende.—contestó ella pensativa.—¿Qué quieres hacer?

—Quiere que exploremos el túnel hasta el final.—explicó Montserrat, sorprendiendo a la pelinegra.

—¿Estás loco?—exclamó Adriana.—Ni loca voy a entrar ahí.

—Te lo dije. —le dijo Montserrat al uruguayo, quien soltó un suspiro derrotado.

—¿Qué es lo peor que podríamos encontrar?

—Un cadáver.—dijo Adriana, siendo fulminada con la mirada por todos.—Está bien, perdón.—se disculpó levantando las manos en señal de paz.

—Yo creo que deberíamos irnos a casa, pensar en esto y luego venir y platicar.—propuso Boom, y todo el grupo estuvo de acuerdo.

Adriana se separó de Arenovitz para salir de la cocina, pero él la detuvo delicadamente por la muñeca y la giró para que quedaran cara a cara.

—¿Estás bien?—preguntó él rizado, cuando todos estuvieron fuera de la cocina.

—Un poco mejor—asintió la pelinegra, sonriéndole dulcemente.—Gracias por quedarte conmigo.

—Cuando quieras.—dijo él, poniendo su mano en la mejilla de Adriana y acariciándola con el pulgar.—Te veo más tarde, piensa lo de entrar al túnel.

Arenovitz le dio un beso en la frente antes de salir de la cocina.

Adriana se quedó en su lugar, pensando si debería aceptar o no entrar al túnel. Desde hace días, han escuchado golpes provenientes de ahí, y solo pensar que algo o alguien podría estar viviendo debajo de ellos le causaba escalofríos.

Prefirió no pensar en eso por ahora, así que intentó ocupar su mente desayunando, arreglándose, ordenando su habitación y cuidando de su erizo, Leny.

Fue casi imposible no pensar en la idea de su amigo, aunque se mantuvo ocupada. Cada vez que dejaba de prestar atención a algo, su mente volvía a la conversación de la mañana.

Fede tampoco ayudó, ya que durante la comida, se encargó de que el pensamiento se intensificara.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse, los cazamisterios ya se encontraban en casa del uruguayo. Adriana y Montserrat bajaron unos momentos después para reunirse con los chicos. Cuando estuvieron todos reunidos, Fede volvió a sacar el tema del túnel.

—Yo siento que no vamos a encontrar nada.—dijo Boom, recargado en la mesa de Pin Ping.

—Yo la neta, pienso lo mismo.—concordó Arenovitz, sentándose aún lado de Adriana.

—Y los ruidos que hemos escuchado, ¿qué? Es el fantasma de Quico que te siguió hasta aquí.—habló la pelinegra, cruzándose de brazos.

—Adriana, si hubiera personas ahí abajo, faltarían cosas en la casa, o si fueran animales, habría rasguños o excremento.—explicó Montserrat.—Nada malo nos va a pasar. Además, dicen que hay que temerle más a los vivos que a los muertos.

—Sí, pero no sabemos qué hay ahí abajo. Yo sigo sin estar muy convencida.—Adriana hizo una mueca, negando con la cabeza.

—Y por qué no mejor.—comenzó el argentino, haciendo que todos lo miraran—,que Adriana y Monse se queden acá arriba. Fede tiene radios, cualquier cosa les avisamos por ahí.

Todos en la sala se miraron unos a otros, asintiendo y emitiendo sonidos de afirmación.

—Es buena idea.—concordó Monserrat en voz alta.

—Voy a buscar los radios y creo que _____ dejó su bate, necesitan algo con qué defenderse por cualquier cosa.

El uruguayo se separó del grupo y se dirigió hacia las escaleras para subir a su habitación en busca de los objetos.

La idea de Ian Lucas tranquilizó notablemente a Adriana, pero el rizado no podía decir lo mismo. Arenovitz podía asegurar que la tensión de la pelinegra disminuyó, más no desapareció.

Y para tratar de reconfortarla, pasó su brazo por encima de los hombros de la chica y la atrajo a él. Adriana soltó un suspiro antes de dejar caer su cabeza sobre el hombro del chico.

Duraron así unos segundos antes de que Fede regresara con dos radios y un bate de béisbol.

—Aquí están—dijo el uruguayo, parándose al lado de la castaña.—Tengan.

Fede le lanzó el radio a la pelinegra y le entregó el bate a la castaña.

—Están en el canal 4, cualquier cosa presionas el botón y hablas.

—Bien.

Con eso, todos los chicos salieron de la casa para dirigirse al patio trasero de la casa del uruguayo.

Ambas chicas no se movieron de donde estaban. Aunque el ambiente se había vuelto más tenso, ninguna de las dos dijo nada. Solo se quedaron esperando pacientemente alguna noticia de sus amigos.

Pasaron aproximadamente 10 minutos cuando la voz preocupada de Oscar salió por la bocina del radio.

—Adriana, Monse, ¿están ahí?

Rápidamente la primera mencionada se levantó del sillón de donde estaba para tomar el radio y presionar el botón para poder contestar.

—Sí, ¿qué pasó?—preguntó con desesperación mientras su amiga se acercaba a ella.

Encontramos una puerta en el piso.

—¿Qué?—preguntó la castaña, quitándole el radio a su amiga.—¿Cómo que una puerta?

—Ahora les explicamos todo.

Ambas chicas se quedaron confundidas ante la revelación de su amigo. Pero no pasó mucho cuando los chicos regresaron a la casa.

Rápidamente ambas chicas se dirigieron hacia ellos, dándose cuenta de que el uruguayo y uno de los editores estaban llenos de escombros.

—¿Qué vieron?—preguntó Montserrat.

—¡Hay una puerta!—le dijo Fede, muy exaltado.—¡Hay una puerta en el piso!

—Pero, ¿cómo que una puerta?—la castaña volteó a ver a todos.

—¡Hay un agujero hacia el piso!

—¿No será el drenaje o algo así?—dijo Adriana, tratando de buscar alguna explicación.

—¡¿Pensas que soy pendejo?!—le gritó el uruguayo, cansado de que no le crean.—¡Estoy diciendo que hay un puto agujero en el piso!

La forma en que Fede le había hablado a la pelinegra no solo la sorprendió a ella sino a todos en aquella sala. Entendía que estaba sorprendido, incluso asustado, pero era la primera vez que le hablaba de esa forma.

Adriana lo miró sorprendida, pero después su mirada cambió a una de enojo.

—¡Federico, cálmate!—le gritó.—Estás muy alterado, así que cálmate.

El uruguayo se detuvo a respirar un momento, tratando de calmarse con la ayuda de la castaña. Y una vez que estuvo más calmado, tomó la cámara y comenzó a buscar la parte donde se enfocaba la puerta.

—Aquí está la prueba.

Todos se juntaron alrededor de Fede, viendo lo que había grabado con la cámara. Cuando el video se acabó, todos se miraron sorprendidos.

—Eso sí ya no es drenaje.—el rizado fue el primero en hablar.—No es electricidad, no es ductos...

—Se ve oscuro, como si se fuera a la verga, un puto pasillo así a la mierda.—Ivan movía las manos, ilustrando su punto.

—No podemos entrar ahí nosotros, eh. Hay que meter algo ahí, no sé, para saber qué hay sí o sí.—dijo el argentino.

—¿Los ruidos no vendrán de ahí?—preguntó Adriana, tratando de encontrarle algún sentido.

—Es que hace sentido.—apoyó Oscar del Rey.

—En realidad no, es muy profundo. Los ruidos se escuchan demasiado cerca.

—¿Pero de qué son esos ruidos?

—Pues con que alguien no se meta, wey, porque es una mamada que si escuchan ruidos es porque hay alguien que entra aquí en la noche o ve tú a saber qué pedo.

—Por lo que se ve en el video, de la puerta al piso, hay un chingo de altura.—mencionó la castaña.

—O sea, era como de acá.—el uruguayo señaló el piso—, hasta acá.—puso su mano a la altura de su frente.

—Es como un subterráneo.

—Yo digo que metamos algo ahí abajo para ver qué hay.

—Podrías meter un dron con una GoPro.

—Es buena, o chance no un dron, pero si la cámara.

De una vez, aviso, las actualizaciones será lentas, tanto por tema de que casi no tengo tiempo de escribir, como por el tema de los capítulos será un poco más de 1000 palabras.

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