CAPÍTULO 23: NIKOLAI LANSTOV

—— NIKOLAI LANSTOV ——

Tras el encuentro con Aleksander, Tomiris no había vuelto a dormir aquella noche, pero se había permitido mantenerse en la cama, mirando las luces y la sombras y evandiendose de la realidad como si aquello la pudiera hacer olvidarse de sus problemas y de su destino. Pero era algo imposible e inevitable, Alina ya tenía el segundo amplificador y seguramente estaban esperando a que ella diera otra señal de vida diferente para poder ir a la sombra y acabar con ella de una vez por todas.

—Te queda muy bien.— Sonrió Tomiris observando las escamas que ahora adornaban las muñecas de su hermana menor, la cual las observa con curiosidad y culpabilidad en partes iguales.

—¿Cómo estás?— Preguntó Alina mirándola con una sonrisa llena de culpabilidad por lo que había sucedido.

—Bien, ha sido una siestecita bastante buena después de que me usarás de saco de boxeo.— Bromeó restándole importancia, sabiendo que en aquel momento no era importante ni relevante que supieran que ella había podido tener un encuentro con Kirigan, aunque aún no sabía como había podido trasladarse al otro lado de la sombra de una forma corpórea.

—Lo siento, no pretendía...— Empezó a decir sin encontrar las palabras adecuadas para formular una correcta disculpa.

—No te preocupes, Lina. Jamás pensaría que buscarías hacer daño a alguien apropósito.— La tranquilizó la mayor con una calida sonrisa, con aquella sonrisa que la recibía cuando eran pequeñas o cuando se volvían a ver después de estar semanas separadas.

—¿Listas para destruir la sombra?— Intervino Mal mientras se acercaba a las dos hermanas, las cuales le miraron sabiendo que no había otro remedio, aquel era su destino.

—Para enfrentarnos al mundo.— Puntualizó Alina sabiendo que lo que les deparaba cuando pisará tierra firme eran miles de personas tras ellas en busca de una recompensa que podía solucionar cualquier problema.

—Tampoco hay que pasarse, bastante tenemos con todos los que nos persiguen.— Las indicó el rastreador en señal de que se estaban excediendo con aquel comentario.

—Osea, el mundo.— Puntualizó Tomiris en señal de que era todo el mundo el que las perseguía principalmente para matarlas.

—Evitaremos las rutas habituales, pero volveremos a estar solos.— Las indicó en señal de que retomarian aquella aventura de la misma manera que la habían comenzado, juntos.

—¿Quien dice que estaréis solos?— Intervino en ese momento Sturmhond acercandose a los tres. —Yo quiero ver el espectáculo de luces en primera fila, además el rey está al otro lado de la sombra y por lo tanto, también mi recompensa.— Afirmó haciéndoles ver que todo aquello se debía al dinero, y eso estaba claro. Había accedido a ayudarles por la recompensa, no porque fuera un demente que quisiera poner en peligro su vida y la de su tripulación.

—Nos vendría bien tu arsenal.— Comentó Mal haciendo que Tomiris le mirase con reproche, desde que había descubierto que los Volkra, en un origen, fueron seres humanos como ellos, no estaba del todo segura de querer hacerles más daño, bastante maldición era ser aquello como para añadir a la lista ser asesinado.

—No tendrás un carruaje blindado, quizás.— Comentó Alina sabiendo que iban a necesitar alguna forma de acceder a la sombra, porque hacerlo andando no era una opción viable.

—¿Un carruaje?— Inquirió el rubio negando. —Viajar por tierra es aburridisimo, y tardaríamos días.— Les explico mientras empezaba a andar para acercarse a uno de los mástiles del barco. —Venid conmigo.— Les indico mientras se acercaba a la palanca que Tomiris hania estado tan tentada, en alguna que otra ocasión, por mover para saber que accionaria. —¡Preparados para desacoplarnos!— Gritó haciendo que los gemelos se subieran en la misma tarima en la que ellos, en aquel momento, se encontraban.

—¿Desacoque?— Preguntó Tomiris confundida mientras miraba a todas partes esperando que alguien la diera alguna respuesta. —¿De qué me he perdido en mi siestecita?— Preguntó de nuevo mirando a su hermana, la cual se encogió de hombros sin saber muy bien cómo responder a aquella pregunta.

—¡Desacoplando mástil secundario!— Prosiguió mientras un pequeño temblor les sacadia y las obligaba a sentarse. —¡Desplegar la vela auxiliar!— Añadió justamente cuando Tomiris se daba la vuelta y veía que estaban volando.

—Imposible...— Murmuró impresionada, jamás se había llegado a imaginar que podrían estar en el aire. —¡Alina estamos volando!— Exclamó como si aquello fuera lo más increíble que hubiera vivido.

—Tienes que ver esto.— Insistió Mal mirando a la invocadora del Sol, la cual se cubría las manos asustada.

—No, créeme que no.— Negó la morena mientras seguía cerrando los ojos com fuerza.

—Eh, confía en nosotros.— La pidió Mal mientras Tomiris se acercaba a ella.

—Ven, mira.— La pidió mientras la separaba del banco y la llevaba hasta el borde del barco para que pudiera admirar aquello.

—¿Cómo es posible?— Quiso saber Alina sin creerse todavía que estuvieran volando.

—No esperarías menos, cualquiera diría que no me conocéis.— Comentó Sturmhond mientras se acercaba a los tres orgulloso de su invento de la misma manera que lo estaría un padre con sus hijos. —Años y años de diseños y decenas de prototipos estrellados.— Les reveló aun orgulloso de que el invento funcionará tras tantos errores.

—¡¿Estrellados?!— Exclamó Alina asustada.

—Yo le llamo El Colibrí.— Añadió ignorando la exclamacion de miedo de la invocadora.

—¡Capitán!— Gritó Tamar mientras Tomiris miraba a su izquierda viendo la masa de oscuridad a la que se acercaban. —¡Sombra a la vista!— Anuncio haciendo que todos se preparasen.

—Proxima parada, el destino.— Sonrió emocionado el corsario mientras todos se preparaban.

La llegada a la sombra para Tomiris fue mucho más extraña que las anteriores veces, era como regresar a una casa que nunca había sido su casa pero que conocía a la perfección, y aquello solo hacia que astrujar más su pecho, porque ahora que sabía la verdad no veía aquel lugar como una monstruosidad sino como el infierno de cientos de inocentes, pero también como la daga que acabó con su madre. De una manera que no podía explicar sentía a sus padres ahí, el dolor de su madre y la ira de su padre, mezclados de una manera que la hacían marearse.

—Odio este lugar.— Se quejó Mal rompiendo el silencio.

—No es más que oscuridad y monstruos sedientos de sangre, ¿que tiene de malo?— Comentó Sturmhond como si fuera la cosa más normal del mundo, pero era mucho más que eso, para Alina y Tomiris era mucho más que oscuridad y monstruos, era su responsabilidad.

—Que hubo una época en la que ellos fueron tan humanos como lo somos nosotros.— Comentó Tomiris en voz baja, como si de alguna forma quisiera ser respetuosa con aquellos que vivían allí.

—Parece un buen día para matar Volkra.— Sonrió Tamar mientras cogía su hacha y la hacía girar.

—No podéis matarlos.— Intervino Tomiris haciendo que los tres corsarios junto a Mal la miraran confundidos ante aquella repentina petición.

—¿Qué? No vamos a volver a hacer vuestro experimento de no matar.— Intervino el rubio en señal de que no iba a arriesgar de nuevo su vida ni la de nadie de su tripulación por la piedad y la compasión de las hermanas.

—No me refiero a que quiera hacerme su amiga, solamente no vais a tener que usar las armas.— Les reveló mientras Alina la miraba con reproche al entender cual iba a ser el papel de su hermana en todo aquello.

—Tom preferiría que me ayudaras.— Se quejó Alina confundiendo a todos al no entender que papel iba a tomar la invocadora de la luna.

—Y yo preferiría un baño caliente y un libro de sonetos.— Intervino Tolya haciendo que su hermana sonriera de lado ante su comentario.

—Mientras este aquí los Volkra no nos hará daño.— Insistió sabiendo que no la harían nada, porque de una manera que no sabía explicar sabía que ellos la reconocían, reconocían el poder de la mujer que les había protegido y de alguna forma sabía que ellos creían que estaba allí para darles la paz.

—¿Y como planeas hacerlo? Dudo que te tengan en alta estima.— Comentó el corsario haciendo alusión al parentesco que tenía con el creador de la sombra.

—La última vez que estuvimos aquí descubrimos que mi hermana les puede controlar, no de una manera bélica, sino que puede mantenerlos alejados.— Les reveló finalmente Alina, mientras Tomiris alzaba la barbilla con orgullo, puede que su poder de sombras no sirviera de mucho en aquel lugar, pero sin duda buscaría la manera de sacarle partido.

—Nos permitirá llegar al centro de la sombra y ahí Alina hará uso de su poder.— Prosiguió sabiendo que hasta llegar al centro estarían protegidos porque ella les mantendría alejados, no sabía muy bien cómo pero lo haría.

—Sería mejor que lo usarais las dos.— Intervino Mal sabiendo que juntas podrían acabar con la sombra de una vez por todas.

—No, no será necesario. Con los dos amplificadores será suficiente.— Sentenció Tomiris temiendo que su poder hiciera responder con aún más violencia al de Alina, y lo que nadie quería era que se saliera de control en el interior de la sombra.

—Me siento más fuerte que nunca, es nuestra oportunidad para destruirla de una vez.— Sentenció la invocadora del sol mientras se preparaba al mismo tiempo que Tomiris se dirigía a la parte trasera del barco para detener a cualquier Volkra que quisiera acercarse.

—Para siempre.— Murmuró Tomiris esperando que aquella fuera la última vez que se adentraba en aquel lugar que tantas pesadillas y horas de sueño la había costado desde que tenía usó de razón.

Desde su posición Tomiris podía observar aquel poder que su hermana impulsava y movía, aquel poder que les había traído luz durante aquellos mínimos de oscuridad, pero de una extraña manera había algo en el ambiente diferente, como si aquello no llegara a encajar del todo.

—Algo no va bien.— Murmuró mirando a todas partes y cercionandose de que la luz cubría por completo al Colibrí.

—¿Qué pasa?— Quiso saber Tamar confundida ante la preocupación de la invocadora.

—Es la sombra...— Murmuró intentando descifrar que era lo que había diferente en ella. —Es diferente.— Respondió intentando entender que era aquello que la hacía sentir que aquel lugar era más sombrío y poderoso de lo que había sido semanas atrás.

—¿Diferente?— Preguntó en esta ocasión Tolya esperando que no fuera nada malo, pero por lo que mostraba el rostro de la pelinegra, no era malo, sino que era horrible.

—Su poder, su oscuridad... No es igual a la última vez que estuve aquí, de alguna forma ha cambiado. Se ha hecho más poderosa, más fuerte y más...— Empezó a decir justamente cuando la luz empezaba a desparecer.

—¡Alina!— El grito de Mal confirmó los peores presagios de Tomiris, ya que el creciente poder de su hermana no era bastante para acabar con el creciente y restaurado poder de la sombra.

—Vendría muy bien ahora el control sobre los Volkra.— Comentó en ese momento Sturmhond mientras él, junto al resto se preparaban para lo que sería un inminente ataque.

Ante sus palabras, Tomiris empezó a hacer uso de aquel poder que había empleado para enfrentarse a Kirigan semanas atrás, pero en cuanto el primer Volkra se poso en el barco supo que no sería tan sencillo, algo en ellos había cambio y por consiguiente no podría controlarlos, por lo que todos pasaron a la opción B, la ofensiva para poder salir con vida de allí.

—Gracias.— Le agradeció Nikolai después de que Tomiris matará a un Volkra.

—Sujetaros.— Les indico mientras el iris de sus ojos azules empezaba a brillar de la misma forma que la luz que acababa de invocar para matar al monstruo. —¡Mal, por todos los Santos, despierta a Alina!— Le grito mientras hacía aparecer su luz la cual hizo mover al Colibrí ante la respuesta de la sombra, como si de una forma está quisiera y pudiera luchar contra ella.

—Kobu, bajanos ya.— Le ordenó Sturmhond al ver que estaban muy cerca del final de la sombra. —Preparados para el aterrizaje.— Les indico sabiendo que no sería un aterrizaje muy agradable.

Ante la bajada de aire, el Colibrí empezó a moverse violentamente, haciendo que todos se sujetarán para evitar caerse, en una segunda sacudida un trozo de madera colpeo a la invocadora de la luna, haciendo que se soltara, para segundos después Sturmhond sujetarla de la muñeca para evitar que cayera desde tantos metros de altura y se matará.

—Te tengo.— Dijo Sturmhond sujetandola con fuerza, como si el destino de todos estuviera puesto en ella, pero Tomiris no era la esperanza de nadie, y no entendía porque el corsario la mirase como si fuera algo tan preciado.

—Estamos en paz.— Respondió Tomiris mientras se levantaba del suelo y se alejaba de él incomoda por su cernania y la intensidad de su mirada. Justamente después aterrizaron de una manera muy poco elegante, lo que originó que Tomiris se acercara corriendo a su hermana preocupada, esperando que estuviera bien y que no la hubiera pasado nada.

—¿Estáis todos bien?— Preguntó el rubio mirando a todas partes.

—La sombra es muy fuerte, creía que con dos amplificadores... pero no ha bastado.— Murmuró Alina decepcionada de que su poder no hubiera sido suficiente para acabar con la sombra de una vez por todas.

—La sombra se ha hecho más fuerte desde la última vez, ha ganado terreno y ha matado a más personas. No es culpa tuya, Lina. Debíamos de haber supuesto que Kirigan no se quedaría de brazos cruzados.— La tranquilizó Tomiris mientras la abrazaba intentando tranquilizarla y mostrando que todo estaba bien, que ellas estaban bien.

—Bueno, parece que van a darnos una tradicional bienvenida Ravkana.— Comentó Mal mientras bajaban del dañado Colibrí.

—Habéis entrado ilegalmente en sueño Ravkano, identificaos.— Ordenó el capitán el cual era seguido por un extenso número de soldados.

—Dejármelo a mi.— Les indico Sturmhond a todos.

—¿Qué vas a hacer?— Preguntó Mal confundido.

—No creo que tu don de gentes de corsario pueda apaciguar a unos soldados.— Comentó Tomiris mientras Sturmhond se quitaba la chaqueta azul que llevaba.

—Identificaos o abriremos fuego.— Insistió el capitán manteniendo una distancia prudente.

—¿De verdad he cambiado tanto, Resky?— Preguntó el rubio mostrando que le conocía, y sorprendiendo a las hermanas al ver que bajo el traje llevaba un impecable uniforme del primer ejército. —Se que han pasado algunos años, pero dicen que conservo mi belleza juvenil.— Añadió con una sonrisa mientras se acercaba al soldado.

—No puede ser...— Murmuró el ravkano sin creerse que pudiera ser él.

—Sí que puede.— Sonrió quedando frente a él.

—Moi tsarevich.— Murmuró incando la rodilla. —Mi príncipe.— Sonrió con orgullo haciendo que el resto de soldados imitaran su gesto.

—No me jodas...— Murmuró Tomiris al comprender que él era uno de los hijos de los reyes.

—Casi perdimos la esperanza.— Le explicó al príncipe mientras se ponía a su lado. —Os presento a Nikolai Lanstov, comandante del vigésimo regimiento, soldado del ejército del rey, gran duque y segundo hijo de su real Majestad el rey Alexander tercero, soberano del trono del aguila bicefala.— Les anunció al resto de los soldados al mismo tiempo que Alina, Tomiris y Mal intercambiaban una mirada de sorpresa entre ellos.

—No me lo puedo creer.— Murmuró Mal sin creerlo.

—Santos...— Comentó Alina algo molesta por que les hubiera engañado.

—Casi que prefiero a los Volkra que a su ego.— Añadió Tomiris llevándose una terrible mirada por parte de Mal ante el chiste que había hecho.

—Y si recuerdo bien tus palabras, el soldado más verde e inútil que habías tenido la desgracia de comandar.— Sonrió haciendo que el soldado sonriera. —A tu servicio.— Añadió mientras ambos se daban un abrazo en señal de saludo. —Quise volver antes pero no podía hacerlo sin ellas.— Añadió centrando su mirada en las dos hermanas, las cuales le miraron con una expresión de pocos amigos. —Os presento a mis estimadas compañeras de viaje, antiguas cartografa y rastreadora, y santas ocasionales.— Empezó a decir mientras se acercaba a ellas. —Alina Starkov y Tomiris Svetlina.— Las presento haciendo que los soldados empezarán a cuchichear al darse cuenta de quienes eran.

—Todo tuyo, lucecita.— Sonrió Tomiris al saber cuales eran las intenciones de su hermana.

—¡Bastardo mentiroso!— Exclamó Alina justamente antes de darle un puñetazo en la mandíbula haciendo que su hermana sonriera orgullosa.

—¡Que orgullosa!— Exclamo mientras se llevaba una mano al pecho. —Yo la enseñe a dar así los puñetazos.— Añadió captando la atención de los gemelos los cuales sonrieron ante sus palabras. —Nuestra niña esta creciendo, Mal.— Añadió haciéndole reír.

★★★

Se que todos habríais querido que Tomiris le diera ese puñetazo a Nikolai, pero creo que su aportación en ese momento es mucho más divertida y a decir verdad me gusta más. Por una vez ella no tiene que ser la violenta de las hermanas.

Aunque siempre lo será.

No os niego, yo como persona que no se ha leído la Trilogía de Sombra y Hueso, que me sorprendió la verdadera identidad de Nikolai, aunque había señales de alguna manera creo yo. Sino, porque estaría tan interesado. Aún así, no os niego que ha sido de las entradas más apoteosicas que he visto. Aunque bueno..., nadie supera a Klaus Mikaelson, Nikolai aprendieria mucho de él.

Dejando a un lado las comparaciones de quien tiene el ego más subido de tono.

El capítulo sin duda es una montaña rusa, la llegada a la sombra para Tomiris es un regreso a su hogar. Literalmente su hogar, tiempo atrás, estuvo en el interior de la sombra como todos bien sabemos. Y regresar a ella es regresar a casa. Pero, ¿por qué creéis que se siente así? ¿Por qué se siente tan vinculada a la sombra?

A Kirigan no le sucede nada de esto, siendo él su creador. ¿Por qué creéis que a su hija sí?

Esas son las verdaderas preguntas que hay en esta segunda parte de la historia. Y obviamente tendremos respuestas a ellas, pero son tan importantes como el hecho de destruirla. Porque Tomiris es clave en todo ello, no de la misma manera que Alina o que Mal, pero su papel en esta guerra es más directo e indirecto en partes iguales.

Porque, dejar que os diga, esto ya no es una guerra de salvación o de conquista. Es una guerra familiar. Donde las cabezas de cada bando son padre e hija. Y os aseguro que ninguno de los dos tiene escrúpulos.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ♥️


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