CAPÍTULO 21: THE MARINE SCOURGE

—— THE MARINE SCOURGE ——

—Gracias a las indicaciones del rastreador amigo de las invocadoras, hemos cruzado el paso de los huesos hasta la isla de Yelca.— Les empezó a explicar Sturmhond a la tripulación. —En cuanto al azote marino solo tenemos algunas ilustraciones de libros, no hay forma de saber como es.— Añadió sabiendo que iban a ir a ciegas ante una criatura que, muy seguramente, era peligrosa y mortífera. —Regla de oro para lo desconocido: ve preparado.— Añadió mientras deslizaba la cortina y revelaba todo un arsenal perfectamente colocado y organizado.

—¿Todos los piratas van tan bien armados?— Preguntó Mal impresionado por lo que estaba viendo ante sus ojos, mientras que Tomiris mantenía su atención en los cuchillos y espadas que había en uno de los laterales, sabiendo que aquella era su oportunidad de hacerse con algún arma que pudiera blandir sin hacer uso de la pequeña ciencia.

—Somos corsarios.— Puntualizó el rubio cansado de que le considerasen un pirata.

—No veo la diferencia.— Comentó Mal haciendo sonreír a sus amigas con su insistencia con aquel tema.

—La diferencia es que yo tengo licencia, y un sano amor por la innovación. Artefactos, artilugios, cosas que provocan explosiones... ¿Hay algo que te interese?— Le explicó mirando al moreno, el cual estaba centrado en todas aquellas armas perfectamente organizadas.

—Sí.— Admitió mientras cogía una especie de ballesta para poder examinarla.

—Cógelo, para la excursión.— Le animo mientras observaba el arma que tenía entre sus manos. —Fantástica elección, tienes buen gusto para las armas.— Le alago mientras el resto de los tripulantes empezaban a coger las armas para poder ir preparados. —El cable es obra de un accedor, tensión de ruptura ochenta mil, alcance cincuenta.— Le explicó haciendo que Mal y Tomiris se mirasen ya que de los tres eran los únicos que entendían algo sobre las armas.

—Imposible.— Intervino Tomiris sin creerse que aquello pudiera ser posible.

—Cuando alguien dice imposible, significa improbable.— Afirmó mientras Mal seguía analizando el arma como si se tratara del objeto más valioso que hubiera llegado a tener en sus manos a lo largo de su vida.

—Demonios, es increíble.— Murmuró impresionado el rastreador, incapaz de creerse que pudiera existir un arma así a pesar de tenerla entre sus manos.

—Lo diseñe yo mismo, estas rodeado de inventos míos, solo hay que saber donde mirar.— Le informó mientras el rapado se acercaba a la pared y descolgaba una de las espadas que la lanzó a Tomiris, la cual cogió en el aire con la mayor simpleza del mundo.

—Gracias, Mal.— Sonrió mientras observaba el filo de la espada esperando que esté estuviera lo suficientemente afilado en caso de necesitarlo, una espada mal afilada era igual de peligrosa que un arma sin calibrar.

—Extraña elección, invocadora.— Admitió Sturmhond al ver que la chica había preferido un arma de distancia corta a un arma de fogueo como la gente solía preferir.

—Créeme, capitán, que con la espada es buena. Ha ganado a Tolya sin apenas esfuerzo.— Intervino Tamar todavía impresionada por lo buena que la pelinegra era, nadie en el barco había sido capaz de derrotar a su hermano, y ella lo había hecho en cuestión de minutos casi sin esfuerzo alguno, como si para ella fuera la cosa más normal y natural del mundo.

—Lo haremos en silencio, como ordene la señorita Starkov. Ella le dará el golpe de gracia.— Retomo Sturmhond haciendo que las expresiones de ambas cambiaran ante sus palabras.

—No voy a matarlo.— Le interrumpió Alina haciendo que todos los presentes se quedarán en silencio.

—Hay que matarlo para reclamar su poder, así funciona.— La recordó una Grisha sorprendida por el mero hecho de que la invocadora no quería acabar con la vida del animal de una forma violenta.

—No fue así con el ciervo, creo que puedo hacerlo sin matarlo.— Les explico recordando aquel momento, como si el ciervo de una manera que aún no podía explicar la hubiera elegido antes incluso de saber que ella era la invocadora del sol.

—Por enternecedor que sea, no mandaré a mi tripulación a domar a una bestia con redes y bondad.— La informó el capitán sabiendo que aquello era un suicidio y, muy seguramente, una sentencia de muerte para los suyos que no estaba dispuesto a correr.

—Yo te contrate para esta misión, apreciado corsario.— Le recordó Alina en señal de que lo harían a su manera o no habría recompensa alguna.

—Lo capturaremos vivo.— Sentenció Tomiris apoyando a su hermana, puede que aquella idea la pareciera una locura, pero ella vio con sus propios ojos como el ciervo reconocía a Alina, y sabía que de alguna forma aquello volvería a pasar con azote marino, solo esperaba que fuera igual de fácil que con el ciervo, porque algo la decía que aquella suposición era meramente una fantasía.

—¡Capitán, hemos llegado a la isla!— Intervino uno de los Okasastsia que estaban en el barco, alertando a todos de que la hora de actuar estaba más próxima de lo que podían imaginar.

Ante sus palabras todos empezaron a abandonar la sala, para ir subiendo a cubierta, donde vieron una isla donde parecía ser que ningún ser humano había pasado por ella en la vida.

—Pues casi no pinta mal.— Comentó Sturmhond mientras se acercaba a uno de los bordes del barco y observaba la isla.

—Podría estar en cualquier sitio.— Alegó Tamar sin saber, como todos, por donde empezar a buscar a aquel animal.

—Hay que entrar por ahí.— Afirmó Mal señalando una cascada en cuyo interior se hayaba la cueva en la que el amplificador se estaba escondiendo.

—¿Seguro?— Preguntó Tolya algo inseguro por la afirmación del rastreador a pesar de la seguridad con la que hablaba.

—Hay un zumbido, lo he oído antes, esta ahí dentro.— Les explico sin dar más detalles a aquel hecho que de alguna forma no sabía como explicar, porque no entendía por qué él era capaz de escuchar aquello y el resto, a excepción de Tomiris, no. —Además, Tom también puede escucharlo.— Añadió sabiendo que si la invocadora apoyaba su afirmación el resto de miembros de la tripulación les apoyaría, antes de nada confiaban en una santa que en un ex soldado del primer ejército.

—El azote marino está ahí.— Sentenció la ojiazul con seguridad en sus palabras, pero también con una extraña expresión en su rostro, de una forma que no sabía explicar sentía al azote marino como algo cercano a ella, como si fuera un viejo familiar al que apenas reconocía por llevar tantos años sin verse, pero aquello era imposible, ella jamás había visto a aquella criatura más allá de los libros.

—Ya habéis oído.— Sentenció el capitán creyendo en las palabras de los dos rastreadores. —¡Desembarcamos!— Ordenó mientras todos se iban a sus puestos.

—¿Preparadas?— Preguntó Mal mirando a las dos hermanas.

—Mal, ve tu en cabeza guiándonos.— Le indicó Tomiris en señal de que ella se quedaría atrás, junto a su hermana.

—Tu puedes ir también, le escuchas tan bien como yo.— La recordó sin entender porque le dejaba a él todo aquel protagonismo de ser quien les guiara hacia aquel animal que parecía ser un tesoro.

—Yo iré en la retaguardia, con Alina. No sabemos a que nos estamos enfrentando, Malyen, y no podemos permitir que la esperanza de Ravka muera.— Insistió haciendo que el chico se tensara al escucharla pronunciar su nombre por completo, eso pasaba en dos ocasiones, cuando Tomiris estaba enfadada o cuando daba una orden, y en aquel momento estaba dando una orden como hermana mayor que por años había sido para él.

—¿Sabes que estoy aquí y puedo oírte?— Inquirió Alina molesta de que su hermana la siguiera protegiendo a pesar de que ella también pudiera hacerlo.

—¿Y sabes que mi función como hermana mayor que soy es mantenerte con vida porque incluso sola eres y serás lo bastante poderosa como para acabar con la sombra?— La recordó en señal de que no iba a permitir de que algo la pasara, y menos aun iba a relegar en alguien su deber de protegerla, puede que Mal lo pudiera hacer bien, pero no era un Grisha y sin el arma no tenía los medios para enfrentarse al azote marino en caso de que fuera necesario.

—Venga, vayamos antes de que se vayan sin nosotros.— Intervino Mal sabiendo que debían de irse de inmediato, cuanto antes tuvieran al azote marino antes podrían regresar a Ravka y acabar, por una vez por todas, con la sombra.

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—Podría estar ahí.— Comentó el agitamareas mientras el pequeño grupo recorria la caverna.

—¿Y algo en el agua?— Preguntó Sturmhond haciendo que el Grisha hiciera uso de la pequeña ciencia para ver si su presa se encontraba nadando cerca de ellos.

—Hay agujeros en el suelo, mirar por donde pisais.— Les indico a todos haciendo que Alina mirase a Mal y a Tomiris, los cuales habían dejado de escuchar aquella canción en cuanto habían entrado en la cavidad. —Salvo eso, nada.— Añadió prosiguiendo la marcha.

—¿No notas nada o no hay nada?— Preguntó Mal mientras agarraba con fuerza el arma que tenía en sus manos.

—Lo que te deje más tranquilo.— Respondió Tolya mientras las hermanas se miraban preocupadas sabiendo que aquello podría acabar de una manera que ellas no esperaban.

—La tranquilidad está sobrevalorada.— Garantizó su hermano con una media sonrisa.

—Esta aquí...— Murmuró Tomiris al sentir como una fuente de energía que de alguna forma se la hacía familiar, para a continuación algo moverse a una gran velocidad y asustarlos.

—¡Fuego!— Gritó alguien justamente cuando uno de los tripulantes era engullido por el agua.

—¡Dejar las redes!— Ordenó Sturmhond queriendo proteger a sus tripulantes de aquella misión suicida. —¡Disparar a matar!— Les ordenó

—No, no.— Les pidió la invocadora del sol, queriendo evitar matar al amplificador.

—No lo he visto, juega con nosotros.— Prosiguió el corsario el cual, al igual que el resto, intentaban buscar a aquella criatura que les estaba acechando como un tiburón lo hace con su presa. —Conservad la munición o no tendremos para cuando haga falta.— Les ordenó.

—Atrás, Alina.— Tomiris se puso delante de su hermana justamente cuando otro miembro desaparecía.

—Puede camuflarse.— Murmuró Mal mientras los tres se miraban, al mismo tiempo que algo empujaba a la invocadora de la luna.

—¿Estas bien, Tom?— Preguntó Alina sujetando a su hermana, la cual la dedico una sonrisa en señal de que estaba bien.

—Parece que esta en todas partes.— Murmuró el rubio justamente cuando Mal y Tomiris centraban su atención en un punto de la caverna, en la cual divisaron una extraña silueta que rápidamente intento avalanzarse sobre Alina, sin dudarlo, Tomiris empujó a su hermana, tirandola al agua, para a continuación poner su espada en las fauces del animal, el cual la miraba con un hambre voraz hasta que cayo al agua muerto. —Esta muerto...— Añadió mientras Tomiris observaba al animal hundirse y a su hermana agitada por haber usado su poder. Alina la había salvado de la vida obligada a hacer algo que no quería. Matar al azote marino de Morozova.

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—Nos entregamos en cuerpo y alma en esta misión, para que nuestros compañeros caídos no hayan muerto en vano, y vamos a honrar su último sacrificio en la búsqueda del azote marino.— Empezó a decir Sturmhond sobre la cubierta del barco en el que toda la tripulación estaba reunida. —Inclinemonos por los hombres que hemos perdido, que el mar los lleve a buen puerto y que los Santos los acojan en costas más soleadas.— Añadió haciendo un gesto de respeto que todos imitaron.

—Que los Santos los acojan.— Repitió la tripulación a coro.

—Alina, cuando quieras.— La indicó la Grisha dejando sobre un barril las dos escamas que se fusionarian con el cuerpo de la invocadora.

—Estarás bien, hermana. Hazlo.— La animo Tomiris con una sonrisa de orgullo sabiendo que estaban más cerca de destruir la sombra y de volver a casa. Estaban más cerca de la paz que tanto Ravka como Grishas se merecían.


—¿Te encuentras bien?— Le pregunto la Grisha a Alinaz la cual miró confundida a Mal, justamente después de que la pusiera la primera escama; ya que este había sido uno de los objetivos del azote junto a su hermana.

—Estoy bien.— Murmuró mientras alzaba la cabeza con seguridad. —La segunda escama.— Ordenó para luego mirar a su hermana, ¿porque Mal y Tomiris habían sido, directamente, los principales objetivos del azote marino?

—Dar un paso atrás, se va a poner algo... brillante.— Les indico Tomiris sonriendo al ver como su hermana empezaba a mostrar su poder, el cual la hacía brillar más que el sol o que una estrella. Era como si fuera el sol encarnado.

—¡Atrás!— Ordenó Sturmhond cubriendo su visión para que la luz no le afectara.

—Alina, Alina, Alina.— La llamo el rastreador al ver que la morena parecía estar haciendo más que una pequeña exhibición de su poder.

—Ya voy yo, Mal.— Le indicó sabiendo que aquello podía ser peligroso, y en cuanto a fuerzas ella era la única que la igualaba y que podía detenerla. —Alina, tienes que parar o nos destruiras, junto con el barco.— La pidió mientras se acercaba a ella y la miraba a los ojos, pero de alguna forma su hermana no parecía estar allí, era como si estuviera poseída por aquel chute de poder que estaba experimentando. —Alina, no me hagas hacerlo.— La pidió con un tono de ruego.

Al ver que Alina no respondía a sus súplicas, Tomiris se vio en la necesidad de invocar la oscuridad. Nunca lo había hecho para apagar la luz de su hermana, siempre lo hacía con la suya. Pero debía de detenerla, debía de hacer algo antes de que fuera demasiado tarde. Pero la respuesta de Alina o mejor dicho, de su pequeña ciencia, no fue la que ella o cualquiera esperaba. Porque en el momento en el que las sombras empezaron a invadir aquella luz, esta respondió con una furia y una violencia, que genero que la invocadora del sol, de una manera inconsciente, atacará a su propia hermana, lanzandola contra uno de los mástiles del barco como si fuera un simple juguete.

—¿Esta bien?— Preguntó Mal asustado al ver el cuerpo de su amiga sobre el suelo, junto a la marca negruzca que había quedado en el mástil contra el que Alina la había lanzado sin el mínimo rastro de piedad.

—Esta inconsciente.— Respondió Tolya después de comprobar sus constantes y asegurarse de que la ojiazul estuviera bien.

—¿Por qué has hecho eso?— Preguntó Mal a Alina mientras unos miembros de la tripulación se llevaban a Tomiris al camarote del capitán para que pudiera ser atendida.

—No lo sé, cuando ha invocado las sombras... de alguna forma la luz ha respondido así, de forma violenta...— Murmuró mientras miraba asustada a sus manos, jamás había atacado a su hermana, jamás había respondido así su poder. ¿Por qué ahora lo hacía?

★★★

Terminamos con fuerza, lo se. Pero creerme que hay un motivo (el gran motivo de esta segunda parte) que explicara muchas cosas que pasan con Tomiris.

Pero analicemos el capítulo, porque tiene su cosa.

Lo primero, la parte del arsenal. Obviamente si en ese momento Tom no se había enamorado de Nikolai, en ese momento os aseguro que lo hizo. Para ella y para Mal era el verdadero paraíso. Aunque también me gusto que mostrarán a Nikolai con esa faceta. Hay veces que alteran tanto a los personajes que al final pierden la esencia de lo que son. Y Nikolai una de sus esencias, era esa pasión por inventar cosas.

La parte de Tom y Mal tratando a Alina como una niña, obviamente para ambos es su niña. Pero para Tom es algo más. Ella sabe que debe de protegerla a cualquier costa, y cuando os digo a toda costa, es que Tomiris sería capaz de morir con tal de que Alina estuviera con vida y eso es algo que todos sabéis.

Pero también hay un motivo, un gran motivo de peso por el que Mal y Tom escuchan al azote, o porque este iba a por ellos. Todo está conectado y podéis imaginar por qué.

La escena del final, bueno me encanto ver la escena del funeral y el como Alina adquiere su segundo amplificador desafiando todo cuanto se creía. Pero la respuesta de Tom muestra que ella es su opuesto, ya no solo en cuanto a luz y oscuridad, sino en cuanto a luz. Son la noche y el día personificados.

Con respeto al próximo capítulo, EL ÚLTIMO DEL AÑO. Sólo puedo decir una cosa, va a ponerse intenso.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ♥️

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