CAPÍTULO 19: STURMHOND
—— STURMHOND ——
—Quieren fletar en el barco, capitán.— Dijo Tolya mientras entraba en el camarote del capitán seguidos por su hermana, las dos grishas y Mal.
—Inmediatamente.— Intervino en ese momento Alina mientras se quedaba en el medio, flanqueada por un extremo por su hermana y por el otro por Mal.
—Es decir, que hay que partir ya.— Intervino Mal dando un paso hacia adelante.
—Dejemos dos cosas claras.— Empezó a decir Nikolai mientras se daba la vuelta para quedar frente a los tres. —No acepto órdenes en mi propio barco, y además ya hemos partido.— Les reveló mientras pasaba su mirada de Alina a Tomiris, la cual mantenía su mano en la empuñadura de la espada que caía sobre un lateral de su cintura. —Me alegra teneros a borde, ahora si sois tan amables, iluminar un poco la estancia, al fin y al cabo sois Alina Starkov y Tomiris Kirigan, dos santas de veinte millones de Kruge.— Las informó haciendo que la expresión de las dos Grisha cambiará al descubrir que él sabía quienes eran ellas. —Vivas y muertas.— Añadió con obviedad.
—No se de que esta hablando.— Habló por primera vez Tomiris mientras su expresión se endurecia mientras la tenue luz que había empezaba a ser invadida por las sombras de una forma imperceptible por los presentes.
—No intente negarlo, señorita Kirigan, es la invocadora de la luna y la hija del Oscuro, y su supuesta hermana, la invocadora del sol.— La informó mostrando que no había necesidad de ocultar aquel secreto, no cuando él sabía la verdad.
—Es cierto.— Interrumpió Alina mientras hacía uso de su poder y hacia desaparecer todas las sombras al invocar su poder.
—Impresionante, y no uso mucho esa palabra.— Admitió el rubio mientras se reacomodaba en su silla.
—Déjanos ir o te quedaras sin veinte millones de kruge y sin barco.— Le advirtió Tomiris dando un paso al frente mostrando que ella sería capaz de hacer cualquier cosa, a fin se cuentas era hija de su padre.
—Soy muy consciente de que ambas podríais mandarnos a las profundidades, pero piensa en lo lejos que estamos del puerto.— Las recordó haciendo que las dos hermanas fijarán su vista en el ventanal que había tras el escritorio, viendo los pequeños puntos de luz que había en el fondo. —Además, no quiero entregaros a los fierdanos.— Añadió intentando tranquilizar a ambas.
—¿Ah no?— Inquirió Alina sorprendida.
—Ni por todos los Santos.— La tranquilizó mientras se levantaba de su silla y se acercaba al mueble bar que tenía para servirse una copa. —Perdón, ¿es ofensivo decir eso delante de una santa?— Se disculpó manteniendo una sonrisa socarrona que irritaba a Tomiris, ya que aquello estaba fuera de sus planes.
—De acuerdo, ¿y para que nos quieres?— Intervino en esta ocasión Mal.
—¿A ti? Para nada.— Respondió Nikolai ignorando si aquello podía o no ofender al rastreador. —A decir verdad no se muy bien quien eres.— Puntualizó ignorando de nuevo su presencia. —Pero a las invocadoras..., ya sabéis lo valiosas que sois.— Las recordó volviendo a centrar su atención en las hermanas.
—Has dicho que no querías la recompensa, pirata.— Le recordó Mal queriendo saber cual era la moral del rubio para saber que terreno tantear antes de que fuera demasiado tarde para ellos.
—Soy un corsario, y he dicho que no se las entregaría a los fierdanos, no descarto a los Kerch ni a los Shu.— Puntualizó haciendo que Tomiris hiciera más fuerte su agarre en la espada. —Pague una pequeña fortuna para vaciar el puerto y procurar que subierais a mi barco, y creo que los fierdanos os están infravalorando.— Explicó observando con disimulo como la mano de la invocadora de la luna cambiaba de color ante la presión que estaba ejerciendo sobre el arma.
—Es verdad, lo hacen. Por qué tu podrías pedirle el doble al rey de Ravka.— Intervino Alina con una sonrisa de que podrían jugar al mismo juego avaricioso que él, a fin de cuentas ellos también querían algo.
—¿Conocéis al rey?— Inquirió fingiendo sorpresa.
—Soy la invocadora del Sol.— Le recordó Alina mientras alzaba la cabeza con orgullo.
—Se comenta que ahora, el primer ejército se ha vuelto contra los Grisha, por lo que vuestro cómplice y vosotras hicisteis en la sombra.— Las informó haciendo que Tomiris y Mal intercambiarán una mirada ante lo que aquello significaba para todo su pueblo.
—El Oscuro y nosotras no somos cómplices.— Murmuró entre dientes Tomiris cansada de que creyeran que le habían ayudado, ella había luchado contra él mientras los Volkra revoloteaban como si fueran abejas en primavera en busca de polen.
—Cree lo que quieras, pero cuando destruyamos la sombra y reunifiquemos Ravka el mundo verá que no somos sus aliadas.— Sentenció Alina cansada de ser perseguida por algo que no había hecho. —Ayúdanos y se te recompensará.— Garantizó sabiendo que el corsario querría sacar provecho.
—Destruir la sombra...— Murmuró sorprendido Nikolai ya que aquello se le antojaba como un sueño lejano y pretencioso. —¿Y como pensáis hacerlo, exactamente?— Quiso saber mientras apoyaba los codos sobre su escritorio.
—Cazando al azote marino de Morozova.— Intervino en ese momento Tomiris con aquella característica seguridad que siempre la había llevado a meterse en problemas.
—Tomiris...— Empezó a decir Mal en señal de que él seguía sin estar de acuerdo con aquel plan.
—Si el ciervo era real, el azote marino y el pájaro de fuego podrían serlo.— Murmuró Nikolai asumiendo lo que cualquiera podía asumir. —No pudiste hacerlo con un amplificador, pero con dos...— Empezó a decir mientras hacía contacto visual con Alina.
—Sin el lastre del general Kirigan, con mi propio poder y el de mi hermana.— Afirmó Alina mientras miraba a su hermana con orgullo, ya que sabía que Tomiris era mucho mas poderosa que ella, pero sola no podía destruir a la sombra, ya que una parte de su poder estaba constituido por ellas. —¿Nos ayudas o no?— Preguntó apoyando las manos sobre la mesa.
—Aventuras, peligro, ¿dinero?— Empezó a enumerar Nikolai mientras hacía un repaso a todos los problemas, infortunios y recomensas que podrían conseguir. —¡Ahora ya nos entendemos!— Garantizó mostrando que estaba en trámites de conseguir un trato.
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—¡El capitán!— Gritó un tripulamte mientras bajaban a la bodega.
—¿En qué se diferencian un pirata de un corsario?— Le preguntó Mal a Tomiris esperando que ella pudiera darle una respuesta.
—En la idiotez o el narcisismo, tal vez.— Respondió la pelinegra, manteniendo su mano en la empuñadura de su espada.
—¡Yuri!— Gritó Nikolai al ver a uno de los miembros del barco sentado en lo que parecía ser un improvisado retrete. —Ves como las manzanas van bien.— Insistió mostrando que había tenido razón mientras seguía caminando.
—Esto es como estar de nuevo en el primer ejército.— Comentó Tomiris al ver como Alina tapaba su visión del hombre al pasar delante de él. Pero para ella y para Mal aquella situación no les desagradaba, habían visto cosas peores al ser rastreadores.
—A ver, prestarme atención todos.— Les pidió Nikolai mientras se daba la vuelta para poder captar la atención de todos los presentes.
—¡A callar!— Gritó una segunda voz por encima de todas las demás.
—Tenemos invitados.— Empezó a decir el corsario. —La invocadora del sol, la invocadora de la luna, y ¿tu eras...?— Prosiguió mirando a sus tres nuevos miembros.
—Malyen...— Empezó a decir el rastreador.
—Un invitado de las invocadoras.— Le interrumpió apartando la vista de él rápidamente. —Espero que les tratéis con el mismo respeto que a mi, atajo de farsantes y ladrones.— Les advirtió con seriedad en sus palabras y con una sonrisa en su rostro. —Acompañarme amigos, vamos.— Les indico mientras corría una cortina y dejaba ver dos amacas en forma de literas. —Podéis dormir en las dos del fondo, es la suite más privada que tenemos.— Les reveló haciendo que las dos hermanas se mirasen, ¿como iban a dormir ahí los tres? —Hasta mañana señoritas Starkov y Kirigan.— Se despidió alejándose de los tres. —Guardia nocturna, me uno a vosotros en cubierta.— Les anuncio mientras subía las escaleras y los tres entraban en aquel espacio privado que sería para ellos.
—¿Puedo dejarle ciego?— Preguntó Tomiris mientras se quitaba la espada de la cintura y la dejaba sobre el trozo de tela.
—Bueno, podéis ocupar vosotras las camas, yo dormiré en el suelo.— Empezó a decir Mal ignorando la pregunta de Tomiris, la cual para cualquiera podría tener un punto de broma, pero ella lo decía con toda la seriedad del mundo.
—Quedátela tu Mal, necesitáis dormir.— Intervino Tomiris haciendo que su hermana, que había permanecido en silencio se diera la vuelta para poder mirarla.
—Tu también, Tomiris.— Alegó Alina preocupada por lo poco que su hermana estaba durmiendo desde que salieron de la sombra por segunda vez.
—Los tres sabemos que eso no va a ser posible, así que mejor que vosotros aprovechéis estas... camas.— Les tranquilizó mostrando que ella no tenía interés en dormir, y de hacerlo no sería el tiempo suficiente. Caza vez que cerraba los ojos, su subconsciente regresaba a Ravka y a la expansión de la sombra, la sombra estaba creciendo y cada día que pasaba, en sus sueños, lo veía, veía a Ravkanos morir y a Kirigan hacerse más fuerte y más temible, pero también le veía triunfar y eso era lo que la enfurecia. Su madre no murió para que aquello sucediera y ella no podía vivir sin impedirlo, pero no podía hacer nada sin Alina, y ambas sabían que para conseguirlo necesitaban el azote marino fuera como fuerse y al precio que requiriera, ellas estaban dispuestas a todo con tal de que la paz regresará.
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Tomiris se sentó en uno de los lugares más alejados de la zona donde los guaridas estaban pasando su ronda, la joven miró hacia la luna, desde que supo la verdad de su origen había querido luchar contra ella, contra lo que suponía aquella verdad tan oscura, pero no podía, no podía renegar de lo que significaba que su padre fuera el Oscuro y de que su madre fuera la santa más querida del mundo. Era algo irónico, puesto que a ella la odiaban sin haber sido participe de ello, pero a fin de cuentas todos tenían en cuenta que ella era la hija de su padre, no de su madre.
Apartando la mirada del cielo nocturno que la había acompañado por horas, la joven grisha hizo uso de su pequeña ciencia atrayendo las sombras para ocultarla para luego crear una tenue luz azul, lo suficientemente brillante para que solo ella y quien estuviera cerca pudiera verla, con ella la permitirá leer aquel libro de Santos que Inej la había entregado antes de irse.
—Hacer uso de ese poder en este barco puede traerte problemas, señorita Kirigan.— La voz de Sturmhond hizo que la joven alzará la mirada, mostrando el desagrado que tenía por ese apellido.
—No me apellido Kirigan.— Le advirtió observando como el capitán se apoyaba en el borde del barco, cruzando sus brazos por delante de su pecho.
—Es tu padre, es tu apellido.— La recordó haciendo mención a aquella pesadilla que la iba a perseguir para siempre.
—Mi apellido es Svetlina.— Se limitó a decir con orgullo mientras levantaba la cabeza y se ponía de pies.
—¿Cómo la santa?— Preguntó sorprendido.
—Es mi madre.— Puntualizó con una sonrisa de victoria, diciendo por primera vez, en semanas, a un desconocido que su linaje era más fuerte y poderoso de lo que cualquiera podría haber llegado a imaginar. —Todos creéis saber la historia de las traidoras de Ravka, de que Kirigan tiene una hija con el poder de la luna, pero parece ser que hay una perdida de información. Kirigan creo la sombra matando a mi madre, la santa Katerina, así que antes de ser hija de él, soy hija de ella, y aunque puede que nos ayudes con cuestionables intenciones, vuelve a referirte a mi como Kirigan, y te aseguro que serás un corsario en el agua.— Le advirtió mientras las sombras que les rodeaban se alargaban, señal que no pasó desapercibida por el rubio. Había comprobado, horas antes, que Tomiris era capaz de hacer cualquier cosa por Alina, pero también para defender su propio honor, y eso, no sólo la volvía peligrosa, sino también una muy buena aliada.
—Una chica dura, me gusta.— Sonrió mientras sus ojos azules brillaban al ver que ella no le tenía miedo, ya no por ser capitán, sino por que tampoco sabía que era el segundo hijo de los reyes de Ravka. —Pero haz caso a mi consejo, señorita Svetlina, por su bien y el de sus amigos, esta gente tiene creencias, no querrán ver el poder de las sombras.— La aconsejó mientras bajaba la voz para que nadie les llegara a escuchar.
—Eso se llama estupidez.— Afirmó la chica soltando una seca carcajada. —La gente teme aquello que no entiende, por eso los Grisha fuimos perseguidos y por eso Kirigan se convirtió en el hereje negro.— Le informó mostrando que todo, una vez más, volvía a repeterirse. Al parecer no habían aprendido ni de la historia ni de sus errores.
—Le justificas, típico de una hija.— Añadió sonriendo de lado, haciendo que la mandíbula de la pelinegra se tensara al escuchar su comentario.
—No justificó sus actos, pues mató a mi madre y a mi casi lo hace. Justifico que la persecución llevo a esos crímenes, se supone que Ravka aprendió de ello, pero no lo ha hecho, porque entonces estás personas de las que me advierte no me tendrían miedo. Soy hija de mis padres, pero no soy ellos, esa es la diferencia. Y si alguno de tu tripulación, capitán, agota mi frágil paciencia puede que entiendan porque a pesar de todo, he podido sobrevivir de una forma... mística durante tantos siglos sin llegar a tener una forma corpórea hasta que nació Alina.— Le informó dejando entre ver en sus palabras, no sólo una amenaza muy poco velada, sino el hecho de que ella era la Grisha más poderosa que había llegado a existir, o por lo menos una de las más poderosas, ya que aún no había llegado a desatar todo el potencial que albergaba su interior.
★★★
Finalmente puedo publicar este capítulo, tenía muchísimas ganas de publicarlo porque pasan muchísimas cosas y obviamente todos queríamos tener en escena a Sturmhond.
Lo primero, la escena del principio, sin duda Tomiris podría mandarlo a la sombra de una patada. Pero lo que se suele decir, del amor al odio hay un paso. Además de que me encanto hacer esa escena, obviamente centrada en la serie, pero también con ese toque. Porque obviamente Tom va a renegar, constantemente, del apellido Kirigan y del Morozova, por lo que de ahora en adelante me referiré a ella coml Svetlina.
Por otra parte, me encanto ver la dinámica del barco, se nota que hay buen ambiente y que se llevan bien. Al margen de que se vea a un señor en la taza del váter.
Aunque ame hacer la referencia el pequeño ejército, siempre asumí que Mal y Tomiris vieron cosas muy desagradables, y ver a un señor hacer del vientre seguramente fuera lo más normal del mundo.
En cuanto a la ausencia de dormir de Tomiris, bueno ta sabéis por qué es, pero es algo que la perseguirá constantemente. Principalmente por la culpabilidad que siente no sólo porque siga existiendo la sombra, sino también porque su padre fue quien la creó.
Y ya, la escena del final, si que es cierto que pensé que la gente la temeria por ser hija de su padre y no ser conscientes de quien es su madre, algo que ella siempre reinvidicara. Por eso se lo deja claro a Nikolai, aún así me encanto hacer esa escena, porque muestra que no son amigos, son aliados. Aunque obviamente eso va a ir cambiando, pero bueno tiempo al tiempo. Ya iréis viendo todo lo que hay en esta segunda parte, porque chicha hay. Mucha.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
Os leo ♥️
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