CAPÍTULO 13: KERAMSOV'S ORPHANS

—— KERAMSOV'S ORPHANS ——

—¿Qué te ha pasado en el hombro?— Preguntó Alina al ver la herida que Mal tenía en el hombro, pero aquella no era la única herida que tenía.

—No es nada.— Se limitó a decir, haciendo que las dos hermanas se mirasen sabiendo que era imposible que pudiera engañarlas.

—Conocemos esa voz.— Advirtió Tomiris en señal de que no las podía engañar, a fin de cuentas llevaban tantos años juntos que era imposible que tuvieran secretos entre ellos.

—¿Qué voz?— Preguntó haciéndose el tonto, como si aquello fuera algo sin importancia.

—La que pones cuando no estás bien.— Respondió Alina con obviedad mostrando que no era algo que tuviera importancia, pero parecía ser que era todo lo contrario.

—Estoy bien.— Insistió intentando convencer a ambas, pero aquello era algo imposible. —Pero tengo hambre.— Admitió haciendo que ambas hermanas vieran que Mal no había tenido mucha suerte en la caza, pero no le juzgaban, debían de tener cuidado, sobretodo ahora que ella y Alina eran perseguidas por todo el mundo.

—Pues hagamos algo de cena.— Respondió la menor de las hermanas como si fuera la cosa más normal del mundo.

—¿Por qué habéis hecho fuego? Si siguen buscandonos el humo les traería hasta aquí.— Las advirtió sorprendido de que Tomiris hubiera pasado por alto algo tan serio como aquello.

—Tom ya se ha encargado de que no nos vean.— Le tranquilizó la cartografa mientras miraba a su hermana, dedicándola una sonrisa de orgullo.

—La oscuridad evita que la luz... del fuego no se vea. Estaremos calientes y seguros. Además de que si temes que nos ataquen mientras dormimos, no te preocupes que me quedare despierta.— Le tranquilizó haciéndole ver que ella no quería que les pasara nada, pero ante sus palabras tanto Alina como Mal se miraron, sabiendo que ella no estaba bastante bien. Sobretodo en el hecho de su expresión, podía verse la tristeza y la decepción en su mirada, pero también la frustración y la impotencia ante todo lo que había sucedido. Por muy buen mentirosa que fuera, a ellos jamás les engañaria. No cuando su rostro reflejaba todos y cada uno de sus sentimientos.

—Bueno, sí Mal no ha cazado nada, entonces moriremos de hambre.— Comentó Alina sarcásticamente haciendo reír a ambos por lo dramática que había sonado.

—No llegaremos a eso.— Les tranquilizó mientras las daba a cada una un poco de comida que aún conservaba. —La clave está, en no congelarse.— Las recordó mientras Tomiris la daba su manta a Alina, sabiendo que de las dos era la que más miedo tenía.

—Nosotras podemos ayudar.— Afirmó mientras miraba a su hermana y Mal. —Darme las manos, tu también Tom.— La pidió haciendo que los tres crearán un círculo, haciendo que Mal las mirase confundido para a continuación ver como de ambas salían dos esferas de diferente color que terminaron por unirse. Creando una bola de luz de color morado.

—Os han enseñado a controlarlo.— Murmuró Mal sin creerse lo que estaba viendo con sus propios ojos, ya que parecía algo tan imposible que se había vuelto posible.

—No te asustes.— Le pidió Alina al ver la expresión del chico, el cual parecía estar impactado por todo cuanto estaban viendo.

—Vuestros poderes no me asustan.— Las tranquilizó sabiendo que de alguna forma debía de hacerlas ver que nada había cambiado, pero para desgracia de todos, las cosas ya habían cambiado. Y nada sería como antes, ya no podían echarse para atrás.

—Entonces somos nosotras, lo vimos. En Kribirgs.— Afirmó Alina decepcionada de haberse convertido en alguien a quien los demás temían, porque ni ella ni su hermana querían hacer daño. Lo único que querían era ayudar al resto.

—Lamento haber tardado tanto en encontraros.— Se lamento Mal sabiendo que de haberlas encontrado antes, tal vez no hubiera ocurrido todo lo que había sucedido.

—No te preocupes Mal, además volvemos a ser los tres, como los viejos tiempos.— Le tranquilizó Tomiris mientras sonreía feliz de que estuvieran los tres juntos, de que aquella pequeña familia que tenían estuvieran de nuevo juntos. —Los huérfanos de Keramsov de nuevo juntos.— Añadió mientras los tres reían.

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—Deberías de dormir, Tom.— Dijo Mal al ver como Tomiris miraba con cansancio hacia las llamas de la hoguera.

—Lo hare cuando estemos lejos de Ravka, tenemos que irnos lo más lejos posible.— Sentenció mientras mantenía la mirada en la hoguera, arrepentida de todo lo que había pasado. ¿Cómo era posible que estuvieran en aquel lío?

—¿Tanto miedo tenéis? Tu no le tienes miedo a nadie.— Afirmó sorprendido de lo que estaba viendo, ya que Tomiris era una de las personas más valientes que conocía, pero ahora parecía ser que las cosas habían cambiado.

—Él es diferente, peligroso.— Le advirtió mirándole con terror, haciéndole ver que no era quien decía ser. Y ella se arrepentía de todas aquellas decisión que había tomado, en especial de haber creído que quería ayudarlas y protegerlas, de hacer de Ravka un lugar mejor.

—Lo se, le conocí.— Admitió dándola la razón, Kirigan imponía miedo y respeto y si todo lo que sabían era cierto, era la criatura más peligrosa que existía y que existiría.

—Entonces están justificados mis temores.— Suspiró sabiendo que si Mal apoyaba sus temores era por una razón de peso, y eso solo ocasionaba que el miedo creciera más.

—Tom debes de tener cuidado, si Alina y tu sois su objetivo..., no podemos dejar que os atrape a las dos. De alguna forma una debe de esconderse si sucede.— La advirtió haciendo que la expresión de la mayor cambiará, ella no podía dejar que la pasara algo a su hermana y menos aún podía dejarla sola. Hacer aquello era ir en contra de todas sus promesas, de todo cuanto había hecho a lo largo de toda su vida.

—Pero...— Empezó a decir en señal de queja, sin entender por qué él la estaba diciendo algo así cuando mejor que nadie sabía cual de importante era Alina para ella.

—Te lo digo por que se que serias capaz de cualquier cosa por salvar a Alina, yo también lo haría por las dos. Pero sois la esperanza de Ravka.— La recordó haciendola ver que por una vez debían de olvidarse de su amor y de las promesas, y centrarse en un bien común. Un bien que afectaba a todas las personas que estaban doblegadas por la sombra y tal vez por la futura tiranía de Kirigan.

—Lo se, eso es lo que me aterroriza.— Suspiró sabiendo que él tenía razón, debían de demostrar que podían dejar de lado sus sentimientos, porque ella sabía que el oscuro lo usaría en su propio beneficio. —¿Y si nos volvemos en lo mismo que él?— Preguntó en un susurro mostrando que su temor era convertirse en aquello que debían de destruir.

—Vosotras jamás seréis como él, no sois malas ni asesinas. Sois puras y os queréis, no sois egoístas ni ambiciosas. Eso os diferencia de él.— La recordó Mal mientras la abrazaba sabiendo que Tomiris necesitaba aquel abrazo, pero él también. La ojiazul era lo más parecido que había tenido a una hermana mayor, y verla con aquel miedo solo le hacía sentir que debía de protegerla de todo aquel que quisiera hacerla alguna clase de daño.

—Te he echado de menos, Orestev.— Murmuró mientras le devolvía el abrazo sabiendo que lo que necesitaba estaba allí, solo quería a su hermana y a Mal, solo les necesitaba a ellos para ser feliz. No necesitaba poder, ni joyas, ni prestigio, solo a aquellas personas que habían sido su familia y que la habían apoyado.

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—Deberíamos de irnos.— Sugirió Tomiris mientras echaba más leña al fuego.

—Es peligroso permanecer en un sitio.— Añadió Mal apoyando el comentario de su amiga.

—No llegaremos lejos sino te curo eso.— Le informó Alina mientras mezclaba una serie de cosas que a la mente de Tomiris trajeron tantos recuerdos que la hacía sentir que estaba de nuevo en el orfanato, lejos de todos los problemas.

—Bien.— Suspiró Mal sabiendo que no podría ir en contra de ambas.

—Cuántos recuerdos me trae esto, Mal herido y nosotras curando sus heridas.— Sonrió Tomiris mientras se estiraba sorprendida de lo mucho que había cambiado su vida, ya no eran aquellos niños, ahora eran adultos que debían de hacer frente a los problemas y debían de asumir sus responsabilidades.

—Eran buenos tiempos.— Sonrió Alina mientras Mal se quitaba la camisa que llevaba, mostrando todas las heridas que tenía, las cuales estaban empezando a cicatrizar.

—Sí, no había problemas con los Grisha, ni ciervos ni un ser oscuro inmortal que va detrás de nosotras para usarnos como armas.— Comentó con sarcasmo haciendo que Alina la mirase con una expresión de pocos amigos por su comentario. —Dame la mano, y aprieta.— Le indicó a Mal haciendo que este obedeciera su indicación.

—El olor me recuerda a Keramsov.— Murmuró el chico mientras Alina le echaba la pasta sobre las heridas del hombro.

—Es el empaste que hacía Anacuya.— Le informó haciéndole ver por qué se les hacía tan familiar. —He añadido clavo para el dolor.— Añadió justamente cuando Mal reprimia una mueca de dolor, al mismo tiempo que agarraba a Tomiris con fuerza.

—¿Seguro que lleva bastante clavo?— Preguntó entre dientes.

—No me seas blando, Malyen. Te creía más valiente, que gran decepción.— Comentó Tomiris intentando distraerle para que no pensara en el dolor. —¿Mal como te has hecho estas heridas?— Preguntó esperando saber cómo habían aparecido ya que él parecía no querer hablar de ello.

—Nos emboscaron en la frontera Fierdana, yo salí vivo de milagro.— Empezó a decir mientras las dos hermanas se miraron asustadas por lo que aquello significaba y por lo cerca que ellas estaban. —Mikail y Dubrov no tuvieron tanta suerte.— Añadió haciendo que la expresión de Tomiris cambiará al escucharle.

—No...— Murmuró mientras sus ojos se llenaban de lágrimas al ser consciente de que sus amigos habían sido asesinados y que sus familias jamás podrían enterrar sus cuerpos.

—¿Tras las líneas enemigas?— Preguntó Alina con la voz entrecortada.

—Se ofrecieron, conocían los riesgos.— Las recordó sabiendo que todos eran conscientes de los peligros a los que se exponían. —Sí pudiera hablar con su familia, de lo valientes que fueron...— Empezó a decir con frustración en sus palabras ya que jamás sabrán de que fueron buenos soldados y buenas personas. —Sigamos hacia el oeste, llegaremos a la sombra.— Las indicó sabiendo que debían de poner toda la distancia posible.

—¿Le dijiste a Kieigan donde estaba el ciervo?— Preguntó Alina haciendo que Tomiris comprendiera lo que su hermana estaba planeando.

—No, no exactamente.— Negó sin entender nada.

—¿Pero cuanto sabe? ¿Puede encontrarlo sin ti?— Preguntó en esta ocasión Tomiris sabiendo que debían de adelantarse a él, debían de encontrar al ciervo antes.

—Le indique una zona amplia del mapa, nada más.— Las tranquilizó.

—Pero eso da igual, Mal tiene razón, llegemos a la sombra, la cruzamos y estaremos a salvo.— Intervino Tomiris esperando disipar de la cabeza de su hermana aquella idea que tenía de ir en busca del ciervo.

—Vayamos al norte, encontremos al ciervo antes que él.— Sentenció la invocadora del sol con firmeza.

—¿Qué? ¿Por qué?— Preguntó Mal sin entenderlo.

—Por que es un amplificador poderoso.— Respondió la mayor sabiendo que Alina podría usar su poder, ella era una invocadora poderosa.

—Podría darme fuerza para ayudar a Tom a destruir la sombra.— Añadió sabiendo que debían de hacer uso de todo el poder para poder acabar con aquel mal.

—Por eso Kirigan lo quiere a toda costa.— Afirmó Mal sin entender por qué querían ir tras aquello que seguramente el general estaba persiguiendo.

—Querrá darle otro uso seguramente.— Aseguró Tomris sabiendo que los planes de Aleksander eran tan ambiciosos como desconocidos.

—Pues en marcha.— Suspiró el rastreador sabiendo que llevar a ambas la contraria sería algo imposible.

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—Nunca había visto un arbusto de bayas tan pelado.— Comentó Alina sorprendida.

—Seguro que ha sido nuestro ciervo.— Afirmó Tomiris con una sonrisa de que estaban yendo por el buen camino.

—Sí seguimos por ahí lo alcanzaremos en un día o dos.— Añadió Mal apoyando el comentario de Tomiris.

—Bien.— Sonrió Alina orgullosa de que se estuvieran acercando por el camino correcto.

—Tomar.— Dijo el chico mientras las ofrecía unas pocas bayas. —Escuchar, estamos cerca de la frontera, y no quiero poneros en peligro.— Empezó a decir esperando que ambas comprendieran de lo peligroso que podía ser aquello.

—¿Desde cuando tú rehuyes de una pelea?— Preguntó Tomiris sorprendida por sus palabras.

—Desde que trabajo protegiendo a dos santas.— Respondió con cierto orgullo en sus palabras.

—¿Y si no somos ningunas Santas, solo somos nosotras?— Inquirió Alina dando a entender que ellas solo querían que todo volviera a ser como antes.

—A los ocho años me defendiais de niños que os sacaban tres años con un abrecartas.— Las recordó sabiendo que ambas siempre habían cuidado de él, y ahora era su turno de devolverlas aquella gran deuda. —Os devuelvo el favor.— Añadió con orgullo.

—Bueno, sí hacemos algo heroico serás testigo. Así podrás escribir canciones sobre nosotras.— Comentó Tomiris sarcásticamente.

—Que ricas, me comería un kilo más.— Murmuró Alina con una expresión de queja ante el hambre que tenía.

—Se te ha abierto el apetito, ¿eh? Eso es nuevo, no es malo. Al revés.— Empezó a decir creyendo que había metido la pata.

—Desde luego usar nuestros poderes nos está cambiando, tenemos más hambre.— Admitió la menor sabiendo que desde que hicieron uso de su poder el hambre se había intensificado de una manera inimaginable.

—Son los efectos de ser invocadora.— Respondió con obviedad Mal creyendo que se debía a ello.

—Por eso ha vivido tanto.— Murmuró Tomiris al darse cuenta de todo, finalmente las cosas encajaban.

—¿Quien?— Preguntó Alina sin entender nada.

—Aleksander, no se detendrá hasta encontrarnos.— Respondió la mayor sabiendo que debían de hacer algo, porque ahora tenían un enemigo que las seguiría siempre. —Ahora somos sus únicas amenazas.— Añadió con terror en sus ojos.

—¿Quien es Aleksander?— Preguntó Mal sin entender de quien estaba hablando la mayor.

—El general Kirigan.— Respondió Alina.

—Cometí estupideces en el pequeño palacio, y...— Empezó a decir creyendo que debía de darles alguna explicación.

—No nos des explicaciones, solo tenemos que protegernos.— La interrumpió Mal en señal de que no debía de avergonzarse de las decisiones que había tomado, era adulta y era libre de hacer todo cuanto quisiera.

—Vamos.— La indicó Alina mientras la agarraba de la mano.

★★★

El próximo capítulo tendremos información sobre la anterior invocadora de la luna, y tengo muchas ganas de llegar a esa parte, pero hasta entonces, vayamos con este capítulo.

En verdad no voy a comentarlo por partes, como normalmente suelo hacer, ya que al centrarme tanto en el episodio, pues siento que el fomentar todo sería repetitivo.

Si que es cierto, que me ha gustado mucho introducir a Tom en esta escena, porque aunque le quita romanticismo a la escena de Mal y Alina, no hace que sea tan violenta como fue la primera vez que la vi.

Además de que al final, Tomiris es como una hermana mayor para Mal, y para ella es un hermano pequeño, y tras todo lo que pasa, pues ella necesita aquello. Volver a estar con su familia.

Con la búsqueda del ciervo, bueno yo que no había leído los libros pues entendí parte del título, y cuando van tras él..., pues no entendía porqué Mal le encontró, luego obviamente sí lo hice, pero me gustó que conectarán todo. Porque es, básicamente, lo que yo hago.

Con respecto al próximo capítulo, bueno se irán sabiendo grandes cosas, cosas que obviamente ya he dejado caer.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ♥️


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