━━ 𝟐𝟎: rosa floreciente
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐄
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𝐄𝐋 𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐁𝐄𝐒𝐎 𝐃𝐄 𝐌𝐎𝐑𝐀𝐍𝐀 𝐎𝐂𝐔𝐑𝐑𝐈Ó 𝐂𝐔𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐓𝐄𝐍Í𝐀 𝐀𝐋𝐑𝐄𝐃𝐄𝐃𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐀Ñ𝐎𝐒 𝐘 𝐀Ú𝐍 𝐕𝐈𝐕Í𝐀 𝐄𝐍 𝐊𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐃𝐀𝐌.
Ella había estado huyendo de la stadwatch después de robar un reloj de la muñeca de algún turista. Solo la habían atrapado porque tropezó cuando un animador disfrazado chocó contra ella y el reloj cayó al suelo.
Corrió hasta llegar a la parte de la ciudad donde comenzaba el Barril y vio a un chico de su edad caminando por la calle. Sin pensarlo dos veces, Morana agarró las solapas de su chaqueta y lo acercó a ella, ocultándose de la vista de los guardias mientras presionaba sus labios contra los suyos.
Los guardias habían sido engañados por un par de niños enamorados. Y cuando Morana se apartó, le sonrió tímidamente al chico, cuya boca estaba abierta mientras la miraba.
─ Lo siento, eso fue muy inapropiado, pero la stadwatch estaba... Olvídalo. Lo siento ─terminó con una sonrisa forzada y el chico volvió a la realidad riendo.
─ Hazlo de nuevo y te perdonaré ─dijo con una sonrisa y Morana rodó los ojos─. Cada vez me gusta más Ketterdam.
─ ¿Eres turista?
─ En realidad, soy un residente recién llegado.
Morana frunció el ceño, mirando a su alrededor.
─ ¿Dónde están tus padres? Es peligroso estar aquí solo.
─ ¿Y los tuyos? ─replicó él. Sin darle tiempo a responder, hizo otra pregunta─. ¿Cómo te llamas?
─ ¿Por qué necesitas saberlo?
─ Una chica desconocida me ha besado en la calle. Me encantaría saber su nombre.
─ Soy Morana ─respondió ella, riendo.
─ Yo soy Jordie ─contestó él.
Y Morana no volvió a verlo después de ese día.
Jordie Rietveld, como él le había informado mientras se sentaban al borde de la calle, se había mudado a Ketterdam con su hermano menor Kaz después de que su padre falleciera. Aparte de eso, no sabía nada sobre él. Y un par de semanas más tarde, ella huyó de Ketterdam.
Ese había sido su primer beso. Tan caótico como cada momento de su tiempo en Ketterdam; pero claramente sin pasión, sin amor y sin una chispa real. Si hubiera permanecido ahí, tal vez habría llegado a querer a Jordie. Pero no lo hizo y nunca lo sabría. Lo que sí sabía era que, aunque ese había sido su primer beso, todo con Nikolai se sentía como si fuera la primera vez.
Porque era la primera vez que estaba enamorada. Morana Zoreslava estaba enamorada.
Y no tenía miedo de admitirlo, estaba embriagada sin remordimientos por el Rey de Ravka y no le importaba envenenarlo. Ya no más. No cuando iban a acabar con su padre de una vez por todas. No cuando Nikolai estaba cayendo justo a su lado y se ahogarían juntos en el otro.
Ella observó con una sonrisa, aferrando su brújula en la mano mientras él se encontraba en la cubierta de su segundo barco volador, hablando ante la multitud como lo haría un verdadero Rey.
Él le guiñó un ojo al terminar su discurso y Morana los observó alejarse volando antes de seguir a Alina, Mal, David y Genya hacia la capilla.
Sin embargo, algo le resultaba inquietante.
Morana observaba nerviosa mientras David luchaba por reunir el coraje necesario para cortar el dedo de Mal, llegando al punto en el que estuvo a punto de ofrecer sus servicios como carnicera.
Sin embargo, no era la futura falta del dedo de Mal lo que hacía que Morana mirara a su alrededor. Sentía las sombras cerca, aunque débilmente debido a la proximidad de la Sombra. Pero las sentía.
Justo cuando David volvió a levantar las tijeras, Morana levantó la mano para detenerlo.
─ Algo no va bien...
La ventana se rompió y sus cabezas se giraron hacia el vidrio roto mientras las sombras se derramaban por el suelo, formando la figura de un nichevo'ya.
─ ¡Corred! ─dijo Morana, apartando a David de un empujón mientras se colocaba frente a la criatura.
Levantando las manos mientras escuchaba sus pasos, trazó una cuerda de luz en el aire, disipando a las sombras; y se unió a los demás tan pronto como vio que desaparecían.
La respiración de Morana se volvía más pesada mientras corría, golpeando cualquier sombra en movimiento con su magia. Siguió a Mal y a Alina, siguiendo su vínculo con Mal, y los vio justo cuando el suelo tembló y un grito rasgó su garganta. De repente, un ácido recorría sus venas, quemándola desde adentro, era la merzost intensificándose.
La Sombra se estaba moviendo.
Morana tropezó y casi cayó al suelo, de no ser por Mal y Alina, quienes la sujetaron.
─ La Sombra ─murmuró entre dientes mientras se obligaba a caminar más rápido junto a ellos─, se está...
─ Lo sabemos ─dijo Alina, mirando a su alrededor mientras avanzaban por los oscuros pasillos del fuerte, la noche no deseada descendiendo sobre ellos.
Morana convocó toda la luz que pudo, haciendo que luchara contra las sombras en su sangre, para aliviar el dolor mientras caminaban hacia afuera. Eso hacía un mundo que parecía haberse vuelto del revés, sumergido en la noche de su padre y sus criaturas vagando por el cielo.
Y si la merzost quería corromperla, Morana se aseguraría de poder matar con ella.
Ella apartó a Mal y a Alina de su lado, y con un grito ensordecedor, lo liberó todo: las sombras y la luz. Respondió al llamado de la merzost y una ráfaga de magia salió de su cuerpo como una explosión; las luces y las sombras se mezclaron, formando una rosa floreciente. Venenosa. Hermosa. Mortal.
Los Volcra comenzaron a caer del cielo. Como si fueran lluvia.
Morana se giró y vio las manos de Alina levantadas en al aire, formando un escudo de luz que la protegía a ella, a Mal y a los pocos supervivientes que estaban afuera.
Jadeando mientras recuperaba el aliento, Morana sonrió, mirando sus manos, unas manos que acababan de crear una explosión de amanecer. Miró de nuevo a Alina y a Mal.
─ ¡Agáchate, Mora! ─gritaron Alina y Mal, y Morana solo tuvo tiempo para girarse, viendo un nichevo'ya frente a ella, su cabeza sin rostro inclinada hacia ella, en una curiosidad sombría.
Morana le devolvió la mirada, la luz y las sombras danzando alrededor de sus dedos; incluso mientras sentía que las sombras ganaban, incluso mientras sentía que el equilibrio se desvanecía, incluso mientras sentía ácido en sus venas como veneno.
─ ¡Morana, corre! ─gritó Mal.
─ Puedo llamarlos hacia mí ─dijo Morana mientras se le formaba una idea en la mente─. No me están haciendo daño. Puedo llamarlos a todos...
─ ¡Aléjate de eso, Mora!
─ Mal, puedo salvar a todos... ─las palabras de Morana se apagaron mientras sus rodillas se doblaban, otro nichevo'ya apareciendo a su lado, más sombras atrayéndola.
─ Mal, tenemos que alejarla de ellos ─escuchó a Alina decir mientras otro nichevo'ya aparecía, invocado por ella, en un intento de negociar su lugar entre las sombras para que la otra pudiera escapar.
Los nichevo'ya a su alrededor crecieron en tamaño mientras sentía una mano en su hombro y las piernas de Morana cedieron, la merzost desequilibrada era demasiada como para mantenerse de pie. Cayó hacia atrás, golpeando el pecho de Mal mientras él intentaba alejarla.
Pero Mal también estaba desequilibrado por la merzost.
Morana sintió una lágrima escaparse de su ojo, pero no estaba llorando. Débilmente, y aun invocando a los nichevo'ya a su lado, otro apareció junto a ella. Morana extendió la mano para secarse la lágrima y al mirar hacia abajo vio que era oscura, sangrienta.
─ Mora, ¡deja de llamarlos! ─suplicó Alina.
─ Han dejado de atacar ─murmuró Morana mientras su cabeza descansaba en el pecho de Mal, mirando hacia arriba a los nichevo'ya que se reunían a su alrededor, permaneciendo allí como sombras convertidas en seres vivos, como si estuvieran esperando a que ella se desplomara en las sombras y despertara como uno de ellos.
Apareció otro, y Morana podía sentir como la oscuridad se acumulaba en su mente. Lo último que vio fue un nichevo'ya desapareciendo entre una luz dorada y el sonido de una espada cortando el aire.
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𝐄𝐑𝐀 𝐔𝐍𝐀 𝐄𝐌𝐁𝐎𝐒𝐂𝐀𝐃𝐀. Y Nikolai había caído directamente en la trampa, llevando consigo a un grupo de personas hacia su perdición. El Colibrí se había estrellado, Nikolai estaba herido y todo parecía convertirse en cenizas.
─ Este era su plan desde el principio. No el orfanato, sino atacarnos aquí. Sorprendernos ─dijo Nikolai con un gruñido mientras se sujetaba la pierna al subir la colina hacia el fuerte, las raíces y las piedras hacían el camino irregular, lo que le obligaba a caminar más despacio y necesitar la ayuda de Dominik para avanzar.
─ Deberíamos parar y revisar tu pierna ─dijo este último mientras Nikolai se apoyaba a un árbol.
─ No, tenemos que regresar y encontrar a Alina ─dijo Nikolai mientras avanzaba, ignorando el persistente dolor en su pierna. Tengo que encontrar a Morana, pensó para sí mismo. Si el Oscuro está atacando el fuerte, Morana y todos los que están dentro están el peligro. Se dio la vuelta, mirando hacia el camino por el que habían venido─. ¿Nos han visto?
─ Hay demasiada cobertura de árboles ─dijo Dominik, mientras Nikolai divisaba al grupo de Grisha desquiciados en la parte baja de la colina─. No tienen una línea de visión clara hacia nosotros. Deberíamos poder llegar al fuerte.
Entonces, una hilera de árboles lejos de ellos se encendió en llamas, reducidos a cenizas, y el fuego desapareció con el viento, dejando un pasaje seguro para los Grisha sin árboles que les obstaculizaran. Nadia jadeó.
─ ¿Cómo pueden ser tan poderosos?
─ Vamos ─dijo Dominik, mientras ayudaba a Nikolai a caminar más rápido cuesta arriba.
Cojeando, subió la colina, pero ni siquiera podía concentrarse en sus piernas cuando todo en lo que podía pensar era en la posibilidad de que el Oscuro ganara, la posibilidad de que Ravka dejara de existir tal como lo conocía; y Morana estaba en el fuerte, donde no sabía si estaba a salvo o no.
─ Mantened a Nikolai al frente ─dijo Dominik mientras caminaban más rápido, adentrándose en un terreno más plano─. Proteged al Rey.
─ Si podemos entrar a través de los fosos y la puerta principal antes de que nos atrapen, tal vez tengamos una oportunidad ─dijo Nikolai, pero detuvo sus pasos mientras el suelo temblaba bajo sus pies.
Una sirena comenzó a sonar a lo lejos y Nikolai levantó la vista, sus labios se abrieron por el horror, su corazón se detuvo al ver cómo la Sombra se movía, engullendo el fuerte como un tsunami de sombras. Mora.
─ Santos, ayudadnos ─dijo Dominik.
─ Morana ─murmuró Nikolai mientras miraba las sombras, y sin pensarlo dos veces, sin importarle el dolor en su pierna o cuál mal herido pudiera estar, comenzó a correr, con todos siguiéndolo de cerca.
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─ 𝐓𝐄 𝐏𝐀𝐑𝐄𝐂𝐄𝐒 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐎 𝐀 𝐓𝐔 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐄.
Morana frunció el ceño, parpadeando al encontrarse de pie en medio de un desierto, en plena noche. Pero al escuchar los gruñidos a su alrededor, se dio cuenta de que todavía estaba en la Sombra.
Y lo encontró, parado allí. Vestido con una kefta negra, el rostro marcado por los Volcra, y una sonrisa cruel y provocadora.
Morana fulminó con la mirada a su padre.
─ No me parezco en nada a ella.
─ No la conociste antes de envenenarla, Morana.
─ Afortunadamente ─dijo Morana con los dientes apretados, mirando a su alrededor. Trataba, con todas sus fuerzas, de descubrir dónde se encontraba. Su cabeza se sentía ligera, y al tocar sus mejillas, no sentía lágrimas de sangre manchándolas. ¿Acaso estaba muerta?
─ Yelena era una soldado fuerte. Inteligente ─él inclinó la cabeza hacia ella y Morana solo pudo devolverle una mirada desafiante, con la mandíbula apretada─. Ella era especial. Y ahora sé por qué.
─ Ilumíname ─dijo Morana con sarcasmo en sus labios, mientras miraba significativamente las sombras a su alrededor. Sus labios se curvaron ligeramente.
─ Ella te trajo a mí ─dijo él─. Todo lo que siempre podría pedir en una hija. Y te ocultó de mí todos estos años.
─ Yo misma me oculté de ti ─dijo Morana.
─ El Espejismo Carmesí. Sí, lo sé ─murmuró pensativo, observándola con escrutinio como si evaluara una inversión─. Eres poderosa, hija, demasiado poderosa como para estar confiada en intentar salvar Ravka.
─ ¿Debería destruirla en su lugar?
─ Masacraste a los Volcra como si fuera un juego de niños ─dijo él─. Vi la explosión desde quilómetros de distancia. Sin embargo, te conformas con un simple Rey cuando podrías ser la Emperatriz.
─ No tengo sueños de poder.
─ ¿Entonces en qué sueñas? ¿En el amor? ─preguntó él, con los labios curvados con desprecio─. El amor solo lleva al desamor. Al deseo. Y el problema con el deseo es que te debilita.
─ Eres un hipócrita. Tú quieres más que nadie. Quieres el mundo entero, ¿y para qué? ─Morana se acercó a él, frunciendo los labios mientras lo miraba fríamente─. La merzost te está matando. Y morirás. Conquistes el mundo o no.
─ Pero dejaré un legado ─dijo él, sus ojos carentes de luz─. Te lo dejaré todo a ti.
─ ¿Se supone que debo estar agradecida?
─ Nuestra familia puede gobernar el mundo. Baghra no pudo verlo...
─ No somos familia. Y estaré encantada de verte morir. Y hacer de Ravka un lugar mejor. Arreglar tu desastre. Porque nunca fuiste realmente un Rey ni un Emperador. Eres un hombre patético que, en siglos de vida, se convenció de que la destrucción era la forma de gobernar...
Morana jadeó cuando sintió su mano apretando su garganta, mientras él la levantaba en el aire, con las fosas nasales dilatadas y una mirada penetrante.
─ Dime entonces, ¿cómo lo habrías hecho tú? ¿Casándote con un Lantsov? ¿Convirtiéndote en una Reina que se sienta ociosa en la corte?
Él la lanzó al suelo y Morana cayó con fuerza. Apretó la mandíbula mientras se levantaba, mirándolo con furia.
─ Ya conquisté un mundo. El Mar Verdadero está a mi merced. Los piratas están de mi lado. Ya soy una Reina en su mundo. Y no me quedo sentada sin hacer nada.
─ Ravka no es el Mar Verdadero. No puedes chasquear los dedos y hacer que los piratas tontos supliquen a tus pies. La población te colgará por lo que eres, por lo que realmente eres. Una Grisha que usa la merzost. Una abominación a sus ojos.
Morana rodó los ojos, apretando los puños con fuerza.
─ Por supuesto, Ravka no es el Mar Verdadero. El Mar Verdadero está libre de tu oscuridad. Y Ravka ha sido manchada por ella. Igual que yo. Si puedo intentar luchar contra tu veneno, también puedo hacerlo por Ravka.
Sus labios se curvaron en una mueca de desprecio y su ceja se levantó con condescendencia.
─ No serás Reina, Morana. Serás la esposa del Rey y hay una gran diferencia en ello. El Rey no tiene que inclinarse ante ti. No tiene que escucharte.
Dio un paso hacia adelante, mirándola desde arriba.
─ Eres mi hija, poderosa como una Morozova debería serlo, y cuando te des cuenta de tu error, estaré aquí. Ningún Rey se arrodillará ante un monstruo.
Morana se sobresaltó, abrió los ojos y se sentó, chocando su cabeza contra una chica que estaba suspendida sobre ella, gimiendo al ver a la chica levantándose y sujetándose la frente. La desconocida tenía el cabello castaño rojizo e, incluso en la oscuridad de la Sombra, Morana podía ver sus ojos claros.
─ ¡Santos! ─exclamó la chica maldiciendo─. ¿Así es como agradeces a una Sanadora?
─ ¿Quién eres? ─frunció el ceño Morana.
─ Ella es Nina Zenik ─dijo una voz familiar y Morana giró la cabeza hacia un lado, viendo a Zoya parada en medio de la cubierta del Colibrí, con las manos levantadas en el aire─. ¿Linda siesta?
─ Vete a la mierda, Zoya ─murmuró Morana mientras se ponía de pie.
Mirando a su alrededor mientras volaban a través de la Sombra, Alina creó una cúpula de luz alrededor del Colibrí para mantener alejados a los Volcra. Se giró nuevamente hacia Nina, quién ahora estaba sentada en un banco junto a una chica Suli, sosteniendo una espada que supuso que era la Neshyenyer.
─ Gracias por curarme. Supongo que eres parte de los Cuervos, ¿verdad? Soy Morana.
Nina sonrió.
─ Cualquier enemigo de Zoya es mi amigo. Y sí, ella es Inej.
Inej asintió con una sonrisa justo cuando Alina habló a Mal, quién estaba dirigiendo la nave.
─ Sigue en esta dirección. Estamos cerca.
─ Mora ─llamó Mal y Morana se giró hacia él, frunciendo el ceño─. ¿Qué pasó allí atrás?
─ Te salvé ─dijo Morana con un gesto de fastidio─. Los nichevo'ya no me hacen daño.
─ ¡Sí lo hacen! ─argumentó Mal.
Morana frunció los labios y se tocó las mejillas para descubrir que sus lágrimas de sangre habían sido borradas.
─ Deja de preocuparte, Oretsev, estoy bien ─le dijo.
─ Cuando te vimos caer, estabas llorando sangre ─dijo Zoya con un tono desafiante, y Morana frunció el ceño.
─ ¿Te estaba hablando a ti?
─ Estoy preocupada por mi futura Reina ─dijo Zoya con una sonrisa burlona─. No soy más que una patriota.
─ ¿Futura Reina? ─preguntó Nina, levantando ambas cejas en señal de interrogación, mientras que Inej miraba a Morana con curiosidad.
Morana apretó la brújula de Nikolai en su mano y suspiró.
─ Salvar a Ravka es una prioridad. Si no podemos hacerlo, ni siquiera habrá una monarquía de la que hablar. Así que enfocaos en la tarea que tenemos entre manos.
─ Muy real de tu parte ─dijo Zoya con una sonrisa y Morana la miró con desdén.
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