━━ 𝟏𝟐: veneno de elección
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐄
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𝐌𝐎𝐑𝐀𝐍𝐀 𝐙𝐎𝐑𝐄𝐒𝐋𝐀𝐕𝐀 𝐇𝐀𝐁Í𝐀 𝐈𝐍𝐕𝐎𝐂𝐀𝐃𝐎 𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐄𝐂𝐄𝐑.
Eso es lo que Tolya había dicho, eso es lo último que ella había sentido, el equilibrio entre la luz y la oscuridad, el momento en el que uno no está seguro de si todavía es de noche o si el nuevo día está por llegar. Ella sintió ese equilibrio y luego las sombras ganaron, y fue sumergida en la oscuridad, pero por un breve instante, pudo sentir al día intentando llegar.
Por eso se despertó con una pequeña sonrisa en su rostro. Fuera lo fue fuera que la sumergía en la oscuridad, tenía una salida y ella encontraría lo que fuera y lo aniquilaría para liberarse.
Y si se trataba de su padre... oh, qué deleite sería poner fin a su vida.
Se despertó con un nuevo propósito en Ravka y ese era asegurarse de que cuando se fuera, nada pudiera arrastrarla de vuelta; especialmente no por alguna molestia conexión con un mandamás loco, o en realidad, un rastreador.
─ ¿Qué tal una demostración? ─preguntó Tamar, haciendo un gesto para que Morana ocupara el área del centro de entrenamiento, donde Nadia y Alina estaban entrenando, aunque técnicamente era para que Alina intentara dominar su poder, pero la chica estaba descansando─. Nunca he visto el Espejismo Carmesí fuera del mar.
Los ojos de Morana brillaron de emoción y ella sonrió con malicia.
─ ¿Me atraparás si me desmayo?
─ ¿Por qué te desmayarías? ─preguntó Nadia, en quien Tamar había confiado lo suficiente como para que supiera de sus manipulaciones de luz y sombra, al igual que Alina, quien ya lo había descubierto, en parte.
─ La Pequeña Ciencia me afecta de manera diferente ─respondió Morana de manera simple mientras se dirigía al centro de la habitación, asintiendo a Tamar, quien estaba cerca de ella.
Morana solía usar sus poderes solo al amanecer, cuando se sentía más poderosa, pero esperaba poder invocar lo que sea que hubiera invocado la noche anterior, ahora sin necesidad de que el poder de su padre la llamase.
Levantando las manos en el aire, Morana las movió en círculos, reuniendo sombras y luces y moldeándolas, y de repente, parecía como si las cuatro estuvieran de pie bajo el agua.
Las algas brotaron del suelo, reemplazando el terreno, y todo tipo de peces coloridos, tiburones y criaturas nadaban a su alrededor. Y aunque su mente empezaba a sentirse débil, Morana se aferraba a la sensación que había tenido la noche anterior, tratando de hacer aflorar el poder.
Podía escuchar a Alina, Nadia y Tamar riendo mientras pasaban sus manos por el aire, y atravesaban todo como si no estuviera allí; eran solo espejismos. Y por un momento, Morana lo sintió, esa sensación liberadora y abrumadora que la hacía sentir más fuerte en lugar de más débil como la Pequeña Ciencia. Y aunque en ese momento todo parecía estar en equilibrio, por mucho que tratara de mantenerlo, las sombras ganaron.
Morana retrocedió, dejando caer los brazos a los costados, y jadeaba, maldiciendo entre dientes. Tamar estuvo a su lado en un segundo, ayudándola a mantenerse erguida; una vez que pudo respirar y superó el pequeño momento de decepción, Morana se volvió hacia las chicas con una sonrisa, limpiando la gota de sangre que sentía correr por su nariz.
─ ¿Quién sigue?
Alina igualó su sonrisa mientras avanzaba, colocándose en el camino de los maniquíes de entrenamiento, tratando de lograr lo que había estado practicando toda la mañana. El Corte.
Morana vio cómo Alina invocaba la luz, rayos brillantes y azules que se reunían a su alrededor y luego empujaba su brazo hacia adelante, lanzando el poder hacia el maniquí, que fue arrojado hacia atrás, iluminando el camino.
Tamar soltó una risa.
─ Bueno, no es el Corte, pero es efectivo.
Alina se volvió hacia ella y Morana sonrió justo cuando se escucharon pasos detrás de ellos y Adrik apareció, ligeramente agitado.
─ Lo sé, no quieres que te molesten, pero te necesitan en la sala de guerra.
Morana no tenía nada mejor que hacer, así que se unió a las otras tres mujeres mientras se dirigían a la sala de guerra. Alina se tambaleó cuando llegó a la habitación.
─ David ─murmuró.
Morana dio unos pasos adelante, frunciendo el ceño ante la nueva llegada, un hombre esposado que parecía no poder lastimar a una mosca.
─ Oh, así que lo conoces... ─dijo Nikolai y fue entonces cuando Morana volvió sus ojos hacia él; él le dirigió una mirada y le regaló una pequeña sonrisa antes de volverse hacia Alina con el rostro serio─. Él afirma haber escapado del General Kirigan, que está muy vivo.
Las cejas de Morana se alzaron sorprendidas mientras miraba de nuevo a David. Ella sabía que su padre estaba vivo, podía sentir su llamado, solo podía ser él, pero nunca lo había conocido. Y ahora estaba rodeada de personas que lo conocían, que lo odiaban tanto como ella.
─ Se entregó sin resistencia. Llevaba esto ─Nikolai le entregó a Alina un diario desgastado─. Dice que es uno de los diarios de Morozova. Yo, por mi parte, estoy ansioso por saber más, pero él insiste en hablar contigo.
─ Alina... ─David intentó acercarse a ella, pero Tolya lo detuvo en seco. Morana se apoyó en la mesa de la sala de guerra, disfrutando plenamente de este nuevo conocido─. Sé que te hice daño. Por favor, créeme cuando digo que lamento mi papel en eso. Sé que tienes razones para desconfiar de mí, pero no tengo lealtad hacia el General Kirigan.
─ ¿Sobrevivió a los Volcra? ─preguntó Alina, aunque no sonaba como una pregunta; no cuando la respuesta era obvia.
─ Me temo que sí ─asintió David─. También sabe que has sobrevivido y estás en el este de Ravka.
─ Dinos dónde está ─dijo Mal.
David negó con la cabeza y los labios de Morana se contrajeron en diversión, aunque su sonrisa se desvaneció cuando sintió a Nikolai acercarse a donde estaba ella.
─ No, no, no. Mmm... Eso sería una muy mala idea.
─ No puedes esperar que confiemos en ti a menos que compartas información ─replicó Alina.
David no se movió.
─ Enfrentarlo sería un suicidio ─suspiró─. Kirigan usó la merzost para crear algo en la Sombra. Criaturas que cumplen sus órdenes, del tamaño de dos hombres. Formadas de pura sombra. No tienen aliento que tomar, no tienen corazón que detener, no tienen sangre que drenar, pero viven. Viven y matan. Son los nichevo'ya. Nada...
La mandíbula de Morana se apretó mientras él hablaba, mientras lo escuchaba describir a las criaturas dentro de ella con tanta facilidad. ¿Era ella eso? Solo una nichevo'ya. Mi pequeña y adorada abominación, resonaba la voz de su madre en su cabeza.
─ Balas, cuchillas, fuego, todo simplemente pasa a través de ellos y caminan libremente bajo la luz del sol ─continuó David─. Temo que la merzost pueda ser la única forma de matarlos.
─ Entonces, ¿cómo lograste escapar? ─preguntó Mal.
─ Genya ─fue la respuesta de David─. Intentamos escapar juntos, pero... los nichevo'ya. Ella se sacrificó para sacarme. No sé si sobrevivió.
─ Un espía inteligente siempre se hace pasar por víctima ─dijo Tolya justo cuando algo hizo "clic" en la cabeza de Morana.
─ Tienes un punto de vista válido, Tolya ─dijo Nikolai, pero Morana lo interrumpió, hablando por encima de él.
─ ¿Cuándo fue esto? ─preguntó, dejando clara su presencia en la habitación. Ignoró a Nikolai mientras él se acercaba y se volvió completamente hacia David─. ¿Cuándo te atacaron los nichevo'ya?
─ Anoche, tarde ─fue la respuesta de David y las cejas de Morana se alzaron.
─ ¿Siempre están allí? ─insistió, ignorando las miradas de las personas a su alrededor, ignorando la forma en la que estaba usurpando el interrogatorio─. ¿Siempre están allí o aparecen de vez en cuando?
David frunció el ceño y asintió con vacilación.
─ No sabemos cuándo aparecen. No he logrado encontrar un patrón.
Morana soltó un bufido incrédulo y se apartó de la mesa, y por un breve segundo sus ojos se encontraron con los de Nikolai, y la mirada que le dio le dijo que él sabía exactamente a dónde se dirigía con su pregunta.
Nikolai habló, volviéndose hacia Alina.
─ Como líder del Segundo Ejército, esta es tu decisión. ¿Qué haremos?
Alina evaluó a David de arriba abajo antes de dirigirse a Nadia.
─ Tú conoces a David desde hace mucho más tiempo. ¿Qué opinas?
─ Kirigan siempre lo mantuvo muy cerca ─respondió Nadia, y Alina asintió.
─ Llévenlo a una celda de detención.
Con eso, Tolya se llevó a David. Y Mal aclaró su garganta.
─ Necesitamos un momento a solas, por favor.
Morana no necesitó que se lo dijeran dos veces para abandonar la habitación, no cuando se dio cuenta de lo que la estaba llamando, no era solo su padre. No del todo. Si no sus monstruos.
Lo similar atrae a lo similar. Los monstruos atraen a los monstruos. Morana se negaba a ser un monstruo, especialmente cuando había encontrado la luz que tanto había buscado, enterrada profundamente y anhelando equilibrar la oscuridad.
Se encontró de nuevo en la sala de entrenamiento vacía y se subió las mangas mientras se acercaba al lugar en el que Alina había estado parada, apretando la mandíbula.
Lo similar atrae a lo similar.
Mira, los monstruos también sangran.
Tu padre te hubiera amado; al menos durante el amanecer. A él no le gustaban mucho los débiles.
Fuiste mi mayor arrepentimiento.
La voz de su madre resonaba en su cabeza, una y otra vez, y Morana podía sentir toda la ira, todo el odio y toda la desesperación que se había acumulado a lo largo de los años. Pero también podía escuchar y sentir la luz de su vida, el amor, el cuidado, la emoción y la alegría que resonaban en su mente, en sus sombras, como un recordatorio de que cada noche más oscura conducía al amanecer, conducía al día.
Morana, mi querida criatura.
Mi sirena del Mar Verdadero.
Estás envenenando mi sangre.
Tonterías, cariño.
Tu padre te arruinó,
tú me arruinaste a mí,
lo arruinaste todo.
No eres una carga para mí.
Di que me crees, cariño.
Antinatural, maldita.
Mi veneno elegido.
Mi mayor arrepentimiento.
Un grito se escapó de sus labios y ella empujó sus manos hacia adelante, una cuerda de sombras disparándose desde sus palmas, envolviendo al maniquí y destrozándolo.
Confía en mí, Mora, permíteme ser aquel a quién le permitas ver tu luz.
Recordó lo que se había preguntado. ¿Qué luz? Pero estaba allí y se negaba a ser llamada un monstruo por un desequilibrio que no era culpa suya. Por algo que su padre había causado. Por algo que su madre había alimentado.
Una risa escapó de sus labios mientras miraba sus manos, una sonrisa creciendo en su rostro. Ella lo había logrado. Y no era Pequeña Ciencia. Para nada. No estaba invocando sombras ni luces. Lo que hacía era magia; ¿merzost? Lo que hacía, hacía que su corazón latiera con emoción en lugar de cansancio. Eran solo espejismos; las balas, los cuchillos y los golpes los atravesarían, pero ella era capaz de hacer que los espejismos fueran tangibles. Y no se sentía antinatural. Era un equilibrio entre el día y la noche; se sentía como el amanecer.
Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, dejando que la sensación recorriera sus venas, intoxicándola. Tal vez no tenía el control. Tal vez las dudas la atormentarían para siempre. Tal vez Morana estaba destinada a ser la abominación de su padre, el arrepentimiento de su madre. Pero sabía una cosa, ahora más que nunca, se las arreglaría en el mundo que luchaba tan duro en su contra, iba a intentar demostrarle a su madre que se equivocaba.
¿Y si ella era veneno? Sería el más dulce de todos.
Ella salió del centro de entrenamiento, en busca de Tolya para que la llevara a la celda de David para poder interrogarlo más a fondo. Entró en la sala de guerra, pensando que lo encontraría allí con Nikolai y Tamar, ya que esperaba que Alina y Mal se hubieran ido. Sin embargo, solo Nikolai estaba allí, frunciendo el ceño frente a un mapa sobre la mesa, y al escuchar el sonido de los tacones de sus botas golpeando el suelo, giró la cabeza hacia ella.
─ ¿Dónde está Tolya? ─preguntó Morana antes de que él pudiera decir una palabra, y notó cómo un músculo de su mandíbula se contraía.
─ ¿Qué necesitas? ─preguntó en cambio, y Morana rodó los ojos.
─ Iré a buscarlo yo misma ─ella se volteó para irse, pero él se apresuró hacia ella y agarró su muñeca, tirando de ella hacia atrás. Morana lo miró con una ceja levantada y sin impresión─. Suelta mi muñeca ─murmuró lentamente, y los dedos de Nikolai la soltaron.
─ Mora, por favor, necesito disculparme...
─ Ya lo hiciste ─Morana inclinó la cabeza hacia él─. Te perdono, moi tsarevich.
─ Entonces deja de llamarme así ─dijo Nikolai con los dientes apretados.
─ ¿Preferirías Su Alteza?
─ Estamos muy lejos de dirigirnos por títulos ─dijo Nikolai─. Detente.
─ Sí, Su Alteza, si así lo deseas ─respondió Morana con una dulce sonrisa y uno de los ojos de Nikolai se contrajo.
─ Deja de fingir que nunca pasó nada, que no te lastimé. Grita si es necesario, regáñame, pero no nos apartes, Mora ─dijo él, y los labios de Morana se curvaron en una sonrisa maliciosa.
─ ¿Nos? ─repitió ella─. No existe un "nosotros", Su Alteza. Sería un escándalo perseguir a otra persona mientras estás comprometido.
─ Tú me dijiste que hiciera el anuncio ─dijo Nikolai, su voz suavizándose después de su enfado anterior, casi adoptando un tono suplicante─. Aún puedo cancelarlo...
─ ¿Y luego qué, moi tsarevich? ─Morana acercó su mano a su rostro, su pulgar rozando su mandíbula─. ¿Borrarás mis preocupaciones y mis lágrimas con un beso? ¿Me tendrás de nuevo en tus brazos en la oscuridad de la noche?
Su mano se extendió hacia su muñeca, sosteniéndola en su lugar.
─ Haré lo que sea necesario para tenerte a mi lado ─dijo él.
Morana emitió un sonido.
─ ¿Rogarás? ¿Te arrastrarás? ¿Implorarás y rezarás por mi toque? ¿Por mi amor? ─preguntó, apartando su cabello de su rostro con su otra mano, como el dulce veneno que era.
─ Si quieres que esté de rodillas, Mora, todo lo que tienes que hacer es decirlo.
─ Adelante entonces, cariño.
Y por segunda vez desde que lo había conocido, Nikolai se arrodilló ante ella, mirándola con súplica en los ojos, con una devoción que solo se le daría a un gobernante. Era casi demasiado fácil atraerlo, hacer que suplicara por ella, pero no podía dejar que él viera cuánto la afectaba. Podía ver cómo sus ojos la absorbían mientras se arrodillaba, cómo escuchaba cada palabra que salía de sus labios, y ella se regocijaba en el poder que le otorgaba.
Morana dejó que sus dedos se enterraran en su cabello, tirando de las raíces para hacer que levantara la mirada hacia ella, y se inclinó hacia su cuello, dejando un rastro de besos hasta llegar a su oído, regocijándose en el bajo gemido que escapó de sus labios.
─ Te ves devastador arrodillado ante mí, cariño ─susurró, su voz goteaba seducción, una melodía de una sirena, atrayendo a un marinero hacia aguas frías y peligrosas─. Verdaderamente intoxicante.
Besó el hueco de su garganta, sintiendo sus latidos contra sus labios, el gruñido que surgía de él ante su contacto.
─ Pero no quiero que canceles el compromiso.
─ Mora... ─gimió cuando ella tiró con más fuerza de su cabello, elevando su rostro para encontrarse con el suyo, con una pequeña sonrisa juguetona en sus labios. Sus ojos estaban ardientes mientras la miraba, la frustración burbujeaba en la superficie, pero el deseo parecía predominar.
─ Esto te humillaría a ti y a Alina, y te haría parecer inferior que al bastardo de tu hermano cuando eres mucho más que eso ─dijo ella, y sus ojos se cerraron mientras ella rozaba su pulgar contra su labio inferior─. Mi corsario, mi Príncipe, mi Nikolai.
─ Tuyo ─murmuró, una sonrisa asomándose en sus labios, y ella supo que decía la verdad, que realmente creía que podía ser suyo a pesar de que todo el mundo le dijera que no. Suyo, aunque su deber estuviera por encima de ella, como debería ser.
Morana chasqueó la lengua, negando con la cabeza.
─ Pero, cariño, en realidad no eres mío, ¿verdad? Nunca lo serás.
─ Ya lo soy, Mora ─argumentó Nikolai, apretando la mandíbula, sus ojos oscureciéndose─. Me arrodillo ante ti porque así lo elijo, no porque deba hacerlo. Haré lo que sea necesario para tenerte a mi lado, incluso si eso significa tener algunas marcas en mis rodillas.
─ ¿Me tienes a tu lado? ¿En tu cama cuando todos estén dormidos? ¿Escondidos en la noche para que nadie nos vea? ─Morana trazó la curva de su mandíbula con un dedo─. Alina será tu esposa y yo volveré al mar porque solo seré la amante del océano.
Su boca se abrió para hablar, pero Morana lo interrumpió al presionar sus labios contra los suyos, y él respondió rápidamente al beso. Ella le permitió saborear el veneno que tanto anhelaba y se dejó llevar por la sensación de él en un breve momento de debilidad. Morana mordió suavemente su labio inferior antes de apartarse, provocando un gemido por parte de él.
─ En realidad, moi tsarevich ─presionó los labios en la comisura de su boca─, por muy devastador que parezcas, estás suplicando por una mujer que no puedes tener.
Y entonces escuchó pasos acercándose y sonrió, mientras Nikolai, con sus ojos volviendo de su estado aturdido a la realidad, procesaba sus palabras. Con eso, empujó su cabeza hacia atrás y se alejó de él, viendo cómo la mandíbula de Nikolai se tensaba.
─ Ponte de pie, Nikolai, no es apropiado que un Príncipe suplique ─dijo Morana, y él la miró fijamente con furia.
Se levantó mientras los pasos se acercaban, y se acercó a ella, con los ojos encendidos y parecía que la ira se estaba gestando debajo de su piel, mientras ella jugaba con él, había tomado a la pasión de la mano, alimentando su intensidad. Sonrió burlonamente hacia ella, una provocación en sus labios mientras sus ojos ardían de pasión.
─ Un poco de humillación nunca le hizo daño a nadie. Pero no te equivoques. No estoy suplicando por una mujer que no puedo tener. Estoy suplicando por una mujer que vale la pena el riesgo, que vale la pena la lucha, que vale cada rodilla que alguna vez doblaré y cada palabra que alguna vez suplicaré ─dijo Nikolai con un destello de desafío en sus ojos─. Y Mora, tú lo vales todo.
La respiración de Morana quedó atrapada en sus pulmones, y afortunadamente la atención de Nikolai fue captada por Tolya y Mal, quienes irrumpieron en la sala de guerra buscándolo. Ella podía sentir su corazón en la garganta, su cabeza girando. Apretó la mandíbula, apartando sus sentimientos, ella era el Espejismo Carmesí y no se dejaría seducir por palabras bonitas y rostros atractivos.
Mal y Tolya ni siquiera parecían darse cuenta de la tensión en la habitación mientras comenzaban a explicar su teoría sobre el Neshyenyer, la espada hecha por Santos que podía cortar a través de la sombra. Morana se apoyó contra la mesa mientras escuchaba, sus ojos se encontraban ocasionalmente con los de Nikolai.
─ La espada de Ahmrat Jen es una réplica ─dijo Nikolai al final de su explicación, con la máscara de un Príncipe demasiado astuto puesta como si no acabara de arrodillarse ante una pirata─. La original fue robada hace mucho tiempo. Sospecho que nunca ha salido de Shu Han. Si hubiera aparecido en el mercado negro en general, Sturmhond habría oído hablar de ello.
─ Podría ser la única arma capaz de matar a las criaturas de sombras de Kirigan ─dijo Mal, y Morana frunció los labios porque no estaba tan segura de que eso fuera cierto. Tal vez ella también pudiera matarlos. Lo similar atrae a lo similar. Si ellos podían intentar matarla cuando estaba lejos, entonces ella intentaría masacrarlos cuando estuvieran cerca─. Necesitamos encontrarla.
─ Es una valiosa espada antigua, eso es seguro ─concedió Nikolai─. Pero eso no significa que la historia sea cierta.
─ Cualquier oportunidad es mejor que ninguna oportunidad ─dijo Mal.
─ Eso es algo muy propio de Sturmhond ─dijo Nikolai con una pequeña sonrisa, mirando significativamente a Morana, ella le sonrió dulcemente dejando que sus ojos fulminaran por ella─. Si estuviera aquí, seguramente te elogiaría.
─ Es inquietante cómo hablas de él como si fuera otra persona ─respondió Mal frunciendo el ceño, mirando a Morana con una mirada interrogante y ella sonrió en respuesta.
─ Y él sugeriría que nuestros amigos en Ketterdam podrían ser la tripulación perfecta para el trabajo ─dijo Nikolai, antes de sonreírle a Tolya─. ¿Enviarías una carta a la Susurradora de mi parte? Ella debe saber que su hermano favorito necesita ayuda, de lo contrario, nos mandará cualquier oferta directo al trasero.
─ ¿Por qué no vas tú mismo? ─preguntó Morana, con una sonrisa burlona─. Suplica un poco.
─ Soy encantador cuando estoy de rodillas ─respondió Nikolai con una sonrisa, y Tolya y Mal soltaron una risotada─. Pero no estoy seguro de que a Kira le guste eso. Podría simplemente mandarme de vuelta a Ravka.
─ Al menos tendrías un regreso rápido ─se encogió de hombros Morana.
─ Prefiero no depender de que me pateen. Además, tengo asuntos que atender aquí. Personas que persuadir, ejércitos que liderar, proteger el país, suplicar, probar veneno, y cosas por el estilo.
─ Ah, la glamurosa vida de un monarca ─bromeó Morana con una sonrisa burlona.
Mal respondió con una expresión seria.
─ Sí, porque probar veneno es el epítome del liderazgo.
─ Ciertamente tiene sus ventajas ─sonrió Nikolai, guiñándole un ojo a Morana, quién lo miró con enfado.
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