❛ 𝑪𝑨𝑷𝑰́𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑰𝑬𝒁.
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DARKSIDE
el lado oscuro
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10. 𝕾𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆𝖘 𝖉𝖊 𝕺𝖗𝖔.
Su mirada iba por encima de todos los faes, incluido el propio Rhysand. Azriel estaba enfadado, e incluso, enfrascado en sus propios pensamientos. Kyoko no dejaba sola a Rhiannon, aunque su mirada no iba directamente a ellas, sino al macho que comentaba sobre su amada a tres mesas lejanas, como si realmente estuviera pendiente de los movimientos de la joven dashur. Ninguna de las féminas le prestaba atención, o al menos hasta que Kyoko comenzó a sentirse mareada, y al cantor de sombras poco le importó que todo el mundo le viera, él se acercó a zancadas para llevárselas a ambas a otro lugar, lejos de la mirada para nada indiscreta del macho que observó hasta sus últimos pasos.
«Tenemos que hablar sobre el comportamiento de tu novio», le había comentado Rhiannon a ella provocando que Azriel gruñera ante tal ofensa. Él solo hacía su trabajo. Aunque ella reconocía perfectamente que las manos del shadowsinger estaban apretadas tan fuerte que tal vez su tono de piel comenzaría a quedar más pálida de lo que se imaginaba.
Kyoko respiró profundamente al salir de allí, solamente había sentido esa presión en su pecho cuando estaba en Stone City. Wesh era el encargado de castigar a las hembras rebeldes, aunque él fue un ilyrio que sufría todos los castigos de su parte, porque no iba admitirlo tan de golpe, pero fue alguien muy importante con el cual podía hablar sin sentirse abrumada. Cabe recalcar que Wesh tenía apenas quince años, era una cría a comparación de los superiores. «¿Y si él..?», no. Eso era imposible. Había escapado hace años, meses, tal vez unos cuantos siglos mientras Stone City era destruida por los ilirios de La Corte de la Noche.
──Como vuelvas a arrastrarnos Azriel, por favor que sea más...
── ¿Elegante? ¿No tan abrupto? ──la miró con irritación.
──Iba a decir con delicadeza, idiota.
──Cállate, chillona.
──Lo dice el celoso.
──Rhiannon...
──Azriel, ¿qué ocurre? ──preguntó Kyoko ante su nueva postura de novio sobreprotector, ahora tenía curiosidad por saber lo que le ocurría al cantor de sombras.
──Es que está celoso, y no lo acepta.
Azriel daba vueltas como un sabueso en busca de muestras de afecto. Rhiannon por su parte propuso ir a algún bar de Velaris a pasarla mucho mejor que en la fiesta, pero que antes pasaran por la casa de Kyoko a cambiarse, pero ella no contaba con la sola de idea de que si llegaban, Azriel haría mucho más que dejar a la joven cambiar de prendas para otro estilo de comodidad. Los orbes violáceos de Kyoko se cruzaron con ese brillo incesante en la mirada del cantor de sombras, quien intentaba por todos los medios que ella enfocara su atención en él, «la atracción entre esos dos cuerpos se basaba en un simple juego de tira y afloja, que terminaba con besos húmedos detrás de sus orejas, intentando colar sus dedos por medio de la tela que los separaba o tan solo buscando mucho oxígeno para sobrevivir a sesiones intensivas de pasión vespertina». Ninguno de los dos podía concentrarse en sus nuevas tareas, porque el aliento de Azriel golpeaba sutilmente la piel de la joven askari, mientras que sus manos rozaban delicadamente las alas del macho ilyrio que estaba a punto de colapsar como no la tuviera en su cama gritando por él.
── ¿De verdad tenemos que ir? ──preguntó el cantor de sombras al ver como sus fantasías eran interrumpidas por la hermana de su mejor amigo y hermano, que le había separado de su compañera ──. Porque podríamos...
── ¿Quieres un trío, Az? ──se burló Rhiannon al otro lado de la puerta, Kyo rio imaginando su rostro ──. No creo que a mi hermano le guste que su hermana menor pase tiempo con su informante de las sombras.
Azriel gruñó.
──No sabía que te encantaba compartir a Kyo, Az ──se burló de nuevo, y si, tranquilamente él podía jurar que ellas se estaban burlando de él.
──No compartiré a mi compañera contigo.
──Es una lástima, porque soy la única que conoce que si rozo ese punto en especial ──el macho se acercó a la puerta, apoyando su mano en el picaporte ──. Soy capaz de hacerla gritar mi nombre hasta...
Gimió. Azriel entró de golpe a la habitación al escuchar ese gemido, su mente le jugaba una mala pasada, pero cuando vio que ambas se reían, solo respiro profundamente, dedicándole una mirada de odio a Rhia quien se reía cubriendo su boca. Kyoko emitió otro gemido sobresaltado, sintió que su gran amigo comenzaba a endurecerse allí abajo, quiso esconderlo, pero ambas hembras notaron tal cambio, sonriendo entre ellas.
── ¿Quieres ayuda, cantor de sombras?
El ilirio trago grueso, y negó bastante tranquilo.
──No, gracias.
──Podríamos ayudarte, Az ──le susurró Kyoko.
Suspiró, estaba a punto de ceder ante la tentación.
──Al parecer tendremos que hacer un trío, ¿no lo crees Kyo?
Azriel observó a su compañera, sus sombras parecían cantarle todo lo que aquellos orbes violáceos deseaban hacerle, en cambio, los orbes brillantes de Rhiannon blandían un duelo bastante divertido que no deseaba conocer. Ambas mujeres habían logrado tumbarlo en la cama, observándoles con ese intenso brillo que lo dejaba anonadado, sin embargo, cuando el acto comenzó, quiso maldecir en voz alta por haber caído en los encantos de su amada compañera y amiga. «Por la Madre del Caldero, ellas van a...», pero sus plegarias le abandonaron cuando la boca de su compañera lo complacía hasta sus propios limites, y las manos de una de sus confidentes estaba rozando sus alas en busca de una nueva ola de excitación.
Sin duda, eso iba a terminar en varias horas de trabajo pesado.
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La mañana los guío por el camino de los buenos sueños, cuando los ojos del cantor de sombras se abrieron, volvieron a reencontrarse a su compañera despierta, observando aquella tonalidad dorada que desprendía de su mirada. Invocando a sus sombras pudo encontrar a Rhia en la segunda habitación de la casa de Kyo, durmiendo plácidamente, dejándole toda la libertad de disfrutar a Kyoko, aunque admitía que había perdido el juicio la noche anterior y que ahora solo le atormentaba la voz de Rhysand que le pedía explicaciones de saber sobre su desaparición junto a su hermana y la hija de Devlon. Obviamente, su respuesta había sido que prefirieron ir a un bar a pasar la vida loca, logrando que Cassian se quejara por no haber sido invitado, aunque solo fue para apaciguar el caos entre ambos.
──Buenos días, amanecido ──le susurró divertida la joven askari.
Azriel sonrió mostrando todos sus dientes, bajando lentamente a besar los labios de su chica.
──Hmm... ¿Amaneciste calentón?
Negó levemente.
── ¿Entonces? ──ella le miro curiosa.
De un rápido movimiento, Azriel se colocó encima de su compañera, provocándole una diminuta risa que acalló entre los besos húmedos que comenzaban a hacerse presente, ambos se miraron fugazmente antes de que sus cuerpos comenzaran a provocarles un placer que nadie podría... ── ¡Kyoko! ──se escuchó desde fuera logrando sobresaltar al cantor de sombras que al parecer había tenido la suerte de tener la guardia baja. La mencionado no respondió, entonces cuando vieron una sombra volando hasta quedarse en la ventana, vieron que era Rhysand golpeteando el cristal co una sonrisa avergonzada.
──En este momento, lo estoy odiando como no tienes ni idea ──susurró el azabache para luego verla a ella ──. No le abras, que se quede afuera.
──Podría ser importante...
──Lo dudo, considerando que él le llama importante a casi...
«¿Qué clase de amigo eres tu?» se quejó Rhysand en su mente, Azriel lo ignoró abrazando a Kyoko.
──No le abras ──suplicó.
«Yo entiendo que estoy interrumpiendo su sesión de sexo diaria, pero por favor, esto es importante, así que si han visto a Rhiannon o esta con ustedes, necesito que ella se presente donde mamá, y tu Kyoko, date una ducha que debes ir con ellas».
──Para ser una fae que está entrando en la adultez, él parece un hermano-padre.
──No tienes una idea──dijo por lo bajo el ilirio. ──Lo detesto ──gruñeron ambos al mismo tiempo.
«Ah, y es una orden». Agregó.
──Muchas gracias por tus servicios, hermano ──recalcó Azriel mientras se levantaba sin cubrir su actual desnudez y cubrir las ventanas de la habitación ──. Pero por ahora mi compañera estará ocupando sus próximas horas en mi, así que ve a buscar a alguien más que te ayude con tus tareas.
── ¿Celoso? ──Kyoko sonrío.
──No ──él sonrió ──. Solo no me gusta que te fijes en ellos, ahora concéntrate en mi, cariño.
Kyoko sonrió, llamándole celoso por cada beso que Azriel depositaba en su piel, aunque ninguno de los dos tuvo mucho tiempo para hablar cuando comenzaron a moverse por la ruleta del placer.
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