𝐟𝐨𝐮𝐫 𝜗𝜚 a bridge over a rough sea

chapter four
A BRIDGE OVER A ROUGH SEA

CUANDO ERES PARTE de las familias ricas en Figure Eight, tu verano solo podía ir de una manera: desayunos con amigos, tardes practicando surf o haciendo cualquier deporte que implicará estar en el agua saboreando el exquisito sol golpeando tu piel, y cenas en el Country Club. Era una rutina para todas las familias que por asuntos de negocios —en su mayoría— decidían pasar el verano en Outer Banks y no ir a alguna de sus otras costosas residencias en islas seguramente más grandes.

Aunque Cassie esperaba que el repentino viaje de su madre y la ausencia de su padre durante el verano le dieran un poco más de libertad y la oportunidad de liberarse de tan tediosas tardes con gente que no hacía más que hablar de su próxima inversión, presumir sus nuevos botes o alardear de sus millones, la insistencia de Ward, y toda la familia Cameron por incluirla en las reuniones de las que si su madre estuviera en la isla formaría parte, era en un punto excesiva. Tanto, que le avergonzaba querer rechazar cada invitación por esperar tener el tiempo libre para cualquier situación que se presentara con los Pogues.

Después de la gran travesía en el pantano y la inexplicable extasis que experimento a pesar de haberse puesto en peligro, no podía dejar de pensar en lo alocada y despreocupada que vivían la vida aquellos chicos —incluida Kiara—. Eso era algo que añoraba con ansias. Excepto por la parte de ser perseguidos con un arma de fuego.

Cassie, tras haber aceptado a regañadientes la invitación de Ward a pasar la mañana con Rose, Sarah, Wheezie y Rafe en el desayuno que organizaba la señora Collins, se encontraba conversando con la hija menor de la familia, quien había perdido su peluche en el bote de sus padres durante el huracán. Si había algo que Cassie debía admitir, era que tenía una debilidad por los niños. Le parecían los seres humanos en la tierra más puros e inocentes. Por lo que cuando Maia se acercó al jardín, observando el bote con ojos entristecidos, Cassie no se pudo abstener a preguntarle qué sucedía y cuál era la razón de su pesar. Ahora, se había comprometido a rescatar al señor bigotes de su trágica aventura.

—La dejaste en el bote, ¿no es así? —reafirmó Cassie, mirando a Maia por un instante antes de volverse al tronco gigante tirado en el suelo que llevaba del jardín al bote. Era un tramo peligroso de recorrer, sí, pero tras la aventura del día anterior y la valentía que la había poseído para escapar de la situación, se sentía invencible.

Aún no se lo había comentado a nadie, tal como le prometió a Kiara, aunque la noche anterior cuando volvió a su casa, tenía un par de mensajes de Sarah y Rafe preguntándole dónde y con quien había estado. Aunque Cassie no dio más explicaciones de las debidas, y omitió gran parte de los acontecimientos, la invitaron a cenar, por lo que regresó en su bicicleta nuevamente a la residencia Cameron, y por segunda noche consecutiva, durmió en la habitación de Sarah.

—Sí —respondió Maia a su pregunta previa.

—Bien —hablo Cassie respirando hondo mientras sacudía sus manos y lentamente se subía al tronco. Temía caer, tanto por la vergüenza que sentiría si Rafe la estaba observando, tanto como por miedo a caer al agua y empaparse, o peor, morirse electrocutada por los grandes cables que abrazaban el tronco—.  ¿Me dices como es? —le pregunto nuevamente a Maia, para calmar sus nervios.

—Si... Tiene trompa y orejas azules —explicó la niña con cautela, observando cada uno de sus movimientos. Sarah llegó al lado de la pequeña y frunció el ceño cuando vio a Cassie montada en el tronco y con los brazos abiertos a los costados para equilibrarse.

—¿Que estás haciendo exactamente? —inquirió Sarah con una sonrisa nerviosa, mientras tomaba la mano de Maia.

—Recuperará mi peluche —respondió Maia a su pregunta enseguida. Sarah le dio una sonrisa, y regresó sus ojos a Cassie.

—Estoy en una misión de rescate —repuso Cassie, suspirando hondo nuevamente.

—Solo ten cuidado —habló Sarah. Cassie miró por encima de su hombro y sonrió con malicia.

—¿Te asusta que me caiga? —inquirió Cassie burlona.

—No. Me asusta que te frías como pollo rostizado —dijo Sarah con sinceridad. Cassie sonrió y regresó los ojos al frente. Observó el cable que estaba enredado en el árbol y que llegaba hasta el bote, y entonces se dio cuenta de que este estaba desconectado. Era inofensivo. De todos modos, fue cuidadosa con sus pasos.

—¿No es Cassie? —inquirió Kelce, señalando por encima del hombro del Kook. Rafe se giró lentamente y observó a la rubia trepada en aquel tronco.

—Se ve peligroso —hablo Topper como si le restara importancia, enfocándose más en el líquido de su vaso.

—Cuidado con la electricidad —hablo la niña. Cassie la miró y asintió con serenidad para que la pequeña no se preocupará.

—Estaré bien.

—¡Cuidado! ¡Esos cables tienen 14, 000 voltios! —exclamo la señora Collins fijando una mirada preocupada sobre la chica. Cassie volteó a verla, y noto a Rose acercándose desafiante hacia Sarah y Maia.

Cassie hizo una mueca aterrada y volvió la mirada al frente. Ya llevaba un buen tramo recorrido. Era estúpido volver, cuando estaba tan cerca de alcanzar el bote y tomar el peluche de Maia.

—Debe ser una broma —bufó Rose,  colocando las manos en su cintura—. ¡Cassie, baja ahora! —exclamó molesta.

Sarah le dio una mirada mordaz, debido al tono que estaba usando con su amiga. Cassie en su lugar, decidió ignorarla. La entendía. Estaba a cargo de una menor de edad que no era su hija —o su hijastra—, si Cassie se muriera bajo su cuidado, su madre la enterraría viva.

Rafe también le frunció el ceño a Rose, y camino apresurado para llegar lo más cerca a Cassie, con sus amigos riéndose a sus espaldas.

—¡Cassie, no es seguro ahí arriba! —gritó Rafe.

Cassie se dio media vuelta, hacia ellos, mirándolos con una sonrisa burlona en el rostro, especialmente a Rafe. Le parecía tierno ver la preocupación destellando en sus ojos, y que fuera un sentimiento dirigido a ella. Sentía un cosquilleo de pies a cabeza tan solo con observarlo. Ignoraba deliberadamente las burlas de Kelce y Topper, y las amenazas de Rose sobre contarle a su madre lo mal que se estaba portando —aunque se moría de miedo—, porque sabía que tanto Rafe como Sarah, e incluso Ward, se asegurarían de que Rose no dijera ni una palabra.

—¡Estaré bien! —exclamó Cassie comenzando a dar pequeños saltos sobre sus talones, mientras caminaba hacia atrás. Comenzaba a tener una sonrisa divertida en su rostro, que junto a las risas que Sarah reprimía, y la tan insistente preocupación de Rafe, como un niño asustado, se la provocaban.

—¡Te matarás a ti misma! ¡Eso es lo que harás! ¡Bájate! —gritó Rose.

Cuando había llegado al bote, Cassie se giró para sostenerse del extremo de este, e inclinarse para buscar el peluche de Maia. Había un desastre en el interior del pequeño bote y un montón de cableado que de haber estado conectado a una corriente, terminaría con ella frita en el suelo, pero no había de qué preocuparse. Diviso en medio del desastre una pequeña oreja azul que sobresalía de un costado del bote y se estiró para intentar alcanzarlo.

—Lo veo —dijo volteando a ver a Maia. Cassie se inclinó más para lograr tomar el peluche, pero sus manos resbalaron sobre el húmedo bote, y sus pies perdieron el equilibrio sobre el tronco, haciendo que cayera dentro del bote, soltando un grito agudo.

—¡Cassandra! —exclamó Rose muerta de preocupación.

—¡Cass! —gritó Sarah dando un paso hacia el tronco para verificar que Cassie estuviera bien.

Y por último, la voz de Rafe, acompañada de suspiros conmocionados inundó el aire. Cassie tomó una bocanada de aire y sonrió para si misma

—¡Cassie! —exclamó Rafe corriendo hacia el bote—. ¡Cass!.

Aunque había caído de verdad, no se había lastimado, mucho menos electrocutado. Levantó el cable cortado junto a ella y soltó una carcajada observando el rostro de preocupación de todos a su alrededor, regodeándose en su preocupación que le era tan ajena.

—Esta desconectado —confesó entre risas mientras se reincorporaba con el peluche entre sus manos—. No moriré hoy.

Kelce y Topper se ahogaron en carcajadas. Señalaban a Rafe y reían de oreja a oreja al notar la tan poco habitual inquietud y angustia por alguien que no fuera si mismo.

—¡Eres su perra! —lo molesto Kelce entre risas. Rafe tensó la mandíbula y puso los ojos en blanco intentando ignorar los comentarios de burla.

Muy a su pesar, los sentimientos por aquella chica superaban todas sus barreras y vergüenza.

—¡Me muero por saber que dirá tu madre de esto, Cassie! —la retó Rose, dándole un sorbo a la bebida que llevaba en su mano y que no había soltado en ningún momento antes de volver con su grupo de señoras adineradas.

Rafe la fulminó con la mirada antes de volverse hacia Cassie, cambiando su temperamento a uno menos hostil, pero no exento de molestia.

Cassie volvió sobre sus pasos, llegó al final del tronco y bajó de un salto, volviendo a pisar tierra firme. Sarah y Maia se acercaron a ella y le entregó el peluche que había rescatado del bote.

—Alguien no luce muy feliz por tu pequeño espectáculo —murmuró Sarah con una mueca, señalando a Rafe por encima del hombro. Cassie lo miró un instante y observó la falta de una sonrisa en su rostro. Se encogió de hombros y se dirigió a la pequeña.

—¡Mi peluche! —exclamo la menor con emoción. Cassie se agachó a la altura de la pequeña para entregarle su pertenencia. La pequeña lo tomó y sonrió con ternura.

—No lo pierdas otra vez. Estaba asustado —le dijo Cassie levantando ambas cejas y la niña sonrío asintiendo con la cabeza.

Rafe, al ver la dulzura con la que Cassie trataba a Maia, no pudo evitar sonreír. Esa sonrisa boba y genuina se formó en su rostro.

—Gracias por recuperarlo —dijo, antes de salir corriendo por el jardín con el peluche entre las manos. Sarah le dio una mirada cómplice a Cassie, y se apartó de ella, dándole su espacio para hablar con Rafe.

Cuando Cassie se levantó del suelo, y se enfrentó a Rafe, el la miraba con dureza y los brazos cruzados. De repente se sintió muy pequeña bajo su mirada.

—Solo estaba bromeando, Rafe —dijo apenas en un suspiro—. Estoy bien.

—Sé que estás bien —respondió, abandonando su posición defensiva y volviéndose instantáneamente más relajado—. Pero me preocupaste, ¿de acuerdo?. Tu madre no está aquí, y por contrario que parezca, Rose solo se preocupa para guardar las apariencias. No me perdonaría si algo te sucede y yo no estoy ahí para evitarlo.

Un incómodo sentimiento de culpabilidad la invadió por completo, obligándola a llevar sus manos detrás de su espalda mientras se movía lentamente sobre sus talones, y su corazón martillaba en su pecho.

—Creo que estás exagerando un poco —hablo—. Pero, lo lamento. Por haberte preocupado.

Rafe sonrió sin ganas.

—¿Quieres caminar? —le preguntó, indicando el largo jardín que se extendía alrededor. Cassie lo miró dubitativa antes de asentir con una sonrisa pequeña y caminar a su lado por toda la orilla del jardín.


Después de una caótica mañana, y un paseo reconfortante con Rafe por el jardín de la señora Collin, Cassie finalmente había regresado a su casa y se encontraba en su habitación hablando con Kiara por teléfono. La Pogue le había confesado que había tenido un momento con John B., dónde él la había cruzando los límites y la había besado..

—¡Espera ¿qué?! ¿Él te beso? —cuestionó Cassie en un grito de emoción.

Lo sé, lo sé. Fue muy incómodo —confesó Kiara, con un tono de incomodidad.

Cassie soltó una sonrisa burlesca acomodándose sobre su almohada.

—Oh, por dios. ¡Le gustas a John B!.

¿Qué? No —replicó Kiara demasiado rápido—.  Solo se dejó llevar por el momento. Además, un Pogue no sale con otro Pogue. Son las reglas —repuso cambiando su tono de voz y Cassie hizo una mueca.

—¿Y él no te gusta? ¿Ni un poquito?.

¡No! No, no, para nada —Kiara respondió como si acabara de decir la cosa más atroz del mundo, indicándole a Cassie que quizá decía la verdad—. Es mi mejor amigo. Nunca podría verlo de esa forma.

— Es eso... ¿o aún sigues pensando en él?— preguntó Cassie con cautela. Escuchó como Kiara soltaba un suspiro entrecortado y un silencio mortal inundaba la conversación.

Kiara tardó un buen rato en responder. Cassie se arrepintió muy pronto de heber hecho aquella pregunta, y cuando estaba dispuesta a cambiar de tema y arreglarlo, Kiara respondió:

Ya pasó un año, Cassie. Lo superé.

Cassie soltó el suspiro que estaba conteniendo y asintió como si ella pudiera verla.

—Claro, sí.

Como sea. ¿Qué harás mañana? —preguntó.

—Sarah me invitó a salir con ella y Topper, tiene un nuevo bote o algo así. Iremos a navegar por Outer Banks un rato y después iremos a limpiar la playa con un grupo de ecologistas —explicó.

Interesante —respondió Kiara en tono sarcástico—. ¿Rafe estará ahí?

—Eso creo, ¿por qué?.

Si te pregunto algo, ¿puedes ser totalmente honesta conmigo?.

—¿Tú fuiste honesta acerca de lo de Nathan?.

Kiara bufó del otro lado de la línea, y Cassie podía jurar que tenía los ojos en blanco.

Hablo en serio, Cassie.

—Yo también —señaló la rubia entre risas—. ¿Qué quieres saber? —inquirió, con un tono más serio, sabiendo perfectamente de que quería hablar Kiara.

¿Qué pasa con Rafe? —preguntó, cambiando el tono de su voz por uno más duro—. El otro día en la playa...

—Somos... amigos —se apresuró a responder Cassie.

¿Amigos?.

Con honestidad, Cassie ni siquiera se había puesto a pensar en que eran. Tenían demasiada cercanía para ser solo amigos, pero no la suficiente para ser algo más. Le aterraba la idea de ser la única con sentimientos involucrados, ser la única que estuviera... enamorada. Y no iba a aceptar sus verdaderos sentimientos por Rafe ante nadie a menos que tuviera una señal que le indicara que el la quería de la misma manera.

—Sí, amigos —asintió con nerviosismo.

Sólo... ten cuidado con el, Cass, ¿sí? —le pidió Kiara, con tono preocupado. Cassie frunció el ceño un poco.

—No creo que deba preocuparme por él —aseguró con una ligera sonrisa despreocupada en el rostro.

Rafe no es el mismo chico del que te enamoraste cuando tenias trece años, Cassie. Ha cambiado, y no creo que para bien.

Cassie acarició la cadena de oro que colgaba de su cuello, y mordió su labio inferior antes de responder. No pensaba que debía preocuparse por Rafe. Lo conocía desde que tenía memoria. Podía ser problemático, y tener un temperamento frágil, pero ella sabía que detrás de esa coraza había un chico que merecía ser salvado.

—Bueno, sí. Tendré cuidado —habló, buscando calmar la preocupación de su amiga.

—Bien. Debo irme. Tal vez podríamos salir mañana después de tu paseo con los niños ricos —le propuso Kiara—. Los Pogues quiere verte de nuevo —dijo juguetona. Cassie rio sin ganas—. Y debemos ir a un hotel que JJ conoce, ya que es el único lugar disponible con internet al que podemos acceder, y tras la grabación que le dejó Big John a John B., la idea de conseguir el oro no suena tan descabellada, Cass. Tuvimos... un día horrible, pero al menos ahora sabemos que el oro es real.

—Creí que pensabas que toda esa historia del oro era solo la manera en que John B. lidiaba con el trauma.

Eso creía al principio, Cass. Pero debiste haberlo visto, el brillo en sus ojos, la ilusión. No seré yo quien le explote la burbuja, lo único que puedo hacer es ayudarlo.

Cassie sintió una pizca de lástima por ese chico, no imaginaba lo que era perder a un padre de esa manera, aunque el de ella hacía mucho tiempo que también había desaparecido de su vida. Lo entendía. Y si podía ayudar, lo haría.

—Pueden venir a mi casa después de mi salida con el grupo —propuso Cassie. Arrepintiéndose al instante por continuar entremetiéndose—. Los generadores funcionan, así que aquí encontrarán internet.

—¿Hablas en serio? —Kiara sonaba muy sorprendida.

—Si yo estuviera en su situación, me gustaría tener a alguien que me ayudará. No quiero nada a cambio, Kie, ni siquiera ser parte de su búsqueda, solo quiero ayudarlos.

—Eres increíble, Cassie. Te adoro.

Cassie sonrió.

—También te quiero, Kie.


La mañana siguiente, tras un breve desayuno y un hora arreglándose, Cassie se encontraba en el nuevo bote de Topper, sentada en la proa junto a Rafe y observando el desastre que Ágatha había dejado días atrás, y que aún estaban reparando. Pero que sin lugar a dudas, no alteraba ni por un instante la belleza de Kildare.

Topper no estaba muy contento respecto a que Cassie se hubiera puesto del lado de los Pogues tras el incidente en la playa, y mucho menos que Sarah y Rafe la hayan apoyado, sabía que Rafe de alguna forma tenía una rara obsesión por Cassie, y que a pesar de querer hacer ver lo contrario, haría cualquier cosa que ella le pidiera. Lo que no lograba entender era porque Sarah, a pesar de quejarse todo el tiempo de John B. y la manera en que se comportaba con ella, insistía en protegerlo.

No obstante, Cassie sabía, por las incontables charlas que tenía con Kiara por llamada respecto a la difícil vida que vivía cada uno de esos chicos, que no había nadie que viera por ellos, y que sin lugar a dudas, los Kooks tenían cierto poder sobre ellos que los haría perder todo en un minuto. Y ella jamás lo permitiría. No entendía las razones para odiarlos tanto, o para querer empeñarse en arruinarles la vida, después de todo, ellos solo eran adolescentes, tal cual los tres chicos que la rodeaban.

—¿Estás segura de que no quieres un poco? —la pregunto Rafe, sacándola de sus pensamientos. Cassie lo miró y sacudió la cabeza, observando la lata de cerveza que tenía en las manos.

—Es muy temprano para beber —se limitó a decir con una sonrisa apretada.

—Bueno —suspiro Rafe, dándole un gran trago a su bebida. Cassie no pudo evitar desviar su mirada hacia él. Se encontraba tomando el sol, recostado sobre una manta que compartía con ella, y con su codo apoyado sobre la misma. Su camisa abierta le permitía tener un vista exquisita de su abdomen marcado por años de ejercicio. No pudo evitar morderse el labio, y sentirse más acalorada.

Rafe sonrió pícaramente de lado y sin dejar de mirar al frente, preguntó:

—¿Te gusta lo que ves?.

Las mejillas de casi se pusieron rojas al instante y rápidamente desvió la mirada de su abdomen, a su rostro, sintiendo como su cuerpo se tensaba.

—¿Mm?.

—La vista —repitió Rafe, mirándola por encima de sus gafas de sol—. El mar —señaló, con una mirada coqueta.

Cassie tragó saliva y desvió la mirada,

—Ah, sí. Sí, claro —dijo nerviosa, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja.

Rafe sonrió con satisfacción y regresó la vista al frente, desvaneciendo su sonrisa tan rápido como visualizó el pequeño y desgastado bote que se acercaba al de ellos.

—¡Ugh!. Estaba teniendo una buena mañana —bufó Topper desde el timón del bote.

Cassie lo volteó a ver por un minuto, antes de desviar su mirada al bote de los Pogues y sonreír al instante al ver aquellos 4 chicos riendo y charlando.

JJ sonrió burlonamente en cuanto divisó a Cassie, levantándose de la proa y extendió sus manos al cielo.

—¡Miren quien esta ahí! ¡Mi Kook favorita! —exclamo.

Cassie sonrió de oreja a oreja, divertida, y los saludó con la mano.

Rafe inevitablemente se retorció en su lugar, y le dio una mirada mortal a JJ, acercándose más a Cassie y acariciando lentamente su brazo con sus dedos. Cassie tuvo un escalofrío al sentir su tacto y lo miró, dedicándole una dulce y cálida sonrisa que solo era para él.

—¿Te diviertes, Cassie? Luces aburrida —habló John B., con toda intención de molestar. Cassie hizo una mueca.

Sarah rodó los ojos y puso sus lentes de sol en su cabeza, dándole una mirada a cada integrante de ese barco, mientras ellos pasaban por un lado.

—Estoy bien —respondió ella, encogiéndose de hombres.

—Y yo estoy entusiasmado por conocer tu habitación más tarde, amor —bromeó JJ, con una sonrisa enorme pintada en el rostro.

—JJ —Pope le dio un codazo a su amigo para mantenerlo callado.

—¡Auch!.

Cassie apretó los ojos y sonrió lo mejor que pudo. Kiara le dedicó una sonrisa apretada y ambos botes continuaron su camino en direcciones contrarias.

—Muy gracioso —musitó la rubia.

Sarah bufó y se colocó los lentes de sol una vez más, pretendiendo que aquel barco no estaba justo a un costado.

—No actúes como si no nos vieras, perra —bramo Kiara viéndola de mala gana y Cassie soltó un pequeño chiflido.

Una vez ellos estaban a una distancia lo suficientemente lejana, Rafe observó a Cassie fijamente tras un silencio incómodo y largo.

—¿Eres amiga suya? — le pregunto. Cassie sintió como si la estuvieran acusando de haber cometido un delito muy grave. Lo miró por un segundo y bajo la mirada a sus manos.

—Sí... Es decir, creo que son agradables —respondió, sonriendo un poco y él hizo una mueca.

—Vaya amigos — hablo Sarah dándole una mala mirada a la rubia, al igual que Topper.

—Ni siquiera deberías hablarles —añadió Topper.

—Ni siquiera los conoces —defendió ella, con el ceño fruncido.

—¿En serio? Ese rubio casposo me puso un arma en la cabeza —atacó Topper, y de repente Cassie sintió la impotencia adueñarse de su cuerpo—. Creo que los conozco a la perfección.

—¡Por poco matas a John B.! —gritó ella a la defensiva.

—Estupendo. ¿Entonces los defiendes?.

Cassie se mantuvo en silencio, observando con ojos asesinos a Topper, después a Sarah, y por último a Rafe. Ninguno mostraba señal alguna de ponerse de su lado.

—Quiero ir a casa —soltó, aturdida por todo y bastante cansada para discutir—. Detente en el siguiente muelle, me iré a casa —declaró, comenzando a recoger sus cosas.

—Cassie... —dijo Rafe.

—Me parece bien —hablo Topper, mientras llevaba el bote hacia el siguiente muelle.

—No tienes que irte, Cass —dijo Sarah, sintiendo culpa de repente por haberla incomodado.

—Cassie... —continuó llamándola Rafe, mientras ella acomodaba su toalla, y se colocaba una camisa encima de su bikini—. Por favor.

Cassie suspiró hondo y se detuvo un momento para mirarlo.

—No me siento bien, ¿de acuerdo?. Y recordé que tengo algo que hacer —excuso.

—¿Ver a los Pogues? —bufo Rafe, con apenas unas venas tensándose en su cuello. Cassie puso los ojos en blanco.

—Si así fuera el caso, eso no debería de presentar ningún problema para ti —respondió serenamente. Rafe ahogó un suspiro y sacudió la cabeza.

—Eso no es lo que quise decir... Creí que haríamos esa cosa de limpiar la playa juntos. Te gusta hacer esas cosas.

—Mira... —Cassie se levantó del suelo, mientras Topper se acercaba al muelle. Tomó su toalla entre sus manos y se acercó a la orilla del barco—. Los veo después, ¿si?.

Topper alzó los hombros, restándole importancia. Sarah hizo una mueca y Rafe se levantó de su lugar rápidamente, tomando sus cosas del suelo y caminando tras ella cuando bajo del barco.

Sarah y Topper se dieron una mirada cómplice, y esperaron a que ambos Kooks se alejaran por el muelle, con Rafe pisándole los talones a Cassie y ella luciendo bastante molesta.

—Lo siento, ¿si? Eso es lo que quieres escuchar, ¿no? —dijo Rafe.

—Debiste quedarte en el barco —señaló ella.

—Solo acepté esa estúpida salida por ti —aclaró él—. ¿De verdad crees que quiero pasar horas limpiando la playa con esos dos?.

—El resto de tus amigos iban a estar ahí, Rafe.

—También son tus amigos.

—Lo dudo —dijo ella, sin detener su paso, saliendo del muelle para dirigirse a la acera.

—Cassie —dijo Rafe con la voz elevada, deteniendo su paso firmemente, y provocando que Cassie también se detuviera. Se dio media vuelta lentamente y lo miró expectante.

—¿Qué?.

—Lo siento.

—¿Por qué?.

—Por no ponerme de tu lado.

—No necesito que te pongas de mi lado, Rafe —dijo ella con una mueca de molestia—. Solo que no te disgusten mis amigos.

—No me disgustan tus amigos —replicó él.

—Sabes a qué me refiero —repuso ella, dándose media vuelta para seguir su paso. Rafe bufó y retó para volver a alcanzarla y colocarse frente a ella.

—Esos Pogues no pueden ser tus amigos.

—¿Por qué? ¿Porqué no son de la misma clase social que yo? Eso no me interesa, Rafe. Me agradan, ¿de acuerdo?. Y si no puedes aceptarlo, entonces... —la voz de Cassie se cortó y ella desvió su mirada de él.

El cuerpo de Rafe se tensó y sus piernas flaquearon por un instante.

—¿Entonces qué?.

Cassie dudo un momento, antes finalmente mirarlo a los ojos fijamente.

—Quizá no debamos ser amigos.

El corazón de Rafe se hizo añicos en ese momento. Cassie levantó la barbilla, y caminó por su costado. El aún permanecía en shock, incapaz de hacer que sus piernas se movieran. Por alguna razón, sentía como si lo acabaran de dejar, pero no estaba dispuesto a aceptarlo.

—¡Cassie! —Rafe salvó el espacio entre ellos y suspiró hondo, mirándole fijamente,  mientras había algo la mirada de Cassie que no lograba reconocer—. No puedo dejar de ser tu amigos. No puedo —confesó, con el habla entrecortada—. Me agradas demasiado para dejar de serlo.

Los ojos de Cassie se iluminaron y su corazón comenzó a latir con rapidez. Sentía la tensión que emanaba de sus cuerpos y lo único que quería hacer era abrazarlo, pero se obligó a mantenerse a raya.

—Debes empezar a respetar más mis deseos, Rafe... Y las decisiones que yo tome.

—Lo haré —dijo, asintiendo frenéticamente—. Te acabo de recuperar, Cassie. No quiero perderte.

El corazón de la rubia estaba por estallar de amor. De todos esos sentimientos que Rafe le provocaba y que la descolocaban de una manera que no lograba entender, y que con honestidad, le asustaba.

—Permíteme demostrártelo. Por favor.

¿Cómo decirle que no?. Cassie bajo la mirada y tomó una gran bocanada de aire.

—De acuerdo.

Una sonrisa se plasmó en los labios de Rafe, y unas ganas inmensas de rodearla con sus brazos y jamás dejarla ir.

—Hoy hay una fiesta —dijo.

Cassie levantó la mirada. 

—Si. Escuche sobre eso—hablo con una sonrisa apretada.

—Ven conmigo. Pasemos un rato agradable. Solo tú y yo —le propuso, deseando que ella accediera—. No aceptaré un no como respuesta —decidió arriesgarse.

Cassie apretó los labios, intentando contener una sonrisa.

—Bien... vayamos a esa fiesta —accedió sin querer mostrarse muy entusiasmada.

Rafe sonrió con emoción, como si fuese un niño pequeño y acercó a Cassie rodeándola de los hombros con sus brazos. La tomó por sorpresa, generando que un jadeo escapara de sus labios, pero no se resistió. Dejo que él la acercara a su pecho y colocó sus manos en la cintura del chico mientras sonreía para su misma, escuchando los latidos acelerados de Rafe, preguntándose si acaso ella podría ser la razón de que su corazón latiera tan rápido.

Tras haber vuelto a casa acompañada de Rafe, y pasar una hora de camino charlando sobre todo, y sobre nada, Cassie se encontraba en la comodidad de su habitación, preparándose para la fiesta a la que iría con Rafe más tarde, deseando que los Pogues aparecieran antes de su salida. Acababa de salir de la ducha cuando el timbre de la puerta principal sonó. Decidió ignorarlo, dado que seguramente alguno de los sirvientes seguro abriría. Pero se llevó una sorpresa, cuando el timbre continuó sonando repetidamente.

Extrañada, y con el ceño fruncido, se apretó su toalla blanca y esponjosa contra el pecho, buscando entre su ropa unos shorts cortos de pijama y una camisa blanca holgada. Se vistió lo más rápido que pudo y bajó las escaleras rápidamente, sintiéndose extraña porque no había ningún sirviente. Abrió la puerta, y los cuatro pares de ojos, todos marrones a excepción de unos impresionantemente azules, aparecieron en su campo de visión.

—Hola —dijo sin aliento.

Los cuatro chicos sonrieron de oreja a oreja.

—Adelante.

En cuestión de minutos los cuatro Pogues se encontraban en su habitación. Todos  —a excepción de Kiara— se encontraban mirando asombrados la habitación de Cassie.

Pope, al ver su computadora encendida, se acercó a ella rápidamente tomándola con ligera brusquedad.

—¡Genial, internet! —exclamó eufórico, sonriendo de oreja a oreja. JJ lo observó burlón y desvió su mirada a Cassie.

Tras el huracán Ágatha de hace unas semanas, el lado sur de Outer Banks, seguía sufriendo las pérdidas que ese acontecimiento había causado, una de ellas era la falta de electricidad. Pero cómo era de esperarse, el lado Norte, que era habitado por la gente adinerada, era la primera en volver a la normalidad. Para ellos era como si el huracán nunca hubiera sucedido. Seguían teniendo acceso a electricidad, y sus jardines ya casi lucían como nuevos.

—Benditos sean los ricos —hablo JJ y Cassie le dio una sonrisa apretada—. ¿Puedo ver chicas en Instagram? —pregunto él.

—No hay tiempo para eso —le dijo Kiara acercándose a Pope, que aún contemplaba alucinado el aparato—. Solo es una computadora—le dijo Kiara haciendo una mueca y sacudió la cabeza.

—No lo molestes —le dijo burlón John B., mientras sacudía el cabello de Pope—. Muchas gracias por hacer esto, Cassie.

—No hay de que. Yo encantada de ayudar —dijo con una sonrisa a medias—. ¿Que están buscando, exactamente? —inquirió, sentándose sobre su cama.

Los cuatro Pogues la observaron y esperaron expectantes a que John B. hablará, mientras mantenían sonrisas emocionadas. El pecoso sacó un mapa del interior de su mochila y lo elevó, señalando un punto específico, que Cassie podía observar.

—Ahí está el Royal Merchant —soltó sin más y Cassie levantó ambas cejas.

—¿El Royal Merchant? ¿El tesoro perdido? —inquirió Cassie incrédula. John B. asintió con la cabeza—. ¿Cómo estás tan seguro?.

—Es largo de explicar, pero tienes que creernos. Ahí está el oro —añadió JJ guiñándole un ojo.

—El papá de John B buscaba el tesoro antes de desaparecer.

Cassie miró a Kiara, quien simplemente elevó los hombros.

—No sé qué decirles... —confesó Cassie.

—Cassie —. Pope dio un par de pasos acercándose hacia Cassie y se puso en cuclillas mientras la observaba fijamente y el resto de los Pogues intentaba aguantar la risa—. Se cómo suena, pero a veces hay que dar un salto de fe. ¿Darás un salto de fe? —le preguntó Pope con una expresión extremadamente seria, que hizo que Cassie apretara los labios para evitar reír.

Levantó la mirada, encontrándose con las de John B, Kiara y JJ, y finalmente soltó una carcajada, mientras se ponía colorada de tanto reír. JJ sonrió al instante con un brillo en los ojos.

—Bien, sí. Daré un salto de fe —balbuceó Cassie.

— Buena decisión.

Cassie se levantó de la cama y se acercó  junto a los otros Pogues al escritorio donde estaba la computadora. Pope se sentó sobre la silla y abrió el buscador.

—Coordenadas, por favor.

—Son, 34, 57, 30, norte.

—Sí...

—Y 75, 55, 42, oeste.

Pope escribió las coordenadas en el buscador y oprimió una tecla. Un mapa de los bancos externos apareció en la pantalla.

—La plataforma continental ahí —dijo John B. señalando un punto en la pantalla.

Antes de hacer zoom en el punto marcado, Pope miró a sus amigos.

—Bueno, si está en el fondo, no será una búsqueda del tesoro, ¿no? —inquirió Pope viendo a John B. El pecoso ladeó la cabeza un poco sin decir nada. Pope regresó la vista a la computadora y comenzó a hacer zoom con el mouse—. Vamos, cariño —le dijo a la computadora y Cassie rio por lo bajo.

Una vez había hecho zoom suficiente, lo que mostró la pantalla entristeció un poco a los Pogues. El Royal Merchant estaba en el mar abierto, muy lejos de la orilla, y en la parte alta del mar.

— Mierda, está en la parte alta. Solo son 275 metros —expresó John B.

—No es tan profundo —comentó JJ, como si supiera de lo que hablaba.

—¿Es... factible? —preguntó Kiara observando a sus amigos.

—Sí, totalmente factible —respondió JJ elevando los hombros.

—¿Nos llevaremos tu submarino personal? —habló Pope irónicamente. JJ hizo una mueca.

—¿Como lo sabes, maestro del buceo? —dijo John B. sarcástico.

Cassie se apartó un poco del grupo y suspiró ruidosamente.

—He leído de personas que sobrepasan los 200 metros —habló y todos la miraron expectantes—. Yo solo sé bucear hasta los 30 —Cassie se giró para poder mirar a JJ—. Tan factible no es.

JJ la miró fijamente, y luego tuvo una idea.

—El lugar del salvamento —balbuceó aún viendo a Cassie. Desvió su mirada y los observó a todos—. Tienen un dron que baja 300 metros. Tiene una cámara 360 y todo. Para inmersiones profundas y demás. Lo que necesitamos.

—¿Tu papá lo tomaría con sus manos sucias? —cuestionó John B.

—Por sus manos sucias, lo despidieron. Parece que el capitán del salvamento frunce el ceño si apareces borracho —respondió JJ sarcástico, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—.  Pero el dron está ahí. Está guardado en la parte de atrás.

Cassie pudo notar como los Pogues analizaban la oferta de JJ.

—¿Cuánto dijiste que había en el Royal Merchant? —preguntó Kiara.

—Cuatrocientos millones.

Cassie levantó las cejas con asombro y se quedó boquiabierta.

—Cuatrocientos... —susurró incrédula para sí misma.

Pope, al ver las expresiones de sus amigos, se levantó de la silla y corrió hacía la puerta de la habitación.

—¿Cuatrocientos millones? —repitió Kiara asombrada.

—Sí.

Kiara sacudió la cabeza y camino hacia la puerta mientras Cassie la seguía con su mirada.

—No. Absolutamente no —grito Pope interponiéndose en la puerta con los brazos extendidos y forcejeando con Kiara.

—¿Qué dices? —John B. miró a Cassie. Ella lo observó extrañada.

—¿Qué?.

—¿Otra aventura con los Pogues?.

Cassie sonrió ligeramente y observó a JJ, quien la miraba con una ligera sonrisa de lado.

—No quiero entrometerme en sus cosas.

—¡Por favor! Nos has ayudado demasiado. Lo menos que podemos hacer es hacerte parte.

Se sentía tentada. Y no entendía porque continuaba poniéndose en situaciones de las que en cualquier otro momento, señalaría lo estúpidas y peligrosas que eran. Sin mencionar el compromiso que tenía con Rafe en unas horas, y que si su madre se enteraba de que estaba paseando con chicos del lado sur, la enviaría de nuevo al internado, y esta vez, no volvería.

Sin embargo, algo en su interior la animaba a hacerlo.

—¿Será peligroso? —preguntó.

—Probablemente.

—¿Nos meteremos en problemas?.

—¡Definitivamente! —exclamó Pope aún peleando con Kiara.

—¿Acaso es demasiado para la reina Kook? —dijo JJ rosando ligeramente el brazo de Cassie con la yema de sus dedos.

—Cuatrocientos millones —dijo Kiara en un canto.

Cassie suspiró hondo y observó a los chicos con una sonrisa.

—Sé que me voy arrepentir, pero.... Estoy dentro.

JJ se abalanzó a Cassie rodeándola con su brazo al igual que John B., mientras le hacían ligeras cosquillas y ella reía a carcajadas.

—No, Cassie. ¡No te dejes corromper por ellos! —alegó Pope aún en la puerta. JJ se acercó a Kiara para ayudarla a mover a Pope.

—Vamos, Pope. A veces hay que dar un salto de fe —lo molesto Cassie burlona caminando hacía él y todos rieron, a excepción de Pope. Bufó de mala gana y se rindió contra sus amigos. De todas maneras, era una pelea perdida, pues JJ era mas fuerte que él. Así que solo se hizo a un lado y observó a Cassie con una mueca, mientras ella seguía alegre a Kiara y a JJ.

—¿No podemos ganar dinero de forma legal? —le reclamó Pope a John B saliendo de la habitación.








ali's note...
de verdad lamento no haber podido actualizar tan rápido esta historia como había querido, en diciembre tuve un viaje y estuve fuera tres semanas, y volviendo tuve un montón de mierda que arreglar y con la que lidiar 😭, pero por ahoraaa, ya he podido escribir, y espero actualizar constantemente, lxs amo, y gracias por su apoyo, síganme en mi canal de difusión btw jjj

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