(🍸) ━━ OO : prologue
Choi Mingi miró la hora en su reloj de mano.
16:48
Si no se daba prisa no iba a llegar jamás. Tomó las tres invitaciones junto a las cartas correspondientes y las dejó con las demás que serían entregadas por medio del correo como el resto de las invitaciones, tratando de ser lo más positiva posible y dejando las inseguridades de lado, todo era por un buen mayor, claro que sí.
Tres golpes en la puerta le hicieron saber que ya habían llegado por ella y sonrió aún más sabiendo quién se encontraba detrás de esa puerta.
—¡Adelante! —Exclamó mientras cerraba la caja con las invitaciones.
—¿Estás lista?
Jeongin, su prometido, entró igual de sonriente que ella luciendo tan perfecto como siempre lo ha hecho, al menos a los ojos de Mingi. Cuando se miraron no dudaron en compartir uno de esos cálidos abrazos que se dan cada que se reencuentran así solo hayan pasado diez minutos de la última vez que se vieron. El más alto dejó un beso en la frente de su futura esposa y la tomó de las manos mientras observaba su vestuario.
Ambos vestían de manera formal, la madre de Jeongin cumplía años y obviamente Mingi estaba más que invitada por parte de los mismos Yang. Ambos llevaban una estable relación desde hace cinco años y desde la primera vez que Jeongin la llevó a su casa para que sus padres la conocieran ella fue mejor que recibida, la trataron como a una más de la familia e incluso la invitaban a pasar en vacaciones con ellos.
Tanto los Yang como las Choi eran absurdamente ricos pero ninguno parecía ser demasiado consiente de eso, su relación nunca se basó en lo material hasta que llegó el momento serio de la relación, cuando Jeongin armó todo un plan para pedir su mano con un anillo de oro adornado en tres diamantes elegantes y costosos, como Mingi merecía y tiempo después los gastos aún más grandes iniciaron cuando la fecha de la boda fue impuesta. Tanto la madre de Mingi como la de Jeongin no se midieron ni un poco a la hora de ver desde la decoración de la iglesia hasta la organización de la fiesta, y ni hablar de la luna de miel, todo estaba más que listo gracias a esas mujeres que adoraban a sus hijos.
—Te ves hermosa —Alagó Jeongin una vez dejó de admirar a su chica. —Muero por verte frente a ese altar con ese gran vestido blanco que sé que te queda hermoso.
El rostro de Mingi se desfiguró en preocupación. —¿Viste el vestido? —Chilló dejando caer sus hombros con desgana. —¡Innie! Te dije que es de mala suerte que... —Pero las palabras quedaron atoradas en su garganta cuando los labios del chico chocaron con los suyos colisionando entre sí derritiendo a la chica en los brazos de su amado.
—No vi el vestido —Dice el chico una vez se separaron. —Pero sé que se te ve hermoso, todo se vuelve hermoso en ti.
Sí, eran una pareja demasiado melosa, sus amigos solían decírselo siempre desde que se hicieron pareja y salían con ellos. Su relación no era perfecta, solían tener pequeñas peleas que de vez en cuando mandaban a Jeongin a dormir al sofá o a Mingi castigada de besos de su chico, pero todo se arreglaba en menos de veinticuatro horas porque existía comunicación entre ellos y sabían reconocer sus errores y disculparse con el otro cuando era necesario.
—Te amo —Soltó Mingi para dejar un beso fugaz sobre los labios de Jeongin que a su vez este devolvió de la misma manera haciéndolos sonreír a ambos.
—Yo te amo más.
Durante la cena las cosas fueron de maravilla, Soonjin, la madre de Jeongin estaba feliz de tener allí a sus dos hijos a su nuera mientras disfrutaba de su noche junto a su esposo.
Jeongin llenó de regalos a su madre sabiendo lo mucho que adoraba la joyería y Mingi le regaló un hermoso collar de oro rosa, el sello de las Choi, en el que colgaba un diamante que probablemente fue igual o más costoso que su anillo de compromiso.
Aun siendo una noche agradable para todos, Jeongin notó lo tensa que estaba su prometida y lo más seguro es que fuera la misma razón que la dejaba sin dormir últimamente.
Cuando ambos iban en el auto en dirección al hogar de Mingi, Jeongin tomó su mano sacándola de su trance y depositando un beso en su dorso.
—¿Qué pasa, amor? —Indagó Yang notablemente preocupado.
Mingi dejó caer un suspiro cansada.
—Es sobre mi padre —Respondió.
El pelinegro arqueó una ceja. Jeongin estaba al tanto de la búsqueda que su prometida estaba haciendo para encontrar a su padre, él mismo la apoyó en la búsqueda de información pero luego de unas semanas Mingi le pidió que le dejará la búsqueda a ella, que se encargara de cosas más importantes y este aceptó si así la mantenía tranquila.
—¿Lo encontraste? —Indagó suavemente, cuidando la delicadeza de sus palabras.
Mingi asintió y luego negó.
—Bueno, algo así —Sentenció, Jeongin le pidió que se explicara más. —Hace casi una semana encontré el diario de mamá, las fechas son poco antes de que se enterara de su embarazo, cuando dio un viaje por el mundo —Explicó. Jeongin solo asintió. —En el menciona tres nombres y leyendo todo el diario, es probable que alguno de esos tres sea mi padre, pero aún no sé quién de ellos es.
Jeongin boqueó como pez fuera del agua procesando la nueva información.
—¿Y qué harás con ello? La boda es en cinco días —Mingi lo miró con ojos de culpabilidad, brillantes cuál Bambie, Jeongin comenzó a entender. —¿Qué hiciste? —Ojos aún más brillosos y posibles lágrimas a punto de estallar en sus cuencos. Cinco años de relación le habían dado el poder a Yang para leer a su chica con la mirada y en ese momento dejó caer su cabeza hacia atrás entendiendo todo. —Los invitaste a los tres ¿Cierto? —Mingi asintió. El pelinegro sacudió la cabeza divertido.
Sí, esa era Choi Mingi, una chica que tomaba decisiones impulsivas y a los veinte minutos ya estaba llorando por ellas. Pero allí está a Yang Jeongin, su futuro esposo, para abrazarla y consolarla y decirle que todo iba a estar bien.
Mingi corría de un lado a otro organizando las cosas en el hotel donde se hospedarían los invitados que vienen desde fuera y entre ellos, sus posibles tres padres, Jeongin por su parte estaba fuera de la ciudad para recoger los anillos de boda que habían sido importados desde la India.
En algún momento de la mañana la castaña se arrepintió de haber llevado tacones, ya comenzaban a dolerle los pies y aún faltaba mucho por revisar, pero para eso estaban sus mejores amigos, Kim Seungmin y Lee Yongbok, sus amigos desde que los tres tenían diez años.
—¿Dónde está esa tonta que está por casarse? —Gritó Seungmin desde la entrada del hotel con un par de tenis talla cuatro en las manos destinados a su mejor amiga.
—Justo aquí —Respondió Yongbok que la había obligado a sentarse hace veinte minutos luego de llamar a Seungmin. Mientras el castaño recién llegado se acercaba, el rubio pecoso seguía regañando a la chica. —Si continúas así vas a estropear tu cutis antes de la boda y tendrás uñeros feos, ninguno aquí quiere eso ¿Verdad?
Mingi negó con un puchero en labios y la cabeza baja. Seungmin rodó los ojos ante la escena que estaban montando sus únicos dos amigos.
Ambos chicos se agacharon frente a la única chica del trío de amigos y con cuidado cada uno se encargó de ponerle uno de los tenis a Choi, luego Seungmin guardó los tacones en su mochila.
—¿Qué te hace falta, lindura? —Habló nuevamente el pecoso.
—Aún no he ido a ver el servicio al cuarto y el horario de comidas.
—Yo me encargo de eso —Y claro que sería Lee Yongbok, después de todo estaba estudiando gastronomía. Así que acomodándose bien el sacó amarillo pastel que llevaba ese día, de dirigió al set de la cocina dejando a Kim y Choi frente a frente.
—Estoy a tus órdenes, boba —Y ese era Kim Seungmin. Mientras Yongbok se encargaba de llenarla de halagos y cumplidos, Seungmin era más de... demostrar amor apache. Aún así Mingi los quería a ambos por igual.
—Bien, ten esto —Le entregó una caja pequeña que parecía no pesar nada. —Me falta acomodaba estos horarios en las habitaciones del tercer piso ¿Puedes encargarte de eso?
—Claro que sí, yo sí vine en tenis —Mingi le sacó la lengua como defensa a su mal chiste y Seungmin le devolvió el gesto antes de irse.
Cuando estaba por dirigirse al salón de eventos sociales el timbre de una notificación de instagram la hizo detenerse, solo tenía activada las notificaciones de tres personas, los candidatos.
Cómo pudo sacó el teléfono del bolsillo y miró la notificación, era de uno de ellos. De Seo Changbin, para ser más específicos. Era una historia, se veía a él dentro de un avión y tenía una leyenda.
Adiós Italia, hola amor de mi vida.
Sí, tal vez Mingi había mentido un poco bastante, pero ya se las arreglaría una vez ellos estuvieran allí, al menos ya sabía que uno se dirigía a Corea, cuando estaba por guardar su teléfono sonó otra notificación. Esa era de Lee Minho. Era una selfie suya dónde hacía una mueca pensativa y detrás de él un poco al fondo había un tipo al que Mingi reconoció como Bang Christopher.
Este australiano y yo solo tenemos una cosa en común, ambos vamos a reencontrarnos con el amor de nuestras vidas.
Y Mingi chilló como loca, oficialmente los tres hombres estaban por llegar a su boda. Lo había logrado sola, internamente se palmeó las espalda sola y disfrutó de su victoria hasta que su teléfono volvió a sonar, esta vez era una llamada, un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica pero contestó.
—¿H-hola? —Trató de mantenerse serena.
—Hola mi amor —Su madre tan cariñosa como siempre. —Recién salgo del trabajo ¿Te parece si paso por ti y vamos de compras? Prometiste ir conmigo a comprar tus prendedores ¿Recuerdas?
Mingi lo pensó, era el momento adecuado para decirle sobre sus padres.
—Claro mami, te espero aquí.
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