「048 」
En un primer momento, su mente aceptó la voz masculina y ronca del hombre que leía delante de la micro. Cuando su corazón se percató del vínculo, lo abrumó un miedo innombrable y atroz. Se quedo sin respiración. Abrio los ojos despacio, obligándose a mirar al poeta que estaba en el escenario.
Su esposo.
Al principio, creyó que la imaginación le estaba jugando una mala pasada. El Min YoonGi que conocía jamás se subiría a un escenario. De hecho, delante de él había un desconocido.
Iba vestido de los pies a la cabeza con ropa de los Mets. Llevaba una gorra azul y naranja del revés, y algunos mechones negros se escapaban por debajo.
Lucía El jersey de los Mets con unos Jeans y unos Jordan. Tenia una cadena naranja en la mano, ya que el viejo Holly estaba sentado a su lado, con una serena dignidad que era más propia de un perro de pura raza que de un chucho. El perro tenía un pañuelo de los Mets en el cuello. Una de sus orejas estaba caída, ya que se lo había dañado en algún momento del pasado. No movía la cola. Sin embargo, en sus ojos no veía la expresión atormentada que normalmente asociaba a su amigo canino. Entre las patas delanteras tenía un pizarrón en el que decia Vuelve a casa.
Parpadeó una vez, y luego otras, y después se dio cuenta de que la imagen era real.
YoonGi tenía un desgastado bloc de notas en las manos. Lo oyó carraspear
El omega contuvo el aliento cuando le llegó a través de los altavoces.
–No soy poeta. Pero mi omega si lo es. Él me enseñó a buscar lo extraordinario en las cosas más sencillas. Me enseñó mucho sobre las emociones, sobre la verdad y sobre las segundas oportunidades. Hasta entonces no me había percatado de que una persona podía entregarlo todo sin quedarse con nada a cambio. JiMin, tu has cambiado mi vida, pero tenía demasiado miedo para aceptarlo. No me creía lo bastante bueno. Pero ahora sé la verdad.
Desesperado, JiMin cerró los ojos, mientras las lágrimas resbalaba por sus mejillas. TaeHyung tomó su mano con fuerza. Su Alfa quería que volviera. Sin embargo, sí escogía ese camino, sería como decía el famoso poema y tendría que dar un salto al vacío.
A esas alturas conocía la oscuridad que moraba en el interior de YoonGi y sabía que si le daba la espalda, estaría a salvo. Que saldría adelante solo. No obstante, esa oscuridad le resultaba tentadora, porque ya no le era desconocida. En ese momento tenía que tomar una decisión. Y que la Diosa Luna lo ayudará, porque no sabía si tenía la fuerza necesaria para intentarlo de nuevo.
Abrió los ojos.
Escucho murmullos en voz baja. Clavó la vista en el hombre al que amaba y esperó a que siguiera hablando.
–Te quiero, JiMin. Te quiero a tí y a nuestro bebé. Quiero este ridículo perro, porque también he llegado a encariñarme con él. Además, he descubierto lo que no quiero. No quiero vivir sin ti. No quiero estar solo nunca más. Y no quiero creer que no merezco tenerte. Me pasaré toda la vida compensándoles por lo sucedido.
A JiMin le tembló el labio inferior.
Taehyung le dio un apretón en la mano.
–¿Sigues queriéndolo?
Casi se atragantó con la respuesta.
–No sé si puedo intentarlo de nuevo.
TaeHyung tenía un brillo feroz en los ojos.
–Sí, puedes. Puedes hacerlo una vez, y otras y las que hagan falta. Si lo quieres lo suficiente.
Su esposo se alejó del micrófono para acercarse a él. El muro que había erigido con tanto cuidado comenzó a temblar.
–Siempre has sido tú. Tú has conseguido que vuelva a estar completo.
Y después YoonGi se arrodilló delante de él y colocó las manos en el vientre.
–Mi cachorro –susurró él– Me daba miedo no tener nada que ofrecer. Pero lo tengo. Y quiero entregártelo todo a tí.
El muro se sacudió con una fuerza demoledora hasta que quedó reducido a escombros.
JiMin tomó su decisión.
Lo obligó a levantarse y se lanzó a sus brazos. YoonGi lo abrazo con fuerza, pegándole los labios a la oreja y acariciándole la espalda con las manos mientras le prometía al oído que no volvería a hacerle daño jamás. Una salva de vítores y aplausos rompió el silencio.
Su mejor amigo sonrió.
–Ya era hora de que recuperarás la sensatez, hermanito.
El mayor estiró un brazo para incluir a su hermano en el abrazo. Su cara reflejaba una tranquilidad y una paz que JiMin ya había visto antes, pero que nunca había visto brillar con tanta fuerza.
–Supongo que ya saben que seré el padrino de este cachorro.
JiMin solto una carcajada.
–Que la Diosa Luna, nos libre de tí si es un omega. La primera ropa que usara será de cuero. Y si es un Alfa, le enseñaré cómo hacer feliz a un omega.
YoonGi besó a su omega en los labios.
–Tendrás uno de cada, Tae –Informó el Alfa– Creo que voy a llevarme a mi omega a casa y a practicar para un segundo, quizás gemelos, mellizos tal vez.
JiMin lo vio con la boca abierta.
–¿Un segundo? ¿Mellizos? Antes tengo que pasar por las náuseas matutinas, el aumento de peso y el parto Alfa.
El alfa lo abrazo rodeando su cintura pegandolo a él.
–Pan comido, amor –dijo mientras susurraba– Yo estaré a tu lado todo el tiempo.
–Solo si te pones algo de los Mets –dejó un beso en su mandíbula y el Alfa sonrio.
–La verdad es que he estado analizando tus argumentos sobre el tema. A lo mejor tienes razón. A lo mejor los Mets se merecen otro aficionado.
JiMin miró hacia arriba.
–Gracias Diosa Luna– susurró.
JiMin decidió que debía mandarle el libro de hechizos a Tae. Algo le decía que la vida de su amigo estaba apunto de cambiar. Y que iba a necesitar toda la ayuda posible.
Como si supiera lo que estaba pensando, YoonGi lo beso.
–Vamos a casa –susurró entre sus labios.
JiMin asintió y solo dejo que su Alfa lo condujera de vuelta a la luz.
Fin♡
Ya llegamos, al final de esta adaptación, sólo quiero agradecer todo el cariño que le han dado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top