「030 」
YoonGi estaba en el porche trasero con la vista clavada en las barcas que se mecian en el agua. Una sucesión de olas furiosas rompían contra la orilla, anunciando el invierno. El anaranjado atardecer combatía la amenazante oscuridad y enmarcada el arco de luces en el puente.
El alfa metió las manos en los bolsillos de la chaqueta de su traje de Valentino y tomó una honda bocanada de aire fresco. La tranquilidad se apodero de él mientras observaba sus queridas montañas y una vez más supo que ese era su lugar.
Diez años antes, toda la zona cercana al río estaba infestada de camellos y de adictos al crack. Las preciosas orillas se encontraban llenas de basura y los elegantes edificios de ladrillo estaban vacíos, mientras que sus ventanas rotas gritaban pidiendo auxilio. Los inversores reconocieron el potencial de la zona y comenzaron a invertir dinero en el proyecto soñado de renovación.
YoonGi y su Tío estuvieron muy pendientes del desarrollo de dicho proyecto y esperaron su oportunidad. De alguna manera, ambos sospechaban que esta llegaría tarde o temprano y que Genius podría conseguir beneficios en la zona.
El primer valiente en abrir un bar consiguió atraer a un grupo nuevo de personas que querían tomarse una cerveza con unas alitas de pollo mientras contemplaban las aves. A medida que la policía se iba desplegando por el lugar, se incrementaron los proyectos de limpieza por parte de varias organizaciones sin ánimo de lucro. Los últimos cinco años, el proyecto habían captado el interés de los inversores. Los restaurantes y el spa que YoonGi quería construir cambiarían para siempre el valle del Río. Y sabía qud él estaba destinado a construirlos.
Recordó el encuentro con Yuto Adachi. Por fin había cerrado el trato. Sólo un hombre se interponía entre su sueño y él.
Jeon JungKook.
Solto una maldición mientras observaba el atardecer. Yuto había accedido a concederle el contrato solo si Jeon JungKook le daba el visto bueno. Si no podía convencer al Conde de que él era el hombre indicado para el trabajo, Yuto escogería a otro arquitecto y Genius no tendría la menor oportunidad.
No podía permitir que eso sucediera.
Había viajado muchísimo por el mundo para imbuirse de inspiración arquitectónica. Había contemplado las cúpulas doradas de Florecía y las elegantes torres de París. Había contemplado islas exóticas impolutos, la majestuosidad de los Alpes suizos y las áridas rocas talladas del Gran Cañón.
A sus ojos, nada se equiparaba a esas montañas, nada se le acercaba ni en su cabeza ni en su corazón.
Enbozo una sonrisa desdeñosa al reconocer la emotividad de semejante pensamiento. La sonrisa desapareció de sus labios.
Observo las vistas un buen rato, mientras repasaba mentalmente los problemas con su esposo, con el contrato y con Jeon, pero seguía sin ocurrírsele nada. Su móvil sonó, interrumpiendo sus pensamientos.
Aceptó la llamada sin mirar quien era.
–Diga.
–¿YoonGi?
Se mordio la lengua para no soltar una barbaridad.
–Hoseok, ¿que quieres?
Él hizo una pausa antes de contestar.
–Tengo que verte. Necesito discutir algo muy importante contigo y no puedo hacerlo por teléfono.
–Estoy en Río. ¿Por qué no vas mañana a mi despacho?
–¿Junto al embarcadero?
–Sí, pero...
–Voy para allá. Llegaré en diez minutos.
Y colgó.
–Maldición, lo que me faltaba... –masculló
Repasó con rapidez sus alternativas y se recordó que tenía derecho a marcharse. Pero después lo asaltó el sentimiento de culpa. HoSeok podría seguir molesto por el hecho de que hubiera cortado con él de forma tan abrupta. Tal vez necesitaba gritarle y desahogarse un poco más. Sabía que las personas preferían cerrar las etapas y que tenían cierta vena competitiva.
Seguramente Hoseok se estuviera tirando de los pelos porque consideraba que JiMin se lo había arrebatado.
De modo que decidió esperar y escuchar su sermón, dispuesto a disculparse y seguir con su vida. Una cuarto de hora después, HoSeok apareció.
Lo vio bajarse del Mercedes biplaza color plata. Se acerco a él con una confianza y una elegancia que deslumbraba a los hombres. YoonGi admiró de forma desapasionada la camiseta negra dejaba al descubierto su vientre plano. Unos ajustados vaqueros de cintura baja se ceñian a sus cadera, adornado por un estrecho cinturón de cuero negro. La gravilla crujido bajo sus botas negras de tacón bajo hasta que se detuvo delante de él. En esos delgados labios apareció un puchero. Previamente ensayado.
–YoonGi– echaba chispas por los ojos, pero su voz era gélido –me alegro de que verte.
Él lo saludo con un gesto de cabeza.
–¿Que pasa?
–Necesito un consejo. Me han ofrecido un contrato para Maybelline Cosmetics.
–Es una gran empresa, Hobi. Felicidades. ¿Que problema hay?
Él se inclinó hacia adelante. El carisimo perfume de Chanel mezclado con su aroma a nuez flotó en el aire.
–Es un contrato de dos años, pero tendría que mudarme a California. –Sus ojos color esmeralda adoptaron la mezcla justa de inocencia y de deseo– Mi casa está aquí. Siempre he sido un coreano de pro, como tu.
En alguna parte del cerebro de YoonGi comenzó a sonar una alarma.
–Debes tomar esa decisión solo. Lo nuestro ha acabado. Estoy casado.
–Lo nuestro era real. Creo que te asustaste y te abalanzaste sobre el primer omega Al que podías controlar.
YoonGi meneo la cabeza con cierta tristeza.
–Lo siento, pero no es verdad. Tengo que irme.
–¡Espera!
En un abrir y cerrar de ojos, HoSeok se pegó a su pecho, salvando los escasos centímetros que los separaban, y le echó los brazos al cuello mientras se frotaba contra él.
<<Dios>>
–Echó de menos esto –murmuro él– Sabes que somos geniales en la cama. Casado o no te deseo. Y tú me deseas.
–Hoseok...
–Te lo demostraré.
Lo instó a bajar la cabeza para besarlo en los labios y YoonGi contó con un segundo para decidir qué narices hacer. ¿La apartaba y seguía el contrato al pie de la letra? ¿O aprovechaba la oportunidad para averiguar hasta qué punto lo controlaba su esposo?
De repente, pensó en JiMin. Tensó los hombros e intento apartarse, pero el demonio burlón de su interior comenzó a susurrarle una advertencia. Su esposo no era real, sólo una imagen fugaz que acabaría rompiéndose y que le provocaría un enorme dolor, recordándole que nada duraba para siempre. HoSeok lo haría olvidar. HoSeok lo haría recordar. HoSeok lo obligaría a enfrentarse a la realidad de su matrimonio.
La realidad de que no se trataba de un matrimonio real.
De modo que aprovecho la oportunidad y se apoderó de sus labios, bebiendo de ellos tal como lo hacía en el pasado. El sabor de HoSeok le invadió la boca mientras él le acariciaba la espalda en clara invitación para que lo llevará al coche y lo tomara allí mismo, y durante un breve lapso de tiempo se libraría de la frustración y el anhelo que sentía por otra persona.
Estuvo a punto de sucumbir a sus deseos, pero en ese momento se dio cuenta de otra cosa.
Actuaba de forma automática cuando antes lo hacía por el deseo. En ese momento solo sentía una leve excitación, que parecía ridícula en comparación con la abrumadora reacción que le provocaba una sola de las caricias de JiMin. El sabor de HoSeok no lo complacía, sus glúteos no le llenaban las manos y sus caderas eran demasiado huesudas.
Ese ese momento comprendió que no era JiMin, que nunca seria JiMin, y que no quería conformarse con eso.
Se apartó de él.
HoSeok tardo un poco en aceptar su rechazo. La rabia se apoderó de sus facciones antes de que pudiera tranquilizarse.
YoonGi intentó disculparse, pero él lo interrumpió.
–Aquí sucede algo, YoonGi. No tiene sentido.
El beta irguió la espalda con expresión digna y ofendida.
YoonGi sabía que era un gesto para provocar el efecto más dramático posible. Era otra cosa que lo distinguía de JiMin.
–Te voy a contar mi teoria: tenías que casarte rápido por algún acuerdo comercial y él te venía bien –HoSeok se echó a reir al ver su expresión sorprendida– Esta jugando contigo, Yoon. No podrás librarte de este matrimonio sin un hijo o sin desprenderte de un buen pellizco de tu fortuna, da igual lo que te haya dicho. Tu peor pesadilla se hará realidad. –Puso cara de asco– Acuérdate de lo que te estoy diciendo cuando él te salte con un Vaya, un fallo lo tiene cualquiera –Se alejó hacia el coche y se detuvo con una mano en la puerta– Buena suerte. Voy a aceptar el trabajo de California. Pero si me necesitas, llámame.
Se metió en el coche y se marchó.
YoonGi sintio un escalofrío en la espalda que no anunciaba nada bueno. Pondría la mano en el fuego por JiMin, confiaba en él y sabía que jamás intentaría engañarlo para conseguir más dinero, porque ¿Quién se casaba con un multimillonario y solo pedía ciento cincuenta mil dólares? HoSeok estaba enojado porque no había podido retenerlo, eso era todo.
Dio un respingo al pensar en su beso. Su primera idea fue olvidar todo el asunto. Pero tenía que ser sincero con su esposo. Le explicaría que HoSeok y él se habían reunido en un lugar público junto al río, que él había iniciado El beso y que se iba a mudar a California. Fin de la historia. Mantendría la calma y seria racional. JiMin no tenía motivos para ponerse celoso. Tal vez se molestara un poco, pero un beso se podía pasar por alto sin problemas.
Al menos, ese beso.
Otros eran muchos más difíciles de olvidar.
Con ese pensamiento en mente, echo a andar hacia el coche y volvió a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top