「022 」
JiMin estaba sentado, enfrente de sus padres. El alivio y la alegría hacían que le temblaran las manos al deslizar el cheque por la usada mesa de cocina, cubierta por un alegre mantel de vinilo con soles amarillos.
–Yoon y yo queremos darles esto para pagar la hipoteca –anunció– No vamos a aceptar discusiones ni protestas. Hemos hablado del tema y somos afortunados de tener mucho dinero. Queremos compartirlo. Significa mucho para nosotros, así que pueden aceptar este regalo.
Sus expresiones asombradas hicieron que se le llenarán los ojos de lágrimas.
¿Cuántas noches se había pasado en vela, sintiendose culpable por no poder ayudar a sus padres a salir de su difícil situación económica? Como primogénito, detestaba sentirse tan impotente. La decisión de lidiar con YoonGi y con sus incipientes emociones valía la pena. La certeza de que su familia estaría a salvo aliviaba el terrible dolor con el que llevaba cargando desde que su padre sufrió el infarto.
–Pero ¿Como pueden permitírselo? –Hye Kyo llevo su mano temblorosa a los labios mientras Joong Ki lo abrazaba– Yoon no debería considerarnos una carga. Están recién casado, tienen sueños. Tu librería. Sueños de una familia con muchos hijos. No deberías ocuparte de nosotros, Park JiMin. Nosotros somos tus padres. –Su alfa asintió con la cabeza.
–Ya había tomado la decisión de buscar otro trabajo. No necesitamos el dinero. –JiMin suspiro al enfrentarse a la terquedad de sus padres
–Oigan; Yoon y yo tenemos dinero de sobra, y esto es importante para nosotros. Papá, otro trabajo no es viable en tu situación, a menos que quieras morir. Ya sabes lo que dijo el médico. –Se inclinó hacia ellos– Esto les permitirá liberar la casa de cargas y podrán concentrarse en pagar otras facturas. Pueden ahorrar para la universidad de Lisa y Lily. Pueden ayudar a Nam a pagar su último año de medicina. No les estamos dando dinero para que se jubilen, de verdad, solo lo justo para facilitar las cosas.
Sus padres se miraron. La esperanza brillaba en los ojos de su madre mientras se aferraba al cheque. JiMin empujó un poco más para obligarlos a dar el paso decisivo.
–Yoon no pudo venir conmigo –Informó– Esto tiene solo una condición: no queremos oír más del tema. –Hye Kyo solto un jadeo.
–Pero tenemos que agradecerle –dijo– Debe saber lo mucho que apreciamos este gesto –Sonrió y se quedó pensativa– cuanto nos ha cambiado la vida.
JiMin trago saliva para deshacer el nudo que tenía en su garganta.
- A Yoon no le van los arranques emocionales. Cuando hablamos del tema insistió en que no quería que se volviera a mencionar. –Su Padre frunció el ceño.
–¿No quiere un simple agradecimiento? Al fin y al cabo, si no fuera por mí, no estaríamos metidos en este problema.
–Cualquiera se puede enfermar, papá– Susurró. El dolor pasó por el rostro de su padre.
–Pero me marché
–Y volviste –Hye tomó su mano mientras emanaba su aroma dulce con una sonrisa– Volviste con nosotros y arreglaste las cosas, amor. Todo está en el pasado. –Su madre se irguió con los ojos rebosantes de emoción– Vamos a aceptar el cheque, JiMin. Y no le Diremos ni media palabra a YoonGi. Siempre que nos prometas que vas a volver a casa y que le dirás que es nuestro ángel –Se le quebró la voz– Estoy muy orgullosa de Tí, siempre piensas en nosotros.
JiMin la abrazo. Después de charlar durante varios minutos más, les dio un beso y salió de la casa. Esa noche tocaba poesía en Forever Young y no quería llegar tarde.
Era triste tener que recurrir a una farsa para conseguir el dinero, pero también era necesario. Jamás le hablaría a YoonGi de la precaria situación económica de sus padres. Se estremecía de solo pensar que YoonGi le tiraba unos cuantos fajos de billetes como si el dinero lo pudiera solucionar toso. Su orgullo era importante, al igual que el de sus padres. Ellos resolvían sus propios problemas. Tenía la sensación de que Min YoonGi creía que el dinero suplia a las emociones, una lección que sus padres le habían impartido todos los días durante su infancia. Se estremeció al pensarlo.
No, se las arreglaría el solo.
Recuperó la compostura y se dirigió al trabajo.
JiMin echo un vistazo por Forever Young con expresión satisfecha. Las veladas poéticas atraían mucha gente, y todos compraban libros. Todos los viernes por la noche transformaba la parte trasera de la librería en un escenario.
La música ambiente flotaba entre los pasillos poco iluminados. Varios sillones verde manzana y algunas mesitas destartalada salían del almacén y se colocaban formando un círculo. El público estaba conformado por una agradable mezcla de intelectuales, algunos muy formales, y otras personas que solo querían pasar una noche divertida. Llevó El micrófono hasta el pequeño escenario y miró de nuevo el reloj. Faltaban cinco minutos. ¿Donde estaba Taehyung?
Vio que la gente comenzaba a tomar asiento, protestando por la ausencia de café y discutiendo sobre estrofas, simbolismos y emoción desbordada. La puerta se abrió justo a tiempo, dejando pasar a Tae junto a una ráfaga de aire fresco y el dulce aroma a canela.
–¿Alguien quiere una taza de café?
JiMin se acerco corriendo a él y tomó las dos tazas humeantes.
–Gracias a Dios. Si no les sirviera cafeína, leerían los poemas en el Starbucks de la esquina.
Taehyung soltó la bandeja de cartón y presento las tazas.
–Min, no seas tonto. ¿Sabes la cantidad de dinero que te gastas en café para que estos artistas puedan leer sus poemas delante de los demás? Que se lo paguen ellos mismos.
–Necesito los ingresos. Hasta que encuentre la manera de que me concedan el préstamo para ampliar el negocio. Necesito darles cafeína.
–Pideselo a Yoon. Técnicamente es tu esposo. –JiMin le lanzó una mirada elocuente.
–No, no quiero que se meta en mis asuntos. Me prometiste que no le dirías nada. –Tae levantó las manos.
–¿Que pasa? YoonGi sabe que ibas a pagar el prestamo.
–Quiero hacerlo solo. Ya he cobrado el pago, ese era el trato. Nada mas. Ni que fuera un matrimonio de verdad.
–¿Le has dado el dinero a tus padres? –JiMin sonrió.
–Solo por eso casi vale la pena soportar la compañia de tu hermano.
–Sigo sin entenderlo –comenzó su mejor amigo y cuñado– ¿Por que no le cuentas a YoonGi la verdad acerca del dinero? Es un imbécil, sí, pero tiene buen corazon. ¿A que estas jugando, cariño?
JiMin dio media vuelta, ya que temía mirar a su amigo. Nunca habia sabido mentir. ¿Como podia decirle a Tae que su hermano lo exitaba muchisimo y necesitaba todas las barreras posibles para mantener las distancias? Sí el lo creia avaricioso y un egoísta, tal vez lo dejara en paz.
Taehyung lo observó con detenimiento. De repente, se le encendió la bombilla y esos ojos verdes se abrieron de par en par.
–¿Se traen algo entre manos? Porque no te sentirías atraído por él, ¿verdad?
JiMin se obligo a reir.
–Detesto a tu hermano -informó
–Mientes. Siempre he sabido cuando mientes. Quieres acostarte con él, ¿a que sí? ¡Uf!
JiMin cogio la ultima taza de café.
–Se ha acabado la conversación. No me atrae tu hermano y yo no lo atraigo a él.
Tae siguio pegado a sus talones.
–Bien, ahora que me han pasado las arcadas de pensarlo, hablemos de tema. Es tu esposo, ¿no? Bien podrias acostarte con él durante este año.
Jimin subio al escenario. Todos los ojos estaban clavados en él.
Hablar de sexo llama la atencion de todo el mundo, esta claro –pensó.
Pasó de su amigo e hizo las presentaciones con rigor esa noche.
Cuando subió al escenario el primer poeta, él se aparto y se acomodo en un sillón con un libro entre sus manos, por si necesitaba apuntar alguna repentina inspiración y dejó su mente en blanco para concentrarse en la lectura.
Taehyung se arrodillo a su lado y le susuro:
–Creo que deberias acostarte él.
JiMin solto suspiró, hastiado.
–Dejame en paz.
–Lo digo en serio. Después de analizarlo, creo que es perfecto. De todas maneras, los dos tienen que ser fieles, asi que sabras que no se esta acostando con alguien diferente. Podrias hacerlo con él y despues de un año te largas y punto. Sin problemas. Sin complicaciones.
Se movió, inquieto. No porque le avergonzara la sugerencia del omega. No, era por todo lo contrario. La posibilidad lo intrigaba. Por las noches daba vueltas en la cama imaginandolo en la habitación del fondo del pasillo. Su cuerpo fuerte desnudo tendido en la cama, esperando para que lo montara. Sus hormonas revolucionaron y su lobo enloquecio. Joder, a ese paso acabaria en un manicomio al terminar el año.
Causa: celibato.
Taehyung chasqueo los dedos delante de su cara y JiMin salio de sus ensoñaciones.
–Otra vez te fuiste –dijo burlon–¿Viene Yoon esta noche?
–Claro, a tu hermano le encanta pasar asi un viernes por la noche.
–¿Como les va?. A parte de la atracción física por supuesto
–Bien.
Tae rodó los ojos.
–Mientes otra vez. No vas a contarmelo, ¿verdad?
JiMin se percato de que le había confesado todo a Tae salvo una cosa: la primera vez que Yoon lo beso. En aquel momento descubrió que lo queria. La amistad se habia convertido en rivalidad y despues habia dado paso a un enamoramiento infantil. Aquel primer beso alteró tanto sus emociones que las confundio con el amor. Su corazon latía por él, lleno de alegría ante la posibilidad de estar juntos, de modo que pronunció aquellas palabras bajo los arboles.
Te quiero -le dijo.
Despues espero que lo besara de nuevo. En cambio, se apartó de él y se rio. Le dijo que era un niño y se largo.
En aquel momento aprendio lo que era el amor no correspondido. Con catorce años. En el bosque, con Min YoonGi.
No tenía pensado repetir la experiencia.
Desterró aquel recuerdo y decidió ocultarle a Tae otra cosa más.
–No hay nada entre nosotros –le aseguró– ¿Me dejas escuchar el siguiente poema en paz, por favor?
–No creo que esta noche vayas a encontrar mucha paz, bebé. –Informó
–¿Que quieres decir? -preguntó
–YoonGi esta aquí. Tu esposo. El tipo que no te atrae.
JiMin volvió la cabeza y vio horrorizado la figura que había en la puerta.
Saltaba a la vista que YoonGi estaba fuera de su elemento, pero irradiaba tanta confianza y su presencia resultaba sobrecogedora y masculina, que se quedó sin aliento al comprender que ese hombre era capaz de encajar en cualquier lugar. Y eso que ni siquiera iba de negro.
Los hombres que usaban trajes de diseñador dejaban que la tela los controlará. YoonGi llevaba unos jeans calvin Klein como si fuera desnudo.
La tela proyectaba la imagen de un hombre que se conocía bien... y a quien le importaba una mierda la opinión de los demás.
Había elegido una remera blanca con las letras FG en el medio, que resaltaba sus mechones negros y su mirada oscura. Los zapatos eran unos Jordan.
Espero mientras el alfa recorría la estancia con la mirada, que tras pasar sobre él, se detuvo y regreso despacio.
Lo miro a los ojos.
JiMin detestaba lo cliché, pero sobre todo detestaba estar convirtiéndose en uno. Sin embargo, el corazón se le desboco, empezaron a sudarle la palmas de las manos y su estómago parecía sufrir los estragos de una montaña rusa gigantesca. Su lobo cobró vida mientras deseaba que se acercará a él y le prometía sumisión total. Si el Alfa decía que volvieran a casa, que se metiera en la cama y que lo esperase, estaba convencido de que cumpliría sus órdenes.
Esa falta de voluntad le sacaba de quicio, pero su naturaleza sincera lo obligaba a admitir que lo haria de todas maneras.
–Ya veo que no hay ninguna pizca de atracción entre ustedes, cariño –Dijo con sarcasmo
Las palabras de Taehyung rompieron el extraño hechizo y permitieron que JiMin recuperara la compostura regañando a su lobo. Había invitado a YoonGi en la velada poética porque no había visto su librería. Él había rechazado la invitación con tacto, aduciendo que tenía trabajo pendiente, cosa que lo habia sorprendido. Una vez más se recordó que procedían de mundos distintos y que YoonGi no tenía deseos de visitar el suyo. Según se acercaba a él, JiMin se preguntó por qué habría cambiado de opinión.
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