「021 」
El aroma de YoonGi mezclado con el Shampoo de Limón era su nuevo aroma favorito. El alfa le colocó la mano en la cintura y sintió que le rosaba la curva de su vientre con la yema de sus dedos. Imagino dichos dedos descendía unos centímetros... ¿que se sentiría tener esos dedos en su interior, llevándolo a los lugares que deseaba descubrir pero tanto miedo le daban? Se concentró de nuevo en la conversación que mantenían.
–Felicidades, YoonGi. JiMin me ha contado que están recién casados. Debe de ser difícil obligarse a asistir a un evento social por cuestiones de negocios, ¿Verdad?
–Desde luego.
YoonGi inclinó la cabeza. JiMin contuvo el aliento cuando sintió el roce de sus labios y nariz en la curvatura de su cuello, inhalando su aroma. Se le endurecieron los pezones y experimento un hormigueo.
Jungkook apenas fue capaz de disimular que el gesto le resultó gracioso.
–Al parecer, JinWoo cree que usted es el hombre perfecto para él trabajo. Tal vez deberíamos concretar una reunión para que expusiera sus ideas.
–Gracias. Llamaré a su secretaria para concretar la fecha y la hora.
JiMin se percató del tono eficiente de YoonGi y supo que Jungkook también había reparado en él. YoonGi no se prestaba a ciertos jueguecitos típicos, por ejemplo el de fingir ser demasiado importante como para hacer una llamada en persona a fin de concretar una reunión.
–Muy bien –El Conde tomó una mano de Jimin y la besó– Min JiMin ha sido un placer conocerlo. –pronunció su nombre con un sedoso acento Italiano– Dentro de dos semanas celebró una cena a la que acudirán unos cuantos amigos íntimos. ¿Le apetece ir?
Consciente de que el Alfa lo había invitado solo a él, se volvió hacia YoonGi y le preguntó
–Cariño, ¿tenemos algún compromiso?
El se situó detrás de él y lo estrecho contra su cuerpo. Su trasero acabó presionado contra su entrepierna y se sintió atrapado por sus duros muslos. Sonrió al sentir sus manos en su vientre era la segunda vez que su lobo no reaccionaba mal por ello. El vientre era la parte más sensible de un omega, nadie además de su pareja tenía derecho a tocarla. Jungkook se percató de esa acción y observó al Alfa cuando contestó.
–Iremos encantados.
–Maravilloso. Será un placer volver a verlos. A las ocho en punto. –Jungkook se despidió de YoonGi con una asentimiento de cabeza y, después le sonrio a JiMin– Que pasen una buena noche.
YoonGi lo solto poco después de que el Conde se marchara. La repentina ausencia de su calor le provoco un escalofrío. Su rostro perdió la expresión de un amante y adoptó un rictus impersonal.
–Vamos..
Sin pronunciar una palabra más, salió de la estancia, le pidió los abrigos a la encargada y se despidió. JiMin se despidió de algunos amigos que hizo durante la noche y luego siguió a su esposo hasta el auto.
El silencio se prolongó durante todo el trayecto hasta que llegaron a casa. Asqueado por la tensión. JiMin fue el primero en hablar.
–Te divertiste –el mayor solto un gruñido. El omega tomó eso como una afirmación– La comida estaba muy buena. Me sorprendió comprobar que algunas omegas son muy agradables. Me invitaron a la inauguración de la exposición de Song Min Ho. ¿No es genial? –el alfa resoplo– ¿Que tal tus planes? ¿Conseguiste lo que querías?
–No me ha ido tan bien como a ti, al parecer –dijo con desdén
La ira se apodero de él.
–¿Como dices?
–Da igual.
JiMin apretó los puños.
–Eres un hipócrita y un imbécil. Me pediste que buscará a Jeon Jungkook y que le sacará información. ¿Piensas que soy un tonto, YoonGi? Primero me utilizas y ahora te enojas. Hice lo que querías. Así que estamos en paz ya no te debo ningún favor.
–Me límite a sugerirte que intentaras averiguar algo que fuera útil para mis planes. Te pedí que lo engatusaras, no que le provocarás una erección y una calentura que va a durarle días.
Aparcó frente a la casa haciendo que los neumáticos chirriaran. JiMin contuvo el aliento.
–¡Vete al infierno, Min YoonGi! Ese hombre me ha tratado con educación y no se ha pasado de la raya desde que le dejé en claro que estoy casado. Pero se te escapa un detalle muy importante, niño bonito. Jungkook no mezcla los negocios con el placer. Aunque me desnudara delante de él y le suplicara que te diera el contrato, seria capaz de negarse. No puedo ayudarte con este hombre.
Salió del coche y camino hasta la casa.
YoonGi solto una maldición y lo siguió.
–Bien. En ese caso no tendremos que asistir a esa fiesta. Me limitaré a concretar una reunión de trabajo.
JiMin negó
–No vayas si no quieres. Yo si iré.
–¿Como? –el alfa soltó un gruñido.
–Que voy a ir. Me cae bien y creo que será divertido.
YoonGi cerró la puerta de golpe, entró al salon y se quito la corbata de un tirón.
–Eres mi esposo. No iras a ninguna fiesta sin mí –Advirtió el alfa.
JiMin se quito el abrigo y lo colgó en el armario.
–Soy un socio que se limita a seguir las reglas. Tú y yo somos libres de vivir nuestro aire siempre y cuando no nos acostemos con terceras personas, ¿Verdad?
YoonGi fruncio el ceño y acortó la distancia que los separaba.
–Me preocupa mi reputación –susurró – No quiero que el Conde se lleve una impresión equivocada.
JiMin levantó la barbilla. Sin alejarse de él
–Cumpliré nuestro trato, pero iré a la fiesta de Jungkook. Hace mucho tiempo que no me divierto en la compañía de un Alfa. De un Alfa simpático, divertido y .... cariñoso
Pronunció la última palabra tras una pausa, de modo que quedó suspendido en el aire y resonó como un trueno. Fascinado, observó al hombre impasible que conocía transformarse en algo distinto. Sus ojos se oscurecieron, apretó la mandíbula y todo su cuerpo se tenso. Levanto las manos y la aferró por lo brazos. Parecía dispuesto a zarandearlo o hacer otra cosa. Algo completamente... irracional.
Lo recorrió una descarga eléctrica y separó los labios para respirar. A la espera de que lo iba a suceder. El aroma a Madera lo envolvió por completo haciéndolo temblar.
–¿Tanto deseas a un Alfa, JiMin– le preguntó en tono burlón.
Acto seguido, inclinó la cabeza de modo de que sus labios quedaron separados por apenas unos milímetros. Con deliberada lentitud, sus manos ascendieron por los brazos hasta cerrarse en torno a su cuello y, con los pulgares, lo instó a levantar la cabeza, de modo que se percató del ritmo alocado de su pulso, visible gracias a que el omega habia desecho algunos botones de su camisa. Sin apartar la mirada de sus ojos zafiros, prosiguió con la tortura acariciándole las claviculas y la curva de los hombros. Después descendió. Por la delantera. Hasta que ambas manos se detuvieron justo sobre sus pezones. El deseo avivó los sentidos de JiMin. Su cuerpo se derritió y su aroma lo delató.
Sintió que se endurecian los pezones, ansiosos de recibir sus caricias. Se le escapo un gemido en cuando los rozo con los pulgares. El Alfa también gimió, satisfecho, y siguió acariciandolo de forma insoportable. El omega sintio la erección de mayor en la parte inferior del abdomen y sintió el lubricante salir.
–A lo mejor debería darte lo que tanto deseas– YoonGi presiono para frotarse contra él a modo aperitivo, y JiMin se estremeció. Acto seguido deshizo todos los botones de la camisa, introdujo las manos para acariciar su cálida piel– Si te doy lo que quieres, a lo mejor no necesitas ir en busca de Jeon.
JiMin sintió un nudo en las entrañas a medida que esos experimentados dedos lo acariciaban y le pellizcaban los pezones con suavidad y delicadeza, pese a sus hirientes palabras.
Se estremeció bajo sus manos, abrumado por las emociones y las sensaciones, pero su mente mantuvo la claridad en todo momento. La respuesta de su cuerpo lo obligaba a jugar para ganar. Si el Alfa ganaba está batalla, su posición se debilitaría. Iba a besarlo. En ese mismo momento. Le resultaría tan placentero que le suplicara por más, de modo que tanto su orgullo como su cordura acabarían en el piso. YoonGi quería besarlo por un solo motivo: porque su poder de Alfa y su masculinidad se habían visto amenazados y quería afianzar su posición. En el fondo, no lo deseaba a él. Lo movía el afán de la conquista sexual, el afán de establecer dominación y el era el omega que tenía mas cerca.
De modo que sobrepuso, recuperó el control como pudo y regaño a su lobo. Sacó el as que guardaba bajo la manga.
Se pegó a él y dejó que sus labios se quedarán apenas a unos milímetros de distancias de los del Alfa. Sintió el roce fresco de su aliento en la boca.
–No, gracias– susurro al tiempo que le apartaba las manos de su cuerpo y cerraba su camisa. –Prefiero que nos atengamos a lo acordado. Buenas noches.
Tras darle la espalda, se marchó escaleras arriba.
Las manos de YoonGi descansaban a ambos lados de su cuerpo, vacías. La había saboreado por un instante: sus curvas, su olor, su calor. No obstante, en ese instante estaba solo, en mitad de la sala, igual que la noche de bodas. Un Alfa casado, empalmado y sin alivio a la vista. Sorprendido por la ridícula tesitura en la que se encontraba, intentó repasar los acontecimientos de la noche para ver en qué momento se había equivocado.
Nada más verlo con Jeon, lo habia poseído una furia incandescente. El calor comenzó a invadirlos por los pies, subió hasta su estómago, siguió hacia su pecho y por fin rodeo su cabeza como si fuera una banda de hierro al rojo vivo.
La mano de JiMin descansaba en el brazo del italiano, que debía de estar contándole algo muy gracioso, porque lo vio echar la cabeza hacia atrás y soltar una carcajada, con mejillas sonrosadas. Sus labios brillaban bajo las luces de las arañas. Actuaban como si fueran amigos de toda la vida, cuando en realidad acababan de conocerse.
Pero lo peor fue verlo sonreír.
Una sonrisa deslumbrante, hechizante e incitante que dejaba bien claro a la persona que la recibe que era justo lo que estaba buscando, todo lo que deseaba.
Era una sonrisa capaz de provocarle a cualquiera unos sueños muy calientes y torturarlo durante el día. YoonGi jamás había sido receptor de esa sonrisa, y eso lo enloqueció.
Así que el tiro le salio por la culata y destrozo el plan. Si bien esperaba que JiMin lograra entretener al Conde y son sacarle un poco de información que pudiera ser útil para cerrar el trato, no habia imaginado que acabaría pasándoselo tan bien a su lado.
Solto una maldición hacia su lobo al tiempo que recogía sus cosas, dispuesto a irse a la cama. Reflexionó sobre las palabras del Omega. Si Jeon separaba los negocios del placer, había hecho una mala jugada. Tal vez, cuando concertara la reunión con él, debería concentrarse en el aspecto logístico de la construcción y dejar de lado el plano sentimental del asunto. Tal vez Jeon solo se mostraba apasionado en su relación con las mujeres. Tal vez quisiera un hombre frío y eficaz a la cabeza del equipo de arquitectos.
El alfa se detuvo en la puerta de JiMin. La luz estaba apagada. Aguardo un instante y agudizo el oído por si lo escuchaba respirar. Se preguntó que llevaría para dormir. De repente, se lo imaginó con un diminuto conjuntito negro y se puso al cien, aunque la simple idea de verlo con unos leggins y una sudadera ya le provocaba sensaciones que no había sentido con ningún otro omega o beta. ¿Estaría despierto en la cama fantaseando con Jeon? ¿O estaría pensando en su último beso, ansiando más?
Camino hasta su dormitorio. JiMin lo había rechazado. Había rechazado a su esposo, joder. Y al final estaba atrapado precisamente con lo que más lo horrorizaba: una pareja que le hacia sonar la campana. Cerró la puerta y se obligó a desterrar esos pensamientos de su mente.
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