「020 」
JiMin decidió que había llegado la hora de ir a buscar a su esposo.
Salvo por la hora de la cena no habían estado juntos en toda la noche.
El omega tarareaba por lo bajo la letra de No limit echó un vistazo por el salón, si bien no pudo localizarlo entre la multitud. Decidió salir al recargado pasillo. Tal vez fue al baño.
Los zapatos resonaban en el pulido suelo de mármol. La música se fue perdiendo en la distancia mientras contemplaba encantado los cuadros que adornaban las paredes. Sus pasos lo llevaron hasta una curva del pasillo a través de la cual accedía a una estancia similar a una galería, con estanterías llenas de libros antiguos. Contuvo el aliento al sentir el enorme deseo de acariciarlos y de escuchar el crujido del papel al pasar las páginas, cargadas de historias.
–Ah, si quiero te se fije en mi esta noche debería convertirme en un libro ¿no?
JiMin volteo al instante. Había un Alfa en el vano de la puerta que la contemplaba con un brillo en los ojos que parecía genuino. Llevaba el pelo largo recogido en una coleta que le daba un aspecto de un pirata acostumbrado a encandilar a omegas desde hacía siglos. Tenía labios finos y una nariz prominente que destacaba en el conjunto de sus fuertes rasgos, tipicamente mulatos. Llevaba pantalones negros, camisa negra y unos carismas zapatos; su porte era elegante y seductor.
JiMin supo de inmediato que se trataba de un hombre simpático, agradable y letal para los omegas. La idea le arrancó una sonrisa. Sentía debilidad por los don juanes italianos.
–Si, me he fijado en usted –replicó al tiempo que se volvía de nuevo y seguía contemplando libros– Sabía que acabaría hablando conmigo al final de la velada.
–¿Y deseaba que llegara ese momento, Giovanne?
–Tanto que apenas puedo respirar. Bueno,¿Que hacemos, usamos uno de los dormitorios de este lugar o vamos a su casa?
Un asombrado silencio siguió a las palabras de JiMin, que miró por encima del hombro y vio que él hombre tenía una expresión entre la decepción y el deseo. Suponía que le habría gustado cortejarlo, pero al mismo tipo no le apetecía rechazar su invitación. JiMin solto una carcajada al presenciar la lucha interna que estaba librando el caballero y su repentina falta de confianza.
De repente, esos ojos negros lo miraron con un brillo cómplice.
–Está bromeando, ¿Verdad?
El omega dio la vuelta sin dejar de reír.
–Supongo que sí
–Es un omega malvado por tentar a un Alfa de esa manera.
–Y usted un Alfa malvado por pensar que un omega seria capaz de hacer algo así.
–Tal vez tiene razón. Un omega como usted debería tener un Alfa que lo vigilará a todas horas. Cualquiera se sentiría tentado de robar semejante tesoro.
–Ah, pero si fuera un verdadero tesoro, no me dejaría robar fácilmente. Mucho menos por el primero que se me acercara.
El desconocido fingió ofenderse.
–Giovanne, jamás lo insultaria pensando que la búsqueda del tesoro sería breve. Estoy seguro de que usted requeriría un intenso trabajo.
–Signore –Lo corrigio–Estoy casado.
La expresión del hombre se torno triste.
–Una lastima.
–Me parece que usted ya lo sabía.
–Es posible. Pero permítame presentarme. Soy el Conde Jeon Jungkook.
–Park... quiero decir, Min JiMin
El Conde se percató de su titubeó y pareció tomar nota.
–Recién casado, ¿Verdad?– El omega asintió– Sin embargo, deambula usted solo por un pasillo y nadie lo ha visto en compañía de su esposo en toda la noche –Meneó con la cabeza– Las costumbres coreanas son horribles.
–Mi esposo ha asistido por cuestiones de negocios .
–Min YoonGi, ¿Verdad?
El omega asintió.
–Supongo que lo conoce. Va a presentar un proyecto para la reconstrucción de la zona del río.
Jungkook mantuvo una expresión neutra. Era obvió que detrás de la fachada de hombre carismático se ocultaba un agresivo hombre de negocios, y JiMin estaba seguro de que ya conocía su identidad antes de acercarse a él. YoonGi subestimaba al Conde si pensaba que podía engatusarlo con una simple conversación. Saltaba a la vista que el hombre que tenia delante mantenía el placer separado del trabajo.
–Todavía no he tenido el gusto de conocerlo.
Se inclinó hacia él muy sutilmente. El aroma a Vino, café con toques de Jazmín se alzó entre ellos. Lo miró a los ojos y sus miradas se entrelazaron un instante.
JiMin espero sentir el asalto del deseo sexual, espero que saltaran chispas, espero que el deseo recorriera su cuerpo y le confirmará que Min YoonGi no era la causas de sus problemas.
Nada. Ni siquiera un hormigueo.
Suspiro para sus adentros y se resignó a luchar contra la atracción que sentía por YoonGi y admitir que tal vez aún estuviera colado por él cuando era pequeño. Si Jungkook no le provocaba ni una pizca de deseo sexual, lo llevaba muy crudo.
A continuación, suspiro de verdad y dijo.
–Creo que adorará a mi Alfa tanto como yo lo adoro.
El Conde capto la indirecta y la acepto con elegancia.
–Ya veremos. En cuanto a nosotros, ¿podemos ser amigos?
–Si. Amigos.
–Lo acompañaré hasta el comedor para tomarnos una copa y me contará todo lo que haya que saber de usted.
JiMin acepto el brazo que le ofrecia y salieron juntos de la biblioteca.
–JungKook, creo que conozco al omega perfecto para usted. Es un gran amigo mío. Tal vez sea la horma de su zapato.
–Cara, se subestima –replicó él al tiempo que le guiaba un ojo con gesto pícaro– Todavía sufro por su pérdida.
JiMin soltó una carcajada justo cuando entraban en el comedor y alzó la mirada, sorprendido de que su esposo se plantará frente a ellos. YoonGi se detuvo frente a él, intimidandolo con su altura. JiMin abrio la boca para hablar, pero antes de poder hacerlo el Alfa lo estecho entre sus brazos marcandolo con su aroma. Soltó un suspiro encantado, escondió su rostro en su pecho y se dispuso a hablar.
–Hola cariño. Estaba hablando con él Signore Jeon. –Se alejo unos milímetros de su esposo y volteo hacia el otro Alfa.– Creo que aún no se conocen, ¿Verdad?
Los Alfas se observaron mutuamente como lo harían dos lobos en una pelea. YoonGi fue el primero en rendirse, seguramente porque era lo que le convenía a sus intereses empresariales y no por falta de testosterona; le tendió la mano al Conde.
–Jungkook, ¿Cómo está? Veo que ya conoce a mi omega.
Mientras se estrechaban las manos, JiMin observó, perplejo, la expresión de su marido. ¿No le había dicho YoonGi que engatusara a Jeon Jungkook con su burbujeante conversación o se estaba volviendo loco? ¿No le había insinuado que quería información de primera mano a ser posible? Sin embargo, en ese momento parecía estar irritado, como si él lo hubiera traicionado.
Conde Jeon Jungkook
Alfa
Hay tantos fics de Jungkook Mafioso italiano, que ya no soy capaz de soltarlo.
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